Ichiban Ushiro No Daimaou (NL)

Volumen 13

Capitulo 4: Universos Innumerables

Parte 3

– Al final, puede que no haya nada que pueda hacer. Siento que te llamé aquí para hacer que destruyeras todo.

Su expresión era oscura, pero Hiroshi se rio en voz alta.

¿Qué tal si dejas de ser tan mezquino?

– ¿Mezquino?

Akuto miró a los ojos de Hiroshi.

Solo estoy diciendo que aún hay algo que puedes hacer. Tengo una idea.

Hiroshi cortó un pedazo de carne del melocotón y lo llevó a su boca con el cuchillo.

– ¿Realmente hay algo  que pueda  hacer?  – preguntó Akuto.

Si te sientes mal, significa que al menos puedes sentir responsabilidad. – respondió inmediatamente Hiroshi. – Las personas en tu interior no son más que peones, pero tú no las ves así.

Akuto jadeó.

Es cierto. Mi responsabilidad se extiende más allá de ti. También están los fantasmas de antiguas personalidades. Cuando se reduce a ello, soy el gobernante de los fantasmas.

Mordió el melocotón como si de repente recordara que lo sostenía.

La humanidad fue aniquilada y se podría decir que la gente se convirtió en datos.

Pero las acciones de las personas se preservaron como datos en el pasado también.

Los únicos que convertiste en datos fueron los que tenían almas existentes. Puedes agradecerle a Bouichirou por ese trozo de información.

¿Almas existentes? ¿Te refieres a la existencia que te hace a ti ser tú mismo? Ese es el concepto que apareció dentro de Zero y puede ser sinónimo de la Ley de la Identidad.

Sí. No es más que un concepto, pero debe ser visto como si existiera. Debes asumir que cualquier cosa bajo la influencia de la Ley de la Identidad posee un alma.

Ya veo. Si lo ves como si existiera, crea una diferencia entre fantasmas y datos. Los magos negros dijeron que la nigromancia estaba incompleta.

Lo que estoy diciendo es que puedes invocar fantasmas.

Fantasmas, ¿hm? Si hago eso, podría ser capaz de aprender cuáles fueron mis errores y comprender este mundo.

Akuto lanzó el melocotón a medio comer y una larga mesa apareció allí. Cuatro sillas estaban alineadas ahora.

Finalmente, una figura apareció más allá del horizonte. La figura parpadeó como una llama y sus facciones se volvieron cada vez más claras mientras se acercaba. Era una chica.

Ya fuera debido a no esperarlo o la influencia de los recuerdos de Bouichirou, Hiroshi soltó un grito de sorpresa.

– ¡Teruya Eiko!

Ese cuerpo alto con una buena figura y largo pelo atado hacia atrás era de hecho la chica que una vez se había dedicado a conspirar y le presentó un acuerdo a Akuto.

Mis recuerdos son bastante horribles. – se quejó como si todo hubiera ocurrido ayer.

Cuando se inclinó hacia adelante como para quitar a Hiroshi del camino, Akuto usó su barbilla para apuntar en la otra dirección.

Lo sé. – dijo tranquilamente. – Estabas viviendo en prisión, ¿no? Pero si estás acostumbrado a pensar, nada es más fácil que el confinamiento solitario. Más importante, siéntate. He preparado una mesa y sillas para que podamos tener una larga charla.

¡Hah! ¡Qué chico tan terrible! Hagamos eso. Estoy esperando que mi rencor sea suficiente para desterrar tu corazón a un lugar lejano.

Ella rodeó la mesa, puso un asiento en medio, y se sentó mientras cruzaba sus piernas como para lucirlas. Sus bragas eran visibles bajo su falda corta, pero parecía estar luciéndolas también.

Nunca podría quererte. – dijo Akuto. Ella resopló.

En las relaciones entre hombres y mujeres, hay algunas cosas que no se pueden cambiar por querer o no querer a alguien. Incluso después de vivir durante miles de años, todavía eres un niño pequeño, ¿no es así, Sai Akuto?

Yo tengo menos  de  veinte,    –  interrumpió

Hiroshi.

Ella le dio una mirada cínica.

– La edad no lo es todo. Aunque parecías un adulto

antes.

Cuando estaba obsesionado con la Ley de la Identidad, realizaste una traición.

¿Me trajiste aquí para criticarme? – ella sonrió. – En cualquier caso, hice lo correcto.

¿Lo correcto? – las cejas de Akuto se levantaron. – ¿Cómo es que eso fue correcto? Todo lo que hiciste fue obedecer a los dioses informáticos e intentar aumentar tu estatus social en el mundo real.

No me siento mal por hacer eso. – Eiko pareció enojada. – Incluso si el mundo iba a ser destruido, iba a suceder después de mi generación. Yo iba a disfrutar mi vida y dejar una sociedad decente a la siguiente generación. Si la destrucción está tan lejos, ¿qué más podía hacer? Si tú y yo hubiéramos sido reformados, Bouichirou y yo habíamos sido capaces de viajar al futuro.

Estabas tratando de controlar la sociedad. Incluso trataste de cambiar los datos de los dioses para engañar a la gente.

¿Y qué hay de malo en eso? Eres demasiado arrogante. En este momento, estás tratando a la gente como un todo único. La gente, las masas, la población, la ciudadanía, o como quieras llamarlos. Al final, se han desvanecido en el fondo. Con este más allá, deberías haberte dado cuenta de que tú también estás controlando a todos los tontos. Pensaste en darles una religión para controlarlos.

Akuto se quedó en silencio.

Tú eres igual. Puede que yo no haya sabido la verdad de un futuro lejano, pero tú hiciste lo mismo cuando recibiste una eternidad de tiempo.

Tienes razón. – Akuto exprimió las palabras. – Es lo mismo.

Al igual que tú, yo no tenía creencia religiosa. Al igual que tú, menospreciaba a los que no pensaban por sí mismos. La razón por la que no te uniste a mí fue porque al final creíste que el fin del mundo se acercaba y que alguien había creado el mundo. Realmente tenías fe. Fe en algo irracional.

Eiko reprendió a Akuto.

Todas sus palabras le parecían convincentes y él solo podía hundirse más en su silla. Al igual que Bouichirou, él había creído en la Ley de la Identidad.

No me he sentido tan bien desde antes de morir. – dijo Eiko con una sonrisa de victoria.

Normalmente, los muertos no tienen la oportunidad de explicarse. – interrumpió Hiroshi. – Los presos realmente no están del lado de la justicia.

Su tono de voz cambió al dejar la pequeña mesa de Akuto y rodeó la larga mesa.

Puede ser evidente viendo que eres el rey demonio, pero no necesitas ese tipo de perdón. No es que quieras referirte a ti mismo como el rey demonio.

La expresión de Hiroshi se había convertido en la de Bouichirou en algún momento.

Es mi turno ahora. Mi predicción ha probado ser cierta, pero eso es simplemente porque me basé en datos y experiencia exactos. Es natural que resultara cierto. Tú ignoraste mi advertencia. Los dioses extra-universales ahora están invadiendo y lanzando todo al caos.

– Y debo aceptar eso como un error de mi parte. – coincidió Akuto.

Yo fui incapaz de intercambiar votos con la Ley de la Identidad, pero tú podrías haberlo hecho. Si lo hubieras hecho, el mundo se habría salvado. Podría haber continuado eternamente en algún otro universo sin cambiar de forma.

Las palabras de Bouichirou fueron apasionadas.

Dices eso, pero estabas obsesionado con Keena…no, con Sudou Rimu. – señaló Akuto. – No estabas hablando sobre el mundo.

Si mi ego y el beneficio se alinearon, ¿por qué importa? – refutó de inmediato Bouichirou. – Tenías el derecho de destruir el mundo. Tu error fue elegir resolverlo todo matando a los dioses.

Tienes razón. Renuncié a pensar en ello en ese entonces. Simplemente actué por impulso y lo resolví en lo que

Keena llama ―la manera de los chicos‖. Pero estaba tratando de hacer lo que Keena me dijo cuando lo hice.

Akuto comenzó a murmurar y Bouichirou sonrió con amargura.

Los dioses extra-universales están invadiendo incluso el espacio donde tú puedes actuar libremente, así que el universo real es probablemente igual. Si obtienes la verdadera satisfacción y aceptas la muerte, este espacio llegará a su fin.

Eso hará que todo se disperse. Incluso aquellos de nosotros que fuimos reencarnados aquí como seres eternos con un papel que actuar desapareceremos.

No hay manera de que salve a Keena, ¿verdad?

Keena y los dioses extra-universales son de igual importancia una vez que dejes este mundo. Y eso incluye a la Ley de la Identidad.

Akuto pensó en las palabras de Bouichirou por un tiempo y luego habló de repente.

Invocaré a los dioses extra-universales. Incluso Bouichirou pareció sorprendido por eso.

¿Puedes hacer eso?

Ellos deben haber sido vueltos parte de la historia también. No estoy seguro de cuánto podamos entendernos entre nosotros ya que no compartimos una historia, pero aún así debería ser posible.

En cuanto dijo eso, una figura negra apareció en la silla.

Todos los presentes podían saber que estaba allí.

Se volvieron hacia ella y no encontraron más que sombras. Ni siquiera su especie podía determinarse. Sin embargo, cuando uno apartaba la vista, alguien estaba sin duda allí. Solo podía ser visto por el rabillo del ojo, así que su sexo y expresión no podían verse. Pero cuando uno miraba de nuevo, no había más que sombras.

– Yo soy el Universo Vacío. – dijo una figura negra.

Al igual que su forma visual, la voz solo podía oírse cuando no se trataba de escuchar.

– ¿El Universo Vacío?

La pregunta de Akuto pareció llegarle y un débil sonido que no estaba hecho de palabras llevó una respuesta clara.

Es un universo sin historias, sin materia, y solo una única voz. No hay más que una voz ocasional que significa

―tú‖, ―du‖, ―vous‖, o ―sue‖.

El significado de las palabras de la figura negra llegó a Akuto. Después de poner el tema único en la memoria, hizo otra pregunta para escuchar más.

¿Así que esa voz que dice ―tú‖ es lo único que existe?

Ese grito de ―tú‖ crea la identidad propia. Eso creó una historia al entrar en este mundo. La segunda persona. No soy más que una voz. ―¡Tú!‖ ―¡Tú!‖ ―¡Tú!‖

Pero si hay una historia, no puede estar vacío.

Quien grita nunca puede ser encontrado. No por nadie. La voz simplemente sigue llamando sin cambios.

La imagen de Akuto del Universo Vacío se expandió en su mente.

Era oscuridad sin oscuridad.

Era vacío sin luz.

Solo contenía una voz resonando. No era más que un grito monosilábico que se repetía una y otra vez.

La voz no llegaba a nada. No había más que un ser que piensa que alguien más debe existir.

Ni siquiera era claro si ese ser estaba solo o si había varios de tales seres.

De cualquier manera, solo podía buscar eternamente a

otro.

Eso es el infierno. – murmuró Akuto.

Ni siquiera es el infierno. – negó la figura negra. – No hay ni siquiera sufrimiento. No hay nada.