Lord of Mysteries (NW)

Volumen 1

Capitulo 8: Una Nueva Era

¡Whoosh!

Un viento aullador acompañó a un aguacero. El velero de tres mástiles fue sacudido por las crestas y valles de las olas entrantes, como si un gigante lo sacudiera.

El brillo carmesí en los ojos de Alger Wilson se desvaneció. Se encontraba en la cubierta y nada parecía haber cambiado.

Casi de inmediato, la botella de vidrio de forma peculiar en su palma se hizo añicos y la escarcha dentro se disipó en la lluvia. En segundos, ya no quedaba ningún rastro que sugiriera la existencia de aquella maravillosa antigüedad.

Un copo de nieve hexagonal surgió en la palma de Alger. Luego se desvaneció rápidamente hasta ser absorbido por su piel, desapareciendo por completo. Alger asintió de manera apenas perceptible, como si estuviera pensando en algo. Permaneció quieto y en silencio durante cinco minutos completos.

Se dio la vuelta y se dirigió al camarote del capitán. Cuando estaba a punto de entrar, un hombre que vestía una túnica bordada con patrones de rayos, similar a la suya, salió del interior.

Este hombre, que tenía el cabello rubio claro, se detuvo y miró a Alger. Sostuvo el puño derecho contra su pecho y dijo: “Que la tormenta te acompañe”.

Alger respondió con las mismas palabras y repitió el gesto. No había emociones en su rostro áspero y de una estructura bien definida.

Alger entró a la recámara después del saludo y se dirigió al camarote del capitán situado al otro lado del pasillo.

Sorprendentemente, no se encontró con ningún marinero en el camino. Todo el lugar era tan silencioso como un cementerio.

En el camarote del capitán, una suave alfombra marrón cubría el suelo. Una estantería y un botellero ocupaban las paredes laterales de la habitación. Libros de tapas amarillentas y botellas de vino color rojo oscuro lucían peculiares bajo la luz parpadeante de las velas.

En el escritorio con la vela, había una botella de tinta, una pluma, un telescopio metálico negro y un sextante de latón.

Detrás del escritorio estaba sentado un hombre pálido de mediana edad que llevaba un sombrero de capitán con una calavera. Cuando Alger se le acercó, dijo amenazadoramente: “¡No me rendiré!”.

“Creo que lo harás”, dijo Alger con calma, tan tranquilo que parecía estar comentando sobre el clima.

“Tú…” El hombre parecía estar atónito por la respuesta.

En ese mismo momento, Alger se inclinó ligeramente hacia adelante y de repente cruzó la habitación hasta que solo los separó el escritorio.

¡Pa!

Alger extendió la mano derecha para estrangularlo.

Escamas ilusorias aparecieron en el dorso de su mano cuando reunió más fuerza para estrangular a aquel hombre, sin darle tiempo a responder.

¡Urgh!

Los ojos del capitán se abrieron cuando su cuerpo fue levantado.

Sus piernas se retorcieron furiosamente antes de quedar inmóviles. Sus pupilas comenzaron a dilatarse mientras miraba desenfocado. Había un hedor entre sus piernas mientras sus pantalones se humedecían gradualmente.

Mientras lo levantaba, Alger caminó hacia la pared.

¡Bang! lo usó como escudo y lo estrelló contra la pared. Su brazo musculoso era monstruoso.

Un agujero se abrió en la pared de madera y la lluvia entró, acompañada por el aroma del océano.

Alger arrojó el cuerpo fuera de la cabina, directamente a las olas gigantes que parecían montañas.

El viento siguió aullando en la oscuridad mientras la naturaleza todopoderosa lo devoraba todo.

Alger sacó un pañuelo blanco y se limpió la mano derecha cuidadosamente antes de arrojarlo también al mar.

Dio un paso atrás y esperó pacientemente.

En menos de diez segundos, el hombre rubio de antes entró corriendo y preguntó: “¿Qué pasó?”

“El capitán escapó”, respondió Alger, molesto, mientras jadeaba. “No sabía que todavía mantenía algunos de sus poderes de Beyonder”.

“¡Maldición!” el hombre rubio maldijo en voz baja.

Se acercó a la abertura y miró a lo lejos. Sin embargo, no se veía nada excepto las olas y la lluvia.

“Olvídalo, solo era un botín extra”, dijo el hombre rubio, agitando el brazo. “Todavía seremos recompensados ​​​​por encontrar este barco fantasma de la Era Tudor”.

Incluso si era un ‘Marinero’, nadie en su sano juicio se habría sumergido en el mar en estas condiciones climáticas.

“El ‘capitán’ no podrá sobrevivir mucho tiempo si la tormenta continúa”. dijo Alger, mientras asentía con aprobación. La pared de madera se estaba reparando a un ritmo perceptible.

Miró la pared y volvió la cabeza inconscientemente hacia el timón y la vela.

Era perfectamente consciente de lo que estaba pasando tras los tablones de madera.

El primer oficial, el segundo oficial, la tripulación y los marineros no estaban presentes. No había ninguna persona viva a bordo.

En medio de todo el vacío, el timón y la vela se movían solos.

Alger volvió a pensar en ‘El Loco’, cubierto de una niebla de color blanco grisáceo y suspiró.

Se dio la vuelta y miró hacia afuera a las poderosas olas y habló como un susurro mientras su corazón latía lleno de anticipación y asombro: “Ha comenzado una nueva era…”

***

Distrito de la emperatriz, Backlund, capital del Reino Loen.

Audrey Hall se pellizcó las mejillas con incredulidad.

En el tocador frente a ella, el viejo espejo de bronce se había hecho añicos.

Audrey miró hacia abajo y vio el remolino ‘carmesí’ en el dorso de su mano; era como un tatuaje que representaba una estrella.

El color ‘carmesí’ se desvaneció gradualmente y desapareció en su piel.

Solo en ese momento Audrey estuvo segura de que no era un sueño.

Sus ojos brillaron mientras sonreía. No pudo evitar ponerse de pie y levantar el dobladillo de su vestido.

Hizo una reverencia hacia el aire y comenzó a bailar animadamente. Era la “Danza de los Elfos Antiguos”, la danza más popular entre la realeza en ese momento.

Tenía una brillante sonrisa en su rostro mientras se movía con gracia.

¡Toc! ¡Toc! De repente, alguien llamó a la puerta de su dormitorio.

“¿Quién es?” Audrey inmediatamente detuvo su baile y preguntó mientras arreglaba su vestido.

“Mi señora, ¿puedo pasar? Debería comenzar a prepararse para la ceremonia”, preguntó la sirvienta de Audrey desde afuera de la puerta.

Audrey se miró en el tocador y rápidamente arregló su marcada sonrisa, dejando solo un pequeño atisbo de alegría.

Ella respondió amablemente después de asegurarse de que estaba presentable: “Adelante”.

El pomo de la puerta giró y Annie, su sirvienta,entró.

“Oh, se rompió…”, dijo Annie cuando vio el viejo espejo de bronce.

Audrey dijo lentamente: “Erm, ¡Sí! Susie estuvo aquí hace un momento. ¡Estoy seguro de que sabes que le gusta causar estragos!”

Susie era una golden retriever que no era de raza pura. Fue un regalo que le hizo su padre, el Conde Hall, cuando compró un perro de caza. Sin embargo, Audrey la adoraba.

“Debería entrenarla bien”, dijo Annie, mientras recogía las piezas del espejo de bronce con cuidado y destreza, para que no lastimaran a su ama.

Cuando terminó de limpiar, le preguntó a Audrey, sonriendo: “¿Qué vestido se quiere poner?”.

Audrey pensó por un momento y respondió: “Me gusta el vestido diseñado por la Sra. Guinea para mi cumpleaños número 17”.

“No, no puede usar el mismo vestido dos veces en una ceremonia formal o los demás cuestionarán la capacidad financiera de la familia Hall”, dijo Annie, moviendo la cabeza en desacuerdo.

“Pero realmente me gusta” Insistió Audrey.

“Puede usarlo en casa o cuando asista a un evento que no sea tan formal”, dijo Annie con firmeza, demostrando que no era negociable.

“Entonces tendrá que ser el del diseño de loto a lo largo de las mangas dado por el Sr. Sades hace dos días”, dijo Audrey mientras suspiraba discretamente, sin perder su dulce sonrisa.

“Siempre tiene tan buen gusto”, dijo Annie mientras retrocedía y gritaba hacia la puerta: “¡El sexto vestidor! Ah, olvídelo, lo iré a buscar yo misma”.

Las sirvientas comenzaron a trabajar. El vestido, los accesorios, el calzado, el sombrero, el maquillaje y el peinado, todo tenía que ser perfecto.

Cuando estuvo casi lista, el Conde Hall apareció en la puerta con un chaleco marrón oscuro.

Tenía un sombrero del mismo color que su ropa y un bonito bigote. Sus ojos azules estaban llenos de alegría, pero sus músculos atrofiados, su cintura ancha y sus arrugas demostraban su perdida juventud.

“La joya más brillante de Backlund, es hora de partir”, dijo el Conde Hall, llamando a la puerta dos veces.

“¡Padre! Deja de llamarme así”, protestó Audrey mientras se levantaba con la ayuda de las sirvientas.

“Bueno, entonces es hora de partir, mi hermosa princesita”, dijo el Conde Hall mientras doblaba su brazo izquierdo, indicándole a Audrey que lo sostuviera.

Audrey negó levemente y dijo: “Ese brazo es para mi madre, la señora Hall, la condesa”.

“Entonces de este lado”, el Conde Hall dobló su brazo derecho con una sonrisa y dijo: “Este brazo es para ti, mi mayor orgullo”.

***

Base de la Marina Real, Puerto de Pritz, Isla Roble.

Cuando Audrey tomó el brazo de su padre y bajó del carruaje, de repente se sorprendió por el gigante frente a ella.

En el puerto militar, no muy lejos, había un enorme barco metálico. No tenía vela, dejando solo una plataforma de observación, dos altas chimeneas y dos torretas en los extremos del barco.

Era tan majestuoso y grande que los barcos de vela cercanos parecían enanos recién nacidos.

“Santo Señor de las Tormentas…”

“Oh, mi Señor”.

“¡Un buque de guerra acorazado!”

…

En medio del furor, Audrey también se sorprendió por este milagro sin precedentes creado por la humanidad. ¡Era un milagro del océano que nunca antes se había visto!

A los aristócratas, ministros y miembros del parlamento les tomó un tiempo recuperar la compostura. Entonces, una mancha negra en el cielo comenzó a crecer en tamaño hasta ocupar la vista de todos. La atmósfera de repente se volvió solemne.

Era una gigantesca máquina voladora con un hermoso diseño aerodinámico que flotaba en el aire. La máquina de color azul oscuro tenía bolsas de aire hechas de algodón que estaban sostenidas por estructuras de aleación fuertes pero ligeras. La estructura tenía  aberturas montadas con ametralladoras y lanzadores de proyectiles. El zumbido de la máquina de vapor y las cuchillas girando a toda velocidad produjeron un sonido que dejó a todos asombrados.

La familia Real llegó en su aeronave, exudando una autoridad indiscutible.

Dos espadas, cada una con una corona de rubí en el mango, apuntaban verticalmente hacia abajo y reflejaban la luz del sol a ambos lados de la cabina. Era el emblema de la ‘Espada del Juicio’ que simbolizaba a la familia August y había sido transmitido desde hacía siglos.

Audrey aún no tenía dieciocho años, por lo que no había asistido a la ‘ceremonia de presentación’, que era un evento dirigido por la Emperatriz, marcando el debut de una persona en la escena social de Backlund, para anunciar su condición de adulta. Por lo tanto, no podía estar más cerca de la aeronave y tuvo que permanecer en silencio en la parte de atrás para ver todo el evento.

Sin embargo, a ella no le importaba. De hecho, se sintió aliviada de no tener que lidiar con los príncipes.

El ‘milagro’ que la humanidad usó para conquistar el cielo aterrizó suavemente. Los primeros en bajar las escaleras fueron los apuestos jóvenes guardias que vestían uniformes ceremoniales rojos con pantalones blancos. Condecorados con medallas, formaron dos filas con rifles en mano. Estaban esperando la aparición del rey George III, su reina, el príncipe y la princesa.

No era la primera vez que Audrey veía gente importante, por lo que no mostró ningún interés. En cambio, ella tenía su atención en los dos caballeros con armaduras negras que flanqueaban al rey como estatuas.

En esta era de hierro, vapor y cañones, era sorprendente que todavía hubieran personas que soportaran usar una armadura completa.

El frío brillo metálico y el casco negro transmitían solemnidad y autoridad.

¿Serán de la Orden Superior de los Paladines Disciplinarios…? Audrey recordó fragmentos de una conversación informal entre adultos. Tenía curiosidad pero no se atrevía a acercarse.

La ceremonia comenzó con la llegada de la familia Real. El Primer Ministro, Lord Aguesid Negan, subió al frente.

Era miembro del Partido Conservador y el segundo no aristócrata en convertirse en Primer Ministro hasta el día de hoy. Se le dio el título de Lord por sus grandes contribuciones.

Por supuesto, Audrey sabía más. El principal partidario del Partido Conservador era el actual duque de Negan, Pallas Negan, hermano de Aguesid.

Aguesid era un cincuentón esbelto y casi calvo de mirada aguda. El inspeccionó el área antes de hablar.

“Damas y caballeros, sean testigos de este histórico buque de guerra acorazado. Tiene unas dimensiones de 101 por 21 metros. Tiene un asombroso diseño de babor y estribor. El cinturón blindado tiene un grosor de 457 milímetros. Puede cargar hasta 10,060 toneladas. Posee cuatro cañones principales de 305 milímetros, seis cañones de tiro rápido, 12 cañones de 57mm, 18 ametralladoras rotativas de seis cañones y cuatro lanzadores de torpedos, también alcanza una velocidad de 16 nudos.

“¡Será el verdadero hegemón! ¡Conquistará los mares!”

La multitud se sobresaltó. Las meras descripciones fueron suficientes para infundirles imágenes aterradoras e incluso más el hecho de que la cosa real estaba justo frente a ellos.

Aguesid sonrió y pronunció unas pocas líneas más antes de saludar al rey y solicitar: “Su Majestad, ¡por favor, dele un nombre!”.

“Dado que zarpará desde el puerto de Pritz, debería llamarse ‘El Pritz’”, respondió George III. Su expresión mostraba su alegría.

“”¡El Pritz!””

“””¡El Pritz!”””

…

Las palabras se extendieron desde el Ministro de Marina y el Almirante de la Marina Real a todos los soldados y oficiales en la cubierta. Todos exclamaron al unísono: “”””¡El Pritz!””””.

George III ordenó que El Pritz zarpara para dar una demostración y aumentar el ambiente de celebración.

¡Honk! ¡Honk!

Un humo espeso salía de las chimeneas. El sonido de la maquinaria se podía escuchar débilmente bajo el sonido de la bocina del barco.

El gigante partió del puerto. Todos se sorprendieron cuando los dos cañones principales en la proa del barco dispararon contra una isla deshabitada en su camino.

¡Boom! ¡Boom! ¡Boom!

El suelo tembló cuando el polvo se elevó hacia el cielo. Las ondas de choque se propagaron, produciendo olas en el mar.

Satisfecho, Aguesid se volvió hacia la multitud y anunció: “A partir de hoy, el día del juicio final caerá sobre los siete piratas que se hacen llamar Almirantes y los cuatro que se hacen llamar Reyes. ¡Solo pueden temblar de miedo!. Es el final de su era. Solo el buque de guerra acorazado vagará por los mares, sin importar si los piratas tienen poderes Beyonder, barcos fantasma o barcos malditos”.

El secretario en jefe de Aguesid preguntó deliberadamente: “¿No pueden construir ellos sus propios buques de guerra acorazados?”

Algunos de los nobles y miembros del parlamento asintieron, sintiendo que tal posibilidad no podía eliminarse.

Aguesid inmediatamente sonrió y sacudió la cabeza lentamente mientras respondía: “¡Imposible! ¡Nunca será posible! ¡Construir nuestro buque de guerra acorazado requirió tres grandes amalgamadores de carbón y acero, una escala de más de veinte fábricas de acero, 60 científicos e ingenieros senior de la Academia de Backlund y la Academia Náutica Pritz, dos astilleros reales, casi cien fábricas de repuestos, un Almirantazgo, un comité de construcción naval, un gabinete, un rey decidido con excelente previsión y un gran país con una producción anual de acero de 12 millones de toneladas! Los piratas nunca lo lograrán”.

Habiendo dicho eso, hizo una pausa y levantó los brazos antes de gritar agitado: “¡Damas y caballeros, la era de los cañones y los buques de guerra ha llegado a nosotros!”