Rakuin no Monshou (NL)

Volumen 6

Capitulo 3: El Hechicero Garda

Parte 1

 

 

En el momento en que la región de Tauran comenzó a ver la oportunidad de contraatacar contra el ejército de Garda.

Lideradas por Moldorf, las fuerzas de la Garda se retiraron al noroeste a Kadyne después de su derrota en Cherik. Era el país natal de Moldorf. Naturalmente, no fue por eso que huyeron allí. Como no podían impedir que el enemigo se dirigiera hacia el norte, Moldorf consideró que debían dejar un batallón allí para consolidar su defensa. Pero tan pronto como llegó a Kadyne, recibió una orden de uno de los hechiceros subordinados de Garda.

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—Lleva dos mil soldados a Eimen.

Eimen estaba más al norte que Kadyne y bien podría considerarse como la última muralla estratégica desde la que se podía defender a Zer Illias. Dejarían una fuerza de unos mil en Kadyne. Al oír eso, Moldorf parecía desconcertado.

¿Qué demonios…? A Eimen no se le puede llamar una posición adecuada desde la cual defenderse. Quizás, pensó Moldorf, en lugar de enviar una gran fuerza militar para defender Kadyne, que estaba rodeada al este y al oeste por montañas, habían juzgado que el enemigo podría mover sus tropas hacia Eimen, que se consideraba más fácil de atacar. Pero en cualquier caso, las órdenes de Garda eran absolutas.

El señor Hechicero debe tener algún plan en mente.

Esto era normal para el ejército de Garda. Aunque obtuvieron victoria tras victoria, una vez suprimido el poder del enemigo, los encargados del ejército debieron dar órdenes. Pero en vez de eso, dejaron a generales y soldados por igual sin ninguna instrucción que los guiara.

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Todo lo que dijeron fue: “Esperen la señal para la próxima marcha”, y después de transmitir ese mensaje, se negaron a ver a nadie. Durante ese tiempo, los soldados, que no eran más que una mezcolanza sin ninguna armonía, se volvieron cada vez más salvajes y hostiles. Con sus familias o su pareja como rehenes, también hubo muchos cuya impaciencia se convirtió en desesperación.

Esta era la primera vez que perdían una batalla. Por supuesto, los soldados obedecieron al hechicero por las razones antes mencionadas, pero eso no fue todo. No se podía negar que habían sentido un cierto temor asombroso hacia el hechicero cuya verdadera naturaleza era desconocida y que obtendría la victoria sin importar qué fuerza se le opusiera.

Incluso esa hechicería se ha debilitado.

Los soldados perdían cada vez más la moral. En vez de dejar que se volviesen locos en su ciudad natal Kadyne, era mejor llevar a la mayoría de ellos a Eimen.

Después de convencerse de ello por un sentimiento de depresión, Moldorf hizo que sus subordinados empezaran a prepararse de nuevo. Él mismo usó el tiempo que les quedaba para ir a ver algunas caras familiares.

Como los intrépidos guerreros de Kadyne que eran, no se hubiera pensado que su ciudad estaba ocupada, pero aún así, sus expresiones, palabras y acciones traicionaban su furia. Entre ellos estaba el hermano menor de Moldorf, Nilgif. Era un guerrero que llevaba el epíteto de “el Dragón Azul de Kadyne”, y a Moldorf y a él se les conocía juntos como los “Dragones Gemelos de Kadyne”. Nació de una madre diferente a Moldorf y era más de diez años más joven que él. Pero su apariencia y la impresión que producían eran muy similares.

—¡Hermano! ¿Has vuelto?

Nilgif gritó con voz de trueno, sus pies pisando fuerte. Aunque era un poco más bajo que su hermano, era ancho. Parecía un barril de vino del que brotaban grandes manos y pies, y la boca de Moldorf se suavizó cuando vio esa figura tan añorada.

—Sí, perdí, perdí. Derrota total.

—¿Oh? —Las gruesas cejas de Nilgif se elevaron y luego se inclinaron hacia abajo.


—¿Qué?

—Ah, no. Estaba pensando que esperaba que te vieras más sombrío. Has fruncido el ceño desde el día en que Kadyne cayó ante Garda. Pero pareces estar de buen humor hoy.

—¿Cómo podría estar de buen humor después de ser derrotado? ¿Cuántos hombres se perdieron? No soy tan cruel.

—Podría haber dicho eso mal…. En lugar de estar de buen humor, debería

haber dicho que estás lleno de energía. Bien, normalmente sólo hay una razón para que estés así después de perder una batalla, hermano.

—¿Oh? ¿Cuál es?

Ambos se quitaron la armadura para sentarse y los asistentes cercanos les ofrecieron kumis [1]. La gente de Kadyne tenía mucho del espíritu nómada en ellos y su forma de vida también se parecía a la suya. Como estaban cerca de una zona de lagos y pantanos, las tierras a su alrededor eran fértiles y fáciles de cultivar, pero las tierras salvajes del sur se utilizaban como pastizales para grandes rebaños de ganado. También se decía que las artesanías transmitidas de generación en generación entre los nómadas habían alcanzado la madurez cultural en Kadyne, por lo que su calidad era tan alta. ([1] NTI: Leche de yegua fermentada utilizada como bebida y medicina por los nómadas asiáticos.)

—Cuando te encuentras con un enemigo digno en el campo de batalla.

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—Un enemigo digno —repitió Moldorf—, Bueno, puede que tengas razón.

Rakuin no Monshou Volumen 6 Capitulo 3 Parte 1 Novela Ligera

 

Desde que se unió a las fuerzas de Garda, Moldorf había ganado una batalla tras otra. Pero ni una sola vez había sentido emoción o alegría por esas batallas. Uno o dos de los hechiceros de Garda venían con las tropas y, actuando en lugar de los comandantes, indicaban el camino a seguir por el ejército. Eso era todo.

Aunque los llamaras oficiales al mando, todo sobre el ejército de Garda era extraño. En cualquier caso, Moldorf ni siquiera sabía los nombres de esos hombres. Llevaban capuchas que siempre ocultaban sus rostros y por eso, ni siquiera su aspecto se distinguía claramente.

—Piensa que mi voz es la voz de Garda, que mis ojos son los ojos de Garda —los hechiceros nunca se cansaban de decir eso.

Sin duda eran los subordinados de Garda, pero siempre señalaban hacia dónde iba a marchar el ejército, sin dar ninguna orden concreta sobre tácticas o cómo desplegar a los soldados.

Es extraño.

Lo que venía después se dejaba enteramente en manos de Moldorf y de los otros generales. Esos generales provenían originalmente de poderes separados y rivales, y huelga decir que era raro que se pusieran de acuerdo en algo durante los consejos de guerra.

Sin embargo, ganaron.

Abrumadoramente.

¿Cómo? No había necesidad de devanarse los sesos. Independientemente del país que fuera, justo antes de que el ejército de Garda hiciera su movimiento, o a veces justo después, la lucha interna estallaba de forma infalible. Antes de que nadie se diera cuenta, uno de los generales o quizás un niño pequeño de la familia real que había sido excluido de la carrera por la sucesión se aliaba con las fuerzas de Garda y avivaba las llamas de la rebelión desde el interior. Entonces, el ejército de Garda atacaba con la fuerza de un vendaval. Era suficiente para que Moldorf y los demás cabalgaran en sus caballos de guerra o sus dragones, y elevaran sus gritos de guerra mientras atacaban.

No había necesidad de estrategia.

Ese tipo de lucha no hace que la sangre de un guerrero hierva.

El casco de Moldorf tenía la forma de un dragón. Mientras bebía de un odre que tenía la misma forma que el cuerno del casco, el gran general de más de cincuenta años reflexionó.

—Ciertamente había un hombre que era algo interesante.

—¿En qué sentido?

Nilgif se inclinó hacia delante. Tal vez porque tenía unos quince años de diferencia con su hermano, pero fue un gesto extrañamente juvenil que no se ajustaba a su espléndida barba ni a sus numerosas hazañas de guerra. Incluso ahora, sus ojos se iluminaban como los de un niño escuchando una vieja leyenda contada por sus padres.

—Un espadachín que lleva una máscara. Parece que todavía es un niño, pero es capaz. También parece tener buen cerebro y a donde quiera que yo iba, se interponía en mi camino.

—Ho.

Mientras le contaba a su hermano menor lo que pasó en el campo de batalla, Moldorf recordó lo que ese espadachín enmascarado le dijo.

Muestra verdadera lealtad, Moldorf. Demuéstrale a tu princesa que Kadyne no se inclinará ante Garda.

En todos los lugares a los que se dirigía el ejército de la Garda, infaliblemente surgirían conflictos internos y traiciones. Kadyne no había sido una excepción.

Sin embargo, no fue a causa de un general o de un soldado que no estaba satisfecho con el trato que recibían o con su rey.

Princesa Lima Khadein.

La única hija del rey de Kadyne había sido atormentada cada noche por una especie de pesadilla. En ese momento, era algo que sucedía en toda la región de Tauran. Garda aparecía en el sueño y con extrañas artes transmitidas desde la antigüedad, seducía a las jóvenes doncellas y las atraía hacia él.

Lima consultó a su padre y a los sacerdotes de la fe de los Dioses Dragón sobre ello, pero fue antes de que Garda emergiera como una amenaza genuina y los que la rodeaban se rieron de ella como si se tratase de un sueño común y corriente.

Alrededor de esa misma época, un grupo de peregrinos llegó a Kadyne. Afirmaban estar en medio de un recorrido por las ciudades de la región occidental para ofrecer oraciones en cada templo. Pero eran soldados enviados por Garda.

Esa noche, Lima Khadein se levantó repentinamente de su cama y, sin que nadie se diera cuenta, abrió la puerta y los dejó entrar en el castillo.

Con la ayuda de Lima llegaron a la alcoba de su padre, es decir, a la del rey, y en silencio asesinaron al rey de Kadyne. Después de ponerse la armadura y el armamento en el interior del castillo, los soldados atacaron por sorpresa a los guardias de las puertas norte y sur de Kadyne, y luego las abrieron para dejar entrar a las tropas aliadas que acechaban en el exterior.

Mientras tanto, el ejército de Kadyne fue incapaz de reaccionar. Tanto Moldorf como Nilgif fueron capturados sin poder mostrar ni siquiera una décima parte de la destreza militar que los había hecho famosos en todo el oeste.

Al poco tiempo, Kadyne estaba completamente ocupada. Algunos de sus habitantes fueron llevados a Zer Illias, mientras que los demás fueron tomados como rehenes para controlar a los soldados. La princesa Lima fue una de las que se llevaron.

Desde entonces, Moldorf y los demás eran subordinados de Garda.

Si matara a los hechiceros, lo había pensado una y otra vez. Si pudiera reclutar voluntarios para matar a los hechiceros, entonces inmediatamente voltearía sus caballos hacia las ruinas del templo en Zer Illias donde estaba Garda y atacaría, entonces tal vez podrían poner fin a estas ridículas batallas.

Sin embargo, como los hechiceros siempre se recluían a solas en algún lugar cuando no estaban en guerra, ¿cómo es que estaban sorprendentemente bien informados sobre la situación en el ejército y en los territorios ocupados? Moldorf adivinó que si esos hechiceros eran “los ojos de la Garda”, entonces también podría haber espías dentro del ejército que actuaran como “los ojos de los hechiceros”.

En ese caso, hasta que no supiera cuántos espías había y quiénes eran, no podía hacer nada. No había forma de saber qué mal podría ocurrirle a la gente de Kadyne ni a la de Zer Illias. Moldorf fue alabado por los cielos como un general entre generales, pero no era tan insensible como para creer que cualquier cosa estaba justificada mientras se enfrentara al enemigo.

—¿Cómo está la situación en Kadyne? —Moldorf le preguntó a su hermano cuando terminó de contarle sobre el campo de batalla.

—No ha cambiado mucho. Aunque esos hechiceros recientemente comenzaron a remodelar el templo de la fe de los dioses dragón.

—¿Remodelarlo? No parece diferente.

—Sí. Pensé que planeaban hacer una demostración del poder de Garda al destrozar el templo, pero parece que sólo están añadiendo cosas en el interior. Todos excepto ellos tienen prohibido entrar o salir y nadie sabe qué demonios están tramando.

—Hmm.

—Por cierto, hermano, ¿pudiste ver a tu familia? —preguntó Nilgif mientras vertía vino en la copa de su hermano.

—No —Moldorf agitó su grueso cuello de un lado a otro—, No los he visto.

—¿Por qué no? Aunque sean rehenes, si pides verlos, Hermano, ni siquiera esos tipos dirán que no.

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—No es bueno si soy el único que puede verlos —dijo Moldorf con decisión.

Desde los generales hasta los soldados regulares, a casi todos los hombres de Kadyne se les tomó como rehenes a sus familias. La familia de su hermano Nilgif también fue llevada a Zer Illias. Considerando la situación, Moldorf no podía pedir que sólo él pudiera ver a su familia.

—Hermano —bajó la voz Nilgif.

—¿Qué?

—Hermano, en este momento lideras a setecientos soldados de Kadyne. De la misma manera, yo estoy a cargo de quinientos de nuestros soldados aquí. Tres de los cinco hechiceros que estaban en Kadyne se han marchado y parece que hay algún tipo de conmoción. Ni siquiera Garda podía esperar la derrota en Cherik. Hermano, tal vez ahora…

—No, Nilgif.

—¿Por qué no? Pronto llegarán las tropas de Taúlia, Cherik o Helio. Si nos rebelamos a medida que avanzan, tendremos el impulso para recuperar Kadyne, unirnos a las fuerzas aliadas de Occidente y atacar Zer Illias.

Los ojos de Nilgif brillaban como sólo lo hacían cuando estaban en el campo de batalla. Como hermano menor de Moldorf, naturalmente tenía un alma tan feroz como la de cualquiera. Aunque Moldorf podía sentir que Nilgif se sentía como si estuviera siendo absorbido, Moldorf agitó la cabeza con firmeza.

—La gente se convertiría en víctimas. No olvides que la princesa Lima y tu familia están en Zer Illias.

—Velocidad, hermano. No le daremos al enemigo la oportunidad de usar al pueblo o a la princesa como escudo. Si atacamos la capital enemiga con la suficiente rapidez, es probable que abandonen a todos a su suerte. Nadie sería tan tonto como para llevarse a los rehenes con ellos cuando las lanzas están casi en sus gargantas.

—Eso es….

Lo que su hermano decía era verdad. Moldorf arrugó su frente. El enemigo era un hechicero. El hombre que decía ser Garda era insondable. Causó innumerables situaciones que iban totalmente en contra del sentido común y controlaba casi la mitad de las tierras occidentales.

—Y también, digas lo que digas de la Princesa Lima —inusualmente para Nilgif, mostró abiertamente su cólera frente a su hermano y gritó—: ¿No es una puta que sucumbió ante Garda y traicionó a su país?

—¡Basta!

—¿Por qué? Esa ya no es la princesa que conocíamos. ¡La verdadera princesa Lima Khadein nunca habría sido engañada por la hechicería!

—Nos manipula esa hechicería y nos obliga a luchar contra nuestra voluntad. ¡Piensa en eso antes de difamar más a la princesa!

—¡Hermano!

Mientras chispas violentas salían de los ojos de ambos, un hombre vestido con largas túnicas apareció silenciosamente. Era uno de los hechiceros que se quedaba en Kadyne, cuya cabeza parecía calva por encima de su delgada cara. Antes de que la sorprendida pareja pudiese darse la vuelta para mirar a la puerta, el hechicero habló.

—¿Se han metido los Dragones Gemelos de Kadyne en una pelea de borrachos? Aunque eso no es algo que me importe, sería problemático si se olvidan que todavía estamos en medio de una guerra. Y además — parecía que su voz se extendía hacia afuera—, no se molesten con ideas inútiles. Nuestros ojos y nuestros oídos están en todas partes en las tierras del oeste.

Por su forma de hablar, pareció escuchar la conversación de los hermanos desde el principio. Como era de esperar, la expresión de Nilgif cambió pero, en parte porque había estado bebiendo, se rió forzadamente y lanzó una ofensiva en represalia contra este hechicero al que aborrecía más allá del odio.

—Pero a pesar de todo eso, no pudiste predecir que el ejército de Helio atacaría a las tropas de mi hermano. Ni siquiera los ojos de un hechicero son infalibles —dijo con gran ironía.

Los delgados labios del hechicero se convirtieron en una desagradable sonrisa.

—Eso puede ser cierto en ocasiones. Pero aún así, nuestros ojos no son algo que debas tomar a la ligera. ¡Oh! Sir Nilgif, ¿tu hija tiene siete años? Dicen que las hijas que se parecen a sus padres son hermosas, pero en tu estimado caso, es una suerte que se parezca a su madre.

—Bastardo, ¿qué estás…?


—Como se prometió, tu familia está siendo tratada bien en Zer Illias. Pero una sola palabra mía desde aquí y ese trato podría cambiar. Podríamos hacer que pasaran de recibir dos comidas al día a sólo una cada dos días, o no, cada tres días. O podríamos hacer que la madre o la hija sean sacrificadas a los Dioses Dragón. Dios mío, parece que la señorita se ha puesto a llorar de repente. Quizás sintió mi presencia. Tu esposa la está acunando y cantando cerca de su oreja. No es una canción de cuna de Kadyne, ¿verdad? Creo que es una canción de la región de Fugrum.

—Bastardo…

Esta vez, el color desapareció del rostro de Nilgif y su expresión se endureció. Su mujer y su hija fueron llevadas a Zer Illias. Y por supuesto, cuando su hija lloraba, su esposa la abrazaba por la espalda y le cantaba. Además, es cierto que su esposa no era de Kadyne. Estas no eran cosas que este hechicero sabría. No sin verlas con sus propios ojos, y escucharlas con sus propios oídos.

La expresión del hechicero no se tornó triunfante. Antes de girarse para irse, simplemente añadió, casi como una idea de último momento,

—Acelere sus preparativos, Sir Moldorf. El enemigo dividirá sus fuerzas entre Eimen y Kadyne. La defensa de Kadyne se le dejará a usted, Sir Nilgif y la de Eimen a usted, Sir Moldorf. Con los Dragones Gemelos de Kadyne protegiendo al legítimo gobernante de Tauran, la moral de los soldados seguramente se elevará.

Los puños de Nilgif temblaban. Ya fuera por rabia o por miedo, Moldorf fingió no darse cuenta.

—Te lo ruego, no te dejes llevar por tu temperamento mientras no estoy—, insistió con firmeza.

Siete días más tarde -en el momento en que Orba se dirigía a Taúlia-, Moldorf regresó en su caballo y partió de Kadyne con dos mil soldados, en dirección norte. Norte, donde se extienden las amplias estepas que en tiempos de Zer Tauran fueron utilizadas como pastizales. Allí, como si estuviese vigilando la entrada a ellas, estaba Eimen.

El viento era feroz.

Era la temporada en que el viento lleno de arena que soplaba desde el oeste se hacía cada vez más fuerte. Kadyne estaba protegido de él por la cordillera occidental, pero diminutas partículas de arena se aferraban a las caras de los soldados mientras marchaban hacia el norte, a una posición con una vista de Eimen en el este. Llevando el casco bajo sobre los ojos, Moldorf instó a su caballo a que se adelantara y mantuvo su cara desprovista de emoción.

Este es un viento siniestro, no pudo evitar pensarlo.

La leyenda decía que el desierto del oeste era donde el clan del Dios Dragón fue derrotado, y cada grano de arena que había en su interior provenía de donde se habían derrumbado sus restos fosilizados.

El viento soplaba por todas las praderas de la región.

En un punto situado casi exactamente en el centro de la estepa se encontraba Zer Illias.

Una ciudad en ruinas.

El viento esparció los montones de arena que nadie pisaba, y luego trajo más arena que una vez más se amontonó entre las grietas de los adoquines.

En la parte superior de la amplia escalera, en lo que originalmente fue el lugar más alto dentro de las ruinas, estaba el único edificio que fue renovado recientemente por manos humanas – un templo a los Dioses Dragón.

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La arena también fue arrastrada y los postes de la entrada se elevaban con orgullo hacia arriba. En medio de un paisaje donde todo era muerte y ruina, mostraba una vitalidad misteriosa.

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Y desde dentro, una voz gritó,

—¡Lord Garda!

***

 

 

—¡Lord Garda!

—Sí —después de llamarlo una vez más, un anciano se dio la vuelta.

Era la parte más profunda del templo. El techo impresionantemente alto que se elevaba desde la entrada de repente se inclinaba hacia abajo y un gran altar que parecía una cama apta para un gigante se colocó allí. Más allá, las estatuas de los dioses dragón estaban en pedestales.

—Me llamaron por un nombre diferente durante más de sesenta años.

Pasará algún tiempo antes de que realmente me acostumbre.

El anciano vestía una sencilla túnica gris y a su cintura colgaba una daga envuelta en una vaina tejida con hilo de oro. Aparte de algunos brazaletes en ambas muñecas, no llevaba ningún adorno excepto uno: una pequeña joya que brillaba en su frente. Sin embargo, no estaba sostenida por un hilo ni incrustada en un anillo. Parecía estar enterrada directamente en las profundas arrugas de la frente del anciano.

Garda.

Un nombre transmitido con admiración y terror durante más de doscientos años. Y ahora, ese nombre se estaba difundiendo por todo Occidente con un miedo y odio mucho más salvaje que cuando se transmitía como parte de la historia.

Allí estaba, sin duda, en ese templo tenuemente iluminado. En cuanto a la persona en sí, era un hombre bajito, anciano, de unos sesenta años. En realidad no encajaba con la imagen de un hechicero incomparable que revivió en este mundo después de dos siglos. Su expresión era descolorida y sombría, su pelo se estaba adelgazando y una barba un tanto desgarbada colgaba de su labio inferior y de su barbilla.

Este era el hechicero Garda, el hombre que había empapado de sangre los adoquines de innumerables ciudades-estado y había decorado las puertas de las cortes reales con las cabezas degolladas de sus soberanos.

—Zafar, Tahī. ¿Qué es lo que pasa? Les dejé la guerra a ustedes, porque estoy preparando la magia hasta el amanecer.

—Nuestras más profundas disculpas —el hombre llamado “Zafar” inclinó con su cabeza gris.

Su edad no era muy diferente a la de Garda. Era alto y de pecho ancho. Con su fina cabeza y una barba igualmente espléndida, se veía mucho más “parecido a Garda” que Garda.

Por el contrario, “Tahī”, que estaba a su lado, era una mujer joven. Parecía tener unos veinte años y, con su piel marrón oscuro, su cuerpo flexible y sus ojos de contornos negros rebosantes de seductor resplandor, era tan bella que, si bien estaba vestida con joyas y ornamentos, seguro que no existían reyes de los que no recibiera su favor. Tahī abrió sus húmedos labios,

—Estábamos ansiosos por informarle, ya que hubo un intruso.

—¿Un intruso? ¿Un espía de Taúlia?

—No. Un hechicero. Probablemente fue enviado por Ende. Lo encontramos cuando estaba a punto de romper la barrera mágica. Lo redujimos a cenizas: no queda ni un hueso, ni un trozo de carne —Quizá porque todavía estaba saboreando el regusto de la matanza, la expresión de Tahī era hechizante. Sus ojos brillaban con entusiasmo y casi parecía jadear—. Incluso los hechiceros de Ende, que se dice descienden de la Dinastía Mágica, han decaído. Lord Garda, hizo bien en abandonar ese lugar. Esos hechiceros que están atados por costumbres y leyes obsoletas no son mejores que la gente común que no entiende nada sobre el éter. Ni siquiera pueden comprender las palabras de los Dioses Dragón transmitidas desde hace mucho tiempo, ni siquiera una fracción de las leyes que gobiernan este mundo….

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—No, eso no me parece cierto —la voz de Garda era divertida.

Antes de que Tahī entendiera su significado, extendió su mano derecha como si estuviera arrojando algo a la basura. Inmediatamente, y de pronto, surgieron chispas justo detrás de donde Zafar y Tahī estaban de pie. Los dos hechiceros giraron y ante sus ojos, iluminados por el fuego, estaba la figura de una persona.

—¡Tú!

La bella cara de Tahī se retorció repentinamente por el odio. Zafar instantáneamente se puso en guardia. Rodeado por el anillo de llamas que Garda había convocado, había un hombre vestido con túnicas negras y una capucha sobre su cabeza.

—¡Ridículo! ¡Te quemé hasta las cenizas con mis propias manos!

—En efecto —dijo el hombre de negro—, pero eso era sólo una ‘sombra’ que había creado. Si ni siquiera pueden darse cuenta de eso, los hechiceros que se llaman subordinados de Garda pronto perderán el poder que les permitió arrasar con las tierras del oeste.

—¿Qué? —Zafar levantó ambas manos. El flujo de éter, invisible para la gente común, se agitaba a medida que se movía, pero..

—Está bien —lo detuvo Garda.

Como si dejara de lado tanto a Zafar como a Tahī, se acercó al hombre de negro. Sus órdenes eran absolutas y los hechiceros, borrando el odio de sus rostros, retrocedieron a ambos lados de la Garda y se arrodillaron.

Garda chasqueó sus huesudos dedos. Las llamas que rodeaban al hombre de negro desaparecieron rápidamente.

—Ha pasado un tiempo, Hezel. Así que la Oficina de Hechicería de Ende te eligió como su asesino.

—No tiene nada que ver con el asesinato. Esto es por mi propia voluntad.

Quería confirmar el triunfo de un antiguo camarada con mis propios ojos.

—Tu lengua sigue siendo tan superficial como siempre, maldito cachorro.

Bueno, está bien. Zafar, Tahī, salgan. Esta persona es mi invitada.

—Sí.

—Pero…

A diferencia de Zafar, que inclinó la cabeza de manera admirable, las brasas de la intención asesina todavía ardían en los ojos de Tahī. Pero cuando Garda le echó un vistazo, se inclinó inmediatamente, y luego, con pasos suaves, salió del templo con Zafar.

—Ten cuidado cuando regreses a casa —la voz de Garda aún sonaba divertida—. Podrían atacarte por la espalda. No saldrás indemne con una herida tan ligera como esta vez.

—Como era de esperar, te diste cuenta —dijo Hezel desapasionadamente mientras se retiraba la capucha. Sorprendentemente, era un joven con rasgos bien definidos. Sin embargo, una gran parte de su mejilla derecha estaba horriblemente quemada. Y la herida parecía ser de hace unos momentos. Sin embargo, a pesar de que todavía debería despedir el hedor de la carne quemada, Hezel no parecía sentir ningún dolor—. A pesar de lo que acabo de decir, eso encaja con el clan que durante tanto tiempo protegió la tumba de Garda.

—La información viaja rápido. Es cierto que, empezando por Zafar, los hechiceros afirman ser descendientes de vasallos que sirvieron directamente a Garda. Pero sólo Tahī, la mujer que te lesionó la cara, tiene una forma diferente de manipular el éter. Sería un tema de investigación fascinante, bueno, en fin. No tengo tiempo para hacer nada más en este momento. Y de todos modos, la investigación a la que dediqué mi vida está a punto de dar frutos a una escala que no se puede comparar con nada de lo que hice antes. Esto es algo de lo que nunca podría hablar en Ende.

—Investigación realizada por el Maestro Reizus… en otras palabras, magia tabú.

—Qué tabú —dijo Garda riendo a carcajadas. Era extraño hasta el punto de ser impresionante cómo en la cara del anciano, perfectamente indescriptible, su sonrisa estaba llena de malicia—. Es como dice Tahī Aquellos atados por antiguas tradiciones no pueden usar el éter para resolver los misterios de este mundo. La ética y la moral no son más que una jaula de hierro. Si no te alejas de ellas, siempre serás una gente pequeña viviendo en un mundo estrecho.

Originalmente, este hombre se llamaba Reizus y no decía ser Garda. Originalmente, ni siquiera era zerdiano, sino que era un hechicero de la Oficina de Hechicería de Ende…..

Hechicería – aunque se refería a ella con esa simple palabra, no había mucha gente en este mundo que entendiera lo que realmente era.

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El que puso los cimientos de la hechicería de este planeta fue el padre de la Dinastía Mágica, Zodias. Zodías investigó las distintas ruinas dispersas por todo el planeta que dejaron los Dioses Dragón y, utilizando los artefactos excavados de ellas, descubrió cómo manipular los fenómenos naturales.

El éter era indispensable para hacerlo. El agua de mar de este planeta contiene una cierta sustancia que cambia de propiedad cuando se vaporiza y se transforma en el suministro de energía que alimenta los artefactos. Ese gas se denominó éter, pero no toda el agua de mar lo contiene y la cantidad de éter varía según la ubicación. Además, en los últimos años se ha informado en numerosas ocasiones que el éter se está agotando.

La magia permitió una vez a la humanidad ahuyentar a la tribu Ryuujin, conocida como su enemigo natural, y construir en estas tierras un imperio tan espléndido que creían que duraría mil años. La magia también estaba disminuyendo.

—La gente pequeña depende del acero para hacer la guerra una y otra vez. Es totalmente anticuado y lamentable. Incluso después de dejar su planeta natal, los humanos no se han liberado de sus cáscaras. Estoy convencido de que la hechicería es el camino hacia la evolución. Mira la Dinastía Mágica. Mira cuánta paz y prosperidad trajo. Para recuperar esa era, no debemos permitir que la magia decaiga. Es ridículo que la investigación dirigida a eso sea tabú.

Reizus había soñado realmente con revivir la Dinastía Mágica. Y más aún cuando se dio cuenta de que el tiempo que le quedaba se estaba agotando.

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