Rakuin no Monshou (NL)

Volumen 4

Capitulo 4: Lugar De Nacimiento

Parte 1

 

 

El mensajero llegó a Apta tres días después. Viajó cambiando de caballo e incluso voló en una aeronave desde una estación de enlace cercana. Naturalmente, las noticias que trajo habían sido enviadas directamente a las habitaciones privadas del Príncipe Gil.

Sin embargo, como siempre, Gil había recibido el informe desde detrás de su puerta y aún no había salido de su habitación.


Las tropas de refuerzos habían sido obstruidas por su propio país Mephius – ese era el contenido del mensaje y las noticias volaban alrededor de Apta. Mientras la ola de sorpresa se extendía, Ineli Mephius se regocijó. Tal como estaba previsto, había sido capaz de disparar un tiro en represalia contra el Príncipe Gil, cuyas acciones irresponsables habían dejado atónitos a todos recientemente.

— Hermana mayor, debes estar muy preocupada por tu país natal —le dijo sin sinceridad a la princesa Vileena.

Sabiendo que la gente a su alrededor estaba atenta a su reacción, Vileena no permitió que su expresión cambiara. Debido a que Shique comprendió que, naturalmente, eso provenía de su sentido del deber como realeza, visitó enérgicamente las cámaras privadas de Gil para incitarle a la acción, pero fue rechazado cada vez que lo hizo.

En cuanto a Orba…

Cuando escuchó el mensaje, había golpeado la pared con irritación.

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¡Ese maldito Guhl!

El temperamento de Orba estalló. El príncipe heredero quien, al asumir la carga de Mephius, había intentado cumplir con su deber enviando los refuerzos, fue obstruido por el mismísimo emperador de Mephius.

Unirse en una alianza, afirmando que la paz es por el bien de la gente, pero al final es sólo por el bien de sus propios intereses, es realmente egoísta a la hora de usar a los demás.

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Ese era un estadista, un llamado hombre de poder. Orba odiaba a los de su clase.

Sin embargo, como príncipe, no podía dejar que su ira hacia el emperador guiara sus acciones. En vez de eso, le hizo recordar las tiranías pasadas que había sufrido y sólo aumentó su odio personal hacia Oubary.

¿Está diciendo el emperador que no dejará que su hijo continúe libre? Será problemático si envía un mensajero directamente a Apta. No puedo perder el tiempo. ¿Debería atacar a Oubary por sorpresa y luego desaparecer? Pensó.

El ―príncipe‖ no podía dejar rastro de su participación. De esa manera, los problemas no caerían sobre otras personas. Se quedó inmóvil durante mucho tiempo, agarrándose de las rodillas. Perdiendo el contacto con la realidad, empezó a pensar que esta era la mejor solución.

Mientras Orba estaba a la mitad de consolidar esa decisión,

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— Su Alteza Gil. ¿Puedo pasar?

La princesa Vileena, sin pasar por un intermediario, habló desde el otro lado de la puerta.

Orba levantó la cabeza de un tirón y por alguna razón contuvo la respiración como si estuviese siendo atacado por un enemigo. Podía imaginar en qué consistía el asunto. Naturalmente, se trataría de los refuerzos. Por eso, ahora mismo, no quería reunirse con ella.

¡Necesito huir!

También era consciente de que cuando se enfrentaba a esos ojos francos, no era capaz de oponerse. Por mucho que odiara a la familia imperial y a los que estaban en el poder, Orba era ahora mismo idéntico a ellos en uno de esos aspectos que detestaba, el de dar prioridad a sus propios asuntos.

Responsabilidades.

Desde el otro lado de su memoria, las palabras de Gowen hicieron eco y resonaron. Desde el momento en que decidió usar la máscara del príncipe, las responsabilidades que conllevaba habían pesado sobre él. Sin embargo, como ahora, Orba estaba tratando de ignorarlas y huir. Por lo tanto,

Suficiente. Qué gracioso. ¿Qué hay de las responsabilidades? Esto comenzó originalmente cuando un noble de Mephius me dio una nueva máscara. ¡Por sus ambiciones! Voy a terminar con esta idiotez. Tiraré la máscara. ¡Ya es suficiente!

Apretando fuertemente los puños, Orba iba a seguir ignorando la voz de Vileena pero, sorprendentemente, después de eso, la princesa no dijo nada y se alejó de la puerta.

Sintiéndose abatido, Orba miró fijamente a la oscuridad de su habitación.

Ke – un sonido que no era exactamente una risa se le escapó de los labios.

Lamentable.

Huyendo, levantando la guardia, sólo para que nada ocurra, excepto que lo dejen atrás. Se sentía como si la oscuridad que lo envolvía se hubiera convertido en un espejo y ostentaba la imagen de un niño pequeño y desdichado.

La decisión de atacar a Oubary por sorpresa que, hace poco tiempo, había brillado con un oscuro atractivo, ahora parecía totalmente inútil y espantosamente infantil.

No hay manera. Si tiro todo por la borda y sólo actúo según mis deseos egoístas, realmente me convertiré en lo mismo que Oubary y el emperador Mephiano.

Y más que nada, mis sentimientos no se calmarán con sólo arrebatarle la vida. Actuar como el príncipe hasta el final, para encontrar la manera de que los soldados que Vileena y yo empleemos no resulten heridos mientras le arrebatamos todo….

Un extraño cambio estaba ocurriendo en ese momento dentro de Orba. A diferencia de cuando había estado pensando mórbidamente en nada excepto matar a Oubary, ahora que había elegido voluntariamente un camino más difícil, la mente de Orba estaba mucho más clara que antes, las numerosas emociones que habían girado en torno a él convergían en algo común, y era capaz de mantener su concentración al tiempo que se desgastaba el cerebro para elaborar planes que superaran los diversos obstáculos que se interponían a lo largo de su camino.

— Su Alteza.

Orba levantó la cabeza ante la nueva voz. No era la princesa, ni tampoco un mensajero. Era un informe de un soldado al que Orba había dado órdenes directas.

Que interrumpieran sus pensamientos era desagradable y Orba había empezado a rechazarlo bruscamente, pero –

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— Espera —la voz aguda de Orba reverberó en la oscuridad. Abrió la puerta y dijo—: ¿Qué acabas de decir?

Con el que estaba hablando era de la Guardia Imperial. Cuando ya había hecho que investigaran el territorio de Apta, había dejado a varios soldados en varias aldeas. Su recopilación de información había resultado ser un éxito.


— Sí. Hemos localizado el escondite de los bandidos. He venido a ofrecerle el informe.

Estos bandidos fueron los que atacaron a Orba y a su grupo mientras se dirigían a Apta. A partir de los rumores en las aldeas y de las localizaciones de los ataques reales a las caravanas de los mercaderes mephianos, habían sido capaces de intuir su escondite. Además, como entre los aldeanos había algunos que los consideraban héroes, pudieron conocer el nombre del líder de los bandidos.

Cuando Orba escuchó eso, repartió una recompensa en efectivo, diciendo:

— Bien. Distribuye esto entre todos.

Mientras cerraba la puerta tras él, la expresión de sus ojos mientras rastreaban la oscuridad había cambiado. A pesar de que emitían la misma sensación de ardor, la luz que brillaba a través de ellos era tan fríamente calculadora que parecía estremecedora y fría.

Lo he perdido todo.

Cruzó la habitación y abrió las cortinas que cubrían la ventana, dejando que la luz de la luna brillara a través de la ventana y bañara la habitación. Exactamente como si estuviera lanzando un desafío, Orba se quedó quieto, apretando sus puños con tanta fuerza que parecía como si la sangre empezaría a gotear entre sus dedos en cualquier momento.

Así que haré que lo pierda todo también. Sólo su vida sería una vida a medias. Su honor, su futuro, todo lo que le importa, todo, lo arrastraré a la sangre y al lodo.

Esos ojos rebosaban de una luz resplandeciente. Como para evitar una confrontación, la luz de la luna que había brillado suavemente en la habitación se escondió detrás de las nubes y desapareció de la vista.

A la mañana siguiente.

Esmena Bazgan había terminado su estancia de una semana y estaba a punto de regresar a casa. Ineli, con quien había profundizado su amistad en ese tiempo al navegar río abajo, tomar el té y demás, vino a despedirla y los ojos de Esmena se empañaron con lágrimas al tomar su mano.

— Su Alteza Imperial. ¿Puedo esperar encontrarme contigo de nuevo?

— No seas tan distante, Hermana Mayor —A pesar de que tristemente juntó las cejas, la sonrisa nunca abandonó el rostro de Ineli. Sin anunciarlo, hizo una promesa de hermandad—. Esta vez, seré yo quien te invite, Hermana Mayor, a Solón. Las relaciones con Taúlia mejorarán día a día, espero que no falte mucho tiempo en que llegue ese momento.

— Sí —Esmena asintió con la cabeza y dijo—: Lo espero con impaciencia.

Siendo capaz de recibir fácilmente a todos los mensajeros de otro país, la confianza de Ineli en sus habilidades había aumentado. Esto era algo que también estaba relacionado con el futuro. Ineli no deseaba una vida en la que simplemente se convirtiera en la esposa de alguien y compartiera su destino. En vez de eso, pensó que una vida en la que ella misma pudiera mover un país de acuerdo a sus deseos sería mucho más divertida.

Hubo una conmoción en la multitud. Natokk, el guardaespaldas de Esmena se sorprendió al instante e incluso Ineli miró fijamente con los ojos muy abiertos.

— Príncipe —las mejillas de Esmena se pusieron rojas en un instante. Llegando montando un caballo blanco estaba Gil Mephius. Sorprendida por este repentino giro de los acontecimientos, tartamudeó—: ¿Ha mejorado tu salud?

— Me disculpo por preocuparte. Además, a pesar de que te tomaste la molestia de venir aquí, no pude hacer nada por ti.

Rakuin no Monshou Volumen 4 Capitulo 4 Parte 1 Novela Ligera

 

— E-En absoluto —Esmena agitó la cabeza tan vigorosamente que parecía que se iba a romper su esbelto cuello—, Yo, Esmena, siento que he recibido una gran bondad de tu parte simplemente por poder encontrarme contigo de esta manera.

— Te agradezco que lo digas —Gil sonrió débilmente. Desmontó y tomó un paquete que había sido atado a su silla de montar, presentándoselo a Esmena—. Esta es la prueba de la alianza de Mephius con tu padre, no, con Taúlia. Espero que a partir de ahora tengamos una estrecha relación con Taúlia.

— Sí, sí.

Los sentimientos de Esmena eran transparentes para Ineli mientras observaba su mirada aturdida y soñadora. Al mismo tiempo, su hermano, que había aparecido de repente, no los entendía en absoluto. Mientras la aeronave en la que viajaba Esmena desaparecía de la vista en el cielo, ella le dijo con una sonrisa.

— Hermano, pareces totalmente recuperado. ¿Podríamos cenar juntos más tarde?

— No —Gil respondió lacónicamente y la sonrisa que había mostrado antes desapareció.

— ¿Podría ser que estés enfadado? ¿Porque no transmití claramente el mensaje del emperador?

Como era algo que tarde o temprano saldría a la luz, Ineli hizo todo lo posible para hablar con inocencia. Gil, sin embargo, ya le había dado la espalda. Una furiosa emoción ardiendo en su interior, continuó,

— Aún así, como siempre, el momento en que apareciste fue excelente. La princesa Esmena no olvidará esta mañana mientras viva. Al hacer lo que hiciste, lograste que todos se preocuparan y al final llegaste y los sorprendiste; te ha encantado hacer eso desde hace mucho tiempo.

— …

En ese momento, Gil Mephius, o más bien Orba, estaba preocupado por otras cosas. Su cabeza estaba llena de planes sobre qué hacer a partir de ese momento y se aburría de hacer de su hermano frente a Ineli. Así que cometió un error que normalmente no cometería.

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— ¿Te acuerdas? Fue antes de que Madre se convirtiera en la consorte del emperador. Creo que fue en el momento de mi duodécimo cumpleaños. Aunque Su Alteza había prometido venir a la fiesta, no se le veía por ninguna parte. Todos estaban decepcionados, especialmente yo. Pero cuando la fiesta estaba a punto de terminar, de repente apareciste y me diste un magnífico regalo.

— ¿Es así?

— Sí. ¿Recuerdas cuál era el regalo?

— Quién sabe. Fue hace mucho tiempo.

— Era una copa de vino hecha enteramente de joyas preciosas. Dijiste que era por adelantado para el día en que pudiéramos beber juntos.

— Recuerdo. Tienes razón.

Cuando Orba dijo eso sin pensarlo, ambos lados de los carnosos labios de Ineli se curvaron repentinamente hacia arriba.

— Oh —mientras escondía la boca detrás del dorso de su mano, los ojos de Ineli giraron—. Me acordé mal, hermano. Si no me equivoco, el que me dio la copa de vino fue el hijo del anterior señor de Kilro. Era tan presuntuoso. Parece que perdió la vida en esa reciente revuelta de esclavos, así que oremos para que encuentre la felicidad en el otro mundo. Pero es muy extraño que tú, hermano, tuvieras el mismo recuerdo equivocado.

— …

Orba se dio la vuelta. Ineli volvió su rostro radiante hacia aquel cuyo rostro era tan inexpresivo como el de una estatua.

— Cierto, esas cosas pasan a veces. Como pretendo entender todo sobre ti, hermano, me siento tranquila. Recientemente también le pregunté a Fedom, de quien su Alteza se ha vuelto tan cercano, acerca de varias cosas. Varias cosas —Ineli aplaudió—. De hecho, algún día vayamos a orar juntos para que esa persona encuentre la paz en el otro mundo. Podríamos intercambiar bebidas con la copa que me dieron. ¿No tendrás tiempo para Ineli?

Sin decir una palabra, Orba una vez más se dio la vuelta y comenzó a alejarse.

Después de mirar hacia atrás durante un rato, Ineli, que había estado reprimiendo su diversión, no pudo soportarlo más y se echó a reír, agarrándose a sus costados.

Es como yo pensaba.

Esa persona no es Gil Mephius. Considerando la reacción de esa persona, es probable que no fuese el cerebro para que se erigiera ante todo el país. Si, como Ineli suponía, Fedom estaba participando en esto, entonces era un crimen tan grande que podía derribar el imperio.

Ineli no tenía ningún interés en cosas como cuál era la verdadera identidad de esa persona, o dónde estaba el verdadero Gil Mephius, o incluso si su vida estaba en peligro o no.

Simplemente,

Puedo hacer lo que quiera con esto.

Sus ojos brillaban ante ese único pensamiento.

Si Ineli denunciara el crimen, naturalmente sería una heroína. Sin embargo, no tenía la menor intención de decirlo inmediatamente al emperador y a su pueblo. Quería disfrutar por un tiempo más de su posición de mantener un secreto que ni siquiera su prometida Vileena conocía.

El juguete que tanto deseaba estaba a su alcance e Ineli sintió que ahora estaba en una posición más alta que cualquiera de los que rodeaban al príncipe.

Gil había reaparecido después de una semana de descanso, pero no dio respuesta al mensajero de Gowen y no dijo nada sobre haber hecho esperar a la fortaleza. Esa noche, después de ver el entrenamiento de las aeronaves y dar algunos consejos, Vileena regresaba por el camino a su alojamiento. A medida que avanzaba, su expresión cambió.

¡Ah!

Gil venía de la dirección opuesta.

De una manera u otra, ella debía llamarle, ya que había estado esperando el momento en que el príncipe pudiera moverse por su propia voluntad. Sin embargo, sin saber lo que pensaba, Gil pasó de largo junto a ella, con los ojos fijos delante de él.

Vileena estaba indignada. Quería preguntarle de inmediato qué haría con respecto a los refuerzos de Garbera. Y también,

Iré como refuerzo.

Apenas se las arregló para evitar que ella misma dijera eso. La Vileena de antaño sin duda habría volado en una nave para ir corriendo hacia la unidad de refuerzos, incluso con la oposición de los que la rodean. La princesa de Garbera también habría preguntado por las verdaderas intenciones de Mephius al obstaculizar los refuerzos.

Pero desde que llegó a Mephius, Vileena había aprendido mucho. Ya no podía creer con sencillez que las cosas empezarían a moverse si se precipitaba. ¿A esto se refería Theresia cuando hablaba de convertirse en adulta? ¿Ya no poder hacer nada debido a la fría realidad y al creciente número de máscaras? Y se dio cuenta de que todos los seres humanos sufrían de ese intersticio con la realidad.

En ese caso, el príncipe también…

Vileena apartó sus pensamientos de sí misma.

Al final, aunque habían estado a punto de pasar de largo sin hablar,

— Un poco más.

Vileena se detuvo repentinamente. Un susurro en su oído, luego Gil siguió caminando.

— Por favor, espera un poco más.

Vileena Owell se detuvo durante mucho tiempo y continuó mirando en la dirección que él tomó, incluso después de haber desaparecido de su vista.

Esa noche, la Fortaleza de Apta estaba en pleno escándalo.

Gil Mephius había desaparecido de repente.

***

 

 

Orba galopó por colinas y valles, hombre y caballo cortando el viento.

— Príncipe, ¿adónde vamos? ¡Príncipe! También a caballo, Bane era el único que lo seguía.

Había pasado bastante tiempo desde que dejaron Apta. Aunque Bane había llamado varias veces al príncipe mientras se lanzaban contra el viento, ni una sola vez se había dado la vuelta.

Había sido completamente inesperado. Bane estaba disfrutando del banquete que todavía se celebraba cada noche con el pretexto de que era una celebración de la victoria, cuando fue llamado al establo por el príncipe Gil Mephius.

— Mi príncipe. ¿Cuál es su orden?

— Ven conmigo un rato —el príncipe ya estaba en su caballo mientras hablaba—. Te mostraré algo bueno para ti.


Habían salido fácilmente de Apta al galope, pero como había pasado más de una hora, Bane tenía dudas. Habiendo dejado a Apta así, ¿adónde planeaba ir? Además, recientemente se han producido ataques de bandidos a lo largo de las carreteras que conducen a la ciudadela. Nadie sabía dónde volverían a atacar. Mientras que por un lado estaba lleno de ansiedad y dudas, Bane no consideraba que la excentricidad del príncipe fuera extraña. No importa lo extraño que pueda parecer su comportamiento al principio, seguramente abriría el camino para lograr resultados.

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Esto… ¿podría estar pensando en prepararme para algún logro sobresaliente?

Desde el momento en que estaban en el recorrido de inspección de Apta, el príncipe lo había visto bajo una luz diferente. Bane no podía evitar esperar que el príncipe estuviera planeando una gran estrategia en la que él mismo tuviera un papel importante que desempeñar.

Mientras tanto, Orba siguió avanzando sin decir una palabra. Un pensamiento pasó por su mente.

¿Mi pueblo natal?

Desde que llegó a Apta, había estado pensando constantemente en ir al lugar donde había estado su pueblo natal. Para empezar, dudaba que el pueblo aún existiera, pero aún así, quería ir. Era simplemente que esa era la tierra donde él, su hermano Roan, Alice y también su madre habían vivido juntos y él pensaba que quería sentir el olor nostálgico del viento allí.

No era por una razón tan sentimental que ahora urgía a su caballo a galopar como un vendaval. Si esa hubiera sido su única razón, naturalmente no habría traído a Bane.

Finalmente, llegaron a un lugar que él recordaba. Después de disminuir el paso de su caballo por un momento, desmontó en un lugar que formaba la entrada de un valle. Una orilla cercana se extendía desde allí y a la izquierda de Orba fluía un río. Cuando la altura estaba en su punto más alto, él, su hermano y Alice caminaban la distancia de una hora para ir a bañarse allí. Y en el camino de regreso, se calentaban de nuevo, así que en general, apenas sentían frío.

— Baja, Bane.

Como los puntos de apoyo se habían vuelto difíciles, Orba y el otro hombre guiaron a los caballos. Con una linterna en la mano, siguieron caminando. El área circundante era tan silenciosa que resultaba espeluznante. Siguiendo al príncipe con nerviosismo, Bane no se dio cuenta en ese momento de que varias sombras humanas se movían por la cima del acantilado.

En poco tiempo, Orba se detuvo.

Cuando rápidamente levantó la luz de nuevo, algo así como una valla se podía ver al final de un camino cada vez más estrecho.

Como pensaba: alguien está aquí.

Aunque trató de calmarse, no pudo evitar sentirse emocionado. Orba arrastró con fuerza a su caballo a media carrera. La valla que separaba el mundo exterior del interior de la aldea no parecía estar podrida. También estaban las sombras de las casas. El latido violento de su corazón golpeaba fuerte en sus oídos. Tal vez alguien que él conocía estaba allí, no, tal vez, tal vez, incluso una de las personas que nunca había dejado de buscar podría estar viviendo allí como antes….

— Príncipe, ¿dónde estamos?

Ignorando la pregunta de Bane, Orba ató su caballo a un árbol delgado que crecía cerca de la cerca y estaba a punto de correr hacia el otro lado.

— ¡Espera! —Escuchó una voz detrás de él.

— ¡Hii! —Bane gritó.

Varias personas se pararon en el tenue círculo de luz que proyectaba la linterna. Todos ellos estaban armados con espadas y armas, y el que estaba al frente apuntaba una pistola en su dirección. No había duda de que esas figuras pertenecían a los que habían organizado el ataque sorpresa cuando se dirigían

— ¡Oh ho! —El hombre habló algo emocionado—. Increíble. ¡Este tipo es el príncipe heredero de Mephius!

— ¿Qué?

— Imposible —Otro hombre encendió una antorcha y dirigió la luz hacia Orba. Fue él quien llamó al príncipe; asintió con la cabeza, sus ojos se pusieron rojos por el fuego—. Tienes razón. Definitivamente lo he visto. Más que eso, incluso le disparé con un arma.

Hubo una conmoción entre los hombres. contradictorias de odio y deleite, y todos sonrisa.

En sus ojos aparecieron las luces sus labios se convirtieron en una

— No sé por qué capricho, pero el príncipe nos honró con su presencia por propia voluntad.

— Ven, ven, ven. No rechaces nuestra hospitalidad en este lugar indigno.

Apuntándole con sus armas, los hombres se acercaron a él en un círculo cada vez más estrecho. Orba no hizo ni un solo movimiento.

— ¡Suéltame, maldito! —Bane gritó, pero con tanta gente a tan corta distancia, no importaba cuán ferozmente luchara Orba para llegar a él, sus posibilidades de supervivencia eran escasas.

Al final, a Orba le confiscaron la espada y el arma que tenía en la cintura y, junto con Bane, fue empujado por el hombro a los terrenos de la aldea.

Al otro lado de la valla, podía divisar vagamente las cabañas en el crepúsculo. Parecía haber una veintena de ellas. Todos los aldeanos parecían haberse ido y habían sido reemplazados.

Orba fue empujado a la plaza del pueblo en la que se hizo una hoguera. Que este era el príncipe de Mephius fue transmitido, y el otro lado del fuego parecía estar hirviendo de gente. La atmósfera apestaba a bestias y el aire estaba lleno de una sanguinaria sed asesina.

— ¿Ese es el príncipe heredero de Mephius?

— ¡Mátalo!

— ¡Colguémoslo, aquí y ahora!

— Quémalo hasta la muerte. ¡Igual que hicieron con nuestras familias!

Ante el hecho de que las manos que llevaban hachas y espadas podían llegar en cualquier momento desde todas las direcciones para hacerlos pedazos, Bane ni siquiera pudo levantar la voz y permaneció en silencio. Orba, por otro lado, los estaba observando cuidadosamente.

— Hmm, espera.

Un hombre fornido dio un paso adelante. Los músculos de sus brazos desnudos se exhibían de forma prominente. Con una sonrisa en su cara sin afeitar, llevaba dos espadas en sus manos. Arrojó una de ellas a los pies de Orba.

— Beat, ¿qué piensas hacer?

— Algo que este bastardo ama. Has visto a los esclavos matarse entre ellos, ¿verdad? Bueno, esta es una rara oportunidad para que mi señor príncipe la experimente por sí mismo.

— ¡Suena bien!

— Muéstranos, ¡Oh Príncipe!

Las voces mezcladas de hombres y mujeres se alzaron en una insistente ovación. Mientras empujaba su espada hacia él, Beat comenzó a dar vueltas alrededor de Orba. De vez en cuando, de forma provocativa, daba un paso adelante y luego otro atrás.

— Vamos, toma la espada, oh príncipe —Beat escupió una bola de saliva—. Aunque te quedes ahí en silencio, ésta no es la corte imperial. Nadie vendrá a salvarte.


Orba se agachó sin prisa y cogió la espada. Parado en el centro de una tormenta de silbidos, sus ojos siguieron los movimientos de Beat.

Las llamas, las sombras de la multitud, la sonrisa de Beat. Giraban y giraban a su vez en el campo de visión de Orba. Beat dio un paso adelante e hizo una estocada. Fingiendo que no había podido parar, Orba tembló violentamente y se tambaleó a la derecha.

Su hombro derecho se sentía pesado por donde la bala de Zaat le había destrozado la clavícula. Sin embargo, recibir ese golpe le hizo darse cuenta de que se había curado considerablemente.

— ¡Qué habilidad, Príncipe, qué habilidad!

— Beat, no lo mates todavía.

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