Rakuin no Monshou (NL)

Volumen 1

Capitulo 7: Reino De Espejismos

Parte 2

 

 

Pero en este momento, Orba estaba volviendo a sus viejos hábitos. Tan pronto como su oponente pareció ir a la defensiva, Orba aprovechó la oportunidad para lanzarse hacia él. Pero, habiendo estado esperando ese ataque, Ryucown se giró inmediatamente para evitar el golpe, y balanceó su espada hacia Orba.

Era como Orba lo había visto hace seis años.

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Inmediatamente después de que las chispas se dispersaran en el aire,

— ¡Gahh…!

Se escuchó el sonido de un gemido, junto con un chorro de sangre.

La espada de Ryucown rebotó en la espada rápidamente desenvainada de Orba. Al final, él fue quien cayó. Esperando que Orba fuera a matar, el general rebelde había reunido todas sus fuerzas en este ataque, perdiendo por completo su postura. Orba había bloqueado el contraataque levantando la parte plana de su espada ante él.

Aunque, tuvo que pagar un precio. Se perforó un agujero en la parte superior derecha de su máscara, creando una grieta limpia hacia el centro.

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— Espléndido.

Mientras se derrumbaba, boca arriba en el piso y tosiendo sangre, Ryucown luchó por hablar

— Hasta hace unos momentos, podía ver una nación de caballeros… ¿pero era este mi límite? Dime tu nombre. Yo, Ryucown, no descansaré en paz si soy derrotado por un hombre sin nombre.

— Orba.

Aparte de Ryucown, ninguno de los soldados presentes pudo escuchar su nombre.

No estaba claro si le dio consuelo al hombre, porque Ryucown no podía pronunciar otra palabra ya que solo una tos llena de sangre escapó de sus labios antes de que cerrara los ojos. Orba solo lo miró en silencio.

El hombre que se había infiltrado en el campamento enemigo con solo unas pocas personas selectas y había derrotado al rebelde Bateaux, ahora perdía su vida de la misma manera. La ironía de esto, que luego se describiría como los ―últimos momentos de Ryucown‖, sería la comidilla de las eras por venir.

— ¡¡Milord!!

— ¡Él mató a Lord Ryucown! ¡No dejen a ninguno de ellos con vida!

El espíritu de lucha de los soldados estaba mezclado con furia. Los gladiadores que también corrieron al pasillo formaron un círculo alrededor de Orba.

En ese momento, alrededor de una docena de naves que habían ido a atacar a la división aérea Mephiana volvieron en busca de provisiones. Estos soldados se dieron cuenta de lo que estaba pasando, y todos sacaron espadas y pistolas y se lanzaron a la parte más alta de la fortaleza.

Respirando pesadamente, Orba pensó,

¿Esto es el final?

Fue solo un pensamiento fugaz en el rincón de su mente. Durante sus dos años como gladiador luchando hasta el final, hubo múltiples ocasiones en que pensó lo mismo. Y cada vez…

¡No dejaré que termine aquí!

Cada vez se había animado a sí mismo. Y en este momento, con muchas espadas y armas apuntando hacia él, Orba apretó con más fuerza su espada.

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Lenta pero firmemente, los hombres de Ryucown se acercaron. Orba tenía la tentación de salir del cerco, pero los gladiadores permanecían en silencio con sus armas desenfundadas, protegiéndolo. Cualquiera de los dos bandos tenía la implacable necesidad de matar, y estaban listos para convertirse en balas incoloras que cargaban entre sí, chocaban y explotaban cuando…

En ese instante, pudieron escuchar un grito de batalla que se alzaba como la ola de un tsunami. Visible desde el balcón superior, un ejército se lanzaba hacia ellos como un incendio en las llanuras extendidas.

Los hombres de Ryucown apretujaron los dientes, sintiéndose desesperados, y aunque habría sido una decisión sombría. Estaban preparados para la muerte, dispuestos a luchar hasta el último hombre en pie. Y al menos querían vengarse de la persona que estaba delante de ellos que había matado a su general, Ryucown.

Pero ahora, el ejército Mephiano se estaba acercando a ellos.

— ¡Ah…!

De repente, uno de los soldados gritó con la emoción de un niño. Iluminado por una línea de fuego, revoloteando a través del cielo nocturno, era el símbolo de su lugar de nacimiento, adonde deseaban regresar un día con la cabeza en alto, y de la nación que de la que con amargura se habían desconectado: la bandera de Garbera.

Levantaron la vista con asombro, varios segundos después de escuchar el sonido de una única nave.

— ¡Se acabó! ¡¡Se acabó!!

Justo como cuando había despegado, ella saltó ágilmente de la aeronave hacia el balcón – la Princesa Vileena.

***

 

 

¿Qué?

Mientras volaba en la aeronave, el gladiador Shique estaba sudando demasiado apretando los puños.

¿Qué clase de chica es esta?

La aeronave que Vileena piloteaba, después de salir de la Fortaleza Zaim, solo aumentaba la velocidad mientras se dirigía hacia el campamento Garberano. Naturalmente, Shique fue tomado por sorpresa, porque esperaba ir con las fuerzas Mephianas. Estaba un poco preocupado de que ella estuviera considerando si regresar o no a Garbera.

Justo como Ryucown había mencionado antes, el campamento de Garbera probablemente estaba en el caos total. Tenían las manos ocupadas lidiando con los traidores entre ellos y también vieron la aparición de fuego entre el ejército Mephiano. No era algo tan extraño que algunos soldados tuvieran fuertes sentimientos de huir y unirse a la causa de Ryucown.

Peor aún, aunque no hacía falta decirlo, este era un campo de batalla.

Después de la puesta del sol, muchas armas apuntaban a cualquiera de las naves que volaban hacia ellos en la oscuridad. Les dispararon sin pedirles que se identificaran. Las cosas estaban en un punto donde un hombre como Shique estaba gritando mientras Vileena inclinaba la nave hacia la izquierda y hacia la derecha. Cuando la nave descendió en altura, finalmente hubo algunos soldados que la reconocieron y gritaron

— ¡Princesa!

Y Vileena les gritó desde arriba.

— ¡Vayan ya y ataquen a las fuerzas de Ryucown junto con los Mephianos!— Ordenó en voz alta.

En el momento en que los disparos se extinguieron, parecía que el tiempo se hubiera detenido. En la distancia detrás de Vileena, el fuego de la guerra continuaba ardiendo y sus colores se reflejaron en los ojos de los soldados garberanos. En ese instante, Shique vio la comprensión correr a través de ellos como un rayo. Parecía que realmente eran caballeros levantando su espada al llamado de su señor.

— ¿No es Garbera un país de caballeros? ¿Pueden llamarse caballeros si desechan la promesa de su país y vuelven su espada contra Mephius? ¿Cómo podrán mirar a los grandes antepasados de nuestra nación? ¡Vengan! ¡¡Síganme!!

Como una guía caída del cielo, esto era lo que estos caballeros habían necesitado.

Con pesar debido a que les tomado tanto tiempo ponerse en posición, el ejército de Garbera atacó. La fuerza militar se dividió en dos. Un lado iría hacia los

Mephianos para cubrirlos, mientras que el otro avanzaría hacia Fortaleza Zaim. Podrían rodear fácilmente al ejército de Ryucown, cuyo objetivo principal era atacar a los mephianos, así que no pasó mucho tiempo antes de que la fuerza principal de Garbera se colocara delante de las puertas de la fortaleza.

— ¡Se acabó!

Vileena avanzó hacia la parte superior de la fortaleza entre espadas y armaduras relucientes.

— El general Ryucown dirigió su espada contra mí. Naturalmente, no tengo ninguna duda de que él amaba a su país y a su gente, pero en lugar de Garbera o su título de caballero, llegó a amar solo a un país de caballeros formados según sus propios ideales. No tiene sentido continuar esta batalla.

Rodeados por las tropas de Garbera que nacieron en las mismas tierras, habiendo perdido a su líder, y siendo persuadidos por su querida princesa, las fuerzas de Ryucown habían sido completamente despojadas de su fuerza y propósito.

De hecho, la fortaleza ya había caído. Los soldados arrojaron sus armas y se dejaron caer al suelo, lágrimas brotaban de sus ojos mientras lloraban a un caído Ryucown.

Era un completo cambio en comparación con el salvaje campo de batalla, la fortaleza estaba llena de sollozos trágicos y llanto como en un funeral. Vileena miró a su alrededor cuando, caminando sin rumbo, tropezó con sus pies.

— ¡Princesa!

Gilliam, que estaba cerca, la sostuvo rápidamente.

Mirándola a la cara, estaba tan blanca como la cera, pero era solo porque su rostro estaba cubierto por el brillo del sudor y sus labios eran de un rojo intenso.

— ¡G-Gilliam, bastardo! ¿No deberías soltar a la princesa?

— ¿Qué te tiene tan conmocionado, Shique? Si la suelto ahora, caerá al suelo, ¿no?

— Entonces, dámela…

— Estoy bien. Gracias— dijo una avergonzada Vileena, soltando a Gilliam—. Shique y Gilliam, ¿no es así?

— ¡S-sí!

— Han sido excelentes desde el Valle Seirin. No solo me han salvado, sino también a Mephius y Garbera. Representando a la gente de ambas naciones, les agradezco desde el fondo de mi corazón.


— No, yo- — dijo Gilliam.

— Tiene razón, princesa. No hay necesidad de darle a este hombre palabras tan dulces. Es solo un patán ignorante cuya única satisfacción es blandir su hacha en batallas e incursiones…

— ¡Eres un perro intrigante! Escuche, princesa, si no es por amor o besos de los nobles o- arggg, ¡probablemente no entienda nada de esto!

Vileena sonrió a los dos que estaban empezando a intercambiar palabras. Naturalmente, Vileena también sufrió muchos problemas. Sin embargo, como parte de la familia real de Garbera, tenía que soportarlo, especialmente si quería lograr algo después de convertirse en la emperatriz de Mephius en el futuro cercano.

Luego vio a otra figura entre la multitud que merecía un crédito especial. El espadachín enmascarado ya estaba a punto de abandonar el gran salón. Ella corrió hacia su espalda que se alejaba.

— Tú eres el que derrotó a Ryucown, ¿verdad? Eso es increíble. Cómo te llamas gladiador, ¿eso significa que también eres parte de la guardia personal del príncipe?

— Sí…

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— Gracias a ti he desechado mis dudas. Te doy las gracias por ello.

Vileena decía en serio cada palabra. Esa vez, después de haber abordado la nave y haber sido incapaz de volar al principio, estaba dividida entre dos países e incapaz de elegir.

Por esas palabras

Ella era débil. Había sentido que estaba dejando que los soldados de Ryucown y los compañeros de este hombre murieran.

Pero debido a eso…

Tenía que volverse más fuerte. La base de la realeza era convertirse en una persona tal que todos en la nación pudieran descubrir las mismas virtudes. Ese era el deber de aquellos privilegiados. ¿No era eso algo que habría dicho su abuelo, Jeorg?

El espadachín giró la cabeza arrogantemente para mirar a Vileena. Sus ojos eran visibles a través de los agujeros y la grieta en la máscara, y por un momento Vileena pensó que se parecían a los de otra persona.


Orba salió de la fortaleza solo, caminó a través de las llanuras con cicatrices de la batalla. Aunque era la noche, había fuegos y braseros por doquier, y no tenía dificultades para atravesar los campos sin una linterna.

Había un constante ruido de armaduras al pasar junto a muchos soldados mephianos. Sus caras estaban llenas de emoción y entusiasmo, y probablemente estaban planeando saquear la fortaleza. Por el momento, las fuerzas de Garbera habían acampado fuera de las puertas, pero no se acercaron más. Como se esperaba, todavía había algo de desconfianza. No solo porque una parte de las fuerzas de Garbera los había traicionado y atacado, sino también porque el cabecilla de esta rebelión, Ryucown, había sido derrotado por Mephius.

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Orba, sin embargo, no pensó que valiera la pena preocuparse.

Las emociones intensas de la batalla ya lo habían abandonado, y ahora solo quedaba el agotamiento, el dolor y el desaliento.

¿Por quién he luchado? ¿Y contra quien he peleado?

Parecía que Ryucown había estado preparado para su muerte. No solo cuando había sido derrotado, sino que desde el momento en que se conocieron, la muerte había estado visible en sus ojos. Aunque era difícil decir hasta qué punto habría reformado seriamente a Garbera, no había forma de que su nombre no fuera recordado por su gente. Por ahora, parecía que las llamas de la rebelión se habían extinguido, pero el nombre de Ryucown probablemente seguiría ardiendo en los corazones de los hombres.

Un espejismo.

Más allá de los temblorosos reflejos del aire caliente, había una vívida ilusión. Era un recuerdo de los días de infancia de Orba, y sin embargo, ¿no había seguido Ryucown sus sueños hasta el final? En cambio, habiendo sido maltratado por el destino, Orba había dejado de lado gradualmente el sentimentalismo de un niño.

Pero Ryucown había sido diferente.

Incluso si solo pudo tomar un poco de ese espejismo en sus manos, creía sinceramente que tendría éxito, que lucharía o moriría.

Y si se preguntaba si ese era el tipo de hombre en el que quería convertirse, la única respuesta era tomar el desafío de frente y con confianza.

— ¡Eh, tú! ¿Eres de la guardia personal del príncipe?

Orba abrió los ojos sorprendido. Oubary estaba caminando hacia él. Como el comandante de un ejército victorioso, caminaba con soldados a los lados, acompañado a su izquierda y derecha por dos soldados que portaban una espada y una pistola.

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— Sí— respondió Orba cortante, deteniéndose en seco. Oubary retorció amargamente los labios.

— Que hayamos tomado prestada la fuerza de gente como los gladiadores para obtener la victoria avergonzará al ejército de Mephius. Finalmente, el príncipe tendrá que defenderse ante su padre.

Estaba a punto de irse después de refunfuñar su queja, pero Orba lo llamó.

— General— dijo.

— ¿Qué?

Oubary se dio la vuelta, adquiriendo un aire de importancia, pero Orba miró hacia abajo y no dijo nada. Él no podía decir nada. Ni siquiera había imaginado que lo desafiaría.

— Te pregunté algo.

Si lo hago ahora…

Él estaba casi solo. Al mirar a los hombres a su izquierda y derecha, no causaban gran impresión.

Si lo hago ahora… entonces tal vez…

— ¡Bastardo engreído!— Dijo Oubary, irritado, mientras daba un paso adelante.

— No. Es solo que todavía quedan algunos enemigos. Por favor tenga cuidado.

— Hmph.

Oubary le lanzó una mueca de desprecio. Luego, escupió en el suelo y le dio la espalda.

— No te dejes llevar, esclavo. Un perro que no escucha a su amo no tiene a dónde ir.

Una vez más, alzando los hombros, se dirigió en dirección a la fortaleza. Durante un largo tiempo, Orba miró su espalda hasta que desapareció dentro de la fortaleza. Luego se aseguró de que se dirigirse en su dirección original.

No ahora.

Agarró su espada con fuerza y la soltó de nuevo. Por el momento, él era solo el gladiador Orba y solo podía atacar al amparo de la oscuridad. Incluso si terminara con éxito la vida de Oubary en este momento, no tendría ningún lugar al que regresar.

Cuando se quitara la máscara y se convirtiera en el ―Príncipe Gil‖, lo más probable es que tuviera mejores alternativas que como Orba, el gladiador.

El siguiente en llamarlo fue Fedom. Prestando atención a los soldados en los alrededores, se acercó con una sonrisa como para felicitarlo por su victoria.

— ¿Espero que estés satisfecho?— Susurró venenosamente.

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— ¿Qué quieres decir?

— Jugar como un soldado real, en una nave real, en una guerra real- ¿estás satisfecho? Entonces es suficiente. No te permitiré hacer más.

Suficiente, no más, ¿cuántas veces le había dicho Fedom esas palabras? Al pensarlo, Orba sonrió de repente.

— ¿Qué es tan gracioso? Escucha, todavía no has terminado con tus deberes. El príncipe seguirá en peligro hasta que la boda con la princesa esté completa. No puedo permitir que vayas solo a la capital. Voy a hacer que te vigilen con soldados armados todos los días.

Aunque sonreía por fuera, susurró sus amenazas llenas de veneno. Orba pensó que el tipo era bastante talentoso para poder hacer eso.

— Ahí hay muchas más personas que conocen al príncipe que las que hay en Birac. Tienes que ser más cuidadoso. Si eres expuesto, te cortarán la cabeza inmediatamente.

¿Oh?

Había algo mal con esas palabras.

Ya veo… es lo que pensaba…

Había tenido sus dudas hasta ahora. Sin embargo, ahora estaba convencido.

No había nadie más que supiera que Orba estaba actuando como el doble del príncipe. Al menos no entre las personas que gobiernan el estado. No sabía el motivo, pero lo más probable era para que Fedom pudiera mover los hilos de Mephius. Aparte de eso, había otras cosas en las que Orba podía pensar.

Sin embargo, no mostró su repentina comprensión en su rostro. Solo asintió con la cabeza.

Orba regresó a la nave insignia después de eso, se dirigió a su habitación para cambiar armadura con el ―doble del príncipe‖ Kain, y subió a la cubierta como el príncipe. Había muchas personas reunidas que gritaban el nombre del príncipe, levantaban voces jubilosas y agitaban las manos con alegría.

Allí, se mezcló con Gowen y Shique. Todos estaban contentos de ver a los otros seguros, y caminó en la dirección de los otros gladiadores.

— Ryucown incluso intentó tomar la mano de la princesa— dijo Shique por el camino—. Pero, ¿no era Ryucown quien había planeado el asesinato en el Valle Seirin?

— Había anunciado que él fue quien atacó a Mephius— dijo Gowen—. Pero no es descabellado pensar que los delegados de otros países trataron de asesinar a la princesa. Aun así, es un gran misterio.

— No.

Cuando Orba habló, ambos miraron al ―príncipe‖. Tal vez se estaba acostumbrando, o tal vez algo de talento comenzaba a brotar en su interior, pero cada vez que los soldados lo aclamaban cuando miraban hacia él, sentía una sensación de orgullo dentro de él que nunca antes había sentido.

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— También lo he pensado mucho. Pero, ¿quién se hubiera beneficiado más si el príncipe Gil y la princesa Vileena murieran en ese momento?

— Bien, ¿quién?

— Eso es…

La luna blanca brillaba en la oscuridad de la noche.

Orba tocó la espada en su cintura, que era diferente de la que solía llevar. Era la espada corta que había recuperado de Ryucown. La hoja brillaba como si todavía fuera nueva y había sido grabada con el nombre de Orba.

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