Maou no Ore ga Dorei Elf wo Yome ni Shitanda ga
Volumen 13
Capitulo 2: La Toma Inicial De Una Batalla Tiene Que Ser Llamativa
Parte 1
Se había establecido un puesto de mando para el ejército de Nephilims en la gran pradera ubicada varias docenas de kilómetros al oeste de Kianoides. El ejército estaba compuesto por héroes de épocas pasadas, pero a juzgar por sus patrullas nocturnas, aún necesitaban descansar como cualquier otro.
El teniente comandante Senju sirvió una taza de café en la tienda principal. A pesar de su título, todavía era un hombre joven de treinta y tantos años, aunque obviamente, el concepto de edad realmente no tenía sentido para todo este grupo. Había muerto a la edad de treinta y cinco años, de todos modos.
“Aquí tiene, Capitán Gariel… Ups, supongo que debería referirme a usted como Comandante Gariel ahora”.
Se suponía que el comandante que miraba un mapa con el ceño fruncido tenía la misma edad que Senju, pero parecía bastante mayor. Esto probablemente se debió a que había muerto en una fecha muy posterior.
“Solo refiérete a mí como Gariel, como antes. Si me llamas Comandante Gariel después de todo este tiempo, me sentiré inquieto como si tuviera un cuchillo en la espalda en todo momento”, respondió el comandante en un tono desconcertado mientras Senju le tendía la taza de café con una sonrisa irónica. su cara. “Pensar que me quedaría atascado teniendo que hacer equipo contigo nuevamente después de fallecer”.
“También me sorprende… Ganaste la batalla después de usarme como un peón de sacrificio, ¿verdad?”
“Lo hice… Esa pelea, al menos”.
“¿Qué significa eso?” Senju preguntó, entrecerrando la mirada bruscamente.
“Azazel es un dios… Derrotarlo una o dos veces no fue suficiente para destruirlo de verdad”, respondió el comandante, tomando un sorbo de su café y haciendo una mueca. “Durante la segunda batalla, perdimos dos Reyes de ojos plateados. En el tercero, no teníamos Rey de los Ojos Plateados. Yo, Bato y todos los demás morimos”.
“Pero el mundo sigue intacto”.
“Sí… Marchosias y Alshiera probablemente descubrieron algo. Apuesto a que también pagaron algún tipo de precio insondable.”
El Marchosias que Senju conocía eran el tipo de hombre que trataba la vida humana como un gasto para cumplir su objetivo con poco cuidado. Estaba mucho más desesperado por salvar el mundo que cualquier otro. Por eso todos lo habían seguido, incluso si era inhumano. Seguramente habría tirado su propia vida sin ninguna queja para asegurar el futuro. Después de todo, ese dios aterrador ya no existía en este mundo. Por eso Senju y el comandante agonizaron por estos hechos.
“Ahora bien, ¿contra qué deberíamos estar luchando exactamente ahora que los dioses se han ido?” murmuró el comandante.
Senju había sido revivido por uno de los Archidemonios de esta generación, Shere Khan. Luego, se le ordenó destruir la ciudad de Kianoides.
“Según los exploradores, Kianoides es una ciudad normal y animada”, informó Senju. “No hay más de ciento cincuenta caballeros estacionados allí. Las personas llamadas hechiceros van y vienen todo el tiempo, pero la mayoría de la población son civiles ignorantes e inocentes”.
El comandante dejó escapar un largo suspiro y respondió: “Pensar que nosotros, que jugamos nuestras vidas protegiendo el mundo, tendríamos que matar a civiles inocentes”.
Los reunidos aquí eran héroes que habían luchado y muerto por la misma causa. Ni uno solo obedecería felizmente una orden tan absurda.
“¿Así que? ¿Qué planeas hacer?” Senju preguntó.
No hubo causa justa ni rectitud en esta lucha. No entendían lo que estaba pensando Shere Khan, pero no parecía que esta batalla estuviera destinada a proteger algo. Tal vez un enemigo inhumano se escondió en esta ciudad, pero eso aún no era motivo para masacrar a los ciudadanos.
“Por ahora, no tenemos más remedio que obedecer”, afirmó el comandante. “Viste lo que les pasó a esos tipos que lo desafiaron, ¿verdad? Como tal, fingiremos seguir órdenes y esperar la oportunidad adecuada”.
“Bueno, supongo que no hay otra manera”.
Sin embargo, hacer eso significaba que no podían evitar matar a civiles impecables.
“Haaah… Si iba a terminar así, preferiría no haber sido ascendido”, dijo el comandante con una sonrisa amarga. “Hagamos nuestro mejor esfuerzo para mantener las muertes al mínimo. Tanto para nuestros enemigos como para nuestros aliados, obviamente”.
“Recuerdas que me ordenaste morir en la batalla, ¿verdad?”
“Esta vez no te dejaré morir. Esta vez… volverás con vida.”
A pesar de su cinismo, Senju no estaba del todo insatisfecho con la situación. Gariel cuidó mucho mejor a sus subordinados que Bato, al menos. Bato era un estratega talentoso, pero su patrón de pensamiento reflejaba fielmente el de Marchosias, por lo que aunque sus estrategias casi siempre funcionaban, a menudo implicaban muchos sacrificios. Senju no tenía intención de morir como un perro aquí. Mantener con vida tanto a los enemigos como a los aliados sería una tarea bastante ardua, pero valía la pena hacerlo.
“Si no estamos matando a nuestros enemigos, entonces Sir Kongo no tomará el frente”, dijo Senju. “Su Hex Blade puede incluso cruzar dimensiones para cortar a sus enemigos, por lo que es incapaz de hacer el equivalente a golpear con la parte posterior de una espada”.
“¿El Rey de la Espada? Es por eso que lo tengo vigilando nuestro cuartel general. Él mismo entiende esto, así que no se quejó”.
Kongo era un maestro espadachín de su generación a quien se le había otorgado el título de Rey de la Espada.
No había sido elegido por las Espadas Seráficas, pero se decía que superaba incluso al Rey de los Ojos Plateados en habilidad. Cualquiera que viera su armadura dorada, adornada con el heroico emblema de un águila, creía en su inevitable victoria.
Esa misma armadura aún permanecía en perfectas condiciones, haciendo que Senju sintiera un poco de lástima por sus enemigos. Todo este ejército estaba hecho de héroes resucitados. Eran las élites que lucharon hasta el amargo final incluso después de que les dijeron que se enfrentaban a un dios.
“Gariel… ¿Te parece demasiado silencioso?” Senju preguntó, sintiendo una repentina sensación de inquietud.
“¿Hm…? Ahora que lo mencionas, lo es.”
Era medianoche, pero todavía había soldados patrullando. Por lo tanto, era demasiado antinatural no escuchar voces en absoluto, y mucho menos la falta del más mínimo ruido de pasos blindados.
¿Atacantes…? Senju pensó. Tenían un campamento militar establecido, por lo que uno o dos ataques enemigos no fueron inesperados. Se volvió hacia la salida de la tienda.
“Gariel, iré a echar un vistazo. ¿Te aseguras de mantener…?”
Incluso después de llamar al comandante, no hubo respuesta. Senju se dio la vuelta y se quedó completamente sin palabras. El comandante con el que acababa de hablar ya no tenía cabeza. Un segundo después, una fuente de sangre brotó del cuerpo decapitado.
“¡¿Gariel?!”
Justo cuando intentaba correr hacia el comandante caído, Senju sintió un escalofrío terrible y saltó hacia atrás. Inmediatamente después de eso, un brazo salió del espacio que acababa de ocupar.
¡¿Qué demonios es eso?! ¿Es lo que mató a Gariel?
Sin embargo, el brazo parecía demasiado débil para cortar una cabeza humana. Juzgando que el ataque sorpresa había fallado, un cuerpo lo siguió al aire libre.
“Tch… Qué dolor en el trasero. No esquives, maldita sea.”
Era un hombre de aspecto melancólico que tenía el cabello revuelto y una tez enfermiza. Grandes bolsas colgaban debajo de sus ojos, mientras que muchos amuletos colgaban de su cuello, resonando mientras se movía.
¡¿Es esto un hechicero?! Senju pensó mientras mantenía su espada lista, retrocedía y saltaba fuera de la tienda.
“¡Ataque enemigo!” Gritó para llamar la atención, pero de repente resbaló. No había estado lloviendo, pero el suelo estaba mojado. Antes de que Senju pudiera cuestionar por qué, un olor horrible asaltó su nariz, provocando ganas de vomitar.
Este era un olor al que se había acostumbrado durante su vida: el olor a sangre. Entonces vio lo que había a su alrededor. Dondequiera que mirara, los soldados estaban inmóviles en el suelo. No había necesidad de comprobar si estaban vivos.
Habían sido aniquilados. Senju podía decir que él era el único que aún respiraba aquí. Además, había una vista increíble mezclada entre los cuerpos: una armadura dorada grabada con la cresta de un águila. Era el símbolo del espadachín más fuerte. A esa armadura, manchada de sangre, también le faltaba una cabeza.
“Imposible. ¿Incluso Sir Kongo…?”
“Lo siento por eso. No quise que fuera una masacre como esta, pero así es como resultaron las cosas”, dijo el hechicero mientras salía de la tienda. Senju tembló de miedo. Incluso el hombre que sin duda había sido el más fuerte de su generación, al que se le otorgó el Hex Blade, no tenía forma de lidiar con este hechicero. Senju se puso pálido cuando el hombre sombrío lo miró con lástima.
“No hay necesidad de enojarse. De hecho, simpatizo con ustedes, idiotas. Al menos me aseguraré de que no sientas nada cuando te mate.”
El sudor resbaló por el agarre de Senju en su espada. Incluso el Rey de la Espada había sido derrotado por este hechicero sin siquiera poder alzar la voz. No solo eso, sino que todos los soldados presentes habían sido asesinados sin que nadie se diera cuenta. Senju no creía que ni siquiera los serafines de la edad del primer Rey de los Ojos Plateados fueran capaces de tal hazaña.
Aaah, es el mismo sentimiento que en ese entonces…
Cuando Senju murió por primera vez, se sentía como si un cuchillo estuviera constantemente en su garganta… y ahora podía sentir la muerte justo delante de él, como en ese entonces. Senju tomó un pequeño respiro. Si él fuera del tipo que se sienta y se deja matar, no habría considerado desafiar a un dios en una batalla hace mil años. No importa lo desesperada que parezcan las cosas, estos héroes fueron los que siempre lucharon hasta el amargo final.
“No me menosprecies”, dijo Senju. “Incluso si no soy rival para ti, al menos puedo arrastrarte al infierno conmigo”.
“No estoy menospreciando a ninguno de ustedes. Ustedes realmente son héroes”, respondió el hombre. A pesar de su tremendo poder, el hechicero no mostró orgullo ni descuido. “Es por eso que no puedo dejar que luchen contra la llorona. No les guardo rencor, imbéciles, y creo que son bastante increíbles, pero tendrán que morir aquí.”
Nada de lo que dijo tenía sentido, pero Senju aún podía entender. Este hombre tenía algo que tenía que proteger. Era el mismo que ellos habían sido hace mil años. Eso fue lo que lo hizo fuerte. Por eso no podía permitirse el lujo de perder.
“Te enfrentas al Capitán del Ejército Plateado Senju Kanno. ¡Prepárate!”
“Purgatorio Barbatos. Seré el próximo Archidemonio.”
El hechicero barrió con el brazo el aire vacío. Eso fue lo último que vio Senju. En el siguiente instante, toda su visión se volvió roja.
¿Qué sucedió?
No podía respirar. No podía ver. No podía escuchar. Sin embargo, sorprendentemente, no sintió dolor. Y mientras su conciencia se desvanecía, recordó la visión del Gariel sin cabeza.
Ahora que lo pienso, ¿a dónde fue su cabeza…?
Hasta el final, Senju no se dio cuenta de que su cabeza había sido enviada justo al lado de la de Gariel.
***
“———”
Justo cuando Barbatos asesinó a los oficiales, una canción resonó en el campamento militar de Shere Khan. No había palabras. Era una melodía hecha enteramente de sonido. La melodía hermosa, aunque melancólica, tenía un encanto ominoso que hizo que todos la escucharan involuntariamente. Uno de los patrulleros incluso instintivamente dejó escapar un suspiro.
“¿Eso es… cantar? Que hermosa voz.”
“Estamos bastante lejos de la ciudad. ¿De dónde viene?”
“Una batalla está a punto de comenzar. Es probable que alguien esté inmerso en el sentimentalismo de esto”.
Los soldados de Shere Khan realmente eran diez mil. Entre un tercio y la mitad de ellos eran mujeres, por lo que no habría sido extraño que uno o dos de ellos comenzaran a cantar.
“Tienes razón. Suena como un réquiem. Es hermoso, pero algo deprimente también”.
Se sentía como si algo estuviera apretando sus corazones cuando escucharon la triste canción. Tal vez fue un deseo de arrepentirse del hecho de que tuvieron que matar a inocentes. Despertados por la canción, varios soldados salieron de sus tiendas.
“Parece que todos ustedes también tienen curiosidad por el canto”, les dijo el patrullero.
“Sí… Qué hermosa canción…”
El patrullero frunció el ceño. Todos los soldados que salían de las tiendas tenían los ojos desenfocados… y no parecía que eso fuera simplemente porque acababan de despertarse.
“O-Oye, ¿estás bien?” preguntó.
“Ella me está llamando”.
“¡¿Qué estas—?!”
El patrullero se acercó para sacudir los hombros de otro hombre, pero luego se vio obligado a retroceder. El otro hombre había desenvainado repentinamente su espada.
“¡Ella me está llamando!” gritó el hombre delirante, balanceando su espada en un frenesí. “¡Tengo que ir!”
“¡Gah! ¡¿Qué está sucediendo?! Lo que sea. ¡Sujétalo!”
Los soldados restantes se despertaron al escuchar la voz del patrullero. Salieron corriendo de sus tiendas aturdidos para inmovilizar al hombre frenético.
“¡Déjame ir! ¡Déjame iiiiir!”
La fuerza del soldado alborotado era anormal. Apartó a todos los demás que habían tratado de sujetarlo con sorprendente facilidad.
“¡¿Que está pasando aquí?!” gritó un soldado.
“¡No sé! ¡Pero no lo mates!” ordenó el patrullero.
Entre los encantamientos que los serafines usaban en el pasado, había un caso malicioso que podía propagar la muerte cuando la víctima moría. Después de todo, sus juguetes reaccionaron de manera divertida cuando esto sucedió. Además, si lo mataran, no podrían interrogarlo. Tenían que mantenerlo con vida y averiguar qué estaba pasando. Tal había sido la orden, pero…
“¡¿Hrk?!”
Una espada se hundió en la garganta del soldado furioso. El que lo había hecho había sido el otro soldado de patrulla.
“¡¿Qué demonios?! ¡¿Por qué lo mataste?!”
Cuando el patrullero trató de agarrar el hombro del asesino, finalmente notó la anormalidad.
¿Quién es…?
El soldado que había estado patrullando con él de repente se había convertido en alguien desconocido.
“Oh, vamos”, dijo el hombre desconocido con una sonrisa. “¿Qué clase de pregunta es esa? Es matar o morir, ¿verdad?”
“¡U-Un intruso!” el patrullero llegó instantáneamente a esa conclusión y gritó. Los demás reaccionaron de inmediato. Sin embargo, el intruso no trató de huir ni de pelear. En cambio, se zambulló imprudentemente en medio de todos los soldados. La acción inesperada hizo que varios de los soldados cayesen al suelo. Después de eso, todos se congelaron en su lugar.
“Oye, ¿quién hizo eso…?”
El intruso no estaba a la vista.
¿Él se fue…? ¡No! ¡Está fingiendo ser otra persona!
Cuatro de los soldados que habían caído al suelo retrocedieron, pero nadie tuvo tiempo de buscar al culpable.
“¡Tengo que correr a su lado!”
El soldado muerto no había sido el único en volverse loco. Por el contrario, mientras el patrullero miraba a su alrededor, escuchó gritos similares provenientes de todas partes. Parecía que este ataque estaba teniendo lugar en todo el campamento. La locura repentina entre los soldados ya estaba causando muchas bajas, e incluso había un intruso entre ellos maniobrando en las sombras.
“¡Esto es obra del intruso! ¡Encontrarlo!” gritó el patrullero.
“¡¿Quién es?!”
“¡No sé! ¡Está fingiendo ser uno de nosotros!”
Se escucharon varios gritos, pero eso solo extendió aún más el caos. Se dio a conocer el conocimiento de un intruso, lo que llevó a los soldados cuerdos a creer que esta locura era obra suya. Sin embargo, el intruso pretendía ser uno de ellos.
“¡¿Cómo se supone que vamos a encontrar a alguien así?!”
A pesar de la rabia del patrullero, el intruso seguía apareciendo aquí y allá, derribando a sus compañeros y desapareciendo cada vez.
¿Qué demonios es esto…? ¿Me está provocando?
El intruso estaba cortando gente, pero la mayoría de las víctimas quedaron respirando. Muchos de ellos solo habían sufrido rasguños menores por alguna razón.
Quizás el tiempo que podía pasar imitando a otro estaba limitado de alguna manera, pero aun así no había necesidad de que tratara de sobresalir. Con el caos en curso, habría sido más fácil escabullirse una vez que nadie supiera quién era.
“¡Mierda! ¡Es una distracción! ¡No se deje engañar! ¡Es un señuelo!”
Cuantos más gritos había, más se extendía el caos. Matar gente propagaría el miedo, pero también mantendría a la gente en guardia y reduciría al mínimo el caos. En otras palabras, el intruso estaba tratando de ocultar algo más atrayendo la atención sobre sí mismo. En ese caso, ¿qué estaba escondiendo? El patrullero acudió a la respuesta de inmediato.
¡La canción!
El réquiem aún resonaba en el campamento. Pensándolo bien, todo había comenzado con esa melodía. Sin embargo, nadie a su alrededor estaba lo suficientemente tranquilo como para prestar atención a sus órdenes.
¡Tendré que hacerlo yo mismo!
Todos los Nephilims resucitados por Shere Khan eran héroes del pasado. El patrullero también poseía la fuerza y el ingenio necesarios para rivalizar con tal título.
Así, se lanzó solo hacia la fuente del canto, seguro de su victoria. Después de correr un rato, llegó a un lago en medio de todas las tiendas. El campamento se había establecido aquí para hacer uso del lago como fuente de agua, por lo que era natural.
Había una chica en la orilla del lago. Aparentaba tener alrededor de diecisiete o dieciocho años, aún no lo suficientemente mayor para llamar a una mujer. Su hermoso cabello azul largo hasta la cintura se balanceaba mientras permanecía sentada en una roca e inocentemente continuaba con su canción. Podía decir lo que era basándose en las características aletas que tenía para las orejas.
¿Una sirena…?
Iluminada bajo la media luna, su figura parecía anormal. Primero, no tenía brazos. Bueno, lo hizo, pero las mangas largas de su abrigo ataron sus brazos por completo con cinturones y cadenas. Los cinturones tenían crestas ominosas talladas a lo largo de su longitud, mientras que un enorme mechón colgaba sobre su pecho como si los mantuviera a todos juntos. Honestamente, parecía una especie de camisa de fuerza.
“¿Una mujer…? ¡¿Tú eres la responsable de este caos?!”
Cuando gritó, la chica finalmente se dio cuenta de que estaba allí y abrió los ojos. Las pupilas azules del mismo color que su cabello lo miraron. Mientras el patrullero preparaba su espada, ella continuó con su canción.
“¡No quiero cortar a una chica, pero no tengo otra opción! ¡Prepara—!”
El soldado blandió su espada, pero de repente ya no pudo sentir la empuñadura en su mano.
“Lo siento. La tomé prestada. Tocar está prohibido.”
La espada que debería haber estado en su mano sobresalía de alguna manera del propio pecho del patrullero.
“Gah… Hak…”
Y sin siquiera entender lo que había sucedido, pereció.
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