Jinrou E No Tensei Maou no Fukukan (NL)

Volumen 12: El Amanecer de una Nueva Era

Capitulo 12: Dragonantes

Parte 12

—La Ciudad de la Bolabatalla—

Los esclavos que escaparon del Imperio de Rolmund hace siglos fueron los que construyeron las ciudades del norte de Meraldia.

Los aventureros que navegaron hacia el norte desde Kuwol fueron los que construyeron las ciudades del sur de Meraldia. En el centro de la Mancomunidad de Meraldia había una gran llanura que separaba el norte del sur. Antes, se le conocía como los Páramos Fétidos.

Pero ese nombre no se había utilizado desde hacía más de una década. Ahora, la decimoctava ciudad de Meraldia estaba justo en medio de esa llanura. El nombre de la ciudad era Doneiks, también conocida como la Ciudad de la Bolabatalla.

Numerosos carruajes punteaban la amplia carretera que se dirigía hacia Doneiks.

“¡Ah, puedo verla!” gritó Friede, con los ojos brillando en el carruaje que traqueteaba. Sus amigos Shirin y Yuhette también miraron por las ventanas.

“No lo puedo creer… realmente no hay muros”, susurró Shirin con asombro.

“El virrey, lord Woroy, decidió no construir muros para facilitar la expansión de la ciudad”, dijo Yuhette, asintiendo. “Es por eso que todavía está creciendo incluso ahora.”

“¿Pero no da miedo vivir en una ciudad sin muros?” preguntó Shirin.

Mao, que también viajaba con el grupo, explicó, “Lord Woroy es un noble exiliado de Rolmund. Tampoco es un noble cualquiera, es un ex príncipe. Todo el mundo sabe que tienen que estar en guardia a su alrededor, con muros o sin ellos.”

“Y-Ya veo”, dijo Shirin vacilante y Mao asintió.

Friede pasó unos minutos reflexionando sobre las palabras de Mao y luego miró por la ventana.

“Oh, oigan. Alguien está parado allí saludándonos.”

Mao miró por la ventana y asintió. “Ah, ese es nuestro guía de hoy. Ha trabajado para lord Woroy durante mucho tiempo.”

El anciano con una cicatriz en la mejilla se presentó como Zeom, uno de los sirvientes de Woroy. “Todos los del grupo de Woroy son feos, como yo. Lamento que ustedes, niños, tengan que aguantar a este viejo como guía, pero tendrán que soportarlo.”

Si bien era cierto que los rasgos faciales de Zeom lo hacían parecer intimidante, su alegre sonrisa le quitó el filo a su apariencia. Siguió el ritmo del carruaje en su propio caballo y charló con Friede y los demás mientras se dirigían a la ciudad.

“La mayoría de los otros chicos y yo que trabajamos para Woroy somos ex bandidos y mercenarios. Quién sabe qué nos habría pasado si él no nos hubiera acogido.”

No había puertas, por lo que el grupo pudo entrar directamente a la ciudad.

“Esta es la Calle Cuarta Infantería”, dijo alegremente Zeom.

“Es un nombre extraño para una calle”, comentó Friede con una mirada perpleja.

“No seas grosera, Friede”, reprendió Shirin.

Pero la sonrisa de Zeom no vaciló en lo más mínimo y respondió, “No te preocupes, yo creo que también es extraño. Pero Woroy quería poner a sus calles el nombre de sus criados y muchos de ellos procedían del cuarto escuadrón de infantería.” Zeom se rascó la cicatriz de su mejilla. “De hecho, yo era parte de la cuarta infantería cuando se nombró esta calle. Ahora soy el comandante de la infantería de la ciudad.” Señaló los callejones que se bifurcaban a ambos lados. “Esta es la Calle Harnoff, esa es la Calle Sabie y esa otra la Calle Bonoo.”

“Esos son nombres de personas, ¿verdad?” murmuró Yuhette, entendiendo el tema recurrente.

Zeom sonrió y su rostro curtido se arrugó.

“Así es. Todas las calles y puentes de esta ciudad llevan el nombre de los criados de Woroy. Son los nombres de nuestros compañeros que murieron en accidentes de construcción, por enfermedades o en guerras. Es un honor increíble el que nos ha otorgado.” Zeom miró a lo lejos. “Si hubiera muerto en ese entonces, una de estas calles llevaría mi nombre. Saben, muchos de nosotros casi nos sentimos mal por haber perdido la oportunidad de morir en el momento adecuado.”

Friede y los demás intercambiaron miradas sin decir nada. Era difícil decir algo con la atmósfera que había. Lo primero que escucharon al entrar en la ciudad fue una parte trágica de su historia. Pero luego Zeom señaló la plaza y dijo, “Miren. Esa es la Plaza del Hombre Lobo Negro.”

“Hombre Lobo Negro… Espera, ¡¿se llama así por mi papá?!”

Zeom le dio a Friede una sonrisa y respondió, “¡Pero por supuesto! ¡Es la única plaza con el honor de llevar el nombre de Veight, el Rey Negro de los Hombres Lobo!”

“Pero mi papá aún no está muerto…”

Friede le dio a Zeom una mirada confusa y su sonrisa se hizo más amplia. “¡Claro que no lo está! Pero ya sabes, antes de que esta ciudad estuviera a medio construir, Veight nos protegió a todos, así que la nombramos en su honor.”

“¿Mi papá lo hizo?”

Shirin y Yuhette dijeron al mismo tiempo, “Debe haber sido el incidente de Draulight.”

“Sí, lo más seguro.”

Después de unos segundos de silencio, Friede también obtuvo la respuesta.

“Oh. ¡El incidente de Draulight!”

“Sí, ya dijimos eso”, dijo Shirin con un suspiro.

Parecía que a esto era donde Zeom quería llegar todo el tiempo y dijo emocionado, “Cuando llegó ese ejército de esqueletos, pensé que moriría con seguridad. Ya habían matado a un grupo de mis camaradas y nos estaban arrinconando. Pero luego lord Veight bajó de la luna.”

Friede volvió a intercambiar miradas con sus amigos, pero Zeom estaba demasiado acalorado para darse cuenta.

“Se transformó al caer y aulló tan fuerte que la mayoría de los esqueletos volaron en pedazos. Luego recogimos nuestras espadas y acabamos con el resto.” Zeom flexionó sus brazos arrugados. “¡Woroy y Barnack el Santo de la Espada lucharon como hombres poseídos en ese entonces! ¡Nunca había visto un manejo de la espada tan magistral! Hombre, fue aterrador participar en esa pelea, pero también fue impresionante.”

Cuando el carruaje se acercó a la plaza, el cochero tuvo que abrirse paso con cuidado entre los puestos y los peatones.

“Los materiales con los que se construyó esta plaza son la misma madera y ladrillos que utilizamos como barricadas cuando atacaron los esqueletos.”

Mao, que había permanecido callado hasta ahora, murmuró, “Durante el incidente, Kite también estuvo aquí. Pasó por una experiencia traumática y desde entonces ha tenido miedo de volver a Doneiks.” Se rió malvadamente para sí mismo mientras decía eso.

Friede y los demás intercambiaron miradas por tercera vez y volvieron a guardar silencio. Friede tenía claro que a los adultos les encantaba contar historias del pasado. Intervenir solo les molestaría, por lo que decidió dejar que ellos hablaran por completo. Los otros dos niños parecieron estar de acuerdo y asintieron entre sí, dejando que Mao y Zeom recordaran el pasado.

“Me alcanzó la flecha de un esqueleto durante el asedio y todavía se puede ver la cicatriz aquí… Oh, esperen, me equivoqué. ¿Creo que esta es la cicatriz correcta?”

“La situación en Ryunheit también fue dura durante ese incidente. Veight colapsó la mitad del sistema de alcantarillado y fui yo quien terminó pagando por su reparación.”

El carruaje se dirigió lentamente hacia el estadio mientras los adultos se ponían nostálgicos.

El estadio de Doneiks era un enorme edificio rodeado de altos muros.

“Aquí estamos. Woroy y algunos otros virreyes los esperan dentro. Necesito ir a patrullar, así que me despido aquí.”

“Muchas gracias por guiarnos”, dijeron los tres niños al unísono y Zeom inclinó la cabeza, sonrojándose.

“Lo siento si los aburrí con todas mis historias. Jajaja.”

Zeom agitó jovialmente su mano y luego se alejó al galope. Cuando él se fue, el grupo se bajó del carruaje y se dirigió al estadio.

Shirin acarició las paredes mientras pasaba por las puertas y murmuró, “Esto es aparentemente un estadio, pero claramente también es una fortaleza y un refugio de evacuación todo en uno. Si algo como el incidente de Draulight volviera a ocurrir, los ciudadanos podrán refugiarse aquí.”

“En ese caso, ¿por qué no simplemente construyen un castillo apropiado en su lugar?” preguntó Friede.

“Oh, los adultos tienen sus razones”, dijo Yuhette con una pequeña risa.

“¿Es así?”

Friede había escuchado ese razonamiento más de un par de veces y había hecho las paces con el hecho de que incluso si no lo entendía ahora, eventualmente lo haría.

Atravesaron el pasillo que usaban los jugadores y salieron al campo de juego, donde una vista realmente extraña los recibió. Un grupo de kentauros semidesnudos galopaba por el campo, levantando polvo a su paso. Si bien los kentauros eran más pequeños que los caballos de guerra, eran igual de poderosos, si no más.

“¡Sigue corriendo, Fir! ¡No pares!” Había una hermosa joven animando a uno de los kentauros desde las gradas. “¡Pásala! ¡No, por ahí no! ¡Ah, olvídalo, solo ábrete paso!”

Para su sorpresa, Friede reconoció a la mujer. “Un momento, ¿no es esa Shatina, la virreina de Zaria?”

“Por Zaria, ¿te refieres a la Ciudad Laberíntica?”

“Sí. Viene mucho a nuestra casa.”

Siempre que Shatina iba a visitar la mansión Aindorf, llamaba a Veight “Maestro” y se preocupaba por sus modales. Friede nunca la había visto tan acalorada. La kentauro a la que animaba estaba en el centro de la acción. Ella era la única chica, rodeada por un grupo de hombres corpulentos. Pero también era la más rápida de todos y se abría paso fácilmente entre ellos. Friede también la había visto antes.

“Oh, es Fir”, dijo Friede.

“Por Fir, ¿te refieres a la virreina de Thuvan, lord Firnir?”

“Sí. Ella es tan rápida como siempre.”

Firnir, por otro lado, actuaba de la misma manera en la mansión Aindorf que aquí.

“¡Shatina, no puedo seguir el ritmo de tus complicados consejos! Solo tengo que dejar atrás a todos, ¿verdad?”

“¡Idiota! ¡Este deporte no es tan fácil como para ganar sin usar una estrategia!” Shatina era alabada como una de las virreinas más inteligentes de Meraldia, pero en este momento estaba actuando como una niña. “¡¿Cuántos años vas a pasar cometiendo los mismos errores?! ¡Mira, te están rodeando! ¡Date prisa y pásala!”

“¡Pero eso es un dolor!”

“¡Cállate y hazlo! ¡No olvides que soy la patrocinadora de tu equipo!”

“¡Sí, pero todos los jugadores son de Thuvan!”

“¡Sigue quejándote y nunca volveré a prepararte mi sopa de garbanzos!”

“¡Noooooo!”

Atónito, Shirin murmuró, “No puedo creer que esta sea una conversación real entre dos virreinas. Además, sé que Firnir no parece mucho mayor que nosotros, pero es una de las más veteranas del ejército demoníaco, ¿no es así? ¿Por qué está…?”

“Sé que parece tonta, pero realmente es una de las generales más fuertes del ejército demoníaco. Papá lo dijo.” Friede sonrió y agregó, “Las ciudades de Shatina y Fir están una al lado de la otra, por lo que son buenas amigas. Escuché que también solían ir de aventuras en las ruinas subterráneas debajo de Zaria.”

“¿E-Es así como se comportan dos buenas amigas? ¿O es así como son las relaciones entre humanos y kentauros?”

“Ni idea…”

Shatina agitó un puño en el aire y gritó, “¡Trae tu trasero aquí, Fir!”

“Ni hablar, no quiero que me regañes. ¡Ah, ¿me robaron la pelota?!”

“¡¿Ves, qué te dije?! Prepara la línea defensiva para…”

“¡No te preocupes, la recuperaré de inmediato! ¡Aquí vooooooooy! ¡Uryaaaaaah!”

“¡Escucha a tu entrenadora, maldita sea!”

Firnir sonrió y alcanzó fácilmente a su oponente. Friede y los demás observaban, cubiertos por el polvo levantado por los kentauros.

Unos segundos más tarde, una voz retumbante los llamó desde atrás, “¿Eres la hija de Veight? No te he visto en años. ¡Has crecido mucho!”

Friede se dio la vuelta apresuradamente y vio a un hombre musculoso de mediana edad acercándose a ellos. Parecía un jugador de bolabatalla veterano, pero estaba vestido con un atuendo formal de virrey. Mao les dio a los niños una breve introducción.

“Este es Su Alteza, lord Woroy.”

“Vamos, Mao, dame un respiro. Ya no soy un príncipe.”

Normalmente, Woroy tenía una figura imponente, pero cuando sonreía parecía un niño inocente. Era difícil tenerle miedo cuando estaba sonriendo.

Woroy se detuvo frente a los tres niños y se presentó debidamente.

“Bienvenidos a Doneiks, amigos. Soy el virrey de Doneiks, Woroy Bolshevik Doneiks Rolmund.”

Se presentó formalmente ante ellos, mostrándoles el mismo respeto que a un adulto. Friede y los demás, llenos de alegría, enderezaron la espalda y le hicieron una reverencia.

“¡Soy Friede Aindorf! ¡Muchas gracias por invitarnos a Doneiks! ¡Ha pasado mucho tiempo desde su última visita a Ryunheit!”

Ella había estado practicando sus presentaciones desde el día en que se fueron, así que se las arregló para decir todo sin tropezar con sus palabras. Ella exhaló un suspiro de alivio y Woroy soltó una risa estruendosa.

“¡Veo que tu padre es bastante estricto contigo! Pero claramente también se preocupa mucho por ti.”

“¿É-Él… lo hace?”

“Mucho. Me doy cuenta solo con ver cómo has crecido”, dijo Woroy, todavía sonriendo. Shirin y Yuhette se presentaron seguidamente y Woroy también tuvo palabras para ellos.

“El hijo de Baltze y la nieta de Yuhit, ¿eh? Hombre, es un poco estresante conocer a tantos de los futuros líderes de Meraldia a la vez.”

A pesar de sus palabras, no parecía nervioso en lo más mínimo. Al contrario, parecía emocionado. Friede había escuchado de Veight que Woroy era extremadamente fuerte, pero también sabía cómo manejar las cosas con delicadeza cuando el momento lo requería. Veight también le dijo que aprendiera de cómo Woroy hacía las cosas. Pero a los ojos de Friede, Woroy se veía muy diferente de lo que Veight había descrito.

Mao comenzó a tener una pequeña charla con Woroy, lo que les dio a los niños tiempo para tener una rápida conversación en susurros entre ellos.

“Este es, ese Woroy del que estamos hablando, ¿verdad? Ya saben, el Tigre Blanco, el Príncipe de Hielo, ese tipo”, dijo Friede.

“Esos fueron todos los apodos que le dieron en las obras. Pero aparentemente, ha hecho todo lo que se describe en ellas”, dijo Shirin con calma y luego agregó, “No es solo un jugador estrella de bolabatalla. Escuché que derrotó a un Nue en Wa, exterminó a los bandidos que asolaban Kuwol y se unió al equipo de expedición en las Dunas Ventosas. Es como tu padre, un héroe legendario.”

“Pero no parece un gran héroe”, murmuró Yuhette y Friede asintió.

“Papá siempre dice que la gente más grandiosa se da los menores aires. El hecho de que no parezca impresionante es lo que lo hace impresionante, probablemente.”

Aunque todavía eran niños, Friede y los demás ya estaban aprendiendo a evaluar a las personas. Incluso si no actuaba tan engreído, Friede podía ver destellos de lo que lo hacía tan grande.

Woroy debió haber escuchado su conversación, ya que se volvió hacia ellos con una sonrisa y dijo, “Los hombres verdaderamente grandes son aquellos como sus padres. Yo todavía soy demasiado inexperto. Si no crezco con esta ciudad, no podré estar a su altura.”

Eso no era solo su humildad o un intento de halagar a los niños; Woroy lo creía de verdad desde el fondo de su corazón. Friede se dio cuenta por el olor que emanaba de él. Sí, definitivamente es asombroso, pensó para sí misma.

Woroy llevó a todos a un banco cercano y les sirvió limonada. Shatina y Firnir también se acercaron.

“No puedo creer que Veight haya enviado a su hija aquí precisamente ahora”, murmuró Woroy y Shatina asintió.

“Es porque es un preocupón. Pero no importa cuántos años tenga yo ahora, se siente bien saber que el Maestro se preocupa por nosotros.”

“¡Oh, sí, sé lo que quieres decir! Me encanta cuando me dice que cuidar de mí es un dolor.”

“Uh, realmente deberías arreglar eso, Fir”, dijo Shatina con un suspiro y luego le sonrió a los niños. “La cosa es que va a haber una sesión especial del consejo aquí en unos días. Y todos ustedes tienen permiso para asistir.”

“¿Lo tenemos?” preguntó Yuhette, con sus ojos ensanchados por la sorpresa. Shatina asintió.

“Ese es el propósito principal de esta excursión. Es mejor que se acostumbren al mundo de la política cuanto antes. Nunca se sabe cuándo tendrán que heredar los cargos de sus padres. Yo misma terminé convirtiéndome en virreina cuando era muy joven.”

Todos sabían que el anterior virrey de Zaria, el padre de Shatina, había sido asesinado por el Senado. Una de las historias sobre el Rey Negro de los Hombres Lobo era cómo él había aplastado al viejo Senado para vengar al padre de Shatina. Por supuesto, la verdad era que Eleora había destruido al Senado cuando invadió, pero todos los ciudadanos creían que la verdadera causa era que habían invocado la ira de Veight.

***

Unos días después, el consejo se reunió. Para entonces, Friede y los demás se habían acostumbrado a vivir en Doneiks y estaban emocionados por la reunión del consejo. Se prepararon para ello en la mansión de Woroy, que era donde se habían alojado.

“Mi corazón late con fuerza…”

“Recuerda, Friede, debes permanecer callada durante la reunión.”

“Lo sé, lo sé.”

El estadio de Doneiks servía como refugio de emergencia y como fortaleza, pero también servía como el lugar perfecto para una reunión del consejo.

Poco después de que Friede y los demás llegaran allí, el ayudante de Woroy, el Santo de la Espada Barnack, entró y dijo, “Lord Myurei, el virrey de Lotz, ha llegado.” Se comportaba como un guerrero, a pesar de su edad.

“Oh, justo a tiempo. Déjalo pasar.”

Woroy asintió y un joven de aspecto nervioso entró en la habitación.

“Lord Woroy, mis disculpas por llegar a la ciudad tan tarde anoche.”

Los movimientos de Myurei eran rígidos, pero Woroy le dio una sonrisa tranquilizadora y dijo, “Es natural que los planes se desvíen cuando se recorre una distancia tan larga. Lotz está en el extremo sur de Meraldia; habría sido perfectamente comprensible que llegaras tarde. Cuando peleé con Veight, él estropeó mis planes lo suficiente como para saber cómo se siente.”

“Lo siento. Me aseguraré de salir con más tiempo para la próxima reunión”, dijo Myurei, luciendo aliviado. Myurei había sido parte de la primera promoción de la Universidad de Meraldia y sus logros habían sido tan grandes que su retrato estaba colgado en la biblioteca de la universidad. Durante su época de estudiante, le gustaba mucho dar discursos y su atractivo aspecto lo había hecho popular entre las damas. Pero era el virrey más joven de Meraldia, por lo que le guardaba un sano respeto a sus mayores.

“También tendrás que aprender a actuar correctamente una vez que te conviertas en virreina, Friede”, susurró Shirin.

“Pero ya sé cómo actuar correctamente…”

“Realmente no sabes.”

Los dos empezaron a discutir en susurros acalorados. Antes de que pudieran causar una conmoción, Yuhette puso una mano sobre sus hombros para calmarlos. Mientras tanto, los otros virreyes continuaron llegando, junto con sus ayudantes. También aparecieron algunos miembros del ejército demoníaco. En total, había cuarenta personas en la sala. Y luego, al final, la misma Señora Demonio hizo su entrada.

“¡Su Majestad, la Señora Demonio Airia Lutt Aindorf!” gritó un pequeño canino, anunciando su llegada.

Entró en la habitación, junto con su esposo y vicecomandante, Veight. Detrás de ellos dos estaban Kite, Kurtz y algunos otros miembros del ejército demoníaco. Todos eran amigos de Veight, lo que significaba que Friede también los reconocía. Pero nunca los había visto tan serios antes. Fue una sorpresa ver este lado de ellos.

Airia y Veight miraron a Friede y le dieron una breve sonrisa, pero eso fue todo. Se dirigieron hacia sus asientos, con expresiones todavía serias. Ella quiso saludarles, pero desde pequeña le habían enseñado a no llevar los asuntos privados a un espacio público. Así que luchó contra el instinto y se quedó sentada. Pero después voy a jugar con ellos, pensó. Y entonces, la reunión comenzó.

Woroy anunció el comienzo de la reunión y Ryuunie, quien se desempeñaba como secretario de la reunión, se puso de pie. Ahora era el asistente de Woroy y todos suponían que sería el próximo virrey de Doneiks una vez que Woroy se retirara.

“Como se mencionó en las cartas enviadas a todos, la reunión de hoy es para hablar sobre el Sacro Imperio de Rolmund. Ha habido una serie de rebeliones en la última década y cada una ha provocado que los Blast Canes de Rolmund fluyan hacia Meraldia.”

Friede y los demás no habían recibido esas cartas, así que Mao les dio el contexto que necesitaban, “La emperatriz Eleora es conocida por ser una gobernante misericordiosa y amable, pero tiene la política de ser dura con los rebeldes. La mayoría de ellos huyen a través de las montañas cuando sus revueltas fracasan.”

“Escuché que esas montañas son intransitables. ¿Es realmente factible huir por ahí?” preguntó Shirin, sorprendido.

“Hace trescientos años, un grupo de esclavos fugitivos hicieron el viaje a pie, en pleno invierno”, dijo Mao con una sonrisa. “Hay algunos pasos artificiales a través de las montañas, aunque siguen siendo traicioneros.”

Ryuunie continuó mientras Mao le susurraba su explicación a los niños. “El embajador Ashley le ha pedido a la emperatriz que haga algo con respecto a estos rebeldes fugitivos, pero su respuesta fue ‘se les ha despojado de su ciudadanía imperial y, por lo tanto, no son nuestra responsabilidad’.”

Ryuunie esbozó una sonrisa sardónica ante eso y los consejeros le devolvieron la sonrisa. Todos sabían que Woroy y Ryuunie habían sido despojados de su ciudadanía imperial por las mismas razones.

Sintiéndose un poco cohibido, Ryuunie agregó, “Lord Veight sentó un precedente al aceptar a los rolmundianos exiliados en el pasado, por lo que es difícil solicitar que la emperatriz Eleora deje de enviárnoslos.”

Todos se volvieron hacia Veight, quien se rascó la cabeza con torpeza.

“Simplemente no quería dejar que valiosos recursos humanos se desperdiciaran…”

“Dado que estamos tratando de hacer crecer nuestra población, creo que es mejor que Meraldia haga hincapié en la protección de los refugiados”, dijo Airia con una sonrisa, respaldando a su esposo. “Mientras respeten nuestras leyes, no veo ninguna razón para que rechacemos a los exiliados de Rolmund.”

Los otros virreyes asintieron, respetando la opinión de la Señora Demonio. Friede se estaba asegurando de seguir el ritmo de la conversación, pero también prestó especial atención a cómo actuaban sus padres. Nunca eran así en casa. Cuando era más pequeña, no tenía idea de lo que implicaba el trabajo de sus padres, pero ahora lo estaba viendo de primera mano. Le recordó una vez más lo geniales que eran su madre y su padre.

El tema principal de la reunión fue cómo abordar el problema que Rolmund había vertido sobre Meraldia. Fueron sobre todo Woroy, Ryuunie y algunos de los otros nobles exiliados de Rolmund los que hablaron; los virreyes se limitaron a hacer preguntas.