Lazy Dungeon Master (NL)

Volumen 15

Extra 4: Espadas Artificiales De Mana De Goren

Goren. Era una ciudad que se desarrolló alrededor de la [Cueva de la Codicia], y en ese momento la visitaba el primer príncipe de Daide. Llevaba un atuendo de aventurero improvisado, pero la realeza (es decir, lo misterioso) que irradiaba de él era imposible de ocultar. Del grupo de cuatro, solo uno era un verdadero aventurero. Los aventureros que pasaban asintieron para sí mismos, dedujeron que se trataba de un noble ser protegido como un bebé, y siguieron adelante manteniéndose tranquilos.

“Oho. Esta ciudad parece realmente agradable”.

“De acuerdo, príncipe. Allí hay campos de cultivo”.

“Oye, oye, ¿alguna tienda de armas? Tiene que haber algunos, ya que hay una mazmorra cerca”.

A pesar de todo, hablaron con tanta franqueza en las afueras de la ciudad. Al parecer, no tenían intención de ocultar sus identidades.

“¡Oh! Mira, Harkes. Hay algunas tiendas”, dijo Kenho Cthugha, el próximo caballero comandante (autoproclamado), mientras señalaba con entusiasmo a la Compañía Daide.

“Una tienda en una ciudad calabozo, ¿eh? De hecho, pueden tener bienes raros”, dijo Crusch Nyarlathotep, el próximo ministro real (autoproclamado), con un curioso asentimiento.

“Ya veo. De hecho, esa es una posibilidad. Vamos “, dijo Harkes Daide, el próximo rey (autoproclamado), mientras daba un paso adelante. Pero en el momento en que lo hizo, su niñera… o más bien, el aventurero que contrataron como guardia, Djungarian Hastur, habló. “Todos, ¿qué dicen si alquilamos una habitación en una posada primero? Seguramente todos hemos tenido hambre en este viaje. Podemos comer mientras estamos allí”.

Solo había una posada en esta ciudad. Si no hubiera una habitación libre, tendrían que acampar fuera de la ciudad o pasar por el largo túnel de la montaña Tsia para quedarse en la ciudad vecina. Con eso en mente, bueno, el grupo acordó ir a la posada sin mucho alboroto.

＊ ＊ ＊

“Aun así, pensar que también usarían boletos de comida aquí. Este lugar es más elegante de lo que pensaba”, dijo Harkes.

“Sin mencionar que incluso una niña estaba comiendo aquí. A juzgar por su ropa, era una monja aprendiz o quizás la hija del jefe del pueblo. De cualquier manera, estaba bien vestida”, observó Crusch.

“Esa monja se parecía mucho a Summer de alguna manera, ¿sabes?”

El séquito del príncipe llenó sus estómagos en el comedor de la posada y luego se dirigió a la tienda que habían visto antes. Por cierto, su guardaespaldas Djungarian había sido llamado al revés por una chica que pasaba, quien luego lo arrastró a alguna parte. Qué playboy. Aunque había parecido algo nauseabundo al respecto.

La Compañía Daide hizo negocios principalmente con viajeros, comerciantes y aventureros. Se ocupaban de bienes traídos de la mazmorra, lo que significaba que podían tener grandes esperanzas en bienes raros o únicos.

“Geniales, incluso tienen platos”, dijo Crusch.

Tampoco son platos malos. Entonces, supongo que se pueden encontrar en la mazmorra. Reflexionó el príncipe Harkes, mirando el rincón de artículos cotidianos con Crusch. Los artículos de las mazmorras eran recuerdos particularmente comunes y populares.

“Estos cojines son una cosa, pero ¿qué pasa con estas esculturas de madera?” Preguntó Harkes.

“Parecen ser una especie de declaración artística. Oh, también tienen anillos de hierro”.

“Mmmm, sí recuerdo que uno puede cultivar hierro con Golems de Hierro. Usar estos anillos para comercializar su hierro tiene sentido”.

Su navegación, sin embargo, fue interrumpida por un repentino grito de Kenho.

“¡Oye, oye, ustedes dos! Olvídate de esas cosas aburridas, ¡están vendiendo espadas! ¡Miremos esos!”

“Yo también tengo curiosidad por eso. Muy bien, vámonos, Crusch”.

“Es una tienda para aventureros, después de todo. Me pregunto si también se encargan del mantenimiento de armas.

Se dirigieron a la esquina de las armas, donde estaban alineadas varias espadas.

“Espadas de hierro, ya veo. Parecen más fuertes que las hojas de bronce”, observó Harkes.

“Parecen destructivas y afiladas”.

“¡Oye, Harkes, Crusch! ¡Compruébalo, tienen Espadas Mágicas!”

Kenho tenía razón. Había espadas mágicas en dos piezas de oro cerca.

“¡Hrm! Espadas Mágicas con un efecto de afilado… Parece que vale la pena el precio”.

“Pero podemos encontrarlos en el calabozo, ¿no? Vayamos allí ya”, respondió Kenho.

“Sin embargo, tendremos que esperar a que Djungarian regrese antes de poder hacer eso”.

Kenho estaba satisfecho con solo mirar por encima de las armas por un momento, pero de repente algo captó el rabillo del ojo.

“Espera un segundo, ¿esta espada también es una Espada Mágica…?” él murmuró. No era una espada normal. Tenía un precio de un oro y tenía varias herramientas mágicas adjuntas. Y su nombre era…

“¡Vaya, Nelly! ¡Tienes unos ojos agudos, amigo! ¡Esa espada es lo que aquí llamamos una Espada Mágica Artificial!” vino una voz. Pertenecía a una chica de cabello naranja que vestía un traje de sirvienta con una falda bastante corta. Hablaba con el fuerte acento dudebro de Pavella y parecía trabajar aquí como miembro del personal.

“¿Una Espada Mágica Artificial?”

“¡Sip! ¡Nuestro chico Kanatara, el herrero enano local, puso todo su empeño en hacer este bebé!”

“… Así que es una Espada Mágica falsa, hecha por humanos”.

“¡No, es una Espada Mágica Artificial! El Reino de los Demonios tiene todo tipo de investigaciones sobre este tipo de cosas, ya sabes. ¿Por qué no tomar uno para llevar a casa? También es una espada de hierro, por lo que no perderá su dinero. Las otras espadas también están hechas por Kantara, así que sí”.

Ahora que lo mencionó, la Espada Mágica Artificial parecía ser una espada de hierro normal, solo que con herramientas mágicas pegadas.

“¡Sin mencionar que incluso puedes intercambiar las herramientas mágicas! Tienes herramientas mágicas que disparan agua, que es buena para lavar la sangre, y hay herramientas mágicas de fuego para los lanzallamas geniales”, dijo el empleado mientras alineaba varias herramientas mágicas.

“Bueno, ¿supongo que comprarlos juntos sería más barato que comprarlos por separado…?”

“¡Sip, sip! ¡No encontrarás espadas locas como esta incluso entre las Espada Mágica reales! Diablos, será una buena charla trivial para tu novia, así que comprar uno para la carretera solo puede dar sus frutos, te lo aseguro”.

“No tenemos mucho dinero para desperdiciar, pero, hm… ¿Una pequeña charla, dices? ¡Muy bien, lo compraré!”

“¡Gracias, gracias!”

La empleada empujó la espada en sus manos y rápidamente tomó el pago, como si se apurara antes de cambiar de opinión.

“¡Fue una buena venta!” Harkes declaró.

“¡Sí, vamos a presumir con Djungarian!”

“Ya veo que incluso Kenho puede encontrar diamantes en bruto a veces”, dijo Crusch.

Los tres salieron de la tienda con expresiones radiantes. Sin embargo, más tarde, Djungarian les dijo que podían usar {Purificación} para limpiar la sangre e {Ignite} para prenderle fuego, lo que a su vez significaba que básicamente acababan de comprar una espada de hierro extra cara. El séquito del príncipe tenía expresiones planas.

“… Espera, ¿me estás diciendo que esa cosa realmente se vendió? Pensé que estaría pudriéndose allí para siempre”.

“¡Oh, Kantara! Sí hombre, entraron unos tontos, ¡y los conseguí muy bien!”

“Eres algo más, Ichika”.