Hai to Gensou no Grimgar

Volumen 14+: Las Cosas No Pueden Permanecer Igual

Historia Extra 3: Descansemos por Hoy

Parte 7

 

 

Pies

 

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El Maestro presionó su dedo índice levantado contra sus labios. Esa era la señal de «no hables». Silencio. Yume asintió, y luego el Maestro caminó por el sendero en una postura baja.

Yume lo siguió detrás de él.

El sendero era realmente estrecho, no lo suficientemente ancho como para que las personas pudieran caminar normalmente, pero había sido pisoteado. No había mucha hierba ahí, y casi ninguna rama seca había caído sobre él. Por eso, siempre que avanzaran con precaución, podrían escabullirse silenciosamente con relativa facilidad.

El Maestro se detuvo, escondiéndose a la sombra de un árbol. Yume estaba cerca, imitándolo.

El Maestro miró a su alrededor, moviendo los ojos más de lo que giraba la cabeza.


Yume hizo lo mismo.

Los pájaros y los insectos chirriaban.

El viento soplaba.

Las hojas crujían.

«Yume».

El maestro no había hablado en voz alta. Aun así, Yume sabía que la habían llamado.

Mirando hacia arriba, el Maestro estaba señalando: «Sígueme».

Yume asintió con la cabeza.

Continuaron avanzando por el sendero un rato más.

Más adelante, el Maestro de repente se detuvo en seco. Debió haber encontrado algo. ¿Dónde y qué?

Yume quería preguntar, pero resistió desesperadamente el impulso.

Finalmente, el Maestro se acercó a un arbusto cercano y se agachó. Yume se quedó pegada a él.

«¿Algo ahí?», Yume preguntó eso con los ojos, y el Maestro señaló.

Sacó la cabeza de los arbustos y miró en esa dirección.

Casi dejó escapar un grito ahogado, pero Yume se cubrió la boca apresuradamente con ambas manos.

«¡Es un lobo…!».

Se parecía a los perros lobo criados por el gremio. Tenía un complexión y pelaje similares, pero era completamente diferente.

Primero, su pelaje era casi todo blanco. Segundo, no solo era grande, era fuerte. Sin embargo, a pesar de eso, también era ágil.

«Es lindo…».

Por alguna razón, Yume se emocionó.

Si pudiera, ella quería acariciarlo. Abrazarlo. Y si eso no fuera posible, al menos quería acercarse.

Probablemente no podría. Si pudieran acercarse, el Maestro lo habría hecho.

Ese lobo era claramente difícil de abordar. Era un ser al que los humanos no podían acercarse.

Esa podría haber sido la razón por la que Yume estaba emocionada.

El lobo blanco se volvió hacia ellos. Fijó sus ojos en Yume.

Probablemente fue solo un momento, pero no había dudas: Yume y el lobo blanco se habían mirado a los ojos.

El lobo blanco se volvió de repente hacia adelante y corrió. Sus movimientos eran rápidos y suaves, ligeras patas.

En poco tiempo se alejó en la distancia, luego se perdió de vista.

El Maestro dejó escapar un suspiro. —Bueno, es buena suerte haber podido ver uno. Ese no era un lobo ordinario.

—Ohhhhh. ¿No lo era?

—Te conté sobre el Dios Blanco Elhit, ¿verdad?

—Sí, sí. Ese reeeeaaaalmente grande, reeeeaaaalmente blanco dios lobo, ¿verdad?


—Elhit gobierna sobre toda la naturaleza, o más bien, es un símbolo de la naturaleza en sí mismo. Desde el momento en que nació esta tierra de Grimgar, Elhit ha estado ahí, y si Elhit alguna vez muere, la tierra también lo hará, dicen. Básicamente, Elhit debe ser increíblemente grandioso, una encarnación de un poder gigantesco más allá de nuestra comprensión.

—Un ceder quijotesco más allá de nuestra composición, ¿eh? —reflexionó Yume—. Hmm…

—Lo has enredado horriblemente, pero lo que sea. Continuemos. Grandes lobos blancos como ese, son vistos como los parientes de Elhit.

—¿Pacientes? —preguntó Yume.

—Parientes… Um, de familia, no pacientes. Los parientes son, bueno… es como si compartieran la misma sangre. Es un misterio cómo pueden soportar la sangre de un dios, pero esa es la creencia.

—¡Mwuhoooo! Entonces, ese lobo blanco, ¿es hijo de un dios?

—No, probablemente no sea el hijo.

—¿Entonces el nieto?

—Dudo que estén tan estrechamente relacionados. Pero seguro, nieto.

—El nieto, ¿eh? ¿O tal vez bisnieto?

—Podría ser. —El Maestro le dio unas palmaditas en la cabeza a Yume.

No lo hacía a menudo, pero cuando el Maestro le acariciaba la cabeza, Yume sentía que se había convertido en un lobo o un perro. El Maestro tenía que ser muy bueno acariciando perros lobo. Se sentía bien, así que deseaba que lo hiciera más.

—¡Nyunh, nyuh! —dijo ella.

—…Urkh. —El Maestro retiró la mano—. L-Lo siento.

—¿Fwuh? ¿Por qué?

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—Te toqué sin querer.

—Maestro, ¿está mal que estés tocando a Yume?

—N-No es algo bueno.

—¿Por qué no?

—¿Por qué? Tú… Um, bueno, se supone que soy tu padre, así que hay una distancia adecuada que deberíamos mantener entre nosotros, así que…

—¿Distancia? —preguntó Yume.

—No muy cerca, no muy lejos, ¿supongo?

—¿Ah, sí? Supongo que así es como funciona.

—Así es, ¿sabes?

—Aunque Yume no quiere separarse de ti. ¿Ella tiene que alejarse?

—¡N-No…! —El Maestro parecía luchar por alguna razón, agarrándose el pecho—. Puede que no haya ninguna necesidad… de que nos separemos. Es solo, um, esa sensación de distancia… Bien, eso es, distancia… Si nos acercamos demasiado, ¿sabes?, hay problemas…

—¿Problemas? —protestó ella.

—Yume, estás hinchando demasiado las mejillas…

—¡Bueno, oye! ¡Yume, ella no sabe nada de lo que estás hablando! ¡¿Cuáles son esos problemas, eh?!

—U-Um, bueno, tú…

—¡Yume y el Maestro se llevan muy bien!

—No nos llevamos… tan bien, no.

—Se llevan muy bien, ¿verdad?

—S-Sí, seguro, genial… Pero…

—Yume, ella aprendió muuuucho sobre ser una cazadora de ti. ¿Problemas? No hay problemas aquí, ¿verdad? ¿Ella está equivocada?

—N-No te equivocas… no.

—Bueno, entonces está bien, ¿verdad?

—Yo… supongo que sí.

—Entonces, sigue haciéndolo. De vez en cuando, dale una caricia a Yume, ¿quieres?

—E-Está bien. —El Maestro asintió torpemente—. Solo de vez en cuando, ¿de acuerdo?

—¡De acuerdo!

—Maldición…

—¿Foo? ¿Qué pasa?

—N-Nada… Nada… Maldita sea. ¿Qué pasa conmigo? Nunca he sido así antes. En todo caso, soy un misántropo, y es por eso que me lavé las manos de todo el negocio de soldados voluntarios…

—Maestro, ¿quieres lavarte las manos? La próxima vez, ¿debería Yume lavarte los pies por ti también?

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—¡¿P-P-P-P-P-P-Por qué lavarías mis pies?!

—Yume, ella siempre está siendo cuidada por ti. Por eso, sí, ella quiere lavarte los pies para ti.

—¡Noooooo! ¡No gracias! ¡Me lavaré los pies yo mismo! Quiero decir, mmmm, ¡mis pies están sucios!

—¿Nuoh? Es por eso que tienen que lavarse. Si no estuvieran sucios, no tendrías que lavarlos. Oh. ¡Si están tan sucios, tiene que valer la pena limpiarlos, así que Yume definitivamente te lavará los pies!

—¡Dije que no…! ¡Es vergonzoso! ¡En serio, no tienes que hacerlo…!

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