Maou no Ore ga Dorei Elf wo Yome ni Shitanda ga

Volumen 10

Prologo: Cazadores De Seraphs

“Sigo diciéndote esto, pero realmente deberías intentar sonreír más a menudo, Ashy”.

El joven delante de mí, que llevaba gafas redondas, sonrió con problemas. Sus anteojos eran productos de primera clase, su cabello estaba peinado hacia atrás con diligencia y vestía ropa elegante y ordenada.

Su atuendo desprendía la sensación de un chambelán más que un noble, aunque no era como si realmente sirviera a nadie. Según él, esa ropa facilitaba la mezcla incluso en la ciudad. Llevaba un bulto envuelto en la espalda que parecía una caña de pescar.

Cuando me dijeron que sonriera una vez más, hice mi disgusto evidente con mi mirada. Sabía que odiaba que me llamaran por ese nombre, pero aun así seguía haciéndolo. El joven me miró con sus ojos plateados y una sonrisa refrescante. Después de que nos miramos el uno al otro por un rato, se encogió de hombros y cedió.

“Bueno, supongo que está bien por ahora. Más importante aún, he completado su solicitud”.

Sus palabras hicieron que mi mirada se detuviera. “Entonces, ¿podrías dejar de mirarme así…?”

No tenía la intención de seguir mirándolo por más tiempo, pero aparentemente, eso no estaba llegando. No es que fuera diferente de nuestras interacciones habituales. El joven se resignó y comenzó a desenredar el bulto en su espalda. Desató la cuerda, extendió el pergamino y descubrió un cilindro de acero de aspecto rudo.

“Longitud total 1447.5 mm. Calibre 12.7 mm. Peso total 12.9 kilos. Velocidad del hocico de 853 metros por segundo. Utiliza munición perforadora de armadura tallada con hechizos draconianos. Es capaz de pulverizar la barrera de un seraph desde 2000 metros de distancia”.

El trozo de acero era más largo que yo. Este fue un arma que preparamos para ayudar a matar seraphs. Sin embargo, no pude ver nada a 2000 metros de distancia. Cuando le informé de eso, el joven levantó el arma como si estuviera esperando esa pregunta exacta. Y, en ese momento, vi otro cilindro encima del barril principal.

“Echa un vistazo por aquí. Se llama alcance. Debería permitirle ver cosas que están muy, muy lejos. Cuando combinas esto con tus habilidades, deberías poder disparar a un objetivo a 2000 metros de distancia”.

El joven continuó describiendo el arma con gran detalle, pero solo estaba escuchando a medias. Con esto, incluso yo podría luchar contra los seraphs.

Mis emociones, que hacía mucho tiempo que se paralizaban, amenazaban con liberarse de mi pecho. Parecía que estaba experimentando lo que la mayoría llamaría emoción. Sin embargo, cuando agarré el arma, aprendí que esto no era más que un pensamiento superficial. Era demasiado pesado. Tener menos de 13 kilos era lo mismo que atar varias espadas juntas. No se pudo usar a corta distancia.

“Quiero decir, ese es el tipo de arma que es. El objetivo es derribarlos antes de que se den cuenta, ¿recuerdas? Además, cualquier humano moriría en combate cuerpo a cuerpo con un seraph, ¿verdad?”

¿No voy a morir de todos modos? Pensé mientras lo miraba una vez más. Y esta vez, él entendió. El joven se sentó a mi lado y suspiró.

“Escucha, Ashy, entiendo que sientes que tienes que enfrentar la muerte. No puedo decir mucho sobre eso. Tu desesperación te pertenece solo a ti. Tus motivos son diferentes a los míos. Pero tanto Marchosias como yo queremos que vivas. Si vives, seguramente… ”

¿Cuáles fueron las palabras que siguieron después de eso? No podía decir… Me había distraído el joven que me daba palmaditas en la cabeza.

Odiaba que me tocaran la cabeza. Principalmente porque la prueba de lo que me hizo uno de mi gente ya no estaba allí. Me recordó que había sido pulverizado. Este mundo era cruel con todos los humanos. El mundo pertenecía a dios y los seraphs. Los humanos eran innecesarios. Aquellos con habilidades útiles fueron reconocidos como herramientas, pero aquellos que no fueron limpiados.

Había muchas personas como yo en este mundo. Muchos pasaron por mucho peor que yo. Una de cada diez personas eligió la muerte después de enfrentar tanta desesperación. No tenía motivos para vivir precisamente porque así era como giraba el mundo. Sin embargo, no podía soportar ser arrojado a un lado como basura.

Por eso elegí pelear. Pelearía, pelearía, pelearía y moriría. Que podría estar de acuerdo. Y sin embargo, me dijeron que viviera.

No era como si no pudiera entender sus sentimientos. Me habían prestado su fuerza no para que pudiera morir, sino para poder vivir. Dije que quería pelear, que no quería ser algo innecesario, que quería luchar contra los seraphs. Y ellos creyeron en mí. Lo entendí.

Miré el arma y le pregunté al joven, preguntándole cómo llamarlo.

¿Y qué hay de Marduk? Es el nombre de un héroe de una leyenda que Orobas me dijo una vez. Un héroe seguramente te prestaría su poder.

El joven no dejaría nada para el futuro, ni siquiera su nombre. Sin embargo, lo sabía. Incluso después de mil años, seguramente nunca lo olvidaría porque él fue el héroe que primero me otorgó un leve sentimiento de esperanza en este pequeño mundo.

***

“… ¿Un sueño?” Alshiera se despertó medio aturdida en la gran cueva subterránea debajo del castillo de Zagan. Tenía los Seraph Hunters desmontados, Stern y Mond, que estaban dispersos ante sus ojos. Parecía que se había quedado dormida en medio de su mantenimiento. Esa fue la primera vez en 500 años que se había quedado dormida en una mesa.

Ella dejó escapar un suspiro nostálgico. ¿Cuántos años habían pasado desde que ella había tenido un sueño? Es muy posible que hayan pasado varios cientos de años.

Su guerra había persistido desde ese día. Ella había peleado, peleado y peleado, derrotando a muchos, muchos seraphs. Había hecho aliados en el camino que lucharon a su lado.

Esos aliados murieron, y muchas, muchas otras personas también murieron. Sin embargo, ella se mantuvo fuerte, y todavía había quienes seguían luchando y aquellos que seguía intentando salvar.

Durante ese tiempo, crearon más Cazadores de seraphs aparte de Marduk, pero los únicos que quedaban a su alcance eran los dos ante sus ojos. Irónicamente, eran los cazadores de seraphs destinados al combate cuerpo a cuerpo, que se suponía que era su último recurso.

Lo que era aún más irónico era que, aunque había querido morir más, había terminado siendo la última sobreviviente. Era ridículo decir que los muertos vivientes permanecían entre los vivos, pero esa era la única forma de expresar el asunto.

Ella realmente pensó que eran un grupo irresponsable y egoísta. A pesar de que le habían dicho que viviera, fueron y pasaron delante de ella.

“…Si. Lo sé. Obstinadamente me dijiste que viviera, ¿verdad, mi Rey de los Ojos Plateados?”

Los hombres que Alshiera llamó con ese nombre aparte de Zagan le habían expresado el mismo deseo, por lo que no podía traicionar eso.

¿El Rey de Ojos Plateados actual me dirá lo mismo algún día? Bueno, los Archidemonios viven largas vidas. Era completamente posible que llegara el día en que él expresara tal noción. Aunque, ella  no creía que él pronunciaría esas palabras como lo era ahora a menos que el cielo y la tierra se voltearan.

Alshiera se agarró el costado. Incluso ahora, estaba sangrando lentamente. Era una herida no curable. ¿Cuánto tiempo más aguantaría su vida? Y, cuando ese pensamiento pasó por su mente, esbozó una sonrisa.

Supongo que también soy egoísta… Había pasado mil años pensando en la muerte, y solo ahora se apegó a la vida. Realmente fue risible.

En ese preciso momento, oyó pasos acercándose a la cueva. Probablemente era Zagan, ya que él era el único que podía entrar libremente en esta parte del castillo.

Alshiera rápidamente reunió a los Seraph Hunters y comprobó su estado. Los había usado el otro día para atacar a un montón de imbéciles sin valor, por lo que algunas de las partes estaban dañadas.

Probablemente era necesario repararlos antes de la batalla final. Sin embargo, quien manejaba armas era diferente de quien las creaba. Incluso después de mil años de manejar instrumentos similares, Alshiera no pudo convertirse en un creador.

Aun así, realmente no quiero confiar en ese bicho raro… Los Seraph Hunters se perdieron en el mundo hace mil años, pero había una persona que todavía sabía cómo crearlos. Había dos de ellos hace un año, pero uno había fallecido recientemente.

Alshiera contuvo un suspiro y devolvió a los Seraph Hunters a las fundas de sus muslos antes de que llegara Zagan.

“Buen día para ti, mi Rey de los Ojos Plateados. ¿Es hora de una comida?”

Como ella lo llamó descaradamente por ese nombre, Zagan… no hizo una mueca como siempre lo hacía.

“No, quiero preguntarte algo”.

Ella podía decir que algo estaba mal basado en su expresión horrible. Alshiera estaba avergonzada de su propio fracaso. Por lo general, rompía los murciélagos de su cuerpo para comprender la situación a su alrededor, pero no tenía idea de lo que estaba sucediendo porque se había quedado dormida como un tronco. Debería haber sabido muy bien que ella no podía responder ninguna pregunta con respecto a Azazel, pero…

“… ¿Ha pasado algo?” Alshiera preguntó con cautela.

“Alshiera, ¿es cierto que estás bien informada sobre los baños?” Zagan respondió con la majestuosidad de un Archidemonio.

Ella entendió las palabras que salían de su boca, pero aún necesitaba unos segundos para procesarlas.

“¿Baños…? ¿Te refieres a tinas de agua?”

“Mhm. Exactamente.”

“Uhhh, um… supongo que tengo un conocimiento bastante estándar del tema”.

El Archidemonio Zagan sonrió aliviado. Hacerlo frente a su novia era una cosa, pero era la primera vez que le mostraba a Alshiera esa expresión.

“Entonces ven conmigo. Tu conocimiento es una necesidad.”

“Um, ¿podrías explicar todo esto de una manera más simple?”

“¡Estoy diciendo que vamos a hacer un gran baño aquí en mi castillo!” Proclamó Zagan mientras la miraba perturbado, tal vez esperando que ella lo entendiera desde el principio.

“Uhhh…”

Habían pasado aproximadamente mil años desde que Alshiera se sentía tan exhausta.

“Si vives, seguramente…” De repente recordó su sueño. Ella no escuchó lo que vino después de esas palabras, pero…

“¿Pasa algo?” Alshiera preguntó al notar la mirada sorprendida de Zagan.

“No, es solo que es la primera vez que te veo sonreír de todo corazón”.

Y ahora era el turno de Alshiera de estar sorprendida. Intentó tocarse la cara y, tal como él había dicho, sus labios y mejillas se estiraron en una sonrisa.

“Sí, es cierto… Si vives, seguramente…”

Sintió  que finalmente  podía  escuchar las  palabras  que  se le habían escapado en los últimos mil años.

“¿De qué estás murmurando?”

“Teehee, no es nada”.

Habiendo dicho eso, se preguntó por qué el Archidemonio Zagan había hecho tal declaración de repente.

Sin embargo, la respuesta a la pregunta en su mente la eludió, ya que todo había comenzado esa misma mañana…