Mahou sensou (NL)

Volumen 6

Capitulo 1: Bishop of The Camelot

Parte 1

 

 

Tres días después de que Kurumi fuera secuestrada por Gekkou…

 Hora: 5:00PM…

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Ida Kazumi se encontraba en un pequeño complejo de apartamentos de dos plantas en Tokio del mundo viviente. No sabía aún que la Academia

de Magia Subaru había sido destruida. Su hermana, Futaba, está sentada frente al televisor de la sala, viendo un programa de anime. Tan pronto Ida abrió el refrigerador en la cocina —porque se disponía a preparar la cena—, oyó un agudo ruido metálico que subía por las escaleras de su apartamento. Como había tres departamentos en el segundo piso del complejo, (con un estudiante universitario que vivía a su derecha y un albañil de mediana edad que vivía a su izquierda), Ida no le dio importancia, pensando que era uno de los vecinos que había llegado a su casa, pero de repente sonó el timbre, y se sorprendió cerrado de golpe la nevera.

—¿Quién es? —dijo en voz alta—. Si vienes a ofrecerme una suscripción al periódico, no la quiero.

Dio unos pasos desde la pequeña cocina hasta llegar a la puerta principal y la abrió. Frente a la puerta había tres hombres con trajes desconocidos. Todos ellos se parecían incluso en el mismo corte de pelo con la raya al lado y lucían muy mal encarados. Cuando Ida les iba a preguntar que querían, el hombre que estaba en medio lo agarró de repente de los hombros y dijo:

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—No tenemos ningún asunto contigo.

Mientras le hablaba con frialdad, pasó al lado de Ida y se metió al departamento con los zapatos puestos.

—¿¡Eh!? Esperen… no pueden entrar en casa ajena sin permiso.

Antes de que Ida pudiera darse la vuelta sorprendido, el siguiente hombre empujó a Ida a un lado y entró también al departamento.

—¡Oigan! ¿¡Que creen que hacen!?

Una vez que entraron en la casa Ida los persiguió, y entonces Futaba se asomó desde la sala de la parte trasera pues al parecer había escuchado el alboroto.

—¿¡Que sucede, Kazumi-chan!?

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Cuando se dio cuenta de que había dos hombres justo delante de ella, una mirada de miedo apareció en su rostro.

—¿Q-quienes son ustedes? —preguntó ella. Ida entró en pánico y llamó a su hermana.

—¡Ven aquí, Futaba!

Pero cuando Ida estaba a punto de acercarse a ella, el tercer hombre le agarró por detrás y le detuvo.

—Objetivo confirmado —dijo uno de los hombres que estaban frente a Futaba.

—Asegúrenla —les dijo el tercer hombre que esperaba detrás de Ida. Su voz era plana y completamente indiferente.

—¿¡¡Quienes son ustedes!!?

Ida se dio la vuelta y agitó el brazo en un intento de zafarse del tercer hombre.

En respuesta, aquel hombre desplegó una carpeta azul que tenía en la otra mano y leyó el texto que contenía.

—Ida Kazumi… Academia de Magia Subaru. Segundo Año Clase C — resopló y se echó a reír. Era una risa con la que claramente pretendía burlarse. Entonces apartó su vista del archivo—. Muchacho, somos de la oficina de auditoria de Wizard’s Breath.

Ida levantó una ceja.

—¿¡Aah!? ¡No sé qué es eso! ¡Mejor suelten a mi Futaba! —gritó Ida con rabia sin apartar sus ojos de ella.

Futaba estaba atrapada entre aquellos dos hombres, y cada uno la sujetó por un brazo.

El hombre que estaba detrás de Ida miró bruscamente alrededor de la habitación y señaló el lavabo. Allí había un gran espejo.

Los dos hombres comenzaron a arrastrar a Futaba hacia él.

—¡¡Kazumi-chan…!!

Futaba comenzó a agitar los brazos y a patalear. Pero los dos hombres eran naturalmente más fuertes que ella, así que no pudo hacer nada.

—¡Oigan! ¿A dónde la llevan? —gritó Ida.

Futaba también llamó a su y hermano con una voz que parecía un grito de angustia.

—¡Kazumi-chan!

—¡Futabaaa!

Ida trató de correr para golpear a los hombres, pero el tipo que estaba detrás de él, se colocó por delante y lo impidió.

—¡Apártate hijo de puta! ¡Los voy a matar!

Su preciosa hermana estaba a punto de ser raptada. Ida estaba realmente furioso y su expresión lucía en verdad amenazadora. El hombre levantó ligeramente una ceja frente a Ida, que levantó los puños con toda la intención de luchar.

—Mocoso insolente mal educado…

El   hombre levantó la mano extendió  la   palma    hacia   el   frente.

Inmediatamente Ida salió volando por los aires.

—¡Kyaaaa!

Futaba gritó desesperada al ver eso.

Ida salió despedido por la puerta abierta de su departamento y llegó al pasillo exterior en donde se golpeó la espalda contra la barandilla del pasillo externo y luego se desplomó al suelo.

—¡¡K-Kazumi-chan!!

Ida consiguió levantar la vista al oír el llanto de su hermana y vio unas brillantes partículas grises que habían surgido en la habitación. El portal en el espejo había sido abierto por la magia de esos hombres. Ahora que «Gift» había desaparecido, no había ningún obstáculo para atacar con magia en el mundo viviente.

Sin embargo, Ida se había olvidado completamente de ese detalle. Como se le había estado repitiendo por más de medio año que estaba terminantemente prohibido usar la magia en el mundo viviente, cuando estalló la segunda gran guerra mágica y le dijeron que «Gift» ya no tenía efecto, no pudo actuar inmediatamente.

—Fu…Futaba…

El estudiante universitario que vivía a la derecha, se asomó al pasillo desde la puerta de su habitación, pero cuando vio a Ida intentando levantarse, su expresión se volvió tensa y cerró rápidamente la puerta. Ida intentó arrastrarse de nuevo al interior de su departamento. Sin embargo, las partículas mágicas se disiparon lentamente como si se hubieran difuminado, y finalmente desaparecieron por completo del espejo y de los alrededores. Ida consiguió tambalearse hasta el espejo, pero lo único que pudo ver fue su cara estupefacta.

***

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En una silenciosa habitación de Hospital, Aiba Mui se encontraba sola, sentada en una silla plegable al lado de una cama, mirando un botón que había en la palma de su mano. Mas de media hora había pasado desde que se quedó haciendo eso. Ella estaba sosteniendo un extraño botón. Para los magos, ese botón era algo especial. Solo aquellos llamados «Concierges» eran capaces de crear esos botones para entregárselos a sus compañeros.

Eso servía para transportarse mágicamente a lugares en los que nunca antes se había estado. Pero el botón que sostenía Mui no parecía ser de Wizard’s Breath. Tenía unas rayas color crema que rodeaban una piedra preciosa de color naranja. Había sido elaborada para poder usarse como una mancuernilla al darle la vuelta, pero aun podían sentirse partículas mágicas revoloteando en la piedra que eran visibles para cualquier mago.

Levantando la vista del botón, Mui miró a Takeshi tumbado en la cama. Habían pasado tres días desde aquello que pasó, y desde entonces, Takeshi no había despertado. Mui dejó salir un pesado suspiro.

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«Supongo que este botón le ha de pertenecer a Violet-sensei…». Después de encontrar a Takeshi en la Academia de Magia Subaru y enfrentarse a Violet North de los Trailers, Mui se estremeció al recordarlo pues poco le faltó para acabar muerta. «No solo Takeshi-kun… también yo pude acabar muerta…»

Todavía se sentía como un milagro que estuviera viva en ese lugar.

Mientras Mui luchaba contra la monja que Violeta había invocado, intentaba alejar a Takeshi de los espejos.

La Monja era fuerte, y Mui había convertido su pistola Aspecto en un garrote corto para luchar en combate cuerpo a cuerpo. Pero incluso después de aplicarse a sí misma la magia auxiliar de aceleración, el enemigo era más ágil y golpeaba con mucha más fuerza.

Mui, que había sido derribada y todavía se estaba levantando, se estaba preparando para morir al ver a la monja que estaba justo delante de ella, y de pronto, una mano amiga apareció. Mui no pudo evitar exclamar: «¡Nii-san!». Pero no era su hermano Tsuganashi, si no tres hechiceras. Bishop of the Camelot era la segunda organización más poderosa del C7 superada solamente por Wizard’s Breath. En esta comunidad en particular, solamente se permitía ingresar a las mujeres.

Todas las miembros de esa comunidad, se hacían llamar así mismas como «hechiceras» en lugar de magas. Mui fue salvada por esas tres hechiceras y pudo recuperar a Takeshi cuando Violet lo tuvo que poner en el suelo para enfrentarse a dos de esas chicas. Al verse superada en número, Violet abrió un portal en el espejo y escapó. Después de eso, las hechiceras de

«Camelot» —como solían abreviarlo—, revisaron las heridas de Takeshi y determinaron que no sobreviviría si no se le trataba con magia curativa lo más pronto posible. Así que Mui las siguió hasta un centro médico especializado.

Hace tres días, cuando las tres hechiceras hicieron levitar a Takeshi con el hechizo «Float» para podérselo llevar, ese botón cayó de él. Desde que lo recogió, Mui había estado pensando si debía devolvérselo a Takeshi o quedárselo. Mui pensaba que a lo mejor ese botón le pertenecía a Violet.

No sabía qué había pasado entre Takeshi y Violet, pero si quería llevárselo, era porque consideraba que era un buen elemento para utilizar. Era poco probable que Takeshi quisiera ir con los Trailers por su propia cuenta, pero Mui estaba preocupada por algo más: Isoshima Kurumi que por lo general siempre estaba con él, no aparecía por ningún lado.

«Es poco probable que Kurumi estuviera entre los cadáveres de esos magos», Mui se estremeció como si fuera primera vez que veía tantos cadáveres juntos.

«No, no es la primera vez, ya los he visto antes, en aquel lugar…» Mui sacudió la cabeza.

Ya había pasado por el refugio de Pendragon donde se suponía que estaba Takeshi y se encontró con muchos magos muertos. Habían sido masacrados.

Mui se estremeció y buscó frenéticamente en el edificio, preguntándose si Takeshi había sido asesinado también. Se sintió muy aliviada cuando revisó todos los cuerpos y descubrió que Takeshi no estaba allí. Pero entonces, justo después de ir a la academi a buscar a Takeshi, ocurrió el incidente. Takeshi estaba mal herido y Kurumi había desaparecido. Mui apretó con fuerza el botón de su mano.

—Qué estoy haciendo…


El día anterior, su hermano, Tsuganashi, al que por fin había vuelto a ver, estaba muy enfadado con ella. La razón era que ella había violado el código militar de Wizard’s Breath al abandonar su misión. Se suponía que Mui debía reunirse con Tsuganashi y los demás después de registrar el refugio de Pendragon.

Pero no hizo caso y fue sola a la academia. La razón por la que hizo eso fue porque ella sabía que, si Takeshi no estaba en el refugio, solo podía haber ido a la academia o a su casa y ella quería asegurarse de que estaba a salvo. Mui dejó salir un suspiro. Al final, no estaba satisfecha con las decisiones que había tomado. Esa era la verdad.

Mui se metió el botón en el bolsillo de su falda y lo presionó suavemente con la mano por encima.

En una batalla con un mago de los Trailers, si el oponente dejaba caer el botón concierge, o si era derrotado y era posible quitárselo, se supone que los de Wizard’s Breath siempre los recogían y los entregaba a los altos mandos.

Normalmente, Mui tendría que hacer lo mismo con ese botón, pero decidió esperar a que Takeshi se despertara antes de decidir qué hacer con él. De momento, tendría que esperar a que Takeshi abriera sus ojos. Mui se levantó y miró a Takeshi, que estaba inmóvil en la cama.

Un tubo de goteo se extendía desde su brazo izquierdo en donde la maguera estaba dolorosamente clavada.

Mui se inclinó hacia delante y colocó su frente en la frente de Takeshi.

Todavía se sentía caliente. Si hubiera cambiado ligeramente el ángulo, sus bocas se habrían tocado.

Mui mantuvo la frente pegada a la de él, cerró los ojos y se quedó quieta durante unos segundos, como si quisiera compartir un poco de su vida con él.

Mientras Mui se preocupaba, Takeshi soñaba. A veces, las náuseas y una presión asfixiante en el pecho le hacían perder el sueño, pero no se despertaba.

En sus sueños, los mismos acontecimientos se repetían una y otra vez, atormentándolo aún más que las pesadillas provocadas por «Nightmare».

—Uh… uh…

Cuando dejó salir un gemido, Mui que aún seguía pegando su frente a la de él, se levantó rápidamente. Los labios resecos de Takeshi se movieron y unas palabras resonaron alto y claro en aquella silenciosa habitación.

—I… soshima…

—¿Takeshi-kun?

Mui se quedó mirando el rostro de Takeshi.

—Iso… shi ma…

Gentilmente apartó las sabanas, y le tomó la mano cálida y la apretó con fuerza. Era la primera vez que Takeshi reaccionaba desde que lo llevaron a ese lugar.

Cuando los ojos de Takeshi comenzaron a abrirse lentamente, una ligera sonrisa apareció en el sombrío rostro de Mui.

—¡Takeshi-kun!

—T-tu eres… ¿Mui…?

Takeshi parpadeó tratando de enfocar su mirada perdida. Cuando se dio cuenta de que era Mui, dejó escapar un suspiro de alivio.

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—Takeshi-kun, qué alegría. Por fin despertaste —dijo Mui con una expresión de gran alivio.

—Si… pero, ¿qué pasó conmigo…?

Cuando despertó, Takeshi se olvidó por completo de los horribles sueños que había estado teniendo. Así que volvió a mirar a Mui, que le miraba con tristeza.


Mientras ella sostenía su mano, se forzó a sí misma a sonreír.

—Llevas tres días durmiendo —dijo ella—. E-estabas muy mal herido. Fue en ese momento cuando las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos.

—¿Mui…?

—Lo siento. Jeje, creo que bebí demasiado té mientras esperaba y ahora se me está saliendo por los ojos.

Mui se apresuró a secarse las lágrimas con las yemas de los dedos, y parpadeó incesantemente para disimularlo. Takeshi no entendía por qué lloraba, y eso le inquietaba. Cuando estaba a punto de sentarse para preguntarle, vio de repente el techo blanco. Se mantuvo acostado y miró a su alrededor dándose cuenta de que estaba en una habitación de hospital. En ese momento, todos sus recuerdos volvieron a él.

—¡¡Isoshimaaaa!!

Al gritar, Takeshi intentó levantarse.

—Tranquilízate. No te muevas tan bruscamente.

Mui se apresuró a poner sus manos sobre él para evitar que se levantara.

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—¡¡Maldito Gekkou!!

Ignorando eso, Takeshi se levantó de todas formas. Pero en cuanto lo hizo, sintió un intenso dolor en el pecho.

—¡Guh…! m-mi cuerpo…

—¡Tus costillas estaban rotas y habían perforado tus órganos internos! Estabas lleno de moretones y huesos fracturados por todos lados. Estabas en un estado terrible —exclamó Mui rápidamente.

Takeshi renunció a levantarse y lentamente se recostó de nuevo boca arriba. Mui lo ayudó colocándole la mano en la espalda. Los dos se miraron, dejaron escapar un suspiro al mismo tiempo.

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