Kumo Desu Ga Nani Ka?

Volumen 11

J3. Julius, Edad 12: Ataque Sorpresa

Parte 2

Una vez más, nos balanceamos de un lado al otro dentro de un carruaje.

Afortunadamente, al menos esta vez pude convencer a los comandantes de que cambiaran el elegante carruaje por un transporte militar estándar.

Pero ese es el único cambio; sigo siendo empujado al carruaje y no puedo hacer nada durante nuestras expediciones.

Esta vez será lo mismo… o al menos, eso es lo que pensaba.

De repente, escucho un estruendo fuera del carro.

Al mismo tiempo escucho varios impactos.

“¿Qué está pasando?”

“¡Yaana! ¡No te acerques a la ventana!”

La niña santa trata de echar un vistazo fuera, pero le agarro del hombro y la empujo hacia atrás.

Segundos después, una punta de flecha choca contra la ventana.

“¡¿Ayyy?!”

La flecha no rompe la ventana, se queda incrustada en el vidrio.

Pero si Yaana hubiera asomado su cabeza, podrían haberle dado.

“Un ataque—debe ser una emboscada.” Gruñe Hyrince.

Fuera del carruaje, escucho los gritos y el ruido metálico de los soldados intentando defenderse de la lluvia de flechas.

El silencioso tonk-tonk de estas impactando en la madera que nos encierra continúa, por lo que debe haber una cantidad considerable viniendo hacia nosotros.

Afortunadamente, como nos cambiamos a un robusto carruaje militar, las flechas no tienen mucho efecto.

Si ni siquiera pueden atravesar el cristal, deberíamos estar a salvo en la cabina.

Al menos, siempre y cuando el enemigo solo tenga flechas.

Pero incluso aunque estemos a salvo dentro del carruaje, no ocurre lo mismo con los soldados que están afuera.

“¡Yaana, quédate aquí! ¡Hyrince, protégela!”

“Julius—maldita sea! Está bien.”

Hyrince comienza a objetar pero cambia de opinión cuando ve el rostro de Yaana, pálido por el ataque.

“¿Eh? ¿Qué? ¿Sir Héroe, que hay de usted?”

“No te preocupes. Solo confía en mí.”

Sonrío todo lo amablemente que puedo para tranquilizar a la angustiada Yaana.”

Luego, reúno mi coraje y salto del carruaje, cerrando la puerta rápidamente detrás de mí.

Al darse cuenta de mi presencia, los soldados que custodiaban nuestro carruaje me miran con los ojos como platos.

“¡¿Sir Héroe?! ¡Es demasiado peligroso! ¡Vuelva adentro de una vez!”

“Le protegeremos—no se preocupe!”

Inmediatamente, varios guardias se apresuran y levantan sus escudos a mi alrededor, intentando llevarme de regreso al carruaje.

En ese momento, no soy solo un comandante títere para ellos sino también un niño vulnerable e incluso una carga.

Un objeto que proteger, ya que sería problemático que yo muriera.

Pero no es así como debería ser. ¡Esto no está nada bien!

“¡No os preocupéis por mí! ¡Proteged a los heridos!” grité.

Al mismo tiempo, creo una barrera de luz con magia.

No tiene la solidez que proporcionaría una masa física de Magia de Tierra, pero debería ser suficiente como para parar las flechas que no pueden penetrar una ventana de cristal.

“¡¿Quién soy?!” Alzo la voz para que todo el mundo a mi alrededor pueda escuchar. “¡Soy el héroe! ¡¿Y es el héroe alguien a quien proteger?! ¡No! ¡El héroe es alguien que protege a los demás!”

Incluso mientras grito, las flechas enemigas siguen lloviendo.

Pero todas ellas son bloqueadas por mi barrera antes de alcanzarnos.

“¡No tengáis miedo! ¡Estos misiles tienen poca fuerza! ¡Siempre y cuando no acierten en un punto vital, no nos matarán!”

Empujo a los soldados a un lado mientras tratan de protegerme y me dirijo al frente.

Las flechas vienen desde el bosque al lado de la carretera.

A juzgar por la cantidad de flechas, estimaría que el número de arqueros es de docenas.

Sin duda menos de cien, pero tampoco una cantidad pequeña.

Si no recuerdo mal, esa debería ser la fuerza total de la organización de tráfico de humanos en esta zona.

En otras palabras, debieron haber traído aquí a todos sus miembros para que estuvieran al acecho y nos emboscaran aquí.

Los traficantes de humanos no son estúpidos. Es normal que tomen contramedidas si descubren que vamos tras ellos.

No hemos estado haciendo ningún verdadero esfuerzo por ocultar nuestras actividades, al fin y al cabo.

Hemos estado viajando entre pueblos, principalmente para tranquilizar a los habitantes.

Así que tiene sentido que nos encontremos con alguna u otra emboscada.

De hecho, casi había estado yendo demasiado bien hasta ahora.

Pero los soldados del operativo de trabajo deben haberse acostumbrado demasiado a que las cosas fueran bien, o tal vez la cadena de mando todavía esté disgregada porque son una mezcla de tantas naciones diferentes. En cualquier caso, la reacción de la unidad es demasiado lenta e insegura.

“¡Moved a los heridos a un lugar seguro!¡Soldados con escudos, al frente!”

De un vistazo, no parecen haber víctimas mortales aún, pero claramente puedo ver algunos soldados con flechas clavadas en sus brazos o sus piernas.

Es por eso por lo que doy la orden de evacuar a los heridos y ordeno a los escuderos que se reúnan en el frente.

Pero no está sucediendo lo suficientemente rápido.

Cada uno de los soldados mira inquisitivamente a sus respectivos comandantes, y se empiezan a mover solo después de que el comandante asienta.

Seguimos bajo ataque. ¿Por qué no se mueven más rápido?

En nuestras batallas hasta ahora, han ejecutado los planes preestablecidos con gran éxito, así que esta es la primera vez que tienen que reaccionar en el acto.

Ahora está muy claro que la cadena de mando no ha sido definida adecuadamente.

Tal vez no se estén dando prisa porque todavía no estamos en demasiados problemas.

Las flechas que vuelan hacia nosotros no son particularmente poderosas. Y el operativo está compuesto por soldados de élite, por lo que no es un ataque tan impresionante para ellos.

La mayoría de los heridos tan solo fueron golpeados en el ataque sorpresa inicial.

Ahora que ya pasamos eso, casi no hay preocupación por que las flechas se cobren vidas.

Pero como resultado, están lo suficientemente tranquilos como para mirar a sus comandantes en busca de confirmación en lugar de simplemente seguir mis órdenes.

Si estuviéramos en un verdadero aprieto ahora mismo, tal vez me habrían obedecido sin dudarlo.

Me alegro de que no haya amenaza de más víctimas, por supuesto, pero es frustrante que los hombres no reaccionen lo suficientemente rápido.

Después de todo, no podemos defendernos para siempre.

Nuestro objetivo es eliminar a la organización de tráfico de humanos, por lo que tenemos que derrotar a lo que sea que nos esté atacando ahora mismo.

Si podemos aguantar este ataque, lo más probable es que las estadísticas estén a nuestro favor.

Los bandidos no tienen un suministro interminable de flechas, por lo que una vez que se les agoten, podremos pasar a la ofensiva.

¿Pero se quedarán esperando a que les alcancemos?

No, lo dudo.

Si son lo suficientemente inteligentes como para esperar y emboscarnos, estoy segura de que reconocerán cuándo sería el mejor momento para huir.

Y si ellos escapan, eso no significa que hayamos ganado—más bien lo contrario.

Cualquiera de ellos que consiga escapar cometerá los mismos delitos en otras zonas.

Dejar que alguno escape va en contra de todas las razones por las que vinimos aquí en primer lugar.

“¡Los que puedan, seguidme!”

Saco mi espada y corro hacia el bosque.

Las flechas cortan el aire a mi alrededor mientras salgo corriendo por mi cuenta, pero bloqueo el bombardeo con mi barrera sin reducir mi velocidad.

En poco tiempo, llego a la arboleda.

Los emboscados escondidos en los árboles arrojan los arcos a un lado y desenvainan sus espadas.

Sus rostros en general parecen un poco agobiados pero lejos del pánico. Probablemente porque se han dado cuenta de que soy un niño. Han bajado la guardia.

No son solo mis aliados los que me toman a la ligera por mi edad.

Es más probable que mis enemigos me subestimen debido a mi apariencia.

¡Bien por mí!

“¡Hiyaaah!”

Un bandido intenta cortarme con una espada, pero lo rechazo.

El poco impresionante aluvión de flechas me ha dado una idea aproximada de la fuerza de nuestro enemigo.

Incluso si intercambiamos golpes cara a cara, saldré ganando claramente.

Golpeo su espada con la mía y se le cae de la mano, alejándose con estrépito detrás de él.

“¿Eh?”

El hombre mira inexpresivamente su ahora vacía mano de la espada.

Está al descubierto.

Pero yo…

“¡Ah!”

… Dudo por un momento.

Luego elimino al forajido.

Siento como mi espada se hunde en su carne.

Esa es confirmación suficiente como para saber que al menos lo he incapacitado, así que me muevo hacia el siguiente enemigo sin querer mirar al resultado.

… No, eso es solo una excusa.

Simplemente tengo miedo de ver lo que acabo de hacer.

Miedo de aceptar la realidad de que maté a alguien.

Soy un luchador demasiado inexperto para incapacitar a alguien sin matarlo.

Así que no tenía otra opción.

… Por primera vez en mi vida, maté a alguien con mis propias manos.