Gakusen Toshi Asterisk (NL)

Volumen 12

Capítulo 6: Preludio

Parte 1

“¡Hey, Ayato!”

El primer día de la feria escolar fue recibido con un clima refrescante y despejado. Bajo ese cielo despejado, la plaza frente al domo Sirius estaba llena de gente, pero afortunadamente, Ayato no tuvo dificultad en ver a su hermana que sonreía y saludaba.

No queriendo destacar demasiado, había disfrazado parcialmente su apariencia con un par de gafas falsas y una gorra, como solía hacer cuando salía en público en estos días. Haruka, sin embargo, evidentemente no tuvo dificultad en reconocerlo.

“Sabía que estaría ocupado, pero esto es otra cosa. Quizás deberíamos haber elegido un lugar diferente”, comentó.

“Todos los lugares son así durante la feria escolar. De todos modos, ¿cómo está papá?” Ayato preguntó.

Haruka había regresado a la casa de su padre en Shinshu durante un mes, sólo que había regresado a Asterisk el día anterior.

Incluso después de ser dada de alta del hospital, la guardia de la ciudad todavía tenía algunas preguntas y demás que querían quitar de en medio. Cuando, finalmente, fue libre de hacer lo que quería, aprovechó la primera oportunidad disponible para regresar a casa a ver a su padre, Masatsugu.

“Sí, es bueno. Sigue siendo tan terco y malhumorado como siempre… y para ser honesta, creo que tiene unas cuantas canas más”.

“Haha-ha… Supongo que ambos le hemos dado suficiente para preocuparse. Sin embargo, deberías haberte quedado más tiempo, después de haber hecho todo ese viaje.”

Aunque no parecía que hubiera pasado mucho tiempo para Haruka desde la última vez que vio a su padre, para él fue su primer reencuentro en mucho tiempo. No era difícil imaginar que él, sin duda, quería pasar más tiempo con ella.

“Quería, pero hay tanto que hacer. Ella trataba de no ser agresiva, pero Helga quería que yo también volviera pronto, así que no podía permitirme quedarme mucho tiempo allí.”

La guardia de la ciudad podría haber terminado de interrogarla y, de hecho, sellado el caso para que no fuera de conocimiento público, pero aún así era muy probable que Lamina Mortis la tuviera en la mira.

Dada su relación pasada, había pocas dudas de que Lamina Mortis estaba considerablemente unida a ella. Mientras que él podría haber sido renuente a hacer otro movimiento contra su vida, podría intentar reclutarla una vez más. La verdadera razón de Helga para querer que se quedara en Asterisk era sin duda mantenerla cerca para protegerla.

Stjarnagarm, sin embargo, no tenía los recursos para enviar oficiales a vigilarla los veinticuatro y siete años mientras, al mismo tiempo, llevaba a cabo una investigación en busca de un número de individuos desconocidos y sin nombre. Por lo tanto, como compromiso, habían acordado reclutarla, al menos temporalmente, para que les ayudara en sus esfuerzos.

Por esa razón, en caso de que algo saliera mal, le habían dado un dispositivo de rastreo para vigilar su paradero.

“Además, quería ver la feria de la escuela yo misma, al menos una vez”, dijo con una leve sonrisa mientras observaba a la multitud con ojos anhelantes.

“…ya veo.”

“En ese sentido, ¿por qué no me enseñas el lugar hoy?” Haruka dijo, dándole una palmada en el hombro.

“Bien, déjamelo a mí.”

El año pasado, Sylvia le mostró a Ayato cada una de las seis escuelas de Asterisk y no tuvo problemas para guiar a Haruka esta vez.

En ese momento, de repente se dio cuenta de algo de lo que sólo había sido consciente subconscientemente.

Cierto… Sylvia se parece mucho a Haruka. Su humor, su forma de actuar…

Por supuesto, su constitución y rasgos faciales eran completamente diferentes. Y aunque había muchas similitudes en sus personalidades, también había muchas diferencias. Pero sus presencias, y sus formas de hablar, eran, a veces, notablemente similares.

Tal vez por eso, reflexionó, había sido capaz de hacerse tan rápido amigo de la cantante más popular del mundo.

“Tiene sentido revisar cada rincón de la ciudad, ya que estoy planeando unirme a la guardia de la ciudad. Parece que tampoco pueden entrar en el recinto de la escuela, así que esta será una buena oportunidad.”

“Acerca de eso, Haruka… ¿Lo dices en serio?” Preguntó Ayato cuando empezaron a dirigirse hacia la cercana estación de metro.

“Por supuesto. Lamina Mortis sigue trabajando detrás del escenario en algún lugar de aquí, y me gustaría compensar a todos por cuidarme todo este tiempo. De esta manera, puedo matar dos pájaros de un tiro, ¿verdad?”

“Supongo que es verdad…”

Hablando por sí mismo, sin embargo, Ayato no podía decir que aprobaba su decisión.

Después de todo, él acababa de reunirse con ella, y ahora ella se preparaba para saltar una vez más al peligro.

“Bueno, técnicamente, no dejan que las personas involucradas en una investigación se unan a ella, así que haré lo que Helga me pida.”

“…es una pena.”

Dado que Stjarnagarm parecía estar permanentemente falto de personal (incluso habían intentado reclutar a Ayato en algún momento), alguien con las habilidades y destrezas de Haruka sería sin duda de gran ayuda para ellos.

“Todo lo que tengo que hacer ahora es pasar el examen de reclutamiento.”

“Eso será pronto, ¿verdad?”

“Sip. Así que tuve que seguir estudiando incluso cuando me fui a casa.”

El hecho de que todavía se le hiciera el examen de reclutamiento sólo sirvió para probar la seriedad de Helga con respecto a los que se alistó.

La verdadera razón por la que la guardia municipal tenía tan poco personal era que la mayoría de los solicitantes no pasaban el proceso de reclutamiento, ni en la etapa de entrevista ni en el examen. Sólo se permitió que se pusieran el uniforme de Stjarnagarm los que Helga reconoció personalmente como de calibre excepcional.

“Espera un segundo”, murmuró Ayato cuando su móvil empezó a sonar.

Lo sacó de su bolsillo, comprobando el nombre en la pantalla, cuando…

“…¡Magnum Opus!” Su frente se enroscó por sospecha, pero sin embargo se movió a una zona sombreada por un edificio cercano y abrió una ventana aérea.

“¡Kee-hee-hee-hee! ¡Cuánto tiempo sin verte, Ayato Amagiri! ¿Cómo ha estado tu hermana desde que la despertamos?”

“Estoy bien, gracias a ti”, respondió Haruka, empujándose a sí misma en el marco de la ventana aérea. “Hilda, ¿fue así? Gracias por cuidarme en aquel entonces”, dijo, inclinando la cabeza.

Independientemente de las circunstancias o de sus motivaciones para hacerlo, era Hilda quien la había despertado con éxito, así que era razonable darle las gracias.

“Oh, ¿así que ahora están juntos? Bueno, en cualquier caso, cumpliste tu parte del trato, así que no hay necesidad de ser formal.”

Ayato dudaba de que Hilda tratara de ser humilde al decir eso, sin duda lo creía de verdad. A juzgar por su forma de hablar, ya no parecía particularmente interesada en Haruka.

“Entonces, ¿qué es lo que quieres?”

“Sí, vayamos directo al grano. Nos estamos preparando para reanudar nuestros experimentos con el acelerador de maná, así que se lo haré saber con antelación, como prometí.”

Lo que quiso decir, sin duda, fue la experimentación humana.

“Asumo que el sujeto dio su completo e informado consentimiento y entiende todos los riesgos involucrados?”

“¡Kee-hee-hee-hee! ¡Claro! Lo entienden completamente, perfectamente, sin lugar a dudas!”

“…¿Puedes probar eso?”

“¡En efecto, en efecto! ¡Claro que sí! ¡Con demasiada facilidad! Después de todo, el sujeto soy yo.”

Ayato se quedó sin palabras. “¿¡Qué!?”

Nunca sospechó que ella podría someterse a sus propios experimentos.

Su pasión por esa investigación parecía haber descendido a la locura total.

“¿Qué te parece? Confío en que no tenga ninguna objeción. ¡Kee-hee-hee-hee! En ese caso, ¡hasta la próxima vez!” Hilda cortó la transmisión con una risa.

Ayato no podía decir que estaba particularmente feliz con este giro de los acontecimientos, pero era cierto que no tenía derecho a protestar.

Pero aún así, tenía un mal presentimiento.

No podía precisar ese sentimiento, pero sabía lo suficiente sobre su investigación para saber que significaba más desgracia que progreso.

Y si algo sucediera en el curso de la misma, no había duda de que él también asumiría parte de esa responsabilidad.

“…Ayato.” Haruka le miró, con una expresión de alguna manera apologética.

“Lo siento. Supongo que estoy asumiendo muchas responsabilidades en este momento.”

“… Eso no es para que te preocupes, Ayato.”

Bien. No importaba lo que pasara, no podía arrepentirse de las decisiones que le habían devuelto a su hermana.

“¡Ah, mira! Si no nos damos prisa, no podremos llegar a todas las escuelas. Querías ir primero a Gallardworth, ¿verdad?” Ayato dijo, tomándola de la mano y sumergiéndose una vez más en la multitud.

Ella se sobresaltó por un breve segundo, antes de apretar su mano también. “…Realmente has crecido”, murmuró, una sonrisa indescifrable teñida tanto de felicidad como de arrepentimiento subió a sus labios.

***

La feria escolar de la Academia Santa Gallardworth reflejaba la formalidad y las reglas sociales de las tradiciones de la escuela.

Había pocos puestos o stands alrededor de los terrenos. En su lugar, se habían reservado áreas como la cafetería especialmente para el evento, y otros edificios se habían habilitado específicamente para proporcionar espacios para bailes, producciones teatrales, conciertos y otras reuniones sociales y culturales.

“Ooh… impresionante”, dijo Haruka con admiración mientras observaba la plaza central. “Ya veo por qué llaman a este lugar la escuela más prestigiosa de Asterisk.”

Ayato, que había tenido la misma reacción el año pasado, se encontró sonriendo.

Todos los edificios fueron diseñados para imitar la arquitectura europea moderna, y así, junto con el estilo asiático de Jie Long, era uno de los lugares visualmente más únicos de Asterisk.

“Bueno… Esto es una sorpresa”, una voz vino a espaldas de Ayato.

“¡Ernest!” exclamó, dándose la vuelta.

“La última vez que nos vimos fue en el Gryps, si no me equivoco. Te ves bien, Ayato.” El joven rubio le brilló a Ayato con una sonrisa deslumbrante. “Aunque, tengo que decir, tu disfraz es un tanto deficiente”, añadió, apoyando la barbilla en una mano mientras lo miraba.

“Sylvia dijo lo mismo el año pasado”, dijo Ayato con una risa. “Me sorprende que pueda abrirse camino entre esta multitud en una sola pieza.”

Ayato era muy consciente de la popularidad de Ernest.

“Vamos, creo que te darás cuenta de que mientras no llames la atención, estarás bien.”

De hecho, como dijo Ernest, aunque había mucha gente a su alrededor que dejaba de hacer lo que estaba haciendo cuando lo veían, ninguno de ellos lo llamaba directamente. Tal vez eso fue gracias a su aura de confianza.

“…Ernest, voy a comprar algo de beber.”

“Ah. Gracias, Diana.”

La mujer que había hablado con Ernest hizo una ligera reverencia a Ayato y Haruka antes de desaparecer entre la multitud. Parecía tener la misma edad que Ernest, una belleza con una apariencia limpia y ordenada y un peinado corto y tranquilo.

“Ernest, ¿es esa…?”

“…Sí, mi amiga de la infancia.”

Esa fue toda la extensión de la respuesta de Ernest, pero Ayato podía decir por su breve intercambio que eran más que eso.

“Y esta fina dama, supongo, ¿es tu hermana?”

“Encantado de conocerte, Ernest. Soy Haruka Amagiri”, dijo con una rápida reverencia. “El combate del campeonato de los Gryps fue increíble. La mejor parte fue cuando echaste a un lado a el Lei-Glems hacia el final.”

“Ha-ha, me temo que ese no fue un momento particularmente digno de elogio. Mi técnica fue bastante indecorosa…”

“En absoluto, fue mucho más interesante que su habitual estilo demasiado delicado.”

Ernest parpadeó sorprendido por estos comentarios, como si le hubieran pillado desprevenido.

“Es importante mantener tu salvajismo bajo control, pero también sirve como base para una buena técnica”, continuó Haruka. “Por lo que vi, creo que tienes el potencial para convertirte en un maravilloso maestro de la espada.”

“…creo que es la primera vez que alguien me dice algo así”, dijo Ernest con una brillante sonrisa mucho más joven que sus años. “¿Así que ésta es tu maestra, Ayato? Puedo ver por qué eres tan fuerte.”

“Sí, estoy muy orgulloso de ella”, dijo Ayato, algo avergonzado.

“Bueno, entonces, debería irme…” Ernest le dio una sonrisa irónica antes de darse la vuelta para irse. “Ah, sí, Ayato”, añadió con una mirada significativa sobre su hombro. “Parece que tienes bastante en tu mente. Ya no soy el presidente del consejo estudiantil aquí, pero resulta que eso me da un poco más de flexibilidad de la que tenía antes. Así que si alguna vez necesitas algo, no dudes en pedirlo. Puede que no sea capaz de mucho, pero te ayudaré en lo que pueda.”

“…Gracias.”

La noche antes de su combate de campeonato en los Gryps, Ernest había venido a la defensa de Ayato cuando fue atacado por Lamina Mortis. Tal vez se refería a ese incidente, se preguntó Ayato. Pero, como ex presidente del consejo estudiantil, tal vez poseía un conocimiento más profundo del que dejaba ver. La organización de operaciones clandestinas de Gallardworth, Sinodomio, era conocida por sus habilidades de recolección de inteligencia, después de todo.

“Parece una buena persona”, comentó Haruka.

“Sí. Solía ser el presidente del consejo estudiantil aquí. Es bastante impresionante que aún pueda actuar tan noble a pesar de haber dejado ir a el Lei-Glems.”

Entre los aficionados a la Festa, su estatus de quinta generación en una línea de maestros espadachines no era un título vacío.

“Bien”, dijo Haruka con reproche mientras ponía las manos en sus caderas. “El que llamó menos la atención en ese combate fuiste tú, el poseedor del Ser Veresta. Todavía no puedes controlar adecuadamente tu prana, ¿eh?”

“Ugh…” Ayato no tenía ninguna defensa contra esa crítica.

“Bueno, si es un problema con tus sentidos, la práctica por sí sola no lo solucionará. Y entiendo que es más difícil para ti dado tu alto nivel de prana, pero aún así… Eso es, ven a verme cuando tengas tiempo, y te mostraré una o dos cosas.”

“Está bien. He intentado arreglarlo yo mismo, pero como puedes ver…”

“Entonces está decidido”.

Y con eso, los dos se trasladaron a su siguiente destino.