Arifureta Shokugyou de Sekai Saikyou (NL)

Volumen 11

Capítulo 4: Preparándose Para La Batalla Decisiva

Parte 6

Pasó una hora antes de que el reloj marcara la medianoche, señalando el comienzo del día de la invasión de Ehit.

Shea, Kaori, Suzu y Ryutarou habían pasado todo el tiempo en el taller con el Cristal de Hora, entrenándose con sus nuevos artefactos.

Kaori, Suzu y Ryutarou acababan de salir a la superficie, mientras que Hajime y Shea estaban repasando sus preparativos finales.

“Mañana es el día…”

“Sí… Aunque Ehit nunca especificó la hora exacta en que empezaría.”

Si Ehit se refería exactamente a tres días desde el momento de su declaración, entonces todavía quedaban unas doce horas.

Por supuesto, era posible que atacara tan pronto como empezara el día o justo antes de que terminara.

“Hajime-san.”

“¿Sí?”

“Incluso si me pasa algo, estoy segura de que tú y Hajime me salvarán, así que no hay nada de lo que preocuparse.”

“¿Es eso algo que dijo Yue?”

“Sí, cuando estábamos en las Cavernas de Escarcha. Le dije que obviamente lo haríamos.”

Shea se deslizó un anillo, su nuevo Tesoro, en su dedo y añadió, “Estos tres días… Sé que los necesitábamos para prepararnos, pero también eran los únicos tres días que Yue tenía para luchar.”

“Sí, tienes razón…”

Ehit había afirmado que necesitaba tres días para obtener el control total de su recipiente. Lo que significa que en tres días, sería capaz de forzar a Yue a una posición en la que no podría resistirse. Nadie lo había mencionado en voz alta, pero todos se habían preguntado en qué estado estaría el alma de Yue cuando la encontraran. Sabían que debían estar preparados para lo peor, por si acaso.

“Pero sabes, yo todavía creo. Creo que Yue-san está a salvo. Estoy segura de que ella cree que iremos por ella también.”

“Definitivamente. Es de Yue de quien estamos hablando. Además, tú la pusiste en forma el otro día. No hay manera de que su alma se pierda ante un autoproclamado dios. Incluso si él hace imposible que ella se defienda, te garantizo que ella estará mirando como un halcón, esperando una apertura.”

“Hehehe, tienes razón. Pero el enemigo al que nos enfrentamos esta vez es muy fuerte. Tendremos que estar preparados para la muerte si queremos tener alguna esperanza de vencerlo.”

“¿Qué intentas decir?”

Shea se dio la vuelta y se encontró con la mirada de Hajime. Sus ojos ardían de rabia por haberle robado su mejor amiga, la determinación de traerla de vuelta, y un inquebrantable espíritu de lucha.

Con una voz decidida, Shea declaró, “Voy a recuperar a Yue-san, pase lo que pase. No importa lo duro que tenga que esforzarme o lo imprudente que tenga que ser. Si no puedo salvar a Yue-san, entonces es mejor que muera y me lleve a toda la gente que pueda conmigo. Eso es lo mucho que ella significa para mí.”

“Ya veo… ¿Y?”

“Por favor no me impidas hacer cualquier locura. Quiero que luches a mi lado Hajime-san, no te preocupes por mi seguridad.”

Dependiendo de cómo lo mires, podría decirse que Shea le estaba pidiendo a Hajime que muriera con ella. No podía soportar un futuro en él que estuviera vivo, pero Yue no. Le estaba pidiendo a Hajime que muriera con ella en caso de que no pudieran recuperar a Yue.

Era el tipo de cosas que la heroína principal de una historia no debería decir nunca, pero Hajime no se desanimó lo más mínimo por su petición.

“¿No es un poco tarde para preguntarme eso? Ya decidimos que compartiríamos el mismo destino hace años. O lo hacemos todos juntos, o morimos todos juntos. No te preocupes Shea, no tengo intención de sacrificarme sólo para dejarte escapar, así que mejor no te acobardes y recuerda esas palabras más tarde.”

Hajime le sonrió provocativamente. A pesar de lo duras que sus palabras podían haber sonado a un espectador objetivo, eran exactamente lo que Shea quería oír. Sus orejas de conejo se movieron hacia adelante y hacia atrás, y una enorme sonrisa se extendió por su cara.

“¡Claro! Sólo quería que lo supieras. Si de repente gritara algo estúpido como, ‘¡Sobrevive Shea, aunque sólo seas tú!’ en el último segundo, eso realmente arruinaría el momento.”

“Bueno, de acuerdo con los chicos de mi clase, soy más un Señor de los Demonios que el actual Señor de los Demonios. Y ya sabes lo que dicen, nadie huye del Señor de los Demonios.”

Mientras Hajime estaba encerrado en su taller, la historia de que era más malvado que el Señor de los Demonios se había extendido por todo Tortus.

Originalmente, el término Señor de los Demonios se refería al gobernante de la raza demoníaca, pero en el caso de Hajime, la gente lo llamaba así porque era un demonio (un horrible ser de muerte y destrucción) y un Señor (alguien que usaba su poder para obligar a la gente a cumplir sus órdenes). Los compañeros de clase de Hajime ya habían popularizado el apodo, y ahora la gente de todo Tortus se refería a Hajime como el Señor de los Demonios.

“De todos modos, ninguno de nosotros va a salir en un resplandor de gloria. Conseguiremos todo lo que queramos y le daremos una paliza a todo lo que se interponga en nuestro camino.”

“Jajaja, sabía que dirías eso, Hajime-san. Pero sabes, esas son exactamente las líneas que diría un Señor de los Demonios. Creo que es un apodo apropiado.”

Sonriendo, Shea golpeó a Villedrucken en un amplio arco, y luego puso el martillo en su hombro.

“¡Démonos prisa y recuperemos a Yue para que finalmente podamos hacer nuestro trío!”

“Eso acaba de matar el humor, coneja cachonda.”

Shea salió del taller, tarareando felizmente para sí misma. Suspirando, Hajime se encogió de hombros y la siguió. Pero a pesar de su expresión irritada, estaba claro por su mirada que realmente amaba y confiaba en Shea.

Remia y Myu esperaban a Hajime en el vestíbulo. Hajime les había ordenado que se quedaran aquí hasta que se decidiera el destino del mundo. Sin embargo, los gólems de Myu vendrían con él.

Hace un tiempo, Remia y Myu le habían pedido a Hajime que al menos les dejara ir a la fortaleza para poder apoyar a los soldados en el frente. Ninguna de ellas había querido sentarse y no hacer nada durante la lucha para recuperar a Yue. Sin embargo, Hajime no lo había permitido. Sabía que estaba siendo egoísta, pidiéndoles que estuvieran a salvo mientras todos los demás luchaban, pero no le importaba. Sin embargo, Myu había hecho un gran berrinche e incluso Remia parecía estar inusualmente deprimida, así que se comprometió un poco. Como los gólems que había creado podían compartir lo que veían y oían con su maestro, así como ser controlados a distancia, les dijo que ayudaran al proceso de guerra operando sus gólems desde aquí.

Por supuesto, eso significaba que esta sería la última vez que los vería en persona hasta que la batalla terminara.

“Papi…” Myu murmuró mientras corría hacia Hajime y le miraba con preocupación.

Él se agachó hasta que estuvo al nivel de los ojos de ella y la miró en silencio. Los dos se miraron a los ojos durante unos minutos, después de lo cual Hajime dijo, “Bueno, me voy.”

“¡Oki!”

No había nada más que decir entre los dos.

“Hajime-san, Shea-san, por favor tengan cuidado. Esperaré aquí a que regresen a salvo.”

“Hai hai. Sabes, Remia-san, eres muy buena en el papel de “ama de casa viendo a su marido ir a la guerra”. Incluso tienes mi corazón latiendo un poco más rápido.”

“Shea, ¿te pones caliente por todo ahora?”

“Vaya, gracias por el cumplido. Vuelve para que pueda darte la bienvenida a casa también.”

“Recibido”, respondió Hajime casualmente.

“¡Claro!” Shea dijo con confianza.

Los cuatro se reunieron para un abrazo.

Con esa despedida final, Hajime y Shea dejaron atrás el Gran Laberinto de Orcus. En el momento en que Hajime y Shea salieron del portal, Shizuku corrió hacia ellos.

“Por fin estás aquí. Los líderes de todos los países te están esperando. Síganme.”

Ese fue el único saludo que dio antes de girar sobre su talón y salir al acecho. Parecía estar de mal humor. Hajime y Shea intercambiaron miradas confusas mientras la seguían.

Era casi medianoche, pero parecía que era media tarde. Las luces eran muy brillantes y demasiado grandes para ser estrellas que brillaban en el cielo nocturno, iluminando los alrededores. Eran artefactos que Hajime había enviado para permitir que la construcción avanzara durante la noche, y para dar a los defensores una ventaja si la batalla se prolongaba durante la noche. Las llanuras a las afueras de la capital de Heiligh parecían un estadio de fútbol con toda la iluminación brillante.

La capital y la Montaña Divina no emitían ninguna luz propia y se encontraban en una profunda sombra. Era extraño ver la ciudad que normalmente era tan brillante de esa manera.

“¿Dónde está Kaori?”

“Está con nuestros compañeros de clase. Suzu y Ryutarou también están con ella. Enviaste un segundo Cristal de Hora con ellos, ¿verdad? Todo el mundo la ha estado usando para tener tanto tiempo de entrenamiento con sus artefactos como sea posible.”

La llanura estaba llena de actividad. Soldados y caballeros corrían de un lugar a otro, mientras herreros, comerciantes, ingenieros y todo tipo de personal de apoyo trabajaban furiosamente detrás del escenario. Capas de trincheras, baluartes y pequeños búnkeres equipados con enormes cañones antiaéreos protegían la fortaleza principal, que se erguía por encima de todo en el centro de la llanura. Estaba hecha de un material que parecía ladrillo rojo, pero que en realidad era un mineral extremadamente denso y duro del abismo. Aunque parecía crudo, su gran tamaño le daba una presencia intimidante. Francamente, era difícil creer que se había construido en sólo unos pocos días.

“¿Oh? ¡Nagumo! ¡Finalmente estás aquí!” Kentarou gritó al salir de las puertas principales de la fortaleza. Corrió hacia Hajime, con Ayako siguiéndole de cerca.

“¡Nuwoooooooooooooooooh, si es el Maestro Nagumo!” otra voz llamó a Hajime. También era familiar. Hubo un estruendo explosivo, y los soldados de alrededor sacaron sus espadas en señal de alarma. El sonido era tan fuerte que hizo que Ayako se desmayara, y Kentarou la agarró rápidamente antes de que cayera al suelo.

“Tu nombre era Volpen o algo así, ¿verdad? Si recuerdo bien, eres el mejor sinergista del reino…”

“Ooooooh, ¿me recuerdas? Realmente eres un buen maestro.”

“No recuerdo haberme convertido en tu-”

Sus palabras se ahogaron en un mar de sinergistas que gritaban: “¡Maestro! ¡Maestro!”

El mundo estaba a punto de terminar, pero no habían cambiado nada. Cuando Hajime visitó la capital, lo persiguieron tan tenazmente que no logró escapar, no importaba lo que intentara. Además, los nuevos artefactos que Hajime había enviado habían hecho que le adoraran más que nunca. Se podía ver por la mirada extática de sus ojos que lo veían como su dios.

Hajime los golpeó a todos con el Campo de Rayos y se liberó de su cerco, y luego se dirigió a Kentarou y Ayako.

“Nomura, buen trabajo. La fortaleza se ve perfecta.”

“Gr-Gracias. Todo lo que hice fue lanzar mi magia donde los arquitectos me dijeron. Aunque ahora he mejorado mucho en el uso de la magia terrestre.”

“Yo también estoy sorprendido. Todo lo que hice fue concentrarme en curar a Nomura tanto como fuera posible, pero ahora mi magia de curación es tan buena como la de Kaori-chan lo era al principio.”

Sonriendo tímidamente, los dos sostuvieron los artefactos en forma de varita que Hajime les había dado como para decir que su crecimiento era todo gracias a él.

“Supongo que… ¿no tuviste problemas por tu parte?” preguntó Kentarou con indecisión, mirando a los gólems al lado de Hajime. Adoptaron una postura elegante, que casi hizo que Ayako se desmayara de nuevo.

Mirando alrededor, Hajime se dio cuenta de que se habían convertido en el centro de atención. El arrebato de Volpen y la existencia de sus gólems había llamado la atención de todos los soldados cercanos. Todos miraban a Hajime con asombro y respeto.

En ese momento, Shizuku intervino diciendo, “Nomura-kun, Ayako, pueden hablar más tarde. Lily y los demás están esperando que Nagumo-kun empiece el consejo de guerra.”

“O-Oh sí, siento haberte entretenido.”

“S-Sí, lo siento… Te has vuelto atrevida, Shizuku…”

Shizuku agarró el brazo de Hajime y sonrió débilmente a Kentarou y Ayako. Se aseguró de presionarlo, para que su brazo quedara aplastado entre sus senos.

Kentarou desvió torpemente su mirada y Ayako se sonrojó visiblemente. Aún sonriendo, Shizuku se llevó a Hajime.

Muchos de los soldados del imperio se quejaron consternados, pero Shizuku no les prestó atención. Ella también se sonrojó por la audacia de sus propias acciones, pero se veía particularmente complacida con ella misma.

“Yaegashi, ¿pasó algo?”

“¿¡Es éste el despertar sexual de Shizuku-san!? exclamó Shea.

Era extremadamente inusual para la usualmente recatada Shizuku actuar tan asertivamente, al menos cuando se trataba de un romance.

“Llámame Shizuku. No quiero que uses más mi apellido. Te llamaré Hajime, también.”

“¿Eh?”

Shizuku suspiró cansada y añadió, “Mira, el emperador estaba siendo muy insistente. Seguía buscando excusas para pasar más tiempo conmigo, y esas excusas eran todas muy buenas, así que no podía simplemente ignorarle.”

Por lo que parece, Shizuku estaba de mal humor por lo persistente que había sido Gahard.

“Te dije que si estaba siendo una peste, podías usar mi nombre.”

“Lo hice. Le dije que el hombre que amo eres tú, Hajime.”

“Maldición, lo dijiste directamente, ¿eh? Entonces qué, ¿Siguió intentándolo? Te dije que me llamaras si eso ocurría.”

La expresión de Shizuku pasó de enfadada a preocupada mientras respondía, “No quería molestarte por algo tan trivial, H-Hajime. Eres la clave para ganar esta guerra, así que pensé que era mejor no distraerte de tu trabajo.”

“No tienes que preocuparte por mí. Además, sólo tomaría unos segundos abrir un portal y darle a probar mis balas de goma”.

“Hehehe, no te llamé porque sabía que eso era lo que harías. Incluso si usas balas no letales, sería un asunto diplomático si atacas a uno de los líderes más poderosos de la nación. Pero a cambio, será mejor que me dejes coquetear contigo ahora que estás aquí. Planeo mostrar lo cerca que estamos al emperador”.

“Ya veo. Por eso me abrazaste el brazo así delante de todos los soldados imperiales, ¿eh?”

“Sí. De todos modos, esas son mis razones, así que por favor déjame monopolizar a Hajime un poco, Shea.”

“Supongo que no puedo negarme. ¡hehehe, tendré que conformarme con el brazo protésico de Hajime-san, entonces!” Shea exclamó mientras abrazaba el brazo protésico de Hajime y apretaba su pecho contra él también.

Para los soldados, parecía un mocoso impertinente que mostraba su harén a todos los demás, pero incluso los que no sabían quién era se sentían demasiado intimidados para decir algo.

Kentarou y Ayako intercambiaron miradas mientras veían a los tres alejarse despreocupados por los celos de los soldados.

“Es un Señor de los Demonios”.

“Definitivamente”.

Los dos asintieron con la cabeza.