Arifureta Zero (NL)

Volumen 3

Epílogo: Breve Descanso

Había pasado un mes desde la batalla en la capital de los demonios. Miledi y sus camaradas, los antiguos miembros del cuartel general de la rama Reisen, y todo el clan Schnee se encontraban actualmente en el bosque que bordea la Tundra de Obsidiana. Habían decidido quedarse en el continente sur por un tiempo para vigilar a Rasul. También habría sido difícil cruzar continentes con un grupo tan grande y no llamar la atención. Ya que, incluyendo las quimeras, el grupo era de más de 100 personas.

Aún así, Dylan y Katy necesitaban un lugar seguro para descansar, así que el grupo tendría que mudarse eventualmente. Mientras sus cuerpos estaban curados, sus almas no estaban allí todavía. Miledi ya se había puesto en contacto con el pueblo Libertador más cercano, y estaban haciendo preparativos para aceptar a todos los sujetos de prueba rescatados en sus filas. Eventualmente el plan era crear una nueva residencia permanente para el clan Schnee, pero por ahora, sólo necesitaban un lugar donde quedarse.

Por cierto, Meiru había sido la que había abogado por mudarse a un pueblo cercano al Libertador en lugar de quedarse en la Tundra de Obsidiana primero. Principalmente porque no podía soportar el frío.

Afortunadamente, el bosque en el que se escondían se conocía como el Bosque sin retorno para los demonios cercanos, así que lo evitaban como la peste. Lo que significa que era poco probable que el grupo de Miledi fuera descubierto. La razón por la que se le dio ese nombre fue…

“¡Oh Dios, Meiru-chan! ¡Vuelves a llevar ese traje de baño otra vez! ¿Qué pasó con la ropa que te hice?”

“P-Por favor no me hagas usar esos…”

La voz de Meiru era sorprendentemente dócil. Eso fue porque se enfrentó al señor de este bosque, una musculosa reina drag. Él era la razón por la que este bosque era conocido como el Bosque sin retorno. Todos los que se le acercaron, técnicamente regresaron, pero nunca fueron los mismos. Su nombre era Jinglebell. Era, de hecho, un Libertador. Y no cualquier Libertador tampoco. Era el mejor sastre de los Liberadores y el que había hecho la ropa de Miledi. Aunque era un demonio, no podía usar magia. Debido a eso, había sido perseguido por sus compañeros. Para escapar de la intimidación, entrenó sus músculos hasta el punto de poder contrarrestar la magia sólo con la fuerza bruta. Tenía suficiente poder físico para enfrentarse a un batallón entero de soldados demoníacos. Por cierto, Snowbell consideraba a Jinglebell su maestro.

“¡Bien hecho, Bell-neesan! Acorralarla… Ejem, quiero decir, ¡asegúrate de vestirla bien!”

“Miledi-chan, te haré pagar por esto más tarde.”

Meiru huyó de Jinglebell, que intentaba forzarla a ponerse un vestido con volantes que él había hecho. Miledi miró desde la línea de banda, animando a Jinglebell. A corta distancia, Oscar, Naiz y Vandre estaban perfeccionando sus habilidades de combate cuerpo a cuerpo.

Aunque en ese momento, Oscar y Vandre sólo se miraban el uno al otro.

“Así que lo que estás diciendo es que, en aquel entonces, ¿usaste esas gafas para localizar dónde estaban todos en el castillo?”

“Sí. Son increíbles, ¿verdad? Incluso puedo usarlas para tener una visión de pájaro de mí mismo”.

Hace algún tiempo, Oscar había pedido la ayuda de Mikaela para encantar sus gafas con su Visión del Alma. Eran la razón por la que Oscar era capaz de esquivar fácilmente los ataques de caótico, y por la que parecía que tenía ojos en la parte posterior de su cabeza. También fue lo que le ayudó a encontrar dónde estaba Vandre cuando organizaron su rescate. Oscar podía ver a través de cualquier cosa y todo en todo momento.

“Ya veo. Así que básicamente, eres un asqueroso”, dijo Vandre sin rodeos. Molesto, Oscar respondió: “Al menos mis gafas no son tan estúpidas como tu bufanda. ¿Por qué te pones eso cuando no hace frío?”

“No insultes mi bufanda. No tienes aprecio por el arte, pervertido cuatro ojos”.

“Deja de insultar mis gafas, aspirante a artista”.

“¿Qué has dicho?”

“¿Quieres ir?”

“Haaah, ¿por qué tenéis que discutir sobre cada pequeña cosa?”

Naiz suspiró profundamente. Recientemente, Naiz se había visto obligado a mediar en los argumentos de Oscar y Vandre, y le estaba agotando. Susha, que había venido a ver entrenar a Naiz, ladeó la cabeza y preguntó, “¿Es esto lo que quieren decir cuando dicen que los mejores amigos se pelean mucho?”

“¡Son definitivamente los mejores amigos!”

“¿en serio?”

“Bueno, normalmente no ves que nuestro hermano se emocione tanto con las cosas, ¿verdad?”

Yunfa, Corrin y Ruth continuaron la conversación. Junto a los niños, Mikaela se puso a cuatro patas y murmuró: “Lo llamó escalofriante… Llamó a mi magia especial espeluznante…”

“N-No te preocupes por eso, Mikaela. Nadie piensa realmente eso. Vandre acaba de decir eso porque está hablando con Oscar, no piensa realmente eso,” dijo Shushu, tratando de animar a Mikaela.

“E-es verdad. Normalmente, Van-sama nunca insulta a la gente de esa manera. Aunque parece que actúa mucho más groseramente cuando está cerca de su líder… …y especialmente cuando está cerca de Oscar-dono”.

Margaretta no estaba segura de cómo sentirse. Estaba feliz de que Vandre hubiera encontrado amigos con los que pudiera ser franco, pero al mismo tiempo, las constantes discusiones de Vandre con Oscar causaban problemas a mucha gente.

“Shushu tiene razón, Mikaela. Hemos sido salvados por tu poder un montón de veces. Nadie piensa que sea espeluznante.”

“Marshal-san…”

“Además, no es como si lo usaras para espiar a la gente o algo así. Así que enorgullécete de…”

Una expresión de culpabilidad apareció repentinamente en el rostro de Mikaela.

“¿M-Mikaela? No me digas que…”

“¡No es lo que piensas! ¡Fue sólo un accidente! ¡No te estaba espiando a propósito, Marshal- san! ¡No es que piense que te ves sexy cuando te bañas o algo así!”

Todo el mundo empezó a alejarse de Mikaela. Al darse cuenta de que había cometido un desliz, intentó sin embargo defender su honor. Pero sus excusas fueron interrumpidas por el batir de las alas.

“Ah, es Creme-chan.”

En palabras de Corrin, todos miraron al águila descendiente. Parecía que Tim tenía un mensaje para ellos. Miledi dejó que Creme aterrizara en su cabeza y tomó la carta atada a su pierna.

“Espera, ¿esto es de Badd?” Miledi murmuró. De repente todos estaban más interesados en el contenido de la carta. Después de todo, no habían sabido nada de su vice-líder desde que se había ido de viaje. Mientras Miledi leía la carta, su expresión cambió repentinamente. Sus ojos se pusieron serios y se mordió el labio con preocupación. Una vez que terminó de leer, levantó la vista y dijo: “La iglesia… ha declarado la guerra a la República Haltina”.

Los Libertadores se endurecieron. Miledi agarró con fuerza la carta y añadió: “Badd también está en la república. Está pidiendo ayuda”.

Miró a sus camaradas y todos le asintieron con la cabeza. Nadie dijo una palabra, pero no era necesario. Todos pensaban lo mismo.

“Vámonos. Al Bosque Pálido.” Todo el mundo podría decir que este sería un punto de inflexión vital en la historia del mundo.