Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NW)

Volumen 12

Capítulo 132.1: Los Colmillos de Mad Dog, ¿Son Torpes o Afilados?

 

 

En el punto más al oeste de la zona norte del continente central se encuentra la Tierra Santa de la Espada, un territorio que ha visto un gran número de conflictos a lo largo de su historia.

El origen principal de estos enfrentamientos se debe a que, aunque actualmente estas tierras son consideradas el dojo principal del estilo del Filo Celestial; durante algunos años perteneció al Dios del Cauce, y por lo tanto se impartía el estilo del Cauce Celestial.


Este evento comenzó hace 100 años.

Los Dioses del Filo Celestial y del Cauce Celestial de entonces se batieron en duelo, y el territorio pasó a manos del vencedor, el Dios del Cauce. Años más tarde, los siguientes Dioses del Cauce y del Filo volvieron a combatir, llevando a que la Tierra Santa de la Espada volviera a manos del estilo Filo Celestial.

Desde entonces, se acordó que en cada generación, los dioses de los estilos se enfrentaran para decidir al nuevo maestro de la espada, y que el mejor espadachín del mundo enseñara su estilo hasta que alguno de sus aprendices consiguiera robarle el título en combate y convertirse así en el mejor espadachín del mundo.

Para todo espadachín, esta tierra representa un símbolo de fuerza, y por ello, todos aquellos que aspiran a llegar a lo más alto se congregaban en este lugar, o al menos, intentan visitarlo al menos una vez en la vida.

A las puertas de esta ciudad santa, 2 caras poco comunes hacen acto de presencia.

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La primera es una mujer que tenía claramente más de 60 años, y aunque sus facciones eran difíciles de descifrar, su rostro conseguía calmar por algún motivo a aquellos que la observaban. Esta mujer iba vestida con ropa de viaje, pero no sería difícil imaginarla sentada en el porche de una casa sentada en una mecedora mientras hace punto.

Aunque una cosa en su atuendo contrastaba con esa idea, la espada que llevaba al cinto.

Viendo este hecho, uno podría darse cuenta de que su postura y forma de moverse no dejaban lugar por el que atacarle; y todos los espadachines experimentados que se fijaran en ella, sabrían que no habría forma de llegar a impactarle.

Esta mujer es en realidad la Diosa del Cauce, Reida Liia; que tras perfeccionar Espada de la Privación, la técnica definitiva del Cauce Celestial, se convirtió en una de las espadachinas más fuertes de esta generación.

La persona que le acompañaba era una joven de unos 20 años aproximadamente, y su forma de moverse guardaba cierta similitud con Reida. Y al igual que esta, también iba vestida con ropa de viaje y con una espada en su cintura.

“Gran Shishou-sama, ¿es esta la Tierra Santa de la Espada?”

“Vaya si lo es… ¿No querías venir? Pues aquí lo tienes, el hogar de las bestias salvajes.”

“Estoy nerviosa.”

“Deberías confiar más en tus habilidades. Siempre y cuando tu rival no sea el Dios del Filo, no deberías temer a nadie de aquí.”

“Agradezco tales palabras, gran Shishou-sama.”

Charlando tranquilamente, dieron un paso al frente y se adentraron en la Tierra Santa de la Espada.

Lo primero que vieron es que, contrario al nombre, parecía una ciudad como otra cualquiera.

Tenía una posada, una armería y hasta un gremio de aventureros; y tanto aventureros como comerciantes paseaban tranquilamente por las calles. Aunque la diferencia principal estaba en el resto de aldeanos de a pie, que todos, incluidas las mujeres, parecían conocer y combatir según el estilo del Filo Celestial; y todos ellos tenían brazos bien desarrollados, superando incluso a aventureros experimentados.

“¿Reservamos posada?”

“No hay necesidad; simplemente pasaremos la noche en casa del pequeño Gull.”

Reida siguió avanzando, adentrándose por las calles de la ciudad.

Conforme se alejaban del centro, el número de mercaderes y aventureros iba disminuyendo hasta que casi todas las personas que encontraban por el lugar eran espadachines armados con espadas de madera y ropas ligeras entrenando en los distintos dojos de la ciudad.

Para la joven que acompañaba a Reida, la escena fue bastante novedosa y miraba de un lado para otro, llamándole especialmente la atención lo poco abrigados que iban casi todos en esta estampa nevada.

“Gran Shishou-sama. ¿Por qué si tienen frío, los habitantes de este lugar llevan ropas tan ligeras?”

“Eso es porque los espadachines del Filo Celestial si no pueden moverse con facilidad y rapidez no valen para nada. Por eso, aunque haga frío, no pueden ponerse nada como un abrigo, que les impediría el movimiento.”

“Vaya, son completamente opuestos a nosotros, que llevamos ropas pesadas incluso cuando hace calor. Qué interesante, ¿no le parece?”

“No especialmente.”

Sin prestarle importancia al paisaje ni a quienes le rodeaban, Reida continuó avanzando por el sendero.

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Llegó un punto que ya no había ni dojos, ni casas, ni personas a su alrededor, sino que todo había desaparecido, dejando únicamente un camino que partía el paisaje como si fuera un valle entre 2 cordilleras nevadas. Y al final del sendero, encontraron una casa junto a un dojo enorme rodeado por murallas.

Y ese era el lugar que de verdad constituía la Tierra Santa de la Espada.

Se trataba del dojo principal del estilo del Filo Celestial.

***

 

 

Justo cuando Reida y su acompañante llegaron a la entrada principal del enorme dojo, se encontraron a una mujer saliendo del recinto.

La joven tenía el pelo recogido en una coleta y tenía una postura bastante solemne; en sus brazos llevaba un cubo, que indicaba que había salido en dirección al pozo para ir por algo de agua.

En cuanto vio a la pareja de recién llegadas, no tardó ni un segundo en ponerse a la defensiva, lanzar el cubo a un lado y poner su mano en la empuñadura de la espada que llevaba en el cinto.

“¡¿Quiénes sois y a qué habéis venido?!”

Reida se mostró algo seria, pero al fijarse más detenidamente, llegó incluso a sonreír a la mujer que se mostraba en actitud amenazante.

“Vaya, eres Nina, ¿no es así? Cuánto has crecido…”

“…¿?”

Las palabras de Reida desconcertaron a la mujer.

“Ahh… No te acuerdas de mí, ¿no es así? Supongo que es normal, ya que la última vez que nos vimos eras muy pequeña.”

Aunque Reida actuaba y hablaba de forma nostálgica; la joven y ahora mujer, Nina Farion no era capaz de recordar a quién le estaba hablando.

…¿La conozco? No importa, claramente es una luchadora experimentada y su acompañante es como mínimo igual de fuerte que ella…

Nina se olvidó de momento de intentar recordar a la persona que tenía delante manteniéndose en guardia ante las personas extrañas que habían llegado a este lugar.

“He venido porque me ha llamado vuestro jefe, así que si fueras tan amable, ¿podrías llevarnos ante él?”

“¿Jefe?”

“Gull Farion.”

Aun escuchando sus palabras, Nina continuó titubeando.

… No es la primera vez que un espadachín viene a ver al Dios del Filo; pero la mayoría eran simples curiosos que venían menospreciando la importancia de este lugar, creyéndose algo siendo simples espadachines mediocres que han oído sobre el mismo y se creen capaces de robar el título de Dios del Filo así como así.

Tanto Nina como el resto de discípulos de su padre se habían auto-impuesto la obligación de echar a estos indeseables que solo venían a perturbar sus entrenamientos.

“Disculpe mi actitud, ¿pero sería tan amable de decirme su nombre?”

“Es Reida. Me llamo Reida Liia. Imagino que serás capaz de comprender quién soy solo por ese nombre, ¿no es así?”

“¡! ¡Por supuesto! Por aquí, por favor.”

Fue escuchar el nombre de la recién llegada y Nina no tardó en calmar su postura, y hacerle una reverencia antes de guiarla hasta donde se encontraba el Dios del Filo.

Después de todo, en este mundo nadie se atrevería a presentarse como Reida Liia en este lugar, salvo la mismísima Diosa del Cauce Celestial. Siendo Reida y Reidar los nombres que deben aceptar los que alcanzan ese rango, como dicta la tradición.

Por un segundo pensé que se trataba de una broma… no sería la primera vez que unos padres le dan el nombre del Dios del Cauce a sus hijos; pero la presión que emanó de esa anciana no me dejó lugar a dudas.

Aunque fuera una impostora, estaba claro que poseía como mínimo un enorme talento y habilidad con la espada.

Segundos después, Nina las guiaba por el dojo del estilo del Filo Celestial, donde pudieron quitarse la nieve de sus indumentarias y zapatos hasta adentrarse en el edificio cubierto con un suelo de madera que crujía a su paso.

Mientras caminaban, Reida examinó de arriba a abajo a Nina.

“Aunque todavía eres joven y algo inocente, tienes un buen porte. Dime, Nina, ¿has alcanzado ya el título de Reina del Filo?”

“No, todavía no estoy a la altura.”

“Ya veo. Eres humilde para ser la más poderosa de los jóvenes de este sitio.”

“Es posible que sea la más rápida, pero no la más poderosa.”

“Ohooo. Es una buena actitud. Tan buena que me cuesta creer que seas una aprendiz del Filo Celestial.”

Mientras charlaban animadamente, las 3 mujeres llegaron a la sala principal del dojo, el Espacio Presente.

En ese lugar había un hombre en solitario, con los ojos cerrados en pose de meditación; y en su cabeza, Reida, pudo ver un movimiento suave y rápido de Gull Farion, Dios del Filo Celestial, clavándole una espada en la garganta.

Por supuesto, Gull no se había movido en absoluto, pero para Reida, el desenlace de un duelo entre ambos era evidente.

Por mucho que fuera la Diosa del Cauce Celestial, y una de las 3 figuras principales de las técnicas de lucha con espada de este mundo. Lo único que era incapaz de bloquear eran los ataques de este hombre.

“Ha llegado Leida Liia-sama.”

“Así que vino…”

Gull Farion abrió ligeramente sus ojos para observar a Leida; también observó de reojo a la chica que la acompañaba, pero no tardó en perder el interés y volver a observar a la Diosa del Cauce.

“Has recorrido un largo camino, no te esperaba aun. Ese cuerpo decrépito tuyo no está para recorrer mundo.”

“Y tanto… Aunque viendo que llegaste incluso a bajar de ese pedestal tuyo para pedirme un favor, no me pude resistir a venir a descubrir el motivo. Permíteme sentarme primero… sí, mejor así.”

Leida se acercó hasta el Dios del Filo y se sentó frente a él. Y por mucho que pareciera que le había costado sentarse, en realidad sus movimientos fueron fluidos como un riachuelo recorriendo un valle.

Nina por su parte se colocó a unos metros detrás de Leida junto a la joven que la acompañaba.

“Bueno, ¿por qué me has hecho venir exactamente? ¿Acaso quieres que le enseñe a esa chica las técnicas del Cauce Celestial?”

Reida hizo un gesto con la barbilla señalando a Nina mientras le preguntaba al Dios del Filo.

“Bueno, parece que es una chica tranquila. Así que por mucho que tenga un buen físico para el Filo Celestial, es probable que tenga madera para manejar el Cauce Celestial.”

La Diosa del Cauce había recibido una carta escueta del Dios del Filo que le pedía que viniera a la Tierra Santa de la Espada, pero lo único que sabía del motivo era que quería que adiestrara a uno de sus discípulos.

Por lo general habría descartado en seguida una petición tan egoísta como esa, pero hablamos del ególatra Gull Farion, Dios del Filo Celestial. Alguien como él, jamás le pediría un favor a nadie…

Curiosidad que le hizo venir para descubrir qué le habrá hecho llegar a tales extremos.

Aun así, Reida no habría venido desde la capital del reino de Asura solo por simple curiosidad.

“Podría, pero quiero una cosa a cambio.”

“¿El qué?”

“Igual que tú, también me gustaría ayudar a crecer a mi discípulo, por eso quiero que organices combates entre ella y usuarios del Filo Celestial. Solo eso, no hay necesidad de que la entrenes.”

Es una lástima que esta pequeña pueda desaprovechar el presente debido a esa enorme arrogancia suya.

Es cierto que en Asura muchos espadachines entrenan el estilo Cauce Celestial, pero pocos son los que desarrollan en gran medida su habilidad o poseen talento. La joven que la acompañaba era una de los pocos que poseía ambas características, pero al no tener rival entre el resto de discípulos, su ego había crecido demasiado.

Entrenaba seriamente, pero la falta de una meta en la vida o un rival habían llevado a que su discípulo no se desarrollara lo necesario.

Aprovecharé para mostrarle que siempre hay alguien mejor… es lo que necesita para volver a estimular su desarrollo. Y aunque ninguno de los discípulos del Filo Celestial sea capaz de calmar su ego, un simple combate contra el propio Gull Farion sería suficiente para abrirle los ojos.

Después de todo, para los aprendices del Cauce Celestial, cuanto más fuerte es el adversario, mayor el aprendizaje.

Estoy segura de que por algo parecido me habrá hecho venir el joven Gull. Nina parece tener la cabeza en su sitio, pero combatir contra alguien digno del Cauce Celestial podrá enseñarle sus flaquezas para poder pulirlas.

“Me parece bien, incluso lo consideraría barato.”

“Juju… Si eso crees, ¿por qué no añado que nuestros discípulos combatan desde hoy mismo?”

Reida aprovechó las palabras de Gull para ofrecer esta propuesta.

Cuanto antes se calme la orgullosa dama a mi espalda, antes corregirá sus errores. Se me pasó por la cabeza pedirle al joven Gull que peleara directamente contra ella, pero creo que será más frustrante y productivo si le vence alguien de su edad.

“Me parece bien. Nina, trae a Eris.”

“… De acuerdo.”

“¿Oh?”

Viendo el intercambio, Reida se quedó sorprendida inclinando su cabeza.

E…¿Eris? Pensé que Gull querría entrenar a su hija… qué extraño.

“Hmm… Shishou…”

“¿Qué quieres? No me hagas esperar.”

“Esto… ¿Sería posible que yo también combatiera con la discípula de la Diosa del Cauce? Siento curiosidad sobre lo que mi espada podría hacer contra el Cauce Celestial, por eso…”

“¿Hah? Desde el principio tenía intención de que participaras.”

El Dios del Filo respondió asintiendo al tiempo que dejaba claro con su actitud que le molestaba la duda innecesaria.

“¡Se lo agradezco enormemente, Shishou! Ahora mismo traigo a Eris.”

Pero al escucharle, aunque fuera por un instante, se pudo ver una grata sonrisa en la cara de Nina, antes de hacerle una reverencia y salir del dojo.

***

 

 

En cuanto puso sus ojos en la muchacha, Reida sintió como si todos sus pelos se erizaran de la impresión junto a un escalofrío que recorrió toda su espalda.

La sensación que le dio el encuentro fue similar a encontrarte a un monstruo con sed de sangre en mitad del camino. Viendo esto, en un acto reflejo hizo el gesto de llevar su mano a la espada; y si algo le salvó de realizar un acto tan vergonzoso fue que su discípulo se adelantó a ella.

La chica que acompañaba a la Diosa del Cauce no solo había puesto su mano en la empuñadura de su espada sino que se mostraba claramente tensa y atenta a los movimientos de la recién llegada. Gesto casi imperdonable para los espadachines del Cauce Celestial, cuya máxima era mantener siempre la calma pasara lo que pasara para juzgar objetivamente cada situación.

“Eris, esta anciana de aquí será quién te enseñe el estilo del Cauce Celestial de ahora en adelante.”

“… Encantada.”

Eris se mostró claramente molesta por algo, pero aun así inclinó su cabeza para saludar a Reida.

Parece una bestia salvaje…

Reida podía sentir la sed de sangre de una bestia hambrienta proveniente de los ojos de Eris, por mucho que esas ansias estuvieran controladas en este momento.

Por mucho que le enseñe a una persona tan salvaje como esta el estilo del Cauce Celestial, será incapaz de ponerlo en práctica. Vamos, a una persona así jamás se le debería ni pasar por la cabeza aprender el estilo del Cauce.

“Lo siento, pequeño Gull, pero enseñarle a esta chica el Cauce Celestial es una pérdida de tiempo; su predisposición no es la correcta.”

“Eso es algo que ya sabía.”

El Dios del Filo asintió su cabeza exageradamente diciendo estas palabras.

“Entonces, ¿cómo pretendes que le adiestre?”

“¿Adiestrarla? ¡No quiero que la adiestres! Lo que quiero es que tenga de oponente a alguien del Cauce Celestial.”

Con este intercambio, Reida fue capaz de comprender lo que pretendía Gull Farion con su petición.

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Lo que quiere es que le de a esa chica llamada Eris alguien con quien luchar del Cauce para que aprenda a contrarrestar el estilo… El problema es que no entiendo el porqué.

Puedo comprender el beneficio de aprender a manejarse contra otros estilos; ¿pero hacerme venir a mí en persona hasta este lugar? Cualquiera con un mínimo de talento en el Filo Celestial debería ser capaz de acelerar sus golpes por encima de la velocidad de reacción del espadachín medio del Cauce Celestial.

Si fuera del estilo Nórdico Celestial podría comprenderlo, y aún así hubiera sido más lógico que mejorara sus propias estratagemas y estilo de combate que ponerle a pelear contra gente de otros estilos a modo de entrenamiento. Pero al estilo del Filo Celestial no le importa el oponente, su finalidad es superar a su adversario siempre en velocidad e iniciativa para obtener la victoria.

Que la haga entrenar contra alguien del Cauce Celestial en concreto, significa que su intención es que acabe luchando contra alguien poderoso de ese estilo… Y la única persona que se me ocurre que el Dios del Filo comprenda que es imposible vencer sin un mínimo de entrenamiento soy YO.

“¿Cómo? ¿Acaso planeas asusarme a esta bestia para que me asesine en el futuro?”

“Claro que no. ¿Qué sentido tiene intentar asesinar a una anciana que no tardará en irse sola a la tumba?”

“Pues entonces dime qué tienes en mente. Porque no veo la necesidad de que sea yo la que le enseñe el Cauce Celestial. ¿A quién demonios planea desafiar esta chica?”

Al oír a Reida, el Dios del Filo dibujó en su rostro una sonrisa de oreja a oreja marcando sus caninos de forma perturbadora.

“Esa chica de ahí planea vencer al Dios Dragón Orsted.”

“Por el gran Karlmann I… ¡¿A Orsted?!” (NT: El fundador del Cauce Celestial).

Reida fue incapaz de ocultar sus emociones al escuchar ese nombre.

Esto se debería a que ella misma conocía bien a este individuo así como su poder y lo irracional que era su existencia. También sabía que, por alguna razón, manejaba el estilo del Cauce Celestial.

“El Dios Dragón es… un objetivo difícil, por ponerlo suave. ¿Crees que podrá?”

“Yo creo que podrá hacerlo. Y Eris también lo cree.”

“Por supuesto, por supuesto, es una buena actitud. Después de todo la confianza es tan importante como necesaria.”

No sé si el pequeño Gull habla en serio o no… Pero decir que se cree capaz de vencer al Dios Dragón, el número 2 de los Campeones Mundiales, solo lo puedo ver como una broma.

Pero contraria a sus expectativas, la expresión del Dios del Filo era segura y seria; mientras que Eris se mantenía impasible como si ese desenlace fuera el más normal del mundo. Juntos emitían un aura bastante convincente.

Bueno, personalmente me da igual si lo acaban consiguiendo o no, pero me parece interesante.

“Pero una cosa, Dios del Filo. No tengo la menor intención de enseñar a una persona sin talento. Así que primero hagamos que tenga un combate contra mi acompañante y si su habilidad me parece suficiente, no tendré problema en enseñarle alguna que otra cosa.”

Así mato 2 pájaros de un tiro… No, sería más bien 3 pájaros de un tiro.

Por un lado puede que la arrogancia de mi discípulo sea destrozada y vuelva a dedicarse en cuerpo y alma a mejorar; por otro, le permitiría ver de primera mano el estilo del Filo Celestial, y ganar experiencia para el futuro. Y por si fuera poco mataría el aburrimiento con lo interesante que me resulta la situación.

Le estaba costando contener la emoción en su interior, y sus piernas estaban inquietas. Por mucho que fuera la Diosa del Cauce y su actitud siempre debiera estar calmada, su alma de guerrera ardía con anticipación ante un evento tan único.

“Y por eso, Isolte, quiero que tengas un duelo con esa chica.”

“Como guste, gran Shishou-sama.”

Isolte, la acompañante y discípulo del Dios del Cauce se puso en pie con estas palabras, y se colocó en el centro de la sala.

“Soy Isolte Cluél, Reina del Cauce. Encantada de conoceros.”

Viéndola, Nina y Eris la imitaron acercándose a la otra chica y poniéndose frente a ella en un corro improvisado, en el que todas podían verse las caras.

“Soy Nina Farion, Santa del Filo. Encantada de conocerte.”

“… Eris Greyrat.”

El que dijo que 3 mujeres juntas siempre arman revuelo no conoció a estas chicas…

Tras presentarse y sin decir más, las chicas se acercaron a coger cada una una espada de madera del montón que había en la esquina del dojo.

“Lo haré porque me lo ha indicado así, gran Shishou-sama, pero… en realidad dudo mucho que una persona que todavía no posea el rango Real sea capaz de vencerme.”

La intención de Isolte era dirigir estas palabras únicamente a Reida, al haberse tapado ligeramente la boca al pronunciarlas, pero Nina le respondió.

“… Tienes razón. Así que espero que te contengas contra mí.”

“Jum…”

Eris simplemente resopló.

La simple provocación de Isolte fue suficiente para hacer que las ansias de las principales discípulos del estilo Filo Celestial ardieran intensamente.

***

 

 

Una hora más tarde.

Eris se encontraba tumbada bocarriba con los brazos en cruz en mitad del dojo.

“Haa… Haa…”

Tenía los ojos abiertos, empapada en sudor y sin aliento.

El resultado había sido una clara victoria de Isolte, ya que Eris había sido incapaz de tocarla ni una sola vez.

La velocidad de los ataques de Eris estaba entre las 10 mejores entre los usuarios del Filo Celestial, hecho conseguido debido a su entrenamiento de golpes al aire que le habían permitido alcanzar una velocidad y potencial que se asemejaba incluso a la de Ghyslaine.

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Si a eso le sumamos los movimientos ferales de la pelirroja, esquivar sus ataques se convertía en una tarea casi imposible; y por si fuera poco, las técnicas del estilo Nórdico Celestial que había aprendido hacían que la habilidad de Eris superara por mucho a la mayoría de Santos del Filo.

Y aun así, Isolte había bloqueado todos y cada uno de los ataques de Eris, respondiendo a su vez con contraataques.

En apenas 30 minutos desde que empezaron a batirse en duelo, el número de veces que Eris habría perdido la vida de haber peleado con espadas de verdad, alcanzó los 3 dígitos.

“…”

Y al lado de Eris, también tumbada bocarriba en el suelo, se encontraba la propia Isolte.

Este desenlace ocurrió cuando se decidió que Isolte había vencido a Eris en combate, llevándola a pronunciar las siguientes palabras.

“Al final, un estilo tan salvaje como el Filo Celestial que solo posee velocidad y fuerza, es incapaz de superar el refinado estilo del Cauce Celestial.”

Y minutos más tarde, Nina destrozó el orgullo y arrogancia que había mostrado Isolte al pronunciar estas palabras.

Nina atacó Isolte a una velocidad que superó la reacción de la Reina del Cauce sin piedad, golpeándola duramente en la sien. Y ese primer golpe se convirtió en el último de su duelo.

“Ha sido un desenlace interesante…”

El que pronunció estas palabras fue la persona sentada en el asiento del máximo mandatario del dojo, se trataba de Gull Farion, Dios del Filo.

“…”

Nina se giro ante él e hizo una reverencia inclinando su cuerpo.

Habiendo dicho que el desenlace fue interesante… Seguramente no esperaba nada de mí, y mucho menos que ganara.

Y aunque Nina tenía pensamientos oscuros como esos en su cabeza, también se encontraba feliz de haber podido demostrar cuánto había conseguido con su entrenamiento, disfrutando de la victoria.

“Francamente, el desenlace no tuvo nada de interesante.”

La persona que dijo esto fue Reida, Diosa del Cauce, sentada junto a Gull.

Simplemente fue el resultado natural. Una bestia que es incapaz de ocultar su instinto asesino es un objetivo indefenso contra el Cauce Celestial.

Pero eso no quita que Eris tenga potencial… Su fuerza es clara, aunque no sea suficiente. Parece como si esa niña hubiera nacido para la guerra con ese enorme espíritu combativo que posee, pero solo con eso no podrá vencer al estilo del Cauce Celestial.

Y luego el resultado de la pelea entre Nina e Isolte, también estaba claro. Nina aun siendo tan joven y poseyendo ese increíble potencial no se había conformado ni confiado en sus habilidades; seguramente gracias a la presencia de Eris. Entrenar conociendo sus limitaciones es lo que le ha permitido vencer a Isolte, que entrenó sin ningún rival que le bajara ese ego suyo.

Eris es claramente más rápida que Nina, aunque no demasiado, y hasta la potencia de sus golpes es inferior a los de esa pequeña bestia pelirroja; pero los cortes de Nina no tienen emociones que los empañen. Nina mantenía su postura sin dejar escapar su ansia asesina hasta dar un golpe certero y contundente a su adversario. Pero vamos, Isolte no es que no sintiera ansia asesina, es que ni se esperó el ataque.

“Pero aunque el resultado no haya sido interesante sí que fue satisfactorio… ¿Qué me dices, pequeña? ¿Quieres que te enseñe el Cauce Celestial?”

La pregunta, dirigida a Nina, dejó a la joven en silencio unos segundos en los que estuvo analizando la propuesta. Aunque al final, negó con la cabeza.

“No, de momento creo que sería mejor que mejorase mi técnica con el Filo Celestial.”

“Ya veo, ya veo. Me parece correcto.”

Reida se echó a reír divertida por la respuesta de la joven.

“Joven Gull, ¿qué te parece si durante un tiempo dejamos que estas 3 entrenen entre ellas mientras se ayudan a mejorar la una a la otra?”

“Suena bien. Además que la chica seguro que no protestará después de perder contra la Reina del Cauce.”

“Y a nuestra pequeña también le vendrá bien entrenar contra una rival a su altura.”

La conversación entre los 2 se pudo resumir en los siguientes puntos:

Eris continuaría entrenando con Isolte hasta que fuera capaz de vencerle.

Isolte continuaría entrenando con Nina hasta que fuera capaz de vencerle.

Entre ellas se resaltarían aquello que todavía les falta para que pudieran mejorar su técnica.

“… Nina, ¿estás de acuerdo con esto?”

“Me parece bien.”

Nina asintió mientras pensaba internamente.

Es cierto que la curiosidad me hizo participar en este entrenamiento tan extraño; pero puedo comprender la utilidad de entrenar contra el mejor discípulo del Cauce Celestial. Y aunque le haya ganado, a mis ojos ni Isolte ni Eris son inferiores a mí en habilidad.

Además… aunque me duela reconocerlo, siento que si Eris no hubiera venido a este lugar no habría sido capaz de vencer a Isolte… Si he llegado tan lejos ha sido gracias a la competitividad con Eris.

“Me alegro de que estés de acuerdo. Por la mañana mantendréis vuestro entrenamiento hasta la fecha, pero cuando se ponga el sol, combatiréis entre vosotras.”

“Sí.”

“… De acuerdo.”

Nina afirmó brevemente mientras que Eris se resistió un poco más, estando todavía en el suelo. Y aunque Isolte todavía siguiera inconsciente y no pudiera responder, Reida no la iba a dejar negarse.

Y así fue como Eris comenzó su entrenamiento anti-estilo del Cauce.

***

 

 

1 mes más tarde se había originado entre las 3 un triple y claro punto muerto.

Eris vencía a Nina, que vencía a Isolte, la que vencía a Eris.

Cada día, las 3 por separado realizaban su propio entrenamiento y al final del día luchaban entre ellas una serie de combates, tras los que intercambiaban opiniones sobre sus distintas debilidades y formas de eliminarlos.

Isolte no tardó en informar a Eris del problema que había visto.

“Eris-san, no ocultas para nada tu instinto asesino, y en el Cauce Celestial nos entrenan a traducirlo para saber cuándo atacará o no el oponente. Por eso, siempre sé cuando vas a lanzarte contra mí y puedo contraatacar a tiempo.”

“No entiendo qué quieres decir con eso. ¿Cómo se supone que voy a hacerlo?”

Eris escuchaba con atención lo que le decía Isolte; y aunque sus respuestas tuvieran un tono repelente y agresivo, lo cierto es que Eris aceptaba toda enseñanza que pudiera ayudarla a mejorar.

“Tienes razón… Nina-san, tú controlas perfectamente el flujo de tu sed de sangre hasta golpear, ¿cómo lo haces?”

“No sé si servirá de mucho… pero personalmente opino que para vencer es suficiente con ser el más rápido, por eso no le veo utilidad a cosas como la sed de sangre.”

Es más, lo que no entiendo es cómo puedes estar todo el día dejando ver tu sed de sangre, Eris. Si no estás peleando con nadie, ¿qué sentido tiene agitarte tanto? ¿No sería mejor relajarse de vez en cuando?

“No lo entiendo.”

“Vale, pues… ¿Por qué no te acostumbras a que todos los días te bañes, te asees, te alimentes correctamente, aproveches para pensar en ese chico que mencionaste tumbada agradablemente en tu cama antes de irte a dormir y descansar adecuadamente?”

“¡¿A qué ha venido eso?! ¡Ludeus no tiene nada que ver con esto!”

“Ah… ¡Moo…! Lo del chico era de broma; pero eso, apestas, tienes una pinta horrible y hasta pareces estar enferma, así que haz lo que te dije.” (NT: MOO, es una expresión japonesa usada cuando alguien te saca de quicio).

“…Lo pensaré.”

La pelirroja, a la que había vuelto a crecerle el pelo desde su separación con Ludeus, verdaderamente prestaba atención a sus ahora compañeras, analizando lo que le decían.

Ni yo quiero mantenerme tanto tiempo en tensión como para romperme; pero cuanto más entreno, más fácilmente comprendo que el poder de Orsted es absurdamente superior al mío, solo con recordar ese día.


Pero ahora estoy perdiendo contra Isolte, y eso que su técnica no está ni de lejos tan pulida como la de Orsted… Si pierdo contra ella, jamás podré pelear contra Orsted…

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Eris se quedó pensativa durante varios segundos ante las palabras de Nina, lo que la llenó de frustración.

“Haahh…. ¡¿Por qué no puedo vencerte siendo siempre así?! ¡Me haces perder la confianza!”

Nina no pudo evitar dejar escapar un enorme suspiro.

He hecho todo lo que el Dios del Filo me ha aconsejado. Todo cuanto he hecho lo he hecho de forma racional; entrenar, comer, vivir… ¡TODO! ¡Y aun así no soy capaz de vencer a una bestia salvaje como es Eris con un estilo de vida tan irracional!


“… Porque hago que te muevas.”

“¿Eh?”

Jamás de los jamases se pensó Nina que Eris le respondería, ya que para ella, era una persona egocéntrica que por lo general se desentendía de los problemas ajenos.

“Utilizando cosas como la mirada, puedo hacer que el enemigo se mueva sin que yo me mueva realmente. Es algo que Ruijerd me enseñó.”

“Ruijerd… ¿Quién es ese?”

“Mi Sensei.”

Pero Nina inclinó su cabeza en confusión tras escuchar a Eris al no comprender lo que le había intentado decir.

El motivo de esta confusión se debía a que lo que Eris le estaba describiendo era una técnica usada por veteranos como Ruijerd de forma inconsciente en medio del combate. Pero entre los Supard, era normal enseñar a los nuevos guerreros a manejar a sus oponentes con falsas señales.

Y fue Isolte quién intentó traducir lo que Eris había dicho.

“En otras palabras, ¿provocas a tu oponente para que te ataque, Eris-san?”

“Así es.”

“…”

La explicación de Isolte permitió a Nina comprender lo que Eris le había intentado decir.

Entonces, ¿con falsos movimientos me hace creer que va a atacar y cuando intento adelantarme me hace caer en su trampa?

Pero esto era algo difícil de aceptar para Nina, concretamente después de su breve trato con la pelirroja habiendo visto su actitud y su forma de vida.

Hablamos de una mujer que parece haber nacido y crecido en medio de un bosque… ¿De verdad una mujer así es capaz de usar conscientemente una técnica tan avanzada como la de controlar a su oponente?

Pero por su parte, Isolte comprendió automáticamente que eso era lo que Eris había estado haciendo en todos sus combates; ya que debido a que el estilo del Cauce Celestial se centra principal en contraataques, todas las técnicas tenían como base el forzar a que el oponente atacara primero.

“Comprendo. Y lo has estado haciendo cuando combates conmigo, ¿no es así?”

“Lo he intentado, pero tú no te mueves.”

“Eso es porque he recibido un entrenamiento para evitar acciones involuntarias… La próxima vez, prueba a no hacer eso conmigo, puede que no sirva de mucho porque sigues emitiendo muchísima sed de sangre, pero podría ayudar.”

“… Lo intentaré.”

Eris asintió, aunque seguía descontenta con algo.

He dicho que lo intentaría, pero no servirá de nada si no controlo mi sed de sangre… pero no sé cómo conseguir controlarlo.

Esta no era la primera vez que le comentaban el problema de su sed de sangre a la hora de combatir. Tanto Ghyslaine como otros de sus maestros hasta que la Reina del Filo entró a trabajar en el palacete de Sauros, habían visto y avisado del problema, solicitándose que se calmara.

No obstante, Ruijerd hizo lo contrario. Lo que hizo el Supard fue enseñarle a cómo usarla para su ventaja, lo que la llevó a dejar de escuchar a los que más tarde le recomendaron controlarla.

Siempre pensé que aunque fuera una desventaja, no habría problema siempre y cuando pudiera ser la más fuerte. Pero ahora…

“¿Y yo, Isolte-san? ¿Qué hago para evitar que Eris me fuerce a atacar?”

“… ¿Para ti, Nina-san? Pues a ver… el estilo del Cauce Celestial posee un sistema de entrenamiento en el que te bloquean la visión mientras te atacan para saber distinguir los verdaderos ataques de los falsos a través del sonido, pero… como las fintas son técnicas de combate que utilizan algunas razas demoníacas, el propio estilo del Filo Celestial seguramente tenga alguna forma de contrarrestarlo; así que, ¿por qué no se lo preguntas a tu gran Shishou-sama?”

Hasta Nina se sorprendió de las cualidades que poseía Isolte para racionalizar todo a su alrededor y manejar la conversación. La presencia de la Reina del Cauce era bien recibida por la hija de Gull Farion.

“Bueno, no todo iba a tener una solución sencilla… vaya, qué rápido se hizo de noche.”

Con estas palabras, Nina puso fin a la discusión de debilidades y soluciones que tenían siempre después de sus combates diarios.

“Bueno, hasta mañana….”

Isolte se despidió y comenzó a acercarse a la puerta, pero apenas 2 pasos más tarde se detuvo sonriendo con cierta vergüenza.

“…. Por algún motivo pierdo la noción del tiempo hablando con vosotras, hasta diría que me resulta divertido. ¿Será porque es la primera vez que he podido discutir estas cosas con gente de mi nivel y edad?”

“Seguro que sí, Isolte-san, porque a mí me pasa lo mismo.”

Nina le dio la razón a Isolte, porque no solo disfrutaba hablando con la Reina del Cauce, sino que además, se había dado cuenta de que aunque Eris por lo general era una persona callada y apenas había hablado con ella, manejaba técnicas variadas y diferentes a la hora de pelear.

Pelear con ella era toda una experiencia, porque combinaba con su estilo las técnicas Nórdicas Celestiales que había aprendido recientemente; y ahora descubría que esos movimientos extraños que no comprendía resultaron ser técnicas de una raza demoníaca nunca vista.

Siempre pensé que era una mujer mono irracional y salvaje… pero empiezo a ver que es hora de cambiar mi opinión sobre ella. No es que utilice movimientos irracionales y salvajes, sino que pelea siguiendo un estilo de otra escuela; eso es todo.

“…Hmph.”

No he cambiado nada… Apenas digo nada en estas sesiones con ellas por mucho que me lo haya mandado hacer el Dios del Filo.

A lo que Eris se refería era a algo que pasó hace años, mientras entrenaba junto a Ludeus a la hora de manejar una espada. En aquel entonces, el pequeño hablaba con Ghyslaine intentando obtener ideas para combatir mejor; qué debía hacer, cuándo, cómo, por qué…

Si es algo que Ludeus hizo… yo también debería.

Puede que el motivo para abrirse a sus compañeras fuera simple o infantil, pero para Eris era suficiente.

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Habiendo recorrido el dojo mientras charlaban, se despidieron amablemente una vez llegaron entre ellas.

“Bueno, es hora de que vuelva con mi gran Shishou-sama.”

“Te agradezco la ayuda de hoy, Isolte-san.”

“No tienes nada que agradecerme, Nina-san. Ya que yo también agradezco tu apoyo; gracias a ti también estoy mejorando.”

Eris continuaba el camino a su dormitorio.

“Gracias a ti también, Eris-san.”

“… Mañana conseguiré golpearte.”

“Estaré esperando que ocurra.”

“Hmph.”

Sin pararse más tiempo, Eris continuó avanzando.

Nina por su parte le hizo una última reverencia a Isolte para despedirse inclinándose ligeramente y fue corriendo detrás de Eris hasta alcanzarla.

“Eris, no pasa nada si quieres seguir entrenando ahora, ¡pero al menos date una ducha cuando termines!”

La Eris de siempre hubiera obviado estas palabras como siempre; la propia Nina comprendía que le hablaba a la pared, pero el olor no desaparecerá solo, así que no le queda más remedio que continuar diciéndole estas palabras a Eris hasta que por fin lo haga.

Pero la respuesta de Eris no fue la de siempre en este día; en lugar de seguir como si nada, se detuvo y mostrándose enfadada, le clavó la mirada a Nina.

“Lo que dijiste antes… ¿hablabas en serio?”

“¿Antes? ¿A qué te refieres?”

“Que si todos los días me baño bien, como bien, y pienso en Ludeus tumbada en la cama antes de dormir bien, seré capaz de controlar mi sed de sangre.”

“Uu…”

Nina se quedó sin palabras.

¡Eso lo dije sin pensar para que me dejaras en paz! Aunque… es cierto que la calma del guerrero se puede alcanzar tras relajar el cuerpo…

Llegando a esa conclusión, decidió que al menos debía darle una oportunidad a esta idea.

“E-Exacto. Así por encima te diré que tienes un aspecto horrible, si sigues sin quitarte el sudor del cuerpo, hasta el chico del que tanto hablas saldría corriendo.”

“Eso no es cierto. Ludeus siempre solía abrazar y olfatear mi ropa después de entrenar.”

“Eso es…”

En su cabeza, Nina se imaginó al chico que había visto en una sola ocasión hundiendo su cara en la camiseta sudada de una chica.

¡Es un pervertido!

Pero cuando fue a pronunciar esas palabras, Nina pudo ver a Eris mostrándose claramente enfadada antes siquiera de decirlo, por lo que prefirió guardárselo.

“E-En todo caso, ahora mismo estás tan sucia que ni él querría acercarse a ti.”

“Bueno… es cierto que Ludeus siempre se lavaba a diario…”

“¡E-Está claro, ¿no?! Por eso tienes que asegurarte de limpiar tu cuerpo todos los días.”

Eris se puso a pensar en Ludeus, recordando los días con él.

Por lo general evito pensar en él porque me hace perder la concentración y esta sonrisa estúpida me sale en la cara… ¿Hm? ¿? No estoy tensa… no estoy emitiendo… sed de sangre, ¿no? ¿Si pienso en él soy capaz de controlar mi sed de sangre?

Llegando a esta conclusión, Eris asintió a Nina.

“De acuerdo, iré a darme una ducha.”

“Bueno, me imaginé que dirías eso. Como quieras, dejaré de decirte que– ¡¿Qué has dicho?!

Eris no hizo caso de la reacción de Nina y continuó en dirección a su cuarto, dejando a Nina confundida y petrificada en medio del camino nevado.

Eris tardó todavía un año entero en pelear en igualdad de condiciones contra Isolte, la Reina del Cauce.


 

 

 

– FIN DEL VOLUMEN 12 –

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