Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NW)

Volumen 8

Capítulo 74: Érase Una Vez…

 

 

El cuento que os voy a relatar hoy trata sobre cierta joven.

Se trataba de la única hija de un cazador humilde que vivía con su esposa en una aldea remota del Reino de Asura.


El cazador era lo que se conoce de forma despectiva como un mestizo de orejas puntiagudas (semielfo); mientras que su esposa, así como la madre de su hija, era una humana entre cuyos ancestros se encontraba algo de sangre feral originaria de un esclavo de cierta familia noble de Asura cuyo gusto por esta raza es conocido aún al día de hoy.

Ambos progenitores amaron y educaron a su hija dándole cuanto amor pudieron profesar; y a simple vista, la niña podía verse envuelta en felicidad.

No obstante, sus cabellos poseían una tonalidad esmeralda; la causa de su martirio en vida.

El motivo de esta desdicha es que aquellos de pelo verde, como es el caso del verde esmeralda de la pequeña, son odiados por todos a su alrededor, puesto que existe el dicho popular que dicta, que cuanto más cercano al verde sea tu color de pelo, mayor será tu parentesco con las violentas razas demoníacas.

El origen de estas palabras vino de tiempo tiempo atrás, cuando una raza demoníaca hizo temblar al resto de razas de este mundo, los Supard.

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Todos los Supard tenían en común un llamativo y brillante pelo verde, así como una gema escarlata situada en sus frente. Y por si este hecho no fuera suficiente para crear un odio por esa tonalidad de cabello, se rumoreaba que aquel que comandaba a los guerreros Supard, el Dios Demonio Laplace, también era poseedor de ese mismo tono verdoso.

No obstante, la joven sobre la que trata nuestra historia no era descendiente de ninguna raza demoníaca; pero no obstante, su cabello color esmeralda infundía temor y odio a quienes observaban ese maldito color verde que portaba.

Pero por muy maldito que fuera el color de su pelo, una adorable niña, sigue siendo una niña adorable; así como el pasado, algo pasado.

El próspero reino de Asura se encuentra suficientemente alejado del continente demoníaco como para que este odio se conservase aun al día de hoy, al no haberse visto tan envuelto como otros territorios más próximos; sin embargo, varios de sus habitantes mantienen actitudes más radicales contra estas razas, haciendo que el odio por las mismas se conserve en la historia.

Pero volviendo a la pequeña, el color de su pelo se alejaba sobremanera del de sus padres, sin relación alguna con estas razas demoníacas; por lo que el cambio en la tonalidad de su hija se debía a una alteración poco común, pero no desoída. Por eso, cuando vieron a la recién nacida el día de su nacimiento, aunque sorprendidos, aceptaron este hecho como lo que era, un caso fortuito.

Esa aceptación se extendió por sus allegados, pero la comprensión se limitó a los adultos; los niños que habían nacido con el miedo a los Supard debido a los cuentos para dormir, no eran capaces de ver a la niña más que como una amenaza.

Y esa misma amenaza recibió rechazo y hasta ofensas de parte de esos niños temerosos; insultos, ser llamada demonio y hasta bolas de barro eran lanzados contra ella debido a su pelo esmeralda. Lo que llevó a la pequeña a vivir temerosa de sus asaltantes, llorando desconsolada por su desdicha.

“¿Por qué el resto de niños siempre me tratan de esa forma?”

Las palabras de su hija se clavaron en el corazón de su madre, la que para intentar ayudarla, comenzó a dejar su pelo extremadamente corto y a vestirla como un chico, para ayudarla a defenderse y evitar esos maltratos. Su padre por su parte, intentó hablar con los padres de esos niños que ofendían a su hija, y aunque esto redujo las agresiones, la raíz del problema no desapareció.





El resto de niños la odiaba y atacaba, y pasado un tiempo, el problema resurgía.

Esos mismos abusones habían perdido el miedo al color de pelo, y habían convertido sus ofensas en un juego; el juego de molestar a una niña pequeña por el color de su pelo. En él, ellos eran los héroes que liberaban al mundo del demonio de pelo verde; dejando a la pequeña a su suerte, sufriendo un suplicio insoportable.

A sus ojos, esos niños venían con malas intenciones a tirarle barro e incluso piedras; si se atrevía a huir de ellos, ellos la perseguían; y si se resistía, a veces incluso llegaban a golpearla, patearla o cualquier otra cosa dolorosa que se les ocurriera.

Por supuesto, los adultos los detuvieron; y durante un tiempo los ataques cesaron, pero no tardaron en volver a ocurrir en lugares apartados de la tutela de padres.

Viendo la situación, la pequeña de pelo esmeralda se sintió sola y perdida en el mundo.

En este mundo, solo tengo a mis padres… nadie más.

El color de pelo con el que había nacido nunca desaparecería, no tenía forma de defenderse, ni de detener los abusos; y había llegado a aceptar que la mejor opción era no resistirse y que estos cesaran rápido.

Y en una situación así, un joven salió en defensa de la pequeña.

Se trataba de un niño de su misma edad, que al ver como le lanzaban bolas de barro a una niña indefensa, se interpuso con todas sus fuerzas y se atrevió a enfrentarse al grupo de abusones que tanto sufrimiento le estaban causando a la pobre cría.

Hablamos de niños cuyo cuerpo eran el equivalente a gigantes en comparación y cuya fuerza se trataba de un obstáculo insuperable para los pequeños. Y aun así, el joven héroe consiguió vencerles.

Por si eso fuera poco para la visión heroica que la pequeña estaba teniendo de su salvador; este le dedicó palabras amenas, afecto y hasta cariño, limpiándola del barro con agua caliente que pareció emanar misteriosamente de sus manos.

Para la niña, el pequeño, no era sino el equivalente a un milagro en forma de héroe que vino a rescatarla de esos abusos injustos. Lo que causó que su día a día cambiara para mejor.

El joven no solo detuvo a los molestos niños en una ocasión, sino que se dedicó a proteger a la pequeña; consiguiendo que el acoso cesara por completo.

No solo eso, sino que además, le dio a la niña de pelo esmeralda la habilidad para defenderse, enseñándole algo tan increíble y fantástico como la magia.

Para la pequeña, ese joven de su misma edad que la había salvado, parecía saberlo todo. Cada pregunta tenía respuesta; cómo leer, escribir, magia, fenómenos increíbles de la naturaleza, cálculo…

Lo que llevó a que a ojos de la pequeña, el niño fuera una existencia cercana a Dios. Por todo esto, la niña no se separaba del joven, y no tardó en ver como su admiración por él se convertía en amor.

Esto llegó hasta tal punto, que incluso a su corta edad, ya pensaba en compartir su vida con él. De sus padres había aprendido palabras como Matrimonio y Futuro, y sin que nadie lo supiera, había decidido convertirse en su Futura Esposa.

Tras esos acontecimientos, otros tantos pasaron y la relación entre ellos se vio ligeramente retorcida; pero aun así, ella seguía amándole, aceptando que siempre estaría ahí para ayudarla.


Aunque el destino le jugó una pasada, y tuvieron que separarse.

Llamarlo destino puede ser un tanto excesivo, puesto que lo ocurrido en realidad fue, que el padre del chico obligó a separarlos, tras dejar inconsciente a su hijo con fuerza bruta y vendérselo a unos nobles que vivían en tierras lejanas.

Los acontecimientos no fueron tan oscuros en realidad, pero a ojos de una pequeña enamorada, solo podía verlo como que ahora era necesario que ella fuera a salvarlo a él, para así traerle de vuelta…

Pero, para su sorpresa, fue su propio padre quién la detuvo.

Las palabras que usó para hacerlo, quedaron borrosas en la mente de una niña de apenas 7 años; pero comprendió que no es que hubiera sido vendido, sino que había partido en un viaje para seguir madurando como persona y aspirar a ser un buen Adulto.

“Cariño, ¿acaso quieres que sea él siempre el que te proteja? ¿No quieres poder protegerle tú en un futuro?”

El resto de palabras fueron entremezcladas en sus infantiles recuerdos, pero estas en concreto quedaron grabadas para siempre en su alma, al igual que su respuesta, al comprender que no siempre podría quedarse en la sombra del pequeño. No podía permitirse que una escena como la de ese día se repitiera, en la que no hubo nada que pudiera hacer para detener los acontecimientos.

“Tienes razón, papá. ¡Me esforzaré al máximo para poder protegerle cuando lo necesite!”

Y en ese día, la pequeña sufrió un cambió importante.

Desde ese momento, la joven decidió esforzarse en entrenar su cuerpo, repitiendo el entrenamiento que tantas veces había visto al joven hacer; aumentar su resistencia corriendo y más tarde una repetición extraña en la que agitaba un palo de madera a modo de espada. Al mismo tiempo, aprovechaba para ir mejorando el control de sus hechizos.

Porque aunque el joven no estuviera ahí para guiarla, la adorable pequeña de pelo esmeralda sabía bien qué hacer. Imaginando que el propio joven estaría mejorando allá donde se encontrara, pero siendo incapaz de vislumbrar siquiera el potencial del mismo, incapaz de predecir el poder que ostentará.

En algunas ocasiones, encontraba encrucijadas para las que la solución se le escapaba. En todas ellas pensaba, ¿qué haría él?

Y la respuesta le llegaba en formas de las palabras del propio joven.

Si no conoces la respuesta, no hay nada que te impida preguntarle a quién la sepa.

En este caso, su duda era saber dónde se encontraba el joven; y para intentar hallar la respuesta, fue en busca de una persona que debería saberlo. Por esto, dirigió sus pasos hacia la casa del médico de la aldea, lugar en el que se encontraba trabajando la madre del joven desaparecido.

Una vez llegó frente a la preciosa madre del joven, la joven de cabello esmeralda hizo su pregunta; y en respuesta, solo recibió una sonrisa pícara con la que esquivó la respuesta, argumentando que se la diría si la ayudaba en su trabajo.

Viendo que era necesario, la joven aceptó y comenzó a ayudar a la madre del muchacho sin darle demasiada importancia. Pero aunque jamás lo admitiera, aceptó acompañarla también debido a palabras de su padre que comprendió como ciertas:

“Por mucho que le guardes rencor a su familia por alejarle de ti, debes comprenderles y perdonarles… No querrás que la familia del pequeño al que tanto idolatras acabe no aceptándote, ¿no es así?”

Pero aun tras varios días ayudándola, la madre del joven nunca dejó escapar información sobre su paradero; sino que cada vez que intentaba engatusarla o confundirla para que dijera algo, la astuta mujer solo sonreía con picaresca antes de responderle:

“Si quieres saber dónde se encuentra, necesitarás esforzarte un poco más…”

La niña entendió con estas palabras que su esfuerzo nunca sería recompensado, fuera o no cierto. Pero la joven dama no podía darse por vencido, debía avanzar, debía seguir intentándolo.

Y eso le llevó a intentar mejorar su relación con la criada de la familia del joven.

Podría haber intentado mejorar su relación con el padre del mismo, pero jamás aceptaría a un vil hombre que se atrevió a golpear a su hijo para mandarle lejos. Por no hablar de que sentía pánico de pensar que el hombre podría llegar a hacerle lo mismo a ella; cosa que hasta la propia niña comprendía que era imposible, pero no por ello el miedo desaparecía.

Por todo esto, decidió probar suerte antes con la criada.

Al hacerlo, comprendió algo que lo que hasta ahora no se había percatado; y es que la criada no solo se esforzaba trabajando cuanto podía, sino que el principal motivo de este esfuerzo, era su gran opinión del joven.

“No me cabe la menor duda de que, en el futuro, el joven señor alcanzará una posición cercana a la de la familia real de Asura. Por este motivo, si de verdad quieres estar a su lado llegado el momento, como su futura esposa es necesario que aprendas como desenvolverte en palacio para no ser rechazada por los nobles del mismo.”

Tras estas palabras, la criada casi la obligó a aprender modales y etiqueta; aunque tras escuchar que era para estar junto al joven que la rescató, la pequeña no se atrevió a negarse, sino que hasta se esforzó.

La criada le enseñó gran cantidad de aspectos de la corte; desde la correcta forma de comportarse en palacio, a cómo colocarse un vestido, cómo hablar, cómo saludar, y un largo etcétera… Llegó a tales extremos, que la jovencita comenzaba a tener dudas sobre la utilidad de las mismas.

Pero debido a su dedicación y buena memoria, siguió adelante con la educación tan especial que le ofrecían, por el bien de compartir su futuro con el muchacho. A pesar de que la criada en ningún momento dejó escapar información alguna sobre su paradero…

Este ritmo de vida continuó hasta el año en que la pequeña cumpliría 10 años.

En esa fecha tan señalada, tan solo su madre podría felicitarla; ya que los monstruos del bosque habían estado algo intranquilos, y su padre, como cazador, no tenía más remedio que mantener guardia para evitar que atacaran la aldea.

“Cariño, ¿de verdad debes partir y perderte su 10º cumpleaños?”

La simple pero encantadora pareja del cazador intentó convencer a su esposo de que no se marchara, pero viendo como no había otro remedio, solo pudo despedirle con una sonrisa junto a la pequeña, ya acostumbrada a que su padre tuviera que trabajar en fechas señaladas.

Y finalmente llegó la fecha de su 10º cumpleaños, y se maravilló al ver como su madre le había regalado por primera vez en tantos años una precioso vestido blanco adorable y femenino, nada que ver con el resto de ropa que había estado recibiendo hasta ese día.

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Y es que sabiendo que se trataba de una fecha muy señalada para la joven, su padre había ahorrado algo de dinero para comprar una preciosa tela que su madre utilizó para confeccionar el tan elegante vestido.

Y esa misma madre, no tardó ni un segundo en hacer que su hija se probara el regalo.


“Te queda precioso, estás guapísima.”

“Eh~~…”

La joven ante los elogios sonrió tímidamente, pensando en lo que le diría el joven si pudiera verla con él puesto. Lo que le llevó a pensar en él.

¿Qué estará haciendo ahora? ¿Estará bien donde quiera que esté? ¿Le habrán felicitado por su 10º cumpleaños?

Me gustaría poder hacerle llegar un regalo.

Encantada con la idea que acababa de ocurrírsele, decidió hacer lo posible por regalarle algo a su amado héroe en su 10º cumpleaños.

Aunque sin saber bien qué podría gustarle, le pidió consejo a su madre buscando una solución a tal dilema, y la respuesta de la misma fueron las siguientes palabras.

“Cualquier cosa que le regales de corazón, le gustará.”

Comprendiendo las palabras, quedó prendada y más tranquila, pero todavía no era capaz de imaginar qué regalo hacerle; por lo que le pidió consejo a su padre.

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“Si no sabes qué regalarle, podrías regalarle un amuleto de la buena suerte, que es casi una tradición en mi familia.”

Su padre le contó sobre el amuleto, un colgante de madera a llevar siempre consigo para que atrajera la buenafortuna; y la pequeña recordó el colgante que tantas veces le había visto al hombre y del que nunca se separaba.

Escuchando más detalles, resultó ser un regalo de la madre de su padre; en otras palabras, su abuela. Se trataba de una mujer de la raza de orejas puntiagudas que se lo entregó el día en que pudo hacer su propia vida.

La joven se quedó encandilada con la idea y decidió hacer ella misma el amuleto, con sus propias manos, para el muchacho que no desaparecía de su mente.

Al final, el resultado fue un amuleto tallado de madera que dejaba claro que la habilidad de la autora no era elevada en exceso, pero no obstante, su dedicación y empeño quedaron reflejados en la forma y trazos del mismo.

El algo torpe había sido terminado; pero entonces surgió otro dilema.

¿Cómo hago para hacérselo llegar?

Viendo a la chiquilla pensativa y descentrada, fue la criada de la familia del muchacho la que aportó la solución.

“Si así gustas, lo mezclaré entre los regalos de su familia para que le llegue.”

“Es muy importante para mí, así que por favor te lo pido, asegúrate de que lo recibe…”

Habiendo encontrado una aliada en su odisea por darle un regalo al joven, la pequeña no paró de repetirle una y otra vez a la criada que se asegurara de entregarlo; a lo que la mujer pudo comprender la dedicación de la niña, haciendo por asegurarse de que por todos los medios, el regalo le llegaría.

Pero este cuento no termina con un bonito final feliz; puesto que poco después…

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.

..

…Sucedió la Catástrofe Mágica.

***

 

 

Cuando la joven volvió en sí, se encontraba surcando los cielos.

“¡¡¿Eh?!!”

Se encontraba a una altura pasmosa, observando el suelo y viendo árboles como si fueran simples puntos.

Llegó a pensarse que se trataba de un sueño.

Pero la sensación de velocidad conforme caía, la despertaron del mismo. Era incapaz de respirar, y atravesó las nubes a toda velocidad, causando que el terror se apoderara de su cuerpo.

“¡Hiii-!”

De la garganta de la joven emanó un grito gutural que tardó en comprender que era propio; pero este le sacó de su ensoñamiento comprendiendo que estaba acercándose peligrosamente al suelo a velocidad pasmosa.

¡Si no hago nada..! ¡Si no hago nada…! ¡Moriré!

Sin lugar a dudas, y por joven que fuera, tenía claro que era imposible sobrevivir a esa caída si no hacía nada. Y por eso, utilizó todo el poder mágico a su alcance para intentar tocar suelo sana y salva.

Comprendiendo que su mayor enemigo en este momento era la velocidad a la que se dirigía al suelo, la pequeña creó una corriente ascendente de aire que fuera acolchando su caída; pero no fue suficiente. No consiguió ralentizar lo suficiente su caída.

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El viento no es suficiente… ¿qué hago? ¿¿¿Qué hago??? ¡Piensa-Piensa-Piensa! ¡¿Qué haría Ludy en esta situación?!

Durante instantes de pánico no llegó a ninguna resolución sobre como sobrevivir a la catástrofe.

¡Suavizar la caída! ¡Caer en algo blando! ¡¿Pero cómo de blando?! ¡¿Qué uso que sea blando?!

¡Nolosé-Nolosé-Nolosé!

Presa del pánico, la pequeña de color esmeralda fue utilizando todo cuanto se le ocurrió para intentar sobrevivir. Blandió hechizos y efectos de todos los elementos; agua, viento, tierra y fuego… cualquier cosa a su alcance para evitar impactar de lleno contra el suelo; cualquier cosa.

La clara consecuencia a su situación tuvo lugar, y la pequeña golpeó fuertemente el suelo tras su caída.

..

.

Pero como si de un milagro se tratara, la pequeña consiguió llegar a tierra con vida; pero sin saber bien ni cómo, ni por qué.

Su cuerpo se encontraba destrozado, varios moratones decoraban su piel, además de barro ensuciando sus ropajes de la bola en la que se había envuelto, y hasta ambas piernas se encontraban fracturadas.

Podía ser un estado miserable y lamentable, pero la importancia de seguir con vida eclipsaba la situación.

De algún modo, había conseguido reducir la velocidad y la fuerza de su caída hasta el punto de conseguir llegar al suelo solo fracturándose ambas piernas, pero manteniendo su vida intacta.

Aunque no por ello el peligro había desaparecido.

“Rgrruh..¡aaa!”

Por desgracia para ella, aterrizó junto a un monstruo enorme de rostro similar a un jabalí, pero con 4 brazos y caminando sobre 2 patas. Se trataba de un monstruo que la pequeña conocía.

Su padre le había advertido de que si alguna vez se cruzaba con algo semejante, bajo ningún concepto se acercara, ni atrajera su atención; sino que lo dejara marchar. Y si llegaras a una situación en la que es imposible evitarlo, escapa tan rápido como puedas con magia.

El monstruo en cuestión era conocido como Jabalí Verdugo.

Había otras muchas que era incapaz de comprender en su situación actual, pero sí que sabía de la rareza de encontrarse semejante enemigo; las veces que había sido visto, solía ser acompañado de otros monstruos de rango E conocidos como Canes Agresivos.

Era un grupo de enemigo muy temido en las aldeas y pueblos de Asura, en los que si aparecían podía llegar a ocurrir una tragedia. Por lo general, cuando aparecían se consideraban una amenaza de rango C o B, en función de la cantidad de Canes Agresivos que le acompañaran.

“¡¡¿¿Kyaaaa??!!”

Todavía incapaz de calmarse de todo lo sucedido, la pequeña de pelo esmeralda dejó escapar un potente grito mientras desataba toda su magia sobre el enemigo, en la forma del hechizo Témpanos de Hielo o 『GLACIE-PLUVIA』; incapaz de contenerse lo más mínimo en su situación, siendo ese el hechizo más poderoso que la niña conocía, y con el que agotó enormemente sus reservas de maná.

No hizo falta repetirlo, puesto que los témpanos impactaron en grandes números al animal monstruoso, congelándolo a su vez y finalmente partiéndolo en pedazos.

“Hahh.. hahh.. ¡¡Ghugh!!”

Intentando calmar su respiración, notó por fin el dolor proveniente de sus destrozadas piernas; y para aplacarlo usó magia curativa para soldar los huesos de las mismas.

No había necesitado recitar el conjuro, algo poco común; y es que ayudando a la madre de su salvador, descubrió que la magia curativa era uno de sus fuertes.

Aunque eso no significaba que estuviera acostumbrada al dolor, y con la cara llena de lágrimas consiguió sanar sus heridas.

“…Hahh… Hahh…”

Por fin pudo ponerse en pie. Pero en cuanto lo hizo, un fuerte dolor de cabeza le invadió y su consciencia empezó a nublarse con piernas temblorosas y falta de fuerzas.

Más tranquila, habría comprendido que se debía al gasto excesivo de maná, ocasionado por sus esfuerzos por sobrevivir tanto a la caída como al monstruo. Pero básicamente, las enormes reservas de maná de la niña habían sido completamente agotadas.


“E-… ¿¿¿Estamos vivos??? T-Tú… ¿De dónde has salido, joven? ¿Cuál es tu nombre?

Una voz llegó a oídos de la pequeña proveniente de su espalda; y con un fuerte dolor de cabeza y sin apenas poder mantenerse en pie, consiguió darse la vuelta y ver a una muchacha de pelo rubio y un rostro casi divino.

Le llamó la atención su lujoso vestido, similar al que recibió en su cumpleaños únicamente en el color, teniendo claro que los materiales eran hasta 1 000 veces más caros que los del suyo. y al lado de esta, un joven bastante herido apoyado contra la pared y un ensangrentado hombre exhalando su último aliento.

“Sylphiette…”

Y con esa palabra, la joven de la que trata esta historia se desmayó finalmente, habiendo escapado al enorme desastre que hizo que su destino se entrelazara con el de la 2ª Princesa del reino de Asura, Ariel Anemoi Asura.

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