Dungeon Defense (NL)

Volumen 5

Capítulo 3: Infierno

Parte 5

 

 

Lord Demonio del Honor, Marbas. Rango 5.

Calendario Imperial: Año 1506, Mes 4, Día 14.





Polles, cerca del Bosque Vístula.

 

—…Alteza, ¿no deberíamos ayudarlos?

Los Lores Demonio bajo mi comando me miraron ansiosamente. Estábamos cerca del Bosque Vístula, el oscuro mar de árboles. Mientras dejábamos una distancia justa entre el bosque y nosotros, miramos los pilares de fuego que se elevaban hacia el cielo nocturno.

Barbatos y Paimon habían elegido el peor plan. Ignoraron el consejo que nosotros, la Facción Neutral, les habíamos dado y solo hicieron una movida rápida hacia las Montañas Negras. Sin siquiera disculparse o comprenderlo… Ahora no tenemos más opción que oponérnosles.

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Con el fin de perseguir al ejército de la Alianza Creciente cuando sea la hora, reuní a mis tropas y las traje cerca de ella. Sin embargo, no había nadie que esperase esta situación. Los Cruzados habían perseguido a la Alianza Creciente y los atacaron por la cola, provocando una batalla.

— Alteza Marbas, ¿cuál es la orden?

Los Lores Demonio se volvieron hacia mí. Parecía como si esperasen urgentemente mi comando. Era insoportable. Por un lado, la Alianza Creciente que traicionó a nuestra raza; y por el otro, los Cruzados que siempre habían sido nuestros enemigos mortales…

Sería problemático si cada lado obtuviese ventaja. Por eso, no podíamos atacarlos o ayudarlos. Una guerra sucia, ¿cierto? ¿No tenemos más opción que sentarnos aquí y esperar la conclusión…?

— No formaremos parte de esta batalla.

— ¡Lord Marbas!

— Esta es la orden real. Estén alertas hasta que hayan terminado de competir por la supremacía. Si hay rezagados escapando del bosque, cácenlos y captúrenlos sin importar que sean de la Alianza Creciente o los Cruzados.

Una vez que la batalla acabe, tanto la Alianza Creciente como los Cruzados quedarán completamente exhaustos. Si reunimos nuestras tropas en ese momento y subyugamos ambas fuerzas, no sabemos si estaríamos matando dos pájaros de un solo tiro o no. sin embargo, ese era un problema que se discutiría luego que esta lucha terminase. En este momento, no había más respuesta correcta que sentarse aquí y esperar.

— Pero ¿cómo podemos estar mirando de brazos cruzados mientras nuestros parientes mueren…?

— ¿Acaso ellos no mataron a los suyos?

—……

— Les di un solo día de excedencia porque ustedes lo pidieron, pero ¿qué hicieron Paimon y Barbatos con ese día? No se disculparon. Ni siquiera buscaron comprenderlo. Solo se ocuparon de ignorarnos y llevar a cabo su retirada. ¿Acaso siguen sin comprenderlo?

—……

— Ya no son nuestros aliados.

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La luna vieja de la Alianza Creciente finalmente terminó despedazándose. Me mantuve ocupado durante los últimos cientos de años con el fin de hacer que las Facciones Montañosa y de las Llanuras se reconciliaran, sin embargo, el momento en el que finalmente se aliaron, terminamos siendo condenados al ostracismo. ¿Acaso era una paradoja, o solo una consecuencia política evidente? Qué amargo…

— Alteza, por allá.

Uno de mis hombres señaló a la entrada del bosque. Un grupo de soldados estaba abriéndose paso hacia allí mientras mantenía sus posiciones. Estaban escapando de ese infierno. Aunque no podía decir a quiénes estaban afiliados, al ver cómo estaban retirándose hacia la oscuridad mientras ondeaban sus estandartes, parecía que no eran montón de soldados rasos que hubiesen perdido miserablemente.

— Hm. Para empezar, los atraparemos.

— ¿En serio está bien…? Aliados. No, podrían ser una unidad que hasta hace poco eran aliados.

— No importa. No lo ordenaré dos veces.

Mis subordinados obedecieron mi orden y lideraron nuestras tropas. Nuestros caballos de guerra cargaron con pasos ligeros e instantáneamente rodeamos a nuestro objetivo con facilidad.

La afiliación de la unidad de retirada era desconocida, pero comenzaron a hablar escandalosamente en lo que nos vieron. Tenían aproximadamente mil miembros. Incluso al retirarse, lograron tomar una postura defensiva con sus lanzas y levantaron sus armas hacia nosotros. Era una retirada bien ordenada. Excelente.

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Llevé mi caballo al frente y me les acerqué. En lo que entraron al rango de nuestras antorchas, comprendí que eran un ejército de demonios y no de humanos. Se veían terribles. Dejando de lado el hecho de que estaban todos mugrientos, había gente escaldada, cubierta de sangre o apoyados por sus camaradas porque habían quedado lisiados.

Quedaba claro que habían sobrevivido a una feroz batalla. Incluso causaron una conmoción al ver que no éramos humanos. Parecieron confundidos ante lo que sucedía. Aclaré mi garganta y grité:

— ¡Soy el Honorable Marbas! ¡Si hay un comandante a cargo de ustedes, que pase al frente y reciba mi interrogatorio!

Los soldados comenzaron a hablar ruidosamente.

Entre ellos, había algunos que empezaron a señalarme cuidadosamente y a susurrarse entre sí. “Es cierto, los había visto desde una distancia considerable. Es Su Alteza Marbas…”.

Poco después.

Un monarca de contextura robusta se abrió paso a través de los soldados y pasó al frente. Reconocí inmediatamente su rostro. Era un hombre que parecía estar en la última parte de su periodo de mediana edad y tenía una barba blanca muy bien cuidada. El aliado más cercano a Barbatos, al que ella consideraba como “mi atrio izquierdo”. El Lord Demonio de rango 16, Zepar.

— Este se reunirá con el honorable monarca de la Alianza Creciente. Su Excelencia Marbas, ¿qué trae a una noble persona como usted a un lugar como este…?

Hasta Zepar parecía demacrado ya que había pasado por la misma batalla feroz que sus soldados. El pánico que se formó en su rostro al verme era evidente. Él era un general veterano, sin embargo, probablemente no había predicho que me encontraría aquí.

— ¿Acaso tu superior no se retira luego de haberme maltratado? Me decepcionó tanto, que tuve que guiar a mis tropas hasta aquí para seguir a Barbatos. Y pensar que a mi edad estaría como un perro faldero detrás de una mujer. Me siento patético.

—……

— ¿Qué será entonces? ¿Lucharás tu última batalla contra mí por tu superior? ¿O te rendirás obedientemente?

Zepar enarcó las cejas antes de suspirar.

—…no hay nada más estúpido que luchar contra usted mientras llevo a cabo una retirada, Excelencia Marbas. Nos rendiremos. Por favor, concédanos su gracia real.

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— Sabia decisión. Te trataré con respeto de acuerdo a nuestras costumbres.

Ordené a un sirviente que trajera algo de alcohol para Zepar. Ya que acababa de escapar del campo de batalla, el cual corría galopante con las llamas, debía estar sediento. Zepar hizo una reverencia decente con el fin de mostrar su respeto y vació el cáliz-cuerno en un instante.

— Entonces, ¿cómo va la batalla?

—…nos emboscaron, por eso no tuvimos tiempo de examinar la batalla.

Zepar respondió con un tono apagado. ¿Cuánto le permitieron decir? ¿Qué debía mantener en secreto? Mientras arañaba cuidadosamente esos límites, el general rendido continuó.

— Escuchamos una explosión en ese instante y poco después de eso, otra explosión surgió justo por encima de mis tropas. Aunque solo teníamos un puñado de personas que habían resultado heridas, el disturbio fue severo. El incendio se propagó más rápido de lo esperado, por lo que no pudimos calmar la situación. Las fuerzas enemigas probablemente estaban buscando confundir a nuestras tropas.

— ¿Eres el comandante supremo?

Zepar sacudió su cabeza.

— No, yo no. Sitri es quién mantiene esa posición.

Seguramente.

Si Zepar era las manos y pies de Barbatos, Sitri era la que correspondía a Paimon. No, referirse a ella como simples manos y pies no sería suficiente. La guerrera de mayor confianza y concubina a la que más prefería…

Las dos Ladies Demonio habían enviado a sus respectivos asistentes con el fin de eliminar el problema que estuviese detrás de ellas. Y fallaron. Para ser exactos, se encontraban actualmente en proceso de fracasar.

— Tratamos de unirnos rápidamente al ejército de Sitri, pero nos vimos forzados a desistir debido a la intensidad de las llamas. Ya que mis tropas estaban a la espera luego de haber sido divididas en pequeñas agrupaciones, no pudimos entrar en contacto con Sitri, quien comandaba sus tropas.

La voz de Zepar emanaba resentimiento. Asentí. Cuando un general tenia que reportar sobre su derrota, era natural que una sensación miserable penetrase su corazón. Especialmente en esos generales que han luchado solemnemente y llevado a cabo sus labores con toda sinceridad.





— ¿Estas son todas tus tropas? Ya que no has perdido energías a pesar de retirarte, debieron haber sobrevivido más que estos aquí presentes. ¿Hacia dónde huyó el resto de tu fuerza militar?

Zepar no respondió. Simplemente me miró y sacudió ligeramente su cabeza. Eso significaba que no me diría nada sobre eso. Desde hace mucho, él había sido un hombre con una voluntad razonable.

— ¿Cuánta fuerza militar tiene el enemigo?

—……

Zepar se calló un momento en respuesta a mi pregunta.

—…no estoy seguro.

— ¿No estás seguro?

— Por naturaleza, esta es una batalla que se libró a toda prisa. Apenas fui capaz de descubrir cuáles naciones de las fuerzas enemigas eran las que estaban involucradas ya que sus banderas eran las únicas que fueron ligeramente iluminadas por el fuego: Cerdeña, Castilla, Francia, Batavia… Por lo visto, parece que casi toda la nación humana trabaja en conjunto para perseguirnos. Es un ejército enorme.

—……

— Más importante aún… Los primeros que cargaron hacia nuestras fuerzas no fueron los humanos. Sino gente de nuestra raza.

¿Qué estaba diciendo?

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Fruncí el ceño.

— No te entiendo. Explícate.

—…me refiero a los soldados rasos que pertenecían a los siete Lores Demonio que fueron erradicados. Su Excelencia, los humanos los colocaron al frente y los hicieron entrar al bosque.

—……

Nuestros alrededores estaban silenciosos.

Antes de saberlo, las llamas habían llegado al borde del mar de árboles y estaban quemando todo hasta convertirlo en cenizas. Los árboles se quebraron y rugieron al colapsar. El sonido de los animales ya sin hogar aullando de dolor se mantuvo por un rato hasta detenerse.

Zepar habló lentamente.

— Los humanos usaron a sus prisioneros como soldados esclavos. No hay duda de que los amenazaron con lanzas y los empujaron hacia el bosque. Debido a la aparición repentina de nuestra raza, no pudimos atacar apropiadamente.

Ahh.

Me lamenté. ¿Así es como era? ¿Este era el precio por erradicar a los nuestros? Barbatos, Paimon, ambas están recibiendo los crímenes que han cometido.

— Zepar, veo que me has dado un falso reporte de batalla.

—……


— El enemigo no hizo arder primero su pólvora. Estoy seguro que esto pasó luego. Lo primero que hicieron fue empujar las espaldas de nuestra gente y forzarlos a entrar a lo profundo del bosque. Luego, mientras ustedes estaban al acecho, creyeron que los que se acercaban eran los enemigos, por eso los emboscaron. Su emboscada no falló. ¡Más bien, tuvieron éxito en asesinar a los nuestros!

—……

— Debió haber estallado una batalla. Debía haber ocurrido una conmoción. Mientras ustedes estaban en pánico debido a la confusión, las llamas comenzaron a llover del cielo. ¿Sigues sin entenderlo? Dada la revuelta que causaron al luchar y masacrar a los nuestros, le notificaron al enemigo de su posición. Los humanos escucharon su lucha y llevaron a cabo el bombardeo en esos puntos. ¡¿Me equivoco?! ¡Si vas a responder, entonces hazlo!

Los hombros de Zepar temblaron.

El bosque de álamos blancos era enorme. Si la Alianza Creciente había distribuido sus unidades para que esperaran por todo el bosque, ¿me estabas diciendo que los humanos tenían algo como los Ojos de Apolo con el fin de haber marcado esas posiciones? ¿Fueron capaces de ubicarlas y bombardear solamente esos lugares por pura suerte?

No. Claro que ese no era el caso. Los humanos no tenían idea de las posiciones de la emboscada. Por eso, lo primero que hicieron fue lanzar un grupo de demonios al bosque como soldados esclavos.

Bajo el cobijo de la noche, Zepar y Sitri confundieron a los nuestros con los ejércitos enemigos y los asaltaron. Los emboscaron. Lanzaron una infinita barrera de flechas y los mataron. Probablemente comprendieron muy tarde que habían masacrado a gente de nuestra raza, pero, evidentemente, era muy tarde…

Una vez ocurrida la batalla, lo que fluyó fue el caos. En lo que los humanos descubrieron dónde quedaban los puntos de la emboscada, enviaron a sus magos aéreos y lanzaron llamas en esos lugares sin pensarlo dos veces. Explosiones. Estallidos. Llamas…

— Eso.

Apreté mis dientes con ira. Agarré a Zepar por las mejillas y volví su cabeza. Lo forcé a mirar el Bosque Vístula. Un infierno arrasador estaba ante nosotros. Un infierno que estaba escaldando y quemando a los nuestros.


— Ese no es un infierno hecho por humanos. No, fue uno que las Facciones Montañosa y de las Llanuras hicieron por su cuenta. ¡Míralo! ¡¿No puedes verlo bien?!

—……

— ¿Dijiste que no estabas seguro de cuántos soldados tenía el enemigo? Eso es obvio. Pues la gente a la que emboscaron y dispararon hasta morir no eran más que gente nuestra. ¡Ustedes, manada de imbéciles, serán cazados hasta en el inframundo por la maldición de Hades…!

No pude contener más mi ira y lancé lejos a Zepar. El cáliz-cuerno cayó al suelo y rodó. Zepar solo bajó su cabeza y no dijo nada. ¿Acaso tiene sentido de honor? ¿Mató a los suyos porque conoce su honor? ¿Ese es tu mezquino honor? Escupí.

— ¿Qué fue eso? ¿Una purga? ¿Una acción para diluir a los traidores? Eso está perfecto. Lo hicieron bien. Como es su turno de ser diluidos, todo es una justicia merecida. Los Dioses tendrán cuidado extra de todos ustedes.


—……

— ¡Oigan! Aten a este general derrotado y móntenlo en el vagón. Desarmen a las tropas que lideraba y trátenlas como prisioneras. Definitivamente, llegará el día en que le pregunte a Barbatos lo que debería hacer con esta gente.

Los comandantes se llevaron a Zepar a rastras. Aun mientras estaba siendo arrastrado, este general rendido no dijo nada. Una vez que el líder fue capturado, el resto de los soldados se arrodillaron y aceptaron sus ataduras sin mostrar resistencia.

Miré al Bosque Vístula con mi corazón aun ardiente. Se sentía como si el sonido de nuestra gente ardiendo hasta la muerte, los graznidos de los nuestros matándose entre sí, y los otros escapando estuviesen fluyendo.

Ahh. ¿Qué más podría ser este lugar además de un infierno abrasador? Barbatos, Paimon, ambas llevaron a la raza demoníaca al mismísimo infierno… Ahora, ¿con qué cara se arrepentirán…?

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