Kono Subarashii Sekai ni Shukufuku wo!

Volumen 5: Explosión Kouma, LET’S GO!

Capítulo 5: ¡Lanzando una Explosión de Fuego con este Maldito Artefacto!

Parte 8

 

 

—¡Espera un momento, chico! Pon esa cosa en el suelo muy despacio. ¡Parece peligrosa, me lo dice mi intuición como líder del ejército del Rey Demonio!

Silvia retorció su cuerpo plateado gigante e ignoró al clan de la Magia Carmesí, que trataba de retrasarla mientras se aproximaba a mí. Parecía saber perfectamente que el cañón de raíles que portaba era peligroso.


¡¿Y ahora qué hago, le puedo pasar esta patata caliente a otro?!

—¡Espera! ¡En serio, Kazuma, tus estadísticas son mucho más bajas que las mías, ¿entonces por qué eres tan rápido a la hora de escapar?! ¡¿Acaso has aprendido la habilidad Huir para este momento?! ¡No me dejes atrás!

Aqua se encontraba justo detrás de mí, y llevaba a Komekko en brazos. La pequeña había dejado hacer a Aqua lo que quiso; ella mientras estaba abrazando a Chomusuke, que apareció de la nada.

Esta chica será una gran mujer cuando crezca.

—¡Deja de perder el tiempo y apresúrate! ¡Rápido! ¡Eh, Darkness se ha quedado un poco atrás! ¡Es demasiado pesada!

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—¡No, no digas que peso mucho! ¡Lo que pesa es mi armadura!

Darkness, que se había puesto su armadura mientras yo no estaba, no podía correr muy rápido debido al peso y Silvia acortó distancias con ella.

¡No tengo elección, tengo que abandonar esta arma pesada y estúpida…!

—¡No puedes escapar, Satou Kazuma! ¡Y ustedes escuchen, clan de la Magia Carmesí, a partir de este día yo seré su némesis! ¡No importa en qué rincón del mundo se escondan, los encontraré y acabaré a todos! ¡Aplastaré su aldea allá donde la construyan!


Silvia anunció eso a viva voz mirando la aldea sumergida en un mar de llamas.

Puede que nos deje en paz si le entrego el cañón de raíles…

—¡Clan de la Magia Carmesí, cobardes, todos ustedes y cualquiera que tenga alguna clase de relación con el clan tendrán una vida de escapatorias constantes hasta el final de sus días!

Ningún miembro del clan se movió o reaccionó a sus amenazas.


Esta gente sí que es lista. Si fuera posible desearía que pudieran utilizar su inteligencia adecuadamente.

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—¡Mi hermana no es una cobarde!

El grito resonó por toda la aldea, y fue incluso más fuerte que la verborrea de Silvia. Fue Komekko la que lanzó ese grito mientras se encontraba en los brazos de Aqua y abrazaba con fuerza a Chomusuke. Sentí curiosidad por el gato, ya que no paraba de temblar y tenía marcas de dientes en la cabeza, pero…

—No puedo fingir que no he oído eso. Este es un asunto entre el clan de la Magia Carmesí y el ejército del Rey Demonio. Si Kazuma entrega el arma, ¿dejarás marchar a los tres?

La maga imprudente de mi equipo habló de forma desafiante.

La verdad es que no entiendo dónde está el límite de su paciencia.

De repente dejó de correr y apuntó a Silvia con su bastón. Ella también se detuvo y observó a Megumin con cautela para finalmente sonreír con desdén.

—Vaya, ¿pero tú no eres esa chica que no puede encajar en ninguna parte? Hablando de ti, todavía no te he visto utilizar la magia. ¿Qué clase de portación tendrá el nombre de tu conjuro?

Cuando escuchó las palabras sarcásticas del monstruo, Megumin habló con una voz clara.

—Ya me he presentado antes. Mi nombre es Megumin. Además yo soy la verdadera maga número uno del clan de la Magia Carmesí.

No hizo una presentación espectacular como de costumbre, sino que simplemente pronunció su nombre con calma. Silvia se quedó muy sorprendida por este hecho.

—Veo que eres una miembro única de este clan… ¿Así que no vas a presentarte de una forma extravagante? ¿No te importa actuar de ese modo frente al clan de la Magia Carmesí?

Al parecer Silvia solo estaba jugando con Megumin, pero ella no mordió el anzuelo y ni siquiera pestañeó. De repente…

—¡Mi hermana es increíble! ¡Su conjuro es tan poderoso que incluso podría destruir a un dios malvado!

Komekko gritó en los brazos de Aqua. Su hermana la miró y le dedicó una sonrisa.

—Te dejo a cargo de Komekko. Un ternero recién nacido no siente temor por el tigre, y así solo conseguirá hacerse muchos enemigos. Voy a destruir a esa cosa con mi conjuro de muerte instantánea.

Eso dijo Megumin…

—¡Eh!

Me ignoró y se quitó el parche que cubría uno de sus ojos.

¡¿No sería un problema si los habitantes de la aldea ven que conoces el conjuro de explosión?!

Silvia le siguió el juego al oír eso.

—¡Vaya, vaya, ya estamos otra vez con esto, ¡un conjuro de muerte instantánea! ¡Ya me he cansado de oír esas mentiras!

Pude escuchar a los miembros del clan hablando entre sí en susurros.

—¿Pero qué le pasa a la hija de Hyoizaburo? Siempre ha sido tan revoltosa…

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—¡Tendrá que acumular más tensión si quiere utilizar un conjuro de muerte instantánea!

—¡El discurso de presentación ha sido demasiado simple, demasiado!

El clan no sabía que Megumin hablaba en serio cuando dijo lo del conjuro letal. Antes conseguí tranquilizarla diciendo que era nuestra mejor carta para los momentos cruciales, pero solo lo hice para evitar que esta maga de temperamento fuerte utilizara su conjuro dentro de la aldea. Megumin se encontraba motivada, pero si hacía lo que estaba pensando la aldea entera descubrirá su secreto. Además, no era seguro que su hechizo tuviera efecto sobre Silvia. Utilizar Explosión de esa forma tan temeraria no era una buena idea. Tampoco podía garantizar que pudiera escapar llevando a cuestas a una Megumin con todo su maná agotado.

—…Oye, Megumin, tengo que decirte una cosa.

—Kazuma, tú…

Megumin me cortó con calma sin dejarme intentar persuadirla.

—Aqua me lo ha contado antes… Tú puedes leer la lengua antigua del almacén subterráneo, ¿verdad?

Todo mi cuerpo se estremeció.

¡Esta chica, otra vez hablando más de la cuenta! Sin embargo, si me está diciendo ahora esto significa…

Los labios de Megumin se elevaron para formar una sonrisa.

—…Perdóname por haberte obligado a arreglar las cosas cuando yo provocaba los problemas. Esta vez yo me encargaré de arreglarlo todo después de que tú actúes.

…En el clan de la Magia Carmesí son muy listos.

En este momento volví a verlos… los ojos de Megumin brillando de un color bermellón. Silvia se sintió intrigada e interrumpió la conversación.

—Chica, ¿ya terminaste? De todos modos no vas a tomar la iniciativa, ¿me equivoco? Cuando te ataque te teletransportarás a otra parte en el momento justo, eh…

Pero la maga imprudente de mi equipo se quedó allí sin moverse con su bastón en alto después de escuchar esas burlas. No solo Silvia, sino que el resto del clan se quedó asombrado.

…Oh no. Va en serio.

Conocía muy bien el poder de las explosiones de Megumin. En la posición de los miembros del clan, que estaban observando el espectáculo, se encontraban a salvo del radio de la explosión. Nadie moriría en el ataque, de modo que podía utilizar todo su poder sin reparar en nada más.

—¡Eh, ustedes! ¡Aléjense de Silvia todo lo que puedan!

Por alguna razón, el clan de la Magia Carmesí comenzó a gritar palabras de ánimos al oír mi advertencia…

—¡Como podía esperar del compañero de Megumin! ¡Es un forastero, pero sabe cómo caldear el ambiente!

—Es bastante bueno… Esa cara de desesperación parece de verdad.

Siguieron hablando sobre cosas estúpidas.

—¡Idiotas! ¡Ahora mismo va a realizar un conjuro de muerte instantánea! ¡Corran, huyan todo lo rápido que puedan!

Incluso Silvia se echó a reír.

¡Todos estos tipos piensan que estoy de broma…!

Renuncié. Me coloqué al lado de Darkness y las demás, a unos pocos pasos de Megumin.

—Megumin, no te preocupes, aunque la explosión no funcione seguiré tratando de luchar contra esa mujer serpiente. ¡Solo de imaginarme siendo constreñida por ese cuerpo metálico me hace aaah…!

—¡Sigues insistiendo en satisfacer tu fetiche incluso bajo la amenaza de la muerte!

—Yo me mantendré al margen para proteger a Komekko.

Agarré a Aqua para evitar que saliera corriendo por esa razón tan conveniente, dejé el cañón a mis pies y saqué mi katana. Megumin observó nuestra interacción con una pequeña sonrisa en sus labios. Entones realizó el conjuro de explosión con calma y confianza. El clan de la Magia Carmesí se quedó en silencio al instante nada más escuchar las palabras de invocación.

Son magos profesionales, así que al menos ya han comprendido… que Megumin no estaba tirándose un farol.

Todos comenzaron a correr dejándose llevar por el pánico, Mientras, Silvia giró la cabeza para mirarlos sin entender todavía lo que estaba ocurriendo. Durante el año que habíamos pasado juntos escuché a Megumin realizar este conjuro todos los días. Tanto tiempo junto a ella me permitió saber con bastante precisión el momento en que su conjuro estaría preparado. Silvia se dio cuenta de que el “conjuro de muerte instantánea” no era una broma al ver el flujo de maná a través del cuerpo de Megumin y por la reacción del clan. Ella nunca había actuado en serio, por lo que sentí miedo cuando la vi en esta ocasión.

—¿Conjuro de muerte instantánea? …¡No, no me importa si es el conjuro Implosión o Explosión, porque como me he fusionado con el Asesino de Magos no podrá hacerme ningún daño! ¡Inténtalo si no me crees, será inútil! ¡Ha llegado tu hora de morir…!

Silvia gritó y cruzó los brazos por delante como si fuera Ultraman. Megumin abrió sus ojos carmesí y gritó el encantamiento de activación tras haber canalizado todo su maná.

—¡¡Explosión~!!


¡El maná se expandió de forma abrumadora y salió despedido del bastón de Megumin!

—¡¿Eh?!

Al darse cuenta del conjuro que estaba utilizando, la expresión de Silvia se transformó en una de terror. El flujo de magia de Megumin voló directamente hacia ella… pero a mitad de camino fue succionado por el dispositivo absorbente de maná del cañón que había tirado al suelo.

—¿Eh?

Pasó tan rápido que no solo nosotros sino que también Silvia y el clan gritamos de sorpresa. Al mismo tiempo Megumin cayó al suelo como un trozo de papel después de agotar todo el maná. Probablemente Silvia se encontraba enfadada por el breve instante en que sintió miedo…

—¡Asustarme así por nada, mocosa! ¡Ahora verás cómo te reduzco a pedazos!

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¡Su voz se había vuelto masculina de repente y se lanzó hacia nosotros con una cara que daba miedo! ¡Un travesti enfadado asusta mucho, muchísimo!

¡Al menos mantén tu tono de voz femenino…!

—¡Maldita sea! ¡La situación ha empeorado por culpa de esta chatarra!

—¡Ka-Kazuma, Silvia se dirige hacia nosotros! ¡Te dejo a Megumin a ti, que ya ha gastado todo su maná! No te preocupes por mí, deja que disfrute durante unas cuantas horas antes de intentar rescatarme…

—¡Kazuma! ¡Como diosa, mi obligación es proteger una vida frágil como la de Komekko, así que yo seré la primera en moverme!

¡¿Por qué todas ustedes son tan inútiles?!

—Oye, esa cosa está pitando.

Komekko, que se encontraba a mi lado con Aqua, habló de repente. Eché un vistazo al cañón y… a un lado del arma tirada en el suelo estaba parpadeando un indicador con el texto “LLENO”.

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Recuerdo que en el cuaderno decía que esta máquina comprimía el maná y lo lanzaba en forma de proyectil. No estaba roto, lo que pasaba es que no había suficiente maná para activarlo.

¡Me tiré al suelo para recoger el cañón de raíles y apunté a Silvia, que ya casi nos había alcanzado…!

—¡Líder del ejército del rey Demonio Silvia! ¡Recuerda mi nombre y manda saludos a los demás jefes en el infierno! Mi nombre es Sa~

¡Bum!

Quise apretar el gatillo después de decir mi nombre de forma épica, pero Komekko accionó antes el arma desde los brazos de Aqua. Con un fuerte retroceso, la parte frontal del cañón de raíles emitió un rayo de luz muy brillante. Este rayo perforó la cola de Silvia después de haberla levantado justo a tiempo para protegerse. Y no solo eso, el rayo también abrió un agujero enorme en el pecho de Silvia. ¡Durante el vuelo, el disparo no se debilitó en absoluto e impactó en la colina que se encontraba en un extremo del Hogar de la Magia Carmesí, justo en un saliente…!


Junto con la luz cegadora y el posterior ruido de la explosión, el montículo de la colina que recibió el impacto desapareció por completo. En el momento que dejé caer los restos del cañón, que se había deformado debido al intenso calor, Silvia se desplomó sobre el suelo produciendo un fuerte estruendo. Parecía que se estaba muriendo, vomitando sangre en el suelo y todavía sin poder creer lo que acababa de ocurrir.

—…¿Umm? ¿Puede, puede ser que yo…?

Tras haber sido testigos de esa escena, nosotros y el clan de la Magia Carmesí nos quedamos parados en el sitio. Komekko se bajó de los brazos de Aqua y realizó una pose triunfal.

—¡Soy Komekko! ¡La hermana maga número uno de la Magia Carmesí! ¡La que es más fuerte que un jefe del ejército del Rey Demonio!

¡Me ha robado la enana!

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