Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 8

Capitulo 63: El Feudo Ascham

Parte 2

 

 

“El enemigo es del Imperio Albarn, ¿eh?” Dijo Juno, el líder de las tropas de Ascham, acampando cerca de los límites del Feudo.

Las fuerzas imperiales que habían invadido tan repentinamente ya habían arrasado con las tierras del Conde Cesdol, que lindaba con la frontera nacional.

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Su llegada a las tierras de Ascham era inminente. Sin embargo, Juno no consideraba a estos bastardos, que habían entrado sin una declaración formal de guerra, como verdaderas tropas militares. Eran simplemente bandidos. Tal denominación era más que suficiente para matones como ellos.

Aunque el territorio Ascham pertenecía solo a un Vizconde, contaba con muchas más tropas de feudos similares debido a su cercanía de la frontera, la fuerza de la que se jactaban hasta hace unos cuantos años había disminuido mucho últimamente.

“Ese maldito yerno de mierda…”

Por supuesto, Juno se refería al hombre que se casó con la hija de la familia Ascham—el esposo de la única hija del Vizconde, Mabel.

Después que  Mabel y su padre fueran repentinamente atacados y asesinados, apenas había una persona cerca que no tuviera sus sospechas.

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Sin embargo, ninguno estaba en posición de detener al usurpador—un hombre corrupto cuya única influencia provenía al ser descendiente de algún conde en algún lugar—que había entrado con su amante e hija ilegítima, reduciendo el presupuesto para el mantenimiento militar del feudo y redirigiendo los fondos hacia su propio estilo de vida lujoso.

Como resultado de todo esto, sus recursos de combate se habían desplomado—mano de obra, equipo y entrenamiento por igual.

Afortunadamente, todos aquellos que habían planeado expulsar a Adele y hacerse cargo de la Casa Ascham—a pesar de no tener la sangre Ascham—fueron descubiertos y llevados ante la justicia. Al final, ellos y todos sus secuaces sirvieron para humedecer la cuchilla de la guillotina.

Adele, la heredera legítima, había desaparecido por su propia seguridad, pero el mismo rey personalmente había enviado a un ministro para administrar el feudo, hasta su regreso. Sin embargo, aunque el nuevo ministro hacía todo lo posible, la fuerza militar del feudo aún no había sido restaurada.

Además, con todo su poderío, las tropas del feudo seguían siendo las fuerzas de un Vizconde. Incluso si fuera una fracción de las fuerzas del Imperio contra las que lucharan, no había posibilidad de repeler las tropas pertenecientes a la armada del Gran Imperio. A lo mucho, solo se podía esperar que ganaran el tiempo necesario para que los refuerzos de la Corona, o de otros territorios llegaran.

En realidad, sus oportunidades de hacer, aunque sea esto eran escasas. Eran un feudo atrasado con poco que ofrecer, cuya familia gobernante se vio envuelta en un escándalo, y fue eliminada.

No había un señor feudal o rey en toda la tierra que estuviera dispuesto a llevar sus tropas a una batalla en la que sin duda sufrirían grandes pérdidas por el bien del Feudo Ascham. No, no verían ni el más mínimo refuerzo hasta que los demás se hayan reunido y preparado para un golpe decisivo…

Con toda probabilidad, el lugar que se convertiría en la primera línea de la contraofensiva de Brandel sería algún lugar más al norte, luego de la pérdida de las tierras Ascham.

Incluso si ese contraataque fuera un éxito, sus fuerzas habrían ido a la batalla, no una, sino dos veces, después de haber sido devastadas por la ocupación Imperial.

Sus alimentos y objetos de valor serían saqueados, sus cultivos y campos pisoteados, y su población desbordada de huérfanos, viudas y víctimas de guerra. En ese punto, cualquier perspectiva del futuro sería sombría.

Nuestro antiguo Señor Feudal y la Señorita Mabel nunca me lo perdonarían… Hice un juramento. Les juré que hasta mi último aliento—no, incluso más allá de eso—me comprometía a ser un dios de la venganza, destruyendo al enemigo para defender las tierras de Ascham…

En efecto, Juno—que había sido acogido por el antiguo Señor Feudal, el abuelo de Adele, creció de un pobre huérfano a ser el líder de las fuerzas militares del Feudo—daría su vida, su alma, todo su ser sin dudar por el bien de la Casa Ascham.

***

 

 

Hace veinte años.

Juno tenía diez años, yacía en los callejones de Ascham al borde de la muerte, cuando se le ofreció refugio y una vida un poco mejor que la de una bestia o bicho. Por la gracia del Señor Feudal, se le concedió una vida humana con propósitos y honor.

Claramente, no habría en este mundo un noble que se desviara de su camino solo para acoger a un plebeyo—un huérfano inmundo y medio muerto, nada menos—sin embargo, esto había ocurrido.

Se le otorgó una espada, una educación, entrenamiento y una posición como guardia de Mabel de doce años en ese entonces… O más bien, como su compañero de juegos, sin importar que él fuera el más joven de la pareja.

“¡Juno, vayamos al bosque a capturar algunos kobolds!

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Pienso criar algunos como mascotas.”

“¡Ja-ja-ja! ¡Caíste! ¡Até la hierba de ahí! Ahora tendrás que tomar la lección de etiqueta por mí. ¡Nos vemos luego!”

“Juno, voy a tomar un baño en el rio, así que necesito que me vigiles para asegurarte que no me ahogue o sea atacada por monstruos. ¡No me quites los ojos de encima!”

En todos los días de Juno, no hubo ningún trabajo que completara tan fervientemente—ningún trabajo tan gratificante—como ese.

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Por el bien de proteger las tierras de Ascham y la familia Ascham, a quiénes debía mucho, Juno tonificó su cuerpo y entrenó duro todos los días hasta que finalmente alcanzó su apogeo: La pulida forma física de un guerrero. Además, perfeccionó el conocimiento necesario para defender el Feudo Ascham de cualquier ataque enemigo, ya sea por la fuerza o por métodos más civiles.

Y, sin embargo, había permitido que Mabel y el Vizconde fueran asesinados, sin pruebas con las cuales culpar al esposo de Mabel, sin importar lo sospechoso que haya sido.

Aun así, Juno no pudo renunciar a su puesto, pensando en lo que podría pasar si alguien intentara poner una mano sobre Adele, la hija de Mabel.

Si alguna vez estuviera en peligro, la protegería a toda costa, incluso si eso significaba ser tildado como traidor y asesino de su Señor.

Había permitido que Adele fuera expulsada, sin poder hacer nada una vez más.

No podemos asegurar que la Señorita Adele ha muerto. Aún existe la posibilidad de que siga con vida en alguna parte…

Trató de tranquilizarse, pero en verdad, era incomprensible. No había ningún lugar en este mundo donde una niña indefensa de doce años pudiera vivir sola y feliz.

La última vez que Juno había visto a Adele en carne y hueso fue cuando su madre y su abuelo aún gozaban de buena salud y la niña tenía alrededor de ocho años.

Al igual que su madre Mabel, sobre quien las palabras ‘cabeza’ y ‘nubes’, a menudo se pronunciaban muy cerca la una de la otra, Adele era una niña bastante—no   increíblemente—distraída.

Aunque fuera el Comandante, Juno seguía siendo un soldado, uno que nunca tendría la oportunidad de hablar con la hija de su empleador. De hecho, cuando tenía la oportunidad de hablar con su madre y abuelo, no significaba que podía hablar con Adele también. A lo mucho, solo se permitió verla desde la distancia.

Juno recordaba el día que había sido acogido por el Vizconde—el día que conoció por primera vez a Mabel—como si fuera ayer.

“Juno debes crecer grande y fuerte para proteger a mi

padre, a mí, y a toda la gente de nuestra tierra, ¿entendido?”

Con un gran asentimiento, había dado su consentimiento a las palabras de la jovencita, pero al final, no había cumplido las dos terceras partes de esa promesa.

¡Mantendré la otra parte de la promesa, aunque me cueste la vida!

Había 300 hombres en las fuerzas de Ascham. Enfrentarían a 5,000 hombres del Imperio.

“¿5,000 nada más? Hagamos que se arrepientan de pensar que una pequeña banda como esa es suficiente para enfrentarnos.”

Estas últimas palabras se pronunciaron no solo en la cabeza de Juno, sino que las pronunció en voz alta, también. Era deber del Comandante asegurar a sus tropas que las condiciones eran favorables e infundirles una sensación de confianza.

Por supuesto, en términos prácticos, no hay forma de que podamos ganar, y la diferencia en nuestros números es demasiado grande para intentar asediarlos. Nuestra única opción es lanzar un ataque sorpresa sobre el cuartel general enemigo y aplastarlos allí…


Si pudieran eliminar al Comandante y a otros oficiales de una sola vez, podrían hacer que funcionara. Si mataran al Comandante, uno de sus sucesores sería ascendido en su lugar. Sin embargo, si pudieran destruir todo su liderazgo de una vez, esa sería una historia diferente.

Si los enemigos perdieran su capacidad de movilizar efectivamente todas sus fuerzas, así como cualquier persona que poseyera autoridad, no tendrían más remedio que retirarse de inmediato. Si eso sucediera, entonces los refuerzos seguramente llegarían antes de una segunda ola de la invasión.

Justo cuando esto pasaba por la mente de Juno… “¡Estamos bajo ataque!”

Las líneas del frente fueron atacadas repentinamente.

“¡Mierda!”

La idea de aplastar la cabeza de una serpiente deshabilitaría el resto también se aplicaba a su bando. Además, su propio liderazgo era mucho más pequeño que el del enemigo. Si Juno, el Comandante, y Eden, su segundo, fueran eliminados, sería el fin.

No había duda de que un enfrentamiento cara a cara sería una victoria segura para las fuerzas Imperiales, e incluso si su bando pudiera de alguna manera resistir, sería imposible obtener una victoria sin tener bajas en masa.

¿Por qué supuso la idea de que ellos aprovecharían su número más pequeño para lanzar un ataque sorpresa contra el cuartel enemigo nunca se les ocurriría a los oficiales Imperiales? ¿Por qué descuidó la posibilidad de que el lado superior lanzara un ataque sorpresa?

Acababa de ser emboscado por su propia necedad.

Las fuerzas enemigas que ejecutaban este ataque sorpresa parecían ser un grupo selecto de élite de alrededor de veinte o treinta, aunque era imposible discernir un número preciso en medio de la batalla.

“¡Tranquilos! No son muchos. Nada más tenemos que eliminarlos uno por—”

Antes que pudiera terminar sus palabras una flecha se dirigía hacia él.

“¡Guh!”

Se las arregló para bloquearla con su propia espada a tiempo, pero de reojo, vio a otro enemigo sosteniendo un arco. Si intentara evitar la fecha, quedaría abierto para ser atacado con una espada. Sin embargo, si continuaba moviéndose para repeler la hoja, seguramente sería atravesado por una flecha.

“¡Mierda! ¡No puede terminar así! ¡Hice una promesa—una promesa a la Señorita—!”

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(Zumbido)

Mientras la fecha se dirigía a toda velocidad, Juno se preparaba para su muerte.

(Golpear.)

“¿Eh…?”

Tanto Juno, el espadachín enemigo, y el arquero alzaron su voz de confusión al unísono.

“¡En nombre de la justicia, te prestaré nuestra ayuda!”

Ante él, había un elegante espadachín de cabello dorado, que acababa de usar su espada para repeler la flecha enemiga… Una extraña y peculiar figura, usando una máscara que escondía su identidad…

Sin decir una palabra, los dos soldados imperiales se dirigieron al espadachín.

“¡True Godspeed Blade!”

En un abrir y cerrar de ojos, ambos hombres habían sido golpeados con la punta de su espada. (En casos como estos, golpear con la parte de la espada que no atravesaría a alguien directamente otorga un poco más de margen de maniobra).

“¡Fireball!” Un encantamiento mágico sonó justo al lado del espadachín.

No importa que tan habilidoso fuera un luchador, un ataque mágico no es cuestión de risa. Nadie podría defenderse de la magia con una espada, después de todo.

Si se fuera un portador de magia de combate, se podría conseguir trabajo en cualquier lugar, en cualquier momento. Sin embargo, aquellos que voluntariamente ingresan al servicio militar—no se colocarían en la peligrosa línea delantera—eran pocos y distantes.

Aparentemente, las fuerzas imperiales estaban dispuestas a hacer ese tipo de inversión. Uno de los combatientes enemigos reunió su propio hechizo, pero justo cuando estaba a punto de golpear…

“¡Anti-Magic Blade!”

(¡Bwoosh!)

“¿Qué…?”





Inconcebiblemente, la espada del espadachín cortó el proyectil mágico por la mitad. El mago atacante permaneció inmóvil, incapaz de creer lo que acababa de ver con sus propios ojos. Y luego…

“¡Wind Edge!”

Cuando la hoja de viento salió volando, el mago, con su armadura inadecuada, fue derribado. La chica no solo era un espadachín de primer nivel, sino que también era una portadora de magia de combate. ¿Cómo podría existir tal persona?

“¡Má-mátenla! ¡¡¡Mátenla ya!!!” Gritó el hombre que parecía ser el Capitán de los atacantes, juzgando que el espadachín era su mayor amenaza.

Al escuchar esto, el espadachín respondió fríamente: “¡Nunca moriré! No importa cuántas veces caiga, seré restaurada y volveré al de batalla. Lucharé eternamente para hacer realidad mis espléndidos sueños. ¡Por el bien de la justicia y por el bien de mis amigas!”

Ella sostuvo su espada por encima de su cabeza y declaró:

“¡Soy invencible! ¡No importa cuántas veces caiga, renaceré!

¡Soy la ‘Caballero Renacida’!”

Aparentemente de la nada, tres chicas aparecieron al lado del espadachín, dando sus nombres a su vez.

“¡Cazando a mis enemigos con feroz tenacidad, cortando sus almas, soy la temible asesina, ‘Roja Mágica’!”

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“¡Guiando a esas almas al Infierno, soy la santa ‘Doncella de la Oscuridad’!”

“¿Qu—? Pau—ejem. ¿No decidimos que tu nombre sería ‘La Cazadora Pechugona?” Intervino la niña de cabello plateado.

“¡C-cállate! De todos modos, no se supone que seamos ‘cazadoras’ en este momento, ¿verdad?” Dijo la chica tetona enfurecida en respuesta.

Finalmente, la niña de cabello plateado se presentó.

“Y yo soy quien anula el lado superior. ¡Me llaman ‘La Enmascarada Superior’!”

La última vez que este personaje en particular apareció, su eslogan fue todo lo contrario. Afortunadamente, los soldados no sabían nada de esto. Había una pregunta completamente diferente que resonaba en todas sus mentes:

¿Por qué llevan esas máscaras tan sospechosas? 

Después de terminar sus presentaciones, las cuatro chicas enmascaradas lanzaron un asalto de alta velocidad. Por hechizo y por espada, los soldados imperiales cayeron uno tras otro.

Más importante aún, el alboroto anterior había interrumpido el flujo de la batalla y concedió a las fuerzas de Ascham la oportunidad de recuperarse del ataque sorpresa, mientras que las tropas Imperiales, por el contrario, eran un espléndido desastre.

Por números, la fuerza de ataque sorpresa no tenía esperanzas de ganar—y casi de inmediato, los hombres yacían postrados en el suelo.

Los hombres que habían sido derribados por los misteriosos refuerzos no resultaron gravemente heridos, pero, como era de esperar, aquellos que se enfrentaron a los soldados de Ascham resultaron gravemente heridos, o incluso muertos.

Dado que no tenían mucho margen de maniobra en la situación y no tenían una clara ventaja en términos de fuerza, simplemente no fue posible tomar a sus enemigos como rehenes en el calor de la batalla. Incluso si hubiera habido una posibilidad, probablemente no era algo que ninguno de los soldados de la milicia de Ascham estuviera particularmente inclinado a hacer.

Los enemigos podían alegar todo lo que quisieran, pero no se les mostraría piedad. Ningún soldado sería tan tonto como para mostrar amabilidad a un invasor.

Después de que todos los soldados Imperiales habían sido subyugados, sus propias bajas estaban tendidas, y los enemigos restantes fueron tomados como rehenes y enviados de regreso al cuartel general, el Comandante Juno se volvió hacia las chicas que habían acudido en su ayuda.

“¿Qu-quiénes son ustedes…?”

La chica que parecía ser la mayor del grupo respondió—la que acudió en ayuda de Juno.

“Somos la banda de mercenarias, La Orden de la Sangre Carmesí. Hemos aceptado la solicitud de alguien en deuda con un asociado de la Casa Ascham, y hemos venido desde lejanas tierras para ofrecer nuestra ayuda.”

“Nu-nuestro más profundo agradecimiento…”

Claramente, estos eran luchadores que no olvidarían devolver un favor que se les haya hecho—y no tenían miedo de saltar a una batalla de la que tenían pocas posibilidades de ganar. Estas eran dos cosas que merecían una gran gratitud… Incluso si sus nombres fueran un poco peculiares.

Juno no había visto bien a las otras chicas del grupo, pero ahora las analizaba. Todas eran bastante jóvenes, incluso menores de edad, y…

“¿Qu …?”

El cuerpo de Juno se congeló.

Radiantes y fluidas cerraduras plateadas. Un rostro que, incluso oscurecido por su máscara, daba la impresión de ser alguien de buen corazón, aunque un poco distraída. Al igual que ella, la primera vez que la conoció…

Las palabras salieron, inconscientemente, de la boca de Juno.

“¿Señorita… Mabel…?”

¿No era ese el nombre de mi madre…? Un momento, este tipo probablemente sea el Comandante de la milicia, ¿no? Si mal no recuerdo, el Comandante de nuestras fuerzas era…

Recordar los rostros era una debilidad de Mile. Aparte de eso, sus poderes generales de recolección de información eran muy superiores a la mayoría. Por lo tanto, a pesar de que no había manera que recordara el rostro de Juno—un rostro que había visto muchas veces desde la distancia, hace muchos años—nunca olvidaría las palabras que escuchaba tan a menudo en las conversaciones con su madre y su abuelo: “Juno, el Comandante de nuestro ejército.”


“Juno, a quien mi padre rescató cuando tenía doce años.”

“Juno, quién nos protege a nosotros y a nuestra gente.”

Al recordar estas conversaciones, Mile sonrió gentilmente y distraídamente pronunció una frase—una frase que su madre le había dicho a este hombre el día en que se conocieron:

“Juno, debes proteger Ascham…”

Watashi Nouryoku Volumen 8 Capitulo 63 Parte 2 Novela Ligera

 

Las cuatro chicas del Pacto Carmesí desaparecieron de nuevo entre los árboles, dejando atrás al hombre, cuyo rostro ahora estaba lleno de lágrimas. Se escuchó un sonido—tal vez un gemido de angustia o un grito de deleite. Resonó en todo el bosque donde las tropas de Ascham acampaban.

De ahora en adelante, los soldados de Ascham sabrían una verdad: Un humano puede convertirse en un dios de la venganza mientras aún viva y respire. Esto no era un mito, sino una realidad.

“Mile,”  preguntó Mavis después de un rato;  “¿Era ese hombre un conocido tuyo?”


“Sí, aunque solo por nombre. Creo que es el Comandante de las tropas de Ascham,” respondió Mile.

“Entonces, ¿qué diablos fue ese grito que escuchamos justo después de retirarnos?” Preguntó Reina sospechosamente.

“¿Quién sabe? Creo que mi madre tenía aproximadamente la misma edad que yo cuando la conoció. Creo que me confundió con ella, y creo que dije algo que ella le dijo en ese momento. Así que podría haber estado recordando…”

“¡¡¡Eres un monstruo!!!” Gritaron las tres.

“¿Eh?”

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