Spy Kyoushitsu (NL)

Volumen 5

Capítulo 2: Artimaña

Parte 2

 

 

“URRRRRRRRRRRRRGH”, Lily gemía.

“¡HRAAAAH! GRAAAAAAAH”, Sybilla golpeaba el suelo gritando.

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“Cuando el dedo del hombre alcanzó el fruto virginal de la chica, ella ya no pudo contenerse y dejó escapar un grito obsceno”. Thea estaba leyendo en voz alta una novela erótica.

“Yo… tengo sueño…”, murmuraba Annette, que de hecho estaba profundamente dormida.

“Soy adorable. ♪ Jee-jee—y tan brillante”, decía Elna con una extraña sonrisa.

La escena era bastante caótica.

“¿¿¿Qué es esto???”, dijeron las tres recién llegadas al unísono. Ninguna de las tres estuvo cerca de adivinar.



Permanecieron perplejas hasta que Elna murmuró “Y-Y- Yo soy bonita…”, y se acercó tambaleándose. Su rostro estaba pálido y sus ojos estaban desenfocados. Dio dos vueltas en su lugar y luego se desplomó.

Sara corrió hacia ella y la atrapó. “Oh, ten cuidado”.

Mientras Elna yacía en brazos de Sara, gimió. “Sí…”. Algo claramente no estaba bien con ella.

Monika frunció el ceño. “¿Qué están haciendo todas ustedes?”, preguntó.

Los labios pálidos de Elna temblaron mientras daba su respuesta. “I-I-Intentando aprender a crear una artimaña”.

“¿¿¿Artimaña???”, repitieron las otras tres.

Era   un   concepto    desconocido    para   cualquiera    en Tomoshibi.

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Monika roció agua sobre las chicas que estaban tiradas en la sala de estar y les pidió un informe de la situación.

Según las demás, Klaus había logrado que Vindo le contara sobre un concepto llamado ‘artimaña’.

“Para ser honesto, esta es una forma de ver las cosas que nunca consideré. Las academias fueron las que lo inventaron, así que lo que les voy a contar será en su mayoría repetir lo que escuché de Vindo al pie de la letra”, explicó Klaus a las cinco chicas. “En primer lugar, la artimaña es un concepto que las academias solo enseñan a los estudiantes que están a punto de graduarse. No tendría sentido aprenderlo sin desarrollar primero otras habilidades”.

“Ah… así que eso explica por qué no lo sabíamos”, intervino Lily. Al parecer, nadie de Tomoshibi había llegado lo suficientemente lejos como para llegar a esa lección. Todas se habían encontrado con obstáculos mucho antes de llegar al examen de graduación, y luego reclutadas en Tomoshibi antes de tener la oportunidad de aprender sobre el concepto. “Suena bastante asombroso. ¿Es como alguna especie de técnica secreta loca?”.

“No es complicado. Como tal, es una forma de engañar a la gente”, dijo Klaus mirando a las chicas. “¿Cómo han engañado a sus enemigos hasta ahora?”. Eso tomó a las chicas desprevenidas.

“…Yo solo he estado improvisando”, respondió Lily.

“Sí, yo sólo le seguía el flujo a la situación”, coincidió Sybilla.

“Yo mentía bien”, dijo Annette.

“Parece que a ustedes también se les da mal explicar”.

Klaus suspiró.

“Tal vez lo aprendimos de alguien”, comentó Thea.

“Pero eso es normal”, Klaus continuó. “Yo nunca he pensado en cómo engañar a alguien. Simplemente lo hacía”.

Las chicas estuvieron de acuerdo. La decepción no era realmente algo que pudieras explicar.

“Sin embargo, la palabra decepción en realidad contiene una amplia variedad de subcategorías. Puedes engañar a la gente a través de la actuación, el robo, utilizando herramientas, escondiéndose, engañando solo con los hechos, manipulando objetos, fingiendo ignorancia, guiándolos por mal camino a través de la seducción; la lista continúa y continúa”.

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“Ahora que lo menciona, tiene razón”, murmuró Thea.

Las chicas habían intentado engañar a Klaus en innumerables ocasiones, pero lo habían hecho de muchas maneras diferentes. Si intentaran clasificar todas las cosas diferentes que habían intentado, probablemente podrían llegar a más de cien categorías diferentes.

“Siguiente pregunta”, Klaus levantó el dedo índice. “¿Qué tipo de artimaña es el que les permite a cada una de ustedes aprovechar mejor sus habilidades?”.

“““““……………….. ”””””.

Las chicas no tenían respuestas inmediatas.

“¿No lo saben?” preguntó Klaus. “Porque estoy seguro que lo tienen. ¿Cómo engañan a su enemigo siempre que están entre la espada y la pared? O alternativamente, ¿qué tipo de artimaña encaja perfectamente con sus fortalezas?”.

Su voz comenzaba a cargarse de emoción. Estaban empezando a llegar a la parte central de la explicación.

Sybilla habló. “Aguarda, eso de artimaña es—”.

“Así es”. Klaus asintió. “Es simplemente la forma de engañar que se adapta mejor a sus habilidades personales”.

Era un concepto simple.

Las chicas tenían habilidades únicas que nadie más podía igualar. Veneno, robo, disfraces, negociación, entrenamiento, operaciones encubiertas, accidentes, eran básicamente un grupo de especialistas. Sin embargo, no pudieron manejar estas habilidades de manera efectiva. Por ejemplo, Lily lanzó gas venenoso a Klaus muchas veces, pero este siempre lo esquivaba.

Lo que necesitaban era multiplicar sus talentos mediante técnicas de engaño.

Aunque a veces lo hacían inconscientemente, ninguna de ellas le había dado mucha importancia.

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“Les   voy   a   poner   ejemplos   reales”,   ofreció   Klaus.

“Usemos la habilidad para engañar de Vindo como ejemplo”.

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“¡Ooh!”, las chicas murmuraron admiradas y se inclinaron hacia adelante.

En dos ocasiones se habían dado cuenta pesarosamente de lo poderoso que era Vindo como espía. Incluso las chicas que no estuvieron presentes en ese momento no tuvieron de otra que reconocer sus habilidades.

Klaus tomó una hoja de papel y escribió algo que se asemejaba a una fórmula en ella.

Habilidades con el cuchillo × Fingir derrota = Muerte segura.

“……”.

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“Esta es la clave detrás de la fuerza de Vindo”.

Las chicas miraron la fórmula.

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Lily levantó la mano en voz baja. “Entonces, ¿la especialidad de Vindo es fingir perder?”.

“Así parece. Eso fue lo que me explicó”, respondió Klaus. “Simple, pero poderoso. Para aprovechar su habilidad con el cuchillo, primero necesita acercársele al enemigo. Luego de eso, monta su farsa. Una vez cerca, desata un movimiento explosivo que acaba con su oponente sin darle tiempo para reaccionar. Hacer esto le ha permitido ganar muchas misiones”.

Sybilla y Lily entendieron inmediatamente de qué estaba hablando Klaus. Cada una lo había visto con sus propios ojos. Vindo había perfeccionado su técnica y, una vez que sus enemigos caían en su trampa, no podían hacer nada. Cuando Vindo lanzó ese ataque sorpresa cuando se suponía que estaba herido, sus enemigos se desorganizaron y se convirtieron en presas indefensas para sus cuchillos.

“Ustedes apenas está comenzando como espías”, les dijo Klaus. “Y sus habilidades aún son insuficientes. Aunque hayan perfeccionado sus habilidades únicas, a menudo no podrán vencer al enemigo incluso al usarlas al cien por cien de su capacidad. Si quieren ganar a pesar de ese hecho, tendrán que engañar a su enemigo, diseñar situaciones en las que sus habilidades puedan operar al trescientos por ciento de su capacidad”.

Eso era correcto. Para mejorar sus habilidades, no podían quedarse simplemente esperando. Sus talentos especiales eran sus armas. Los habían adquirido a lo largo de sus vidas y los habían perfeccionado a través de su entrenamiento con Klaus. Lo que necesitaban ahora era un nuevo estilo de lucha, ¡uno que les permitiera usar esas armas al máximo!

Mientras las chicas escuchaban con la respiración contenida, Klaus concluyó su lección, pronunciando con fuerza: “Descubran la forma de engañar que les permitirá brillar más. Si lo hacen, podrán dar un salto gigante”, concluyó Klaus.

Eso marcó la conclusión de la lección.

Durante un extraño y breve lapso, Klaus y las chicas simplemente se miraron entre sí.

“……………………” “““““……………………””””” “……………………” “““““……………………””””” “……………………” “““““……………………””””” “……………………” “““““……………………””””” “……………………” “““““……………………”””””

“……Eso fue lo que él me dijo”, dijo Klaus, sonando profundamente conmovido. “Eso fue inspirador. Por primera vez en mi vida, logré darles una instrucción adecuada. Tengo que decir que se sintió bastante bien”.

“¡Eso es justo lo que estábamos pensando!”, exclamó Lily.

Allí estaba Klaus, profundamente orgulloso de no haber hecho más que repetir palabra por palabra lo que Vindo había dicho.

“El tipo de engaño que nos permitirá brillar más, ¿eh?”, dijo Sara después de esa larga explicación. “Supongo que nunca lo pensé así…”.

Las ocho estaban todavía en el sofá de cuero de la sala de estar. Era la primera vez que se reunían después de mucho tiempo, pero el ambiente no era precisamente festivo. El cansancio de las chicas estaba escrito en sus rostros.

Artimaña—ese concepto llevaría a Tomoshibi al siguiente nivel.

Supongo que todas nos graduamos antes de tener la oportunidad de aprender sobre eso… pensó Sara. Tenía sentido. Basándose en el hecho de que Klaus tampoco había oído hablar de eso, el concepto debía de provenir de las academias. Klaus había aprendido a hacer lo mismo, pero en su caso, lo había hecho más o menos subconscientemente.

“Bueno, no es una mala idea”, comentó Monika. “Aunque hace que los métodos de engaño sean más predecibles, pero también es un problema no tener ningún enfoque. Y muchas de nosotras hemos tenido la costumbre de lanzar nuestras habilidades especiales sin pensarlo. Tal vez sea hora de reconsiderar”.

Después de exponer calmadamente su análisis, cambió su mirada.

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“Entonces, ¿por qué tanto quejido?”.

“¡Porque no me imagino cuál es la artimaña que va conmigo!”, exclamó Lily, golpeando el sofá. “¡No sé qué tipo de mentiras me quedan mejor! ¡Nunca había pensado en algo así! Estoy dando vueltas sin rumbo. Bueno, tengo algunas ideas, pero…”.

“¿Por ejemplo?”.

“¡Veneno x Operaciones encubiertas! Ehm, me escondo en las sombras y luego sorprendo a mi oponente rociándolo con veneno”.

“No. ¿No odias quedarte quieta?”.

“¡Veneno x Lágrimas de cocodrilo! Podría llorar como un bebé y luego apuñalar a mi oponente con una aguja envenenada cuando baje la guardia”.

“Ves, ahora estás siendo patética”.

Lily gritó y se desplomó en el suelo. Luego murmuró en voz baja: “Sé que soy inútil”.

La pregunta con la que Lily y las demás se habían estado rompiendo la cabeza para resolver era: ¿qué tipo de artimaña les convendría mejor? Aunque entendían el concepto, necesitaban descubrir cómo exactamente iban a hacerlo funcionar para ellas. Era una tarea difícil, especialmente teniendo en cuenta que era la primera vez que siquiera lo pensaban.

“No podemos perder más el tiempo”, explicó Thea. “Nuestra batalla con Otori está a la vuelta de la esquina. Les daré todos los detalles más tarde, pero el asunto es que vamos a competir contra Otori por un documento clasificado.  Quien  logre  ponerle  las  manos  encima demostrará cuál es el equipo más competente. Y solo nos queda una semana hasta que comience la batalla”.

“¿Y nos estás diciendo que debemos descubrir cómo engañar al enemigo antes de eso?”, preguntó Monika.

“Si no nos damos prisa, Tomoshibi caerá. Perderemos al Profe y volveremos a las academias”.

Thea transmitió con su voz la crisis en la que se encontraban. Antes, Vindo se había encargado de tres de ellas él solo, y contando a Culu, Otori tenía otros cinco elites en su lista.

El aire de la sala de estar era pesado. Ninguna lo expresaba, pero compartían el mismo sentimiento de inquietud. Tragaron saliva ante la inminente palabra llamada ‘derrota’.

“Incluso Elna está teniendo problemas”. Elna que estaba junto a Sara, se lo dijo como queja en voz baja. “No soy buena para engañar a la gente con mis palabras, no encuentro una forma de engaño que vaya conmigo”.

“No te culpo…”, respondió suavemente Sara. Le acarició la cabeza a Elna.

Por cierto, Elna había estado probando ‘Accidentes x Actuar linda y tontamente’. La idea era que podía acercarse adorablemente a su objetivo y luego atraparlos en uno de sus accidentes. La idea fue propuesta por Thea. Al verla practicar una forma de engañar que no le convenía, se podía inferir cuán perdidas estaban sus compañeras.

“…Elna tiene que esforzarse más que nadie”.

“¿Hmm?”. Sara inclinó la cabeza hacia un lado. No había entendido del todo el murmullo de Elna.

¿Qué quería decir con eso?

Antes de que Sara tuviera la oportunidad de pedirle que repitiera, Annette se levantó y le dijo a Sara “Acaríciame también”, así que Sara perdió su oportunidad.

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Cuando Sara respondió “Entendido” y comenzó a acariciar la cabeza de Annette también, Elna cerró los ojos.

En ese momento, Monika se levantó y llamó a Sara. “Sara, tenemos que irnos”.

“¿Eh? ¿A dónde vamos? Quería acariciar sus cabezas un poco más…”, preguntó, todavía acariciando a Elna y Annette al mismo tiempo.

“¿Eres la protectora de estas dos niñas?”.

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