Spy Kyoushitsu (NL)

Volumen 5

Capítulo 1: Encuentro

Parte 5

 

 

Ahora que estaban cara a cara, las chicas se callaron precipitadamente. Sus expresiones se congelaron.

Finalmente, Lily fue la primera en traicionar. “Creo que Sybilla tenía algo que decir”. “E-Eso es correcto”, Thea estuvo de acuerdo, y Annette le prendió más el fuego. “Vamos, Aneki, diles todas esas cosas horribles que dijiste antes”.





Sybilla fulminó con la mirada a sus compañeras de equipo. “Para mí ustedes ya están muertas”.

“Al menos intenten comportarse con dignidad”. En ese momento, Klaus también llegó a la cocina-comedor. “Acabo de terminar de hacer arreglos con Otori. Mientras estemos en Longchon, nuestro equipo y el suyo completarán las misiones juntos. No vayan a entrar en conflicto con ellos”.

Culu les hizo un gesto con la mano. “Espero con ansias trabajar con ustedes”.

Vindo no dijo nada.

Los rostros de las chicas de Tomoshibi se pusieron rojos y se inclinaron en señal de respeto.

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“¿Eh? Espera un momento”, dijo Sybilla. “¿Qué hacen ustedes dos aquí? Para cosas como estas, ¿no tendría más sentido que los jefes de los dos equipos lo resolvieran?”.



“Normalmente, sí”, dijo Klaus. “Pero dadas las circunstancias—”.

“Quería verlo con mis propios ojos”, dijo Vindo, interrumpiendo a Klaus. “Escuché uno que otro rumor por ahí. Sobre un equipo de mediocres de la academia que completó una Misión Imposible. Al principio, pensé que era solo desinformación que los instructores difundían para motivarnos”.

La voz de Vindo se escuchaba intimidante. Se acercó a las chicas un paso a la vez hasta que estuvo justo frente a sus rostros. Parecía estar evaluándolas con sus ojos afilados. Las chicas emitieron pequeños gemidos.



“¿Son ciertas las historias? ¿Realmente completaron una Misión Imposible?”.

“…S-Sí. Sí, eso es correcto”. La respuesta vino de Lily. Estaba sudando a chorros, pero aun así sacó pecho. “Completamos una que otra. Fueron batallas horribles. Especialmente esa misión de infiltración en Galgad. Si no fuera por nuestro impecable trabajo en equipo, nunca hubiéramos podido—”.

“¿Lo hicieron en su estado actual?”. La voz de Vindo era fría como el hielo.

Lily hizo una mueca y se quedó callada.

Vindo se dio la vuelta como si quisiera decir que ya no necesitaba escuchar más ahora que había obtenido su respuesta. Se dirigió hacia Klaus, sin sacar las manos de los bolsillos en ningún momento. “Kagaribi, quiero unirme a la misión de esta noche. ¿Te parece bien?”.

“Adelante”.

“Lo aprecio. Estaré allí a la hora discutida”.

Ahora que había cumplido su cometido, Vindo se dirigió rápidamente hacia la salida. No volvió a prestar atención a las chicas de Tomoshibi.

Culu se disculpó juntando las manos con una expresión apenada mientras se iba. “Eh, lo siento por eso. Vindo puede ser un poco aterrador a veces”.

Sentimientos complicados se apoderaron de las chicas mientras miraban la puerta por la que se habían marchado.

“E-Ese tipo fue un poco aterrador…”, murmuró Lily. “De-Definitivamente”, agregó Sybilla.

Vindo tenía un aura abrumadora. Era diferente a los otros espías que habían conocido hasta la fecha. Era un hecho que había personas sobresalientes en las escuelas de espías de donde salieron las chicas, pero incluso en comparación con ellas, había algo especial en Vindo. Para empezar, de todos los sobresalientes que las chicas podían recordar no habían conocido a alguien tan poco amigable.

“Tiene la mentalidad de un profesional”, dijo Klaus. “Quizás en exceso, pero estar alerta nunca es algo malo. Tal vez deberían considerar tomar ejemplo de él. Esta noche comenzaremos nuestra misión conjunta con Otori. Sybilla, prepárate—y hazlo rápido. Lily te brindará apoyo en lugar de Elna”.

“¿Eh?” “¿Qué?”

Las pupilas de Sybilla y Lily se abrieron sorprendidas ante la misión inesperada.

“No importa lo que suceda, la misión continúa”, les dijo Klaus firmemente. “Tengo otro trabajo que debo resolver esta noche, así que cuento con ustedes dos. Les escribí algunas notas con consejos, en caso de que los necesiten”.

“Es-Está bien”. “De-acuerdo…”

Escuchar la voz tranquila de Klaus ayudó a que las chicas recuperaran el sentido. Él tenía razón; todavía estaban en medio de una misión. Este no era el momento para estremecerse por recuerdos pasados de traumas en la escuela.

“Nunca baja la guardia, ¿verdad, Profe?”, observó Lily. “Por supuesto. Soy un profesional”, respondió Klaus.

Y luego les entregó a cada una, una hoja de papel doblada. En ellas estaban los consejos que tenía para sus dos pupilas.

Abrieron sus papeles y encontraron mensajes cortos con una escritura espantosa.

Roba como un arcoíris cuando cruza la luna.

Sé como la luna llena, completa contigo misma.

Por alguna razón, Klaus parecía estar terriblemente orgulloso de sí mismo. “Es porque soy un profesional, todo lo que tienen que hacer es seguir mis consejos, y ustedes también serán capaces de—”.

“¡Esto no tiene nada de profesional!”, rugió Sybilla.

Unas horas después, Sybilla y Lily estaban de pie frente a la fábrica de algodón una vez más. Eran pasada las diez de la noche, pero la fábrica seguía funcionando. Ruidos amortiguados resonaban en el lugar y, aunque más de la mitad de las luces del edificio administrativo estaban apagadas, un par de habitaciones aún estaban iluminadas y ocupadas. Había trabajadores laborando durante toda la noche. Al parecer, el presidente de este lugar tenía una política de explotación extrema hacia sus empleados.

Lily se volvió hacia la persona que caminaba a su lado. “Entonces, ¿cuánto sabe Otori sobre lo que realmente está sucediendo en la fábrica?”.

“Todo”, la respuesta de Vindo fue breve. Volvía a llevar su uniforme de conserje.

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Se había infiltrado al edificio administrativo unas semanas atrás consiguiendo un trabajo de medio tiempo como conserje. Gracias a su ayuda, Sybilla y Lily pudieron entrar al edificio sin problemas.

Las dos continuaron siguiendo a Vindo a través de la fábrica. Lo único que estaban haciendo era caminar en línea recta por la oscuridad, pero por alguna razón, nadie cruzaba su camino.

Cabe destacar que Culu estaba en una misión diferente.

Sybilla, Lily y Vindo eran los únicos en esta operación.

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“La fábrica está respaldada en secreto por la mafia local. Aquí en Longchon, todos saben que esa información vale su peso en oro”. La mafia soborna a diplomáticos extranjeros por información y luego la vende al mejor postor. Básicamente, son intermediarios de información. Y esta fábrica de algodón es una de sus fachadas”.

Para sorpresa de las chicas, Vindo explicó detalladamente la situación. Puede que fuera un tipo frío, pero hizo un excelente trabajo explicando la información que necesitaban conocer.

“Esta ciudad es de ellos, y tienen ojos por todos lados. Un paso en falso puede resultar fatal. Parece que el documento clasificado que estaban buscando ya fue trasladado a otro lugar”.

“Sí, lo imaginé. Entonces, ¿ahora qué hacemos?”, preguntó Sybilla. “¿Sabes cómo podemos rastrear la nueva ubicación? No se me ocurre a quien podríamos comenzar a interrogar”.

“…Tienes razón. Han aumentado la seguridad debido al alboroto que causaron. Ahora nuestro plan cuidadosamente planeado no sirve de nada”.

“Ugh. Perdón por eso…”.

“Tendremos  que  ser  un  poco  más  rudimentarios.

Teníamos un plan por si pasaba algo parecido”.

A medida que conversaban, llegaron a la base del edificio administrativo.

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Vindo recogió una roca del suelo del tamaño de su puño, luego murmuró algo. “…Por cierto, ¿qué pasó con la rubia?”.

“¿Eh?”.

“Esa niña. La que estabas cargando”.

Vindo miró a Sybilla. Su rostro no mostraba emociones, pero por cómo sonaba, estaba preocupado por Elna.

“Quedó inconsciente por la misión y está descansando. Se topó con algo en esa oficina que explotó… Pensándolo bien, ¿qué fue eso? ¿Pusiste una trampa?”, preguntó Sybilla.

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“…No, no sé nada de eso. Debe haber sido algo más”.

Hubo una pausa extraña antes de que diera su respuesta.

Sybilla no sabía qué pensar al respecto.

Vindo estaba girando la roca en su mano e inspeccionó su forma. “Entiendo la situación. Me encargaré en lugar de tu amiga rubia fuera de combate”.

Tan pronto como las palabras salieron de su boca, arrojó la roca en dirección de una de las ventanas del edificio administrativo.

Sybilla y Lily exclamaron al unísono. “¡¿Qué?!”.

¿Qué demonios cree que está haciendo este tipo?

La ventana se rompió y, como era de esperar, comenzó a sonar una alarma de emergencia. Podían escuchar el rugido de las sirenas y los pasos apresurados de los guardias acercándose.

“Guarden la calma. El enemigo no nos matará, al menos no antes de que los hagamos hablar”, dijo Vindo, manteniendo la compostura por completo ante las miradas atónitas de las chicas.

“No digan nada—y vean cómo hacemos las cosas en Otori”, dijo Vindo con una voz llena de una tranquilidad inquietante.

Los guardias se apresuraron y capturaron a los tres tal y como Vindo había planeado. El peor escenario habría sido si los guardias los llevaran directamente a la policía, pero eligieron llevarlos al edificio administrativo.

Sybilla no se había dado cuenta hasta que los vio de cerca, pero era obvio, no tenían la apariencia de empleados regulares. Parecían ser matones de la mafia y cada uno llevaba una pistola oculta en el bolsillo.

Después de atar las manos de los tres espías con una cuerda, los guardias los llevaron a una habitación dentro del edificio.

“¿Es esta…”, Lily susurró. “…la oficina del presidente?”

Efectivamente, los tres estaban siendo llevados hacia la misma oficina de esa tarde. La alfombra y muchas de las esculturas eran ahora cenizas, y el aire tenía un olor a carbón. Sin embargo, la habitación había sido limpiada un poco y todo lo que estuvo en el centro había sido completamente retirado.

Vindo se veía despreocupado. Él ya había anticipado que los guardias los traerían aquí.

Ah, tiene sentido, pensó Sybilla.

Dada la intensidad del sistema de seguridad de la oficina del presidente, prácticamente estaba completamente sellada del mundo exterior. Ninguno de los trabajadores de la fábrica se acercaría, y sin importar cuánto gritaran, nada sería audible desde afuera. Era el lugar perfecto para usar como cámara de tortura. Los matones no querían involucrar a la policía; querían interrogar a Vindo y a las chicas ellos mismos.

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Los guardias los tiraron bruscamente al suelo.

Había diez hombres de pie en la habitación, y algunos de ellos tenían sonrisas perversas. Era evidente lo emocionados que estaban por haber capturado con éxito a su presa.

Finalmente, el sonido de tacones altos resonó y una mujer avanzó entre los hombres.

“Nunca imaginé que terminaríamos atrapando a jóvenes como ustedes”.

Sybilla la reconoció. Era la secretaria ejecutiva de la fábrica. La joven llevaba un traje ajustado y tenía ese aire particular de quienes operan en el mundo de la violencia. Ahora realmente no quedaba duda de cuán profundos eran los lazos de la fábrica con la mafia local.

Vindo cerró los ojos dando a entender su aburrimiento “……”

“¿Eres el líder?”, preguntó la secretaria con una sonrisa sarcástica. “Quiero saber algo. ¿Ustedes incendiaron este lugar? No esperaba que te vistieras como conserje. ¿Para quién trabajan?”.

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Vindo no abrió los ojos. “¿Realmente crees que te lo diría?”.

“Qué lástima, no creo que debas tomar esa actitud. Los espías que no dicen nada no sobreviven en este lugar”.

Cuando la secretaria dijo eso, uno de sus subordinados avanzó sosteniendo un látigo de hierro. Comenzó golpeando a Vindo en la cabeza y luego lo golpeó repetidamente. Una y otra vez, los trozos de hierro golpeaban el cuerpo de Vindo, y con cada golpe, el sordo sonido del metal golpeando el hueso resonaba en la habitación.

Finalmente, el hombre con el látigo se detuvo para descansar su brazo.

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