Spy Kyoushitsu (NL)
Volumen 5
Capítulo 1: Encuentro
Parte 3
Elna, con la cabeza baja, sostenía el recipiente al que había trasladado al pez dorado.
“¿Elna?”, preguntó Sybilla.
“¡Mm!”. Elna se asustó. “C-Claro. Escapemos”. Dejó el recipiente y se acercó a Sybilla.
“¿Qué pasa? ¿Estás cansada?”, Sybilla le dio unas palmaditas en la cabeza. “Si quieres, podemos descansar primero en la habitación de al lado. Tenemos tiempo antes de que empiecen a encerar”.
Elna asintió. “…Sí. Eso estaría bien”.
Si salían apresuradamente, corrían el riesgo de encontrarse con los conserjes.
Una vez que salieron discretamente de la oficina del presidente, Sybilla cerró la puerta con suavidad, teniendo cuidado de no hacer ruido.
Elna tragó saliva.
Como temían, los conserjes ya estaban en el lugar. Un hombre y una mujer vestidos con uniformes de limpieza estaban subiendo las escaleras con todo su equipamiento. Aparentemente, tenían planeado empezar desde el piso superior y bajar.
Una vez fuera de la oficina del presidente, se refugiaron en una bodega que estaba cerca. Una vez allí, tomaron un breve descanso. Elna se sentó en el suelo y empezó a respirar profundamente. Al parecer estaba agotada por sus continuos fracasos. Después de tomarse todo el tiempo que necesitaban, esperaron el momento perfecto para salir.
Finalmente, salieron en silencio y se dirigieron sigilosamente hacia el extremo posterior del edificio.
Una salida de emergencia se encontraba al final del pasillo. Conducía a las escaleras de emergencia externas del edificio. Y como cualquiera que estuviera en el exterior sería capaz de verlas, consideraron que bajar solo un piso parecía suficientemente seguro.
Sybilla y Elna asintieron en silencio y luego salieron a la escalera de emergencia.
Una alarma sonó. “¿Eh?” “¡¿Qué?!”
Las dos se sobresaltaron.
Una alarma aguda estaba sonando y zumbando por todo el edificio administrativo. No estaba claro si alguien las había visto y la activó, o si las escaleras de emergencia estaban preparadas con trampas.
¿Por qué…? ¿Por qué se activó justo ahora?
Sin duda, algo inesperado estaba sucediendo.
Sybilla chasqueó la lengua, y ambas volvieron a entrar. El edificio ahora estaba en la mira. La escalera expuesta al exterior no era una opción.
Luego, empezaron a escucharse pasos acercándose desde abajo.
“Vo-Volvamos a la oficina del presidente por ahora”. La sugerencia vino de Elna.
“¿Por qué ahí?”, preguntó Sybilla.
“¡Porque los empleados normales no podrán entrar!”. Era una decisión lógica.
La oficina del presidente estaba fuertemente asegurada, y nadie más que el presidente y su secretaria podían entrar. Dado que no tenían a dónde correr, esconderse en la oficina del presidente era la mejor opción disponible.
Elna se apresuró.
“De acuerdo”. Sybilla asintió y la siguió.
Mientras escuchaban los pasos de los empleados subiendo hasta el octavo piso, Elna llegó a la puerta de la oficina del presidente y desactivó la seguridad antes de abrirla.
Ambas dieron un paso hacia adelante— “¡Espera!”.
—Pero luego Elna gritó. “¿Eh?”, gruñó Sybilla.
En el momento en que Sybilla intentó entrar, Elna tiró de la chaqueta de Sybilla. Sybilla reaccionó al instante y saltó hacia atrás, y Elna se tiró sobre Sybilla, cubriendo su cuerpo.
Un estallido de llamas surgió.
Las llamas salieron de la oficina y se extendieron por el pasillo. No era un fuego calcinador, pero aun así era lo suficientemente feroz. El pasillo se tiñó de rojo.
El dúo de Tomoshibi apenas logró esquivarlo, pero si hubieran sido alcanzadas directamente, probablemente no habrían sobrevivido.
¿Fuego? Pero si desactivamos las trampas… ¿Por qué…?
Preguntas daban vueltas en la cabeza de Sybilla mientras estaba sentada.
Una vez más, algo inesperado estaba sucediendo.
Lo único positivo era que el edificio estaba hecho de concreto reforzado, por lo que no corrían peligro de que todo se incendiara. El fuego parecía estar contenido en la alfombra dentro de la oficina del presidente.
De repente, Sybilla soltó un suspiro. “¿Elna, estás bien?
¡Elna!”.
A su lado, Elna estaba caída en el suelo, y dolor se reflejaba en su rostro. Se sostenía la parte superior del brazo, como si de quemaduras se tratase y debe haberse golpeado la cabeza cuando cayó, ya que sangre goteaba de su frente.
Elna dejó salir un llanto ronco e incomprensible. Luego su cuerpo perdió fuerza. Sybilla intentó llamarla una y otra vez, pero no obtuvo respuesta. Incluso sacudió el cuerpo de Elna, pero los labios de su compañera no se movieron.
Elna estaba inconsciente.
Rápidamente, verificó su respiración. El pecho de Elna se movía débilmente de arriba a abajo. Estaba viva. Pero tenía que llevarla a un lugar seguro lo antes posible.
Mientras tanto, los pasos de los empleados seguían acercándose. Después de escuchar la explosión, sabían que algo no estaba bien. Un grupo de hombres gritaba enojado.
Sybilla estaba en serios problemas.
Los empleados se estaban reuniendo en el pasillo del octavo piso, no tenía a dónde correr y su compañera yacía inconsciente a su lado.
“Lo siento, Elna”, le dijo Sybilla a su compañera dormida. “Seré un poco brusca. Espero que no te importe”.
Mientras decía estas palabras, levantó a Elna y la colocó sobre su espalda. Sybilla se agachó y bajó su centro de gravedad.
Salir iba a requerir tomar algunos riesgos.
Al darse cuenta de eso, Sybilla rompió una ventana del pasillo.
Sin pensarlo dos veces, saltó por la ventana del octavo piso. Con Elna sobre su espalda.
Priorizó el rescate de su compañera antes que el riesgo de ser vista por alguien. Ahora tendría que realizar una técnica que nunca había practicado y lograrla al primer intento.
¡Espero que este salto funcione desde el piso más alto!
Era un truco que en circunstancias normales no haría a menos que fuera una emergencia tan grave, especialmente cuando iba a poner en peligro la vida de una de sus compañeras, además de la suya propia. Usó todas sus habilidades físicas. Giró su cuerpo justo antes de chocar contra el suelo y lanzó un cable desde su muñeca. El cable se enganchó en la tubería de desagüe situada en el exterior del edificio, frenando su caída.
La idea era actuar como un péndulo. Al cambiar su trayectoria de ‘caer’ a ‘balancearse’, podría evitar que se convirtieran en manchas en el pavimento. Sin embargo, eso era precisamente lo que habría pasado si Sybilla hubiera cometido el más mínimo error en su coordinación o la longitud de su cable. Su cuerpo trazó un arco en el aire con tanta fuerza que parecía que se iba a desgarrar, y podía sentir cómo el aire era expulsado de sus pulmones.
Rápidamente se estaba encontrando con el suelo, un terrible escalofrío recorrió su cuerpo.
Justo antes del impacto, el cuerpo de Sybilla se elevó. Las puntas del cabello de Elna rozaron contra el suelo.
Sybilla continuó balanceándose de un lado a otro como un péndulo, hasta que el impulso del movimiento disminuyó como para dejarlas colgando en el aire. Después de aterrizar de manera segura en tierra firme, soltó un enorme suspiro de alivio.
Parece que lo logré…
Luego se dirigió a toda velocidad a través de las instalaciones, asegurándose de no ser vista por ningún otro empleado. Se dirigió hacia el borde del terreno, saltó una cerca y entró en un callejón al otro lado de la calle. El callejón tenía unos tres metros de ancho y estaba flanqueado en ambos lados por edificios altos. Una vez allí, Sybilla miró por encima de su hombro y le sonrió a Elna. “Creo que ya estamos lejos”. Lamentablemente, no recibió respuesta.
Mientras Sybilla recuperaba el aliento en medio de la oscuridad, otro dúo más apareció.
“¡Estoy aquí para salvarlas!”, dijo Annette “¡Y aquí estoy yo, comer dulces recarga mi fuerza mental!” agregó Lily.
Era Annette y Lily. Vinieron corriendo desde el otro lado del callejón.
Cuando Sybilla y Elna no regresaron cuando se suponía que debían hacerlo, las demás se preocuparon y vinieron a ayudar.
“… Siento como si acabara de ver a un orangután saltar desde un edificio de ocho pisos y usar trucos de trapecista para aterrizar”, dijo Lily.
“Ya cierra el hocico”, le respondió Sybilla. “No es momento para tus tonterías. Hay que darle primeros auxilios a Elna”.
“Espera, ¿Elna está herida?”.
“Sí, está completamente inconsciente. Necesitamos curarla y llevarla a un lugar seguro lo más pronto posible”.
“¡Traje un botiquín de primeros auxilios!”, Annette interrumpió. Sacudió su falda y salieron volando un montón de vendajes, desinfectante y cosas de ese tipo.
Lily y Sybilla comenzaron a administrar el tratamiento de Elna. Para cuando terminaron de enrollar los vendajes de manera descuidada alrededor de su cabeza, su frente parecía un bulto grande y deformado.
Su intención era llevar a Elna a la base lo más pronto posible…
“No se muevan ni un centímetro, señoritas”.
…La crisis no acababa todavía.
De repente, una nueva persona apareció en el callejón.
Inmediatamente Sybilla se dio la vuelta.
Había un hombre vestido de conserje. Apareció tan repentinamente y sin previo aviso que se sintió como si se hubiera materializado de la nada. A pesar de haber sucedido en un momento en el que las chicas estaban distraídas, no era algo que ocurría todos los días.
Sybilla reconoció su rostro, y el olor a cera que venía del trapeador que llevaba sobre su hombro también le resultaba familiar.
¿Eh? Él estaba en el edificio de la administración… ¿Por qué nos siguió?
“¿Quiénes son ustedes?”, preguntó el joven amenazadoramente. Tenía el cabello castaño corto y parecía estar en sus veintes. Su mirada oscura y sombría estaba fija en ellas.
Sybilla fue la primera en reaccionar. Se acercó al hombre tan rápido y con tanta fuerza, que su pie dejó una huella en el suelo. Aunque desconocía las intenciones del joven, lo mejor era someterlo. Después de cerrar la brecha más rápido de lo que él podría reaccionar, Sybilla le puso el cuchillo en la garganta. “Lo siento por esto, pero también estamos en horas de trabajo”, dijo ella con un tono amenazador.
El hombre no habló, pero sus ojos se abrieron un poco.
“Eso fue rápido, Aneki”, dijo Annette, sonando impresionada.
Sybilla lo había demostrado en su escape, pero sus habilidades atléticas habían mejorado aún más en los últimos tres meses. En cualquier tipo de lucha uno a uno, no había aficionado que pudiera compararse con ella.
“No vayas a gritar”, dijo, todavía manteniendo su cuchillo contra la garganta del hombre. “No quiero tener que lastimar a un civil, así que esto es lo que vas a hacer. No reportarás esto. Ni siquiera vas a contárselo a nadie. De hecho, olvida que esto sucedió. Si puedes prometerme eso, te dejaré ir. ¿Es un trato?”.
“………………”.
El hombre le devolvió una mirada fría, la reacción fue mínima.
Sybilla inclinó la cabeza confundida. Esperaba que tuviera miedo o que comenzara a llorar. “… ¿Qué? Al menos di algo”.
El hombre no cambiaba la mirada y la tensión no existía en su cuerpo. Estaba completamente relajado. Era la forma en que uno se comportaría si estuviera viendo una obra que los aburría.
¿Es que él no entendía la situación en la que se encontraba?
“¿Tal vez tu cara es tan aterradora que no puede responder?”.
Lily dijo en voz baja.
A Sybilla no le gustó la forma en que lo había expresado, pero la teoría de Lily tenía cierta lógica. “Bueno, podría decirse que somos las malas. Perdón por involucrarte en nuestros problemas. Aun así, espero que podamos contar contigo”.
Ella sonrió y le metió una moneda en el bolsillo al hombre como compensación por sus problemas.
“Qué absurdo”.
Se escuchó una inquietante voz y el joven conserje encorvó la espalda hacia atrás.
Después de echarse hacia atrás para escapar del cuchillo de Sybilla, saltó con el cuerpo aún inclinado, como haciendo una chilena de futbol, lanzó una patada directo a la cabeza de Sybilla. Ahora oponía resistencia, y no solo eso, fue un movimiento muy acrobático.
“Este tipo”, gruñó Sybilla, y luego se le lanzó al hombre para tratar de inmovilizarlo. Mientras estaba en ello, Lily avanzó con una aguja envenenada, y Annette saltó con su pistola eléctrica, intentando atacar desde tres direcciones diferentes, y el conserje todavía estaba en el aire. No había forma de que pudiera esquivar, o al menos, no debería poder esquivarlas a la vez.
“Nombre clave: Hikin 2 —Es hora de perforar limpiamente”.
La presentación del conserje resonó en sus oídos. El joven usó el trapeador en el suelo como un bastón, y se apartó del camino en pleno vuelo, evitando hábilmente el ataque de las chicas. Fue un logro que requirió una fuerza abdominal increíble.
A medida que giraba, una lluvia de cuchillos salía disparada de su cuerpo. Sintiendo el peligro, las chicas retrocedieron—momento en el que se resbalaron y cayeron.
Los ojos de Sybilla casi se salen de sus órbitas. ¡¿Cera?!
El hombre la había esparcido con el trapeador que llevaba consigo.
Lo que vino después sucedió en un instante.
Tan pronto como el hombre aterrizó, saltó al aire de nuevo. Era como ver un resorte. Extendió sus brazos y con maestría, pudo usar sus cuchillos para clavar a las chicas desequilibradas al suelo por su ropa. Fue tan rápido que quedaron crucificadas antes de tener la oportunidad de esquivar.
Sybilla no pudo evitar sentirse perpleja ante la realidad frente a ella. A su lado, Lily abrió los ojos sorprendida. “¿Qu—?”.