Spy Kyoushitsu (NL)
Volumen 5
Capítulo 1: Encuentro
Parte 2
“Y además, ¿qué?”, preguntó Klaus.
Thea respondió a la pregunta de Klaus con una sonrisa “Tengo que crecer más si quiero seguir siendo su compañera, ¿verdad?”.
Ese era el papel que Thea le había dicho que quería mantener—ser su compañera. Sus habilidades aún carecían en algunas áreas, pero definitivamente estaba en el camino correcto.
Solo había una palabra para describirlo.
“Magnífico”.
Ver a sus subordinadas mejorar siempre era una experiencia maravillosa.
Pero al mismo tiempo, también tenía grandes preocupaciones.
No tengo problemas con Thea, pero aparte de ella…
Desde la batalla en Mitario, Tomoshibi continuó completando misiones en varias naciones del mundo. Para ser honesto, incluso Klaus había sido optimista. Supuso que los principales problemas del equipo quedaron atrás, y ahora que las chicas habían mejorado, no necesitarían más su respaldo.
Pero pronto se dio cuenta de que estaba sobrestimando la situación.
En resumen, eran un desastre.
Lily cometía errores una y otra vez, y Sybilla olvidaba frecuentemente detalles de la operación. Por otro lado, cada invento que hacía Annette era más extraño que el anterior, Elna se tropezaba en momentos cruciales y Sara pasaba la mitad de su tiempo preocupándose por cuánto peligro corrían sus compañeras. Monika y Grete eran confiables, pero ambas tenían que dedicar tanta atención proporcionando apoyo que no podían aprovechar completamente sus talentos.
Además, Klaus era incapaz de darles una orientación adecuada.
La verdad era que desde el principio no se le daba dar instrucciones. La sabiduría que tenía para ofrecerles se limitaba a conceptos abstractos como “háganlo correctamente” y “en sincronía”, y a pesar de los constantes errores de las chicas, nunca lograba darles un consejo adecuado.
Como resultado, las chicas seguían repitiendo sus errores y Klaus estaba obligado a intervenir y abordar sus deficiencias de la manera más dura. Nunca dejaba de hacerlo.
Klaus reflexionó sobre la situación y llegó a una conclusión.
El problema es que están estancadas.
Continuar con el mismo entrenamiento no llevaba a ninguna mejora significativa. Sin embargo, quizás eso era de esperar. Hubiera sido genial que haciendo los mismos ejercicios de entrenamiento una y otra vez hubieran alcanzado nuevas alturas en sus habilidades, pero obviamente eso no iba a suceder.
… ¿Qué hago, qué hago? ¿Continúo haciendo las misiones yo solo como antes…? Bueno, están logrando salir adelante, aunque en las justas… Entonces, ¿espero a ver qué sucede…?
Como jefe del equipo, le correspondía tomar la decisión. Ninguna misión estaba exenta de peligro. ¿Debería él sacarlas antes de que alguna de ellas resultara herida? Aunque hay que considerar que ninguno de sus errores había sido fatal. ¿Debería él darles tiempo para forjar sus habilidades a medida que continúan con sus misiones?
Mientras lidiaba con este dilema, ciertas palabras vinieron a su mente.
“Sobrevivir a duras penas es lo más peligroso que puedes hacer, ¿sabes?”.
“No sirves para depender de la gente, niño. Ahora, retrocede y sé mi mandadero”.
Su voz era gentil, pero estricta.
Pertenecía a un miembro del antiguo equipo de Klaus, Homura.
‘Houraku’ alias Gerde no era tan amable como la jefa del equipo, Kouro, ni buena orientadora como su mentor Guido. Era la mujer más estricta y regañaba a Klaus constantemente.
Cuando me siento estancado, aprecio mucho su sabiduría.
Klaus pensó en su difunta compañera y luego sacudió la cabeza.
Entre eso y esta sensación desagradable que tengo, al menos debería comenzar por revisar la forma en que hemos organizado nuestras misiones.
La respuesta llegó naturalmente.
Parecía mejor permitir que las chicas descansaran por un tiempo.
“Thea, quiero que reúnas a las chicas—”.
Justo cuando Klaus estaba a punto de dar su veredicto, Thea se le adelantó. “¿Profe, me permite un minuto?”, preguntó con un toque de pánico en su voz.
“¿Qué pasa?”.
“¿Le importaría hacer una revisión rápida?”, Thea miró preocupada el reloj. “Sybilla y Elna deberían ya haber regresado, pero no están aquí…”.
Algo debió haber salido mal.
“De acuerdo”, respondió Klaus con pocas palabras mientras se ponía de pie.
Sintió un leve escalofrío recorrer su piel. Su intuición de espía le advertía del peligro.
En tierra firme, Longchon era el hogar de una fábrica de algodón.
La fábrica era un inmenso complejo lleno de filas de turbinas de vapor fabricadas en Fend que emitían ruidos mecánicos sordos mientras giraban. El algodón crudo era muy barato en el ámbito cultural de Ryuka, y en estas instalaciones se convertía en tela antes de ser enviado a las naciones de Occidente-central. Debido a lo barato que era el terreno y la mano de obra en esa parte del mundo, las naciones desarrolladas veían a los molinos como auténticas máquinas de hacer dinero.
En el centro de la fábrica, había un edificio administrativo de ocho pisos. Desde allí se controlaban todos los sistemas del molino y su imponente altura ofrecía una vista de todo el complejo.
En ese momento, no se veía a ningún empleado en el lugar. Además de ser un día festivo, se tenía programado encerar los pisos esa noche, por lo que incluso las personas que trabajaban en días festivos estaban fuera del edificio administrativo.
Naturalmente, en el octavo piso donde se encontraba la oficina del presidente, tampoco había empleados. Esculturas modeladas como tigres y dragones se encontraban una al lado de la otra sobre la alfombra de seda, y un pez dorado nadaba tranquilamente en la pecera sobre su escritorio. La habitación estaba equipada con un sistema de seguridad de última generación, y sin una llave especial, ni siquiera se podía entrar. Además de su sólida puerta, no había otra entrada, y ni siquiera las rejillas de ventilación se podían abrir a menos que se controlaran desde la oficina del tercer piso.
Sin embargo, ahora había dos chicas en esa oficina presidencial.
Estaban ocupadas buscando algo mientras revolvían todo.
“Hmm, no encuentro nada en el fondo de la pecera del pez dorado”.
Las mangas de ‘Gujin’ alias Elna estaban empapadas mientras hurgaba en la pecera. Elna era rubia y tenía una piel tan clara y delicada como la de una muñeca.
“Nada junto a este tigre de madera. ¿Dónde diablos está ese documento clasificado?”, respondió ‘Hyakki’ alias Sybilla. Tenía una mirada aguda en sus ojos y músculos tonificados como los de un animal salvaje.
No hacía falta decir que estaban en una misión.
La embajada de Din había realizado una investigación sobre la situación colonial en Longchon, pero el informe se filtró y cuando uno de sus diplomáticos intentó averiguar quién se lo había apoderado, fue asesinado. Tomoshibi fue enviado para continuar donde él lo dejó, y en estos momentos, estaban infiltrándose en el edificio administrativo de la fábrica para tratar de determinar la ubicación del documento.
Después de una meticulosa preparación, lograron pasar la seguridad y entrar en la oficina del presidente. Sin embargo, por más que buscaron en la habitación, no podían encontrar el documento que tanto buscaban.
Sybilla ya frustrada, pateó la estatua de tigre de madera y se agarró la cabeza. “¡AHHHHH! ¿Qué se hizo esa mierda?”.
“¡Ay! ¡La pecera del pez dorado se dio vuelta!”.
“Maldición, perdón por asustarte… ¡Demonios! ¡La alfombra se mojó!”.
“¿Q-Qué hago con el pescadito?”.
“¡Po-Ponlo en otro tanque! ¡Rápido!”.
Las cosas no iban muy bien para ellas.
Después de rescatar al pez dorado, las dos soltaron suspiros pesados.
La alfombra estaba empapada y el recipiente del pez dorado había perdido mucha agua. Así que el allanamiento ya no era un secreto.
“Bueno, al menos podemos secar la alfombra”, murmuró Sybilla mientras abría las cortinas de la oficina. Quiso abrir las ventanas también, pero estaban fijas. La seguridad de la oficina era realmente de primera.
Cuando vio la luz del sol poniéndose, se dio cuenta de cuánto tiempo había pasado. Pronto estaría anocheciendo, y era entonces cuando los conserjes iban a entrar a encerar los pisos.
Sybilla puso las manos en su cintura.
“Las cosas realmente no están yendo bien últimamente…”.
Ella también había notado el deterioro por el que pasaba Tomoshibi. Sus misiones simplemente se negaban a fluir sin problemas. Era como si los engranajes del equipo estuvieran desincronizados. Seguían cometiendo errores y su gran victoria en Mitario comenzaba a sentirse como un recuerdo lejano.
¿Dónde he fallado? He estado haciendo mi mejor esfuerzo…
Y tampoco es que estuviera descuidando su entrenamiento. Las misiones constantes estaban afectando su itinerario, pero seguía con su entrenamiento independiente y se aseguraba de atacar regularmente a Klaus también.
Pero cuando se trataba de misiones reales, los errores eran inevitables.
Se dio unas palmaditas en las mejillas.
Bueno, no tiene caso preocuparme por eso ahora. Hay que actuar.
Cambió a su actitud positiva de inmediato.
“Vamos, Elna, salgamos de aquí. Iremos al séptimo piso, y una vez que los conserjes terminen de encerar el octavo piso, regresamos. No te preocupes. Saldremos de esta”.
“…………………………”.