Makeine: Too Many Losing Heroines! (NL)

Volumen 1

Perdedoras 4: Cuando Miras A Las Heroínas Perdedoras, Las Heroínas Perdedoras Te Devuelven La Mirada

Parte 4

 

 

Al día siguiente era el último del semestre.

Amanatsu-sensei subió al estrado y alzó la voz por encima del clamor de los ansiosos alumnos de primer año que ansiaban empezar las vacaciones. «¡Todos a sus asientos por orden! ¡En orden, niños!»





Porque en cualquier otro orden, su cerebro entraría en cortocircuito al intentar poner nombres a las caras de sus propios alumnos.

Cogí mi boletín de notas y lo abrí. No estaba mal para ser mi primer semestre de instituto. Lo que más me preocupaba era la sección de comentarios.

«Miembro del comité muy apasionado y motivado», decía.

Quienquiera que fuera, no era yo, y no envidiaba a quien tuviera que enseñar a sus padres el boletín de notas con el siguiente texto: «No tiene amigos. ¿Todo bien en casa?».

Apoyé la barbilla en la mano y observé cómo el resto de la clase se ponía a comparar notas. Yakishio, que sorprendentemente no era uno de ellos, estaba boca abajo en su pupitre, agarrándose la cabeza. Tampoco la envidiaba.

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«Caray, no está mal», dijo Hakamada. Se había acercado para echar un vistazo a mi tarjeta. «Así que japonés y matemáticas son tus especialidades, ¿eh?».

«Supongo. Un poco mediocre en el resto».

«Las matemáticas son lo mío. Escuela de verano. Viejo, no quiero venir al campus en vacaciones».

«¿No tienes ningún club?» Eso ganó un par de puntos conmigo.

«No, no puedo unirme a ninguno. Hago escalada en mi tiempo libre».

Puntos: revocados. ¿Qué maniático se desvivía por hacer actividades extracurriculares fuera de la escuela? Así de fácil, toda la buena voluntad que habíamos construido se vino abajo.

«Llámame alguna vez. Deberíamos ir al karaoke», dijo, dirigiéndose de nuevo al escritorio de Himemiya.

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Era bueno. Sabía la cantidad justa de cortesía para que fuera imposible odiarle. Con razón llamaban mariposas sociales a personas como él. Aunque a él le faltaba la gracia.

Mis ojos se desviaron hacia Yanami. Ella y sus amigas discutían sobre quién tenía que compartir qué notas en qué asignaturas. La Yanami de siempre.

«Muy bien, muy bien», gritó Amanatsu-sensei cuando el bullicio empezaba a amainar. «Cuanto antes se acomoden, antes podrán empezar las vacaciones de verano».

Eso apagó la última de las conversaciones persistentes. Esperó a que todos volvieran a sus asientos.

«Ahora, una palabra antes de salir corriendo.» Tosió con todo el efecto que su pequeña presencia podía producir. No era frecuente que intentara mostrarse seria. «Independientemente de cómo decidan pasar los próximos cuarenta días, les pido que lo hagan con un propósito. Volarán antes de que se den cuenta, y de repente habrán pasado dos años y estarán hasta el cuello de exámenes de acceso a la universidad».

Por una vez, lo que decía tenía sentido. La clase esperó a que continuara con la respiración contenida.

Ella bajó el tono. «Los oigo pensar para sí mismos, ‘Oh, debe ser tan agradable ser profesor y tener todo ese tiempo libre'». Golpeó el podio con el puño. El impacto dijo más de lo que podrían decir las palabras. «Pues se equivocan. Somos trabajadores a tiempo completo. No tenemos tiempo libre. ¿Quién creen que enseña en la escuela de verano? ¿Organiza las clases para los internos? ¿Prepara los nuevos planes de clase? ¿Asiste a las reuniones? ¿Las salas de estudio? ¿Hace de acompañante en los viajes del club? ¿Gestiona el papeleo?». Un silencio aún más profundo se apoderó del aula. «Mírenme hacer mi debut como VTuber el próximo semestre. ¡Voy a destrozar sus planes de datos!». Hice una nota mental para buscar teléfonos móviles. «¿¡Saben lo que se siente tomarse un mísero día libre para Obon, sólo para ser condenado al ostracismo por ello?! Y antes de que digan: ‘Oh, tómalo en otro momento del año’, ¿para qué creen que son las vacaciones? ¡Cualquier otro día, y ahora eres el enemigo público número uno por tener el descaro de dar más trabajo a tus compañeros!».

Se le estaba yendo de las manos. No teníamos por qué oír nada de esto.

«El punto es, ¡comportense lo mejor que puedan! Me juego mucho en una reunión de clase este Obon, ¡así que no se hagan los tontos ni se pongan tan nerviosos que tenga que malgastar mi tiempo libre limpiando su desastre! ¡Piernas cerradas

¿Qué estaba pasando ahora? No éramos más que un puñado de pobres adolescentes, a merced de la furia de esta mujercita. El silencio se hacía más pesado con cada respiración entrecortada.

Cuando terminó de jadear, Amanatsu-sensei golpeó su lista de asistencia contra el podio. «En fin. Consideren todo esto un consejo de su amable senpai. Y ahora, ¡adelante! ¡Ahora están en vacaciones de verano!»

***

 

El semestre había terminado oficialmente. Consulté mi reloj. Justo antes del mediodía.

Había escapado del caos de las aulas y llegado a la habitual escalera de incendios del antiguo anexo. Las nubes de verano se cernían sobre mi cabeza. Los campos estaban vacíos, incluso los clubes deportivos se tomaban un pequeño respiro en sus entrenamientos. Jugué con una caja de leche en las manos. La fuerza de la costumbre me había hecho coger una de una máquina expendedora de camino aquí.

¿Y ahora qué?

Mi hermana gemela se fue de aventurera y volvió como un demonio Gyaru acababa de sacar un nuevo volumen. Tal vez lo compraría y luego pasaría un rato a solas en el restaurante familiar.

«O-oh. Ya estás aquí». Komari dejó caer su bolso con un ruido sordo. La esperaba esta vez. Era un día demasiado agradable como para no aprovecharlo.

«¿No te vas a casa?» Le pregunté.

«M-mataré un poco de tiempo primero». Sacó un bollo, sin duda de ayer.

Le di mi leche. «Toma. No he tomado nada».

«N-no hace falta que…». El deseo brilló en sus ojos. «¿E-es… del tipo estra rico? ¿No son diez yenes extra?» (NOVA: la leche extra rica es una que viene con contenido extra de grasa)

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Esta gata callejera sabía lo que hacía.

«Gasté un poco. Es el último día de clase».

«O-ok, pero todavía me siento mal.» Me ofreció un puñado de monedas de uno y diez yenes.

«No necesito nada de eso. Solo tómalo».

«Pero ese tipo te quitó el dinero ayer, ¿no?”

«No me asaltó», dije.

«E-entonces, ¿qué se llevó?» El deseo centelleó en sus ojos. Otra vez. Ella no encontraría material aquí.

«Ni mi corazón ni mi castidad, así que cálmate».

Eso podría haber sido medio mentira. Al menos en lo que respecta a mi corazón.

Komari captó mi momento de debilidad y me lo arrebató. Me sonrió de una forma que no creí que pudiera hacerlo. «¡Sabía que e-estaba pasando algo! ¿C-cuándo empezó? ¡Quiero todos los detalles!» Le brillaron los ojos. Sus mejillas se sonrojaron. ¿Por qué estaba tan linda de repente? ¿Y por qué fue este tema lo que lo provocó?

«No hay ‘detalles’, así que no tengo nada que contar. Cómete el pan».

Hizo una risita desagradable. «¿P-por qué comer comida cuando ya estoy c-comiendo esto?»

No debería haberle dado ningún tipo de combustible. Consideré enviarla a Tsukinoki-senpai para que la enderezara, pero mi instinto me decía que haría cualquier cosa menos eso.

«¡Vaya, nunca había estado aquí!» Una voz brillante y algo bobalicona llegó desde abajo. «La brisa es muy agradable». Yakishio subió las escaleras, nos vio y se dio la vuelta. «¡M-malas noticias, Yana-chan! ¡Creo que ellos están teniendo uno de esos momentos!»

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¿Un momento de qué? pensé sarcásticamente. Pero no por mucho tiempo. Me interesaba más el nombre que había pronunciado.

«Eh, es Nukumizu-kun. ¿Qué podríamos estar interrumpiendo?», dijo (con bastante descortesía).

«¿Yanami-san?» Dije mientras ella se acercaba. «¿Por qué están aquí?»

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«¿Necesito una razón? Soy la primera que encontró este lugar». Yanami entró en la escalera. Su puchero se transformó rápidamente en una mirada de malicia. «A menos que estuviéramos interrumpiendo».

«Sí, claro. Soy el mal tercio, en todo caso».

«Oye, los solteros solitarios tenemos que permanecer unidos», ella bromeó.

Yakishio miró entre nosotros y se iluminó. «O por dios, Nukkun, ¿tú también? ¡Se está extendiendo! ¿¡Está pasando!?»

Escogía las cosas más raras para ponerse histérica. Como dirían otros, ese era su problema.

«Entonces, ¿por qué vinieron aquí?» Le pregunté. «La verdad.»

«Tenía un poco de tiempo antes de reunirme con el equipo de atletismo, así que le pedí a Yana-chan que me mostrara su base supersecreta», dijo Yakishio, inclinándose preocupantemente lejos de la barandilla.

Yanami se puso a mi lado. Ni demasiado cerca, ni demasiado lejos. Un incómodo punto medio. «Oye, ¿el club de literatura hace algo en verano?».

«Uhhh, no estoy seguro», dije. «Tsukinoki-senpai mencionó la posibilidad de reunirnos alguna vez».

Yakishio apoyó el estómago en la barandilla para que sus pies flotaran sobre el suelo y extendió los brazos. «¡Definitivamente, házmelo saber! Podríamos ir a cazar cigarras. Es veraniego».

Más bien ruidoso.

¿Qué clase de club de literatura era éste? Acabábamos de volver de un viaje nocturno a la playa y ya querían más. Extrovertidos. Estar sentado en una habitación oscura escribiendo manuscritos me parecía más propio de un club de literatura.

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Yanami observó las piernas de Yakishio y se acercó a mí medio paso. «Oye, el viaje ha sido divertido, ¿no? Estoy deseando que llegue el próximo».

«Si es que la gente se siente cómoda conmigo cerca ahora que Tsukinoki-senpai y el único otro chico son pareja», dije.

«Oh, por el amor de…» Ella puso los ojos en blanco. «El viaje fue divertido porque fuimos todos. Eso te incluye a ti, bobo».

Miré hacia otro lado. «Bueno, sí… supongo. Pero bueno».

«¿Hm?»

«No es nada, sólo… No importa. Olvídalo. Te lo contaré más tarde».

Komari nos miró atentamente. Ella y yo compartimos un breve momento, y luego tiró de la camisa de Yakishio.

«¿Qué pasa?» preguntó Yakishio.

Komari buscó instintivamente su teléfono. «U-um…» Pero ella se apresuró a dejarlo en su sitio y agachó la cabeza. «Me ha interesado un p-poco lo de correr. Quería preguntarte si podrías e-enseñarme. La técnica y esas cosas».

Los ojos de Yakishio se abrieron como platos. Sonrió aún más y le cogió la mano. «¡Claro que puedo!», ella gritó. Komari emitió un pitido en respuesta. «¡Pondremos tus cien metros por debajo de los doce segundos en un santiamén!».

«E-en realidad estaba pensando más en larga distancia…».

«¡No te preocupes! ¡Lo he pensado todo! ¡Lo llamo el Método Yakishio!»

«¿El… Método Yakishio?» La mejilla de Komari se crispó nerviosamente. Eso no sonaba bien.

«¡La idea es que la larga distancia es en realidad un montón de sprints seguidos! Si puedes correr cien metros, sólo tienes que hacerlo quince veces, ¡y ya tienes quinientos! Aunque todavía estoy trabajando en ello».

«¿P-podemos empezar con algo fácil? Como a nivel de r-rehabilitación física».

«Bien, entonces el Método Yakishio Parte Dos. En esa, estoy trabajando en probar que 1.500 metros se sentirán como cien si literalmente corres durante un día entero sin parar. ¡Vamos a la pista!».

Yakishio se llevó a Komari, que susurró al pasar a mi lado: «Me lo debes».

Se merecía un litro entero de leche por esa táctica.

Yanami las vio desaparecer por las escaleras. «Son tan buenas amigas».

No se lo discutí. «Claro que lo son».

«Es raro», murmuró Yanami.

«¿Qué cosa?»

Apoyó los codos en la barandilla y me miró. «Quiero decir, piénsalo. Apenas sabía quiénes eran tú o Komari-chan no hace mucho. Ni siquiera sabía en qué club estaban hasta que nos fuimos de viaje». Y aún así vino. «Escribir es bastante divertido. Incluso tomé algunos libros que Komari-chan me recomendó, y también me gustaron. Me hicieron darme cuenta de lo geniales que pueden ser las historias».

Yanami miró a los estudiantes que correteaban por el campus, un poco sombría. Qué bien que la palabra escrita pueda tener un impacto tan profundo y positivo en…

«Es tan fácil olvidar toda la basura difícil de la vida cuando estás leyendo. Nada te sale mal dentro de una hoja».

Corrección: no tan positivo.

«Cuida tu salud mental, Yanami-san», le dije. «Quizá puedas practicar el ascetismo o el ayuno este verano».

Ella levantó las manos y las agitó en ferviente negación. «¡Eh, no estoy tan mal! Y puedes olvidarte del ayuno. Así que no vuelvas a sugerirlo. Jamás».

Ah, ahí estaba. Esa era la Yanami que yo conocía. Me había preocupado un poco que lo de Hakamada de ayer dejara las cosas raras, pero no. Todo lo contrario.

Ahora era mi oportunidad.

Yanami me parpadeó. «¿Qué miras?».

Me llevé la mano al pecho y respiré hondo. «Yanami-san. Tengo algo que preguntarte».

«Juh», contestó perezosamente. Parpadeó un par de veces más y se levantó de un salto. «¡¿Eh?! Espera, ¡¿ahora?! ¡¿Aquí?!»

«No sé cuándo volveremos a tener un momento para nosotros, así que sí».

Se alborotó y se revolvió el pelo. «¡¿Qu-qué tal si esperas un poco?! ¡Piensa en esto, Nukumizu-kun! Hay un momento y un lugar para…»

«Ya lo he pensado. Y si no lo digo aquí, ahora, sé que me arrepentiré».

Yanami se alisó el pelo, se enderezó el cuello, se ajustó las cintas, se alisó la falda y me miró a la cara. Parecía que ella lo había comprendido.

Make Heroine ga Ōsugiru! Volumen 1 Capitulo 4 Parte 4 Novela Ligera

 

Hizo una linda tos. «B-bueno, eh, adelante. Te escucharé. Pero no prometo nada».

Respiré hondo y la miré directamente a los ojos. Los nervios se aproximaban.

«Yanami-san. ¿Querrías ser…?»

«¿Querría yo?», repitió como un loro.

Se me cerró la garganta. La abrí de nuevo y, con todo el valor que pude reunir, di un paso adelante. Ella saltó.

«¿¡Querrías ser mi amiga!?»

«Lo siento, prefiero que seamos amig…».

Hablamos por encima del otro.

Y luego un silencio aplastante.

Un pájaro batió las alas y se posó en la barandilla. Cantó una canción triste.

Cuando por fin se recuperó de su petrificación, la cabeza de Yanami cayó hacia un lado. «¿Tu amiga?»

Asentí. «Sí».

Yanami apoyó los brazos en la barandilla y soltó un gran suspiro, pesado y largo. «Oh», dijo ella, más silenciosa que las alas del pájaro al despegar.

¿No estábamos pensando lo mismo? Algo me decía que necesitaba un poco más de contexto.

«Porque ya has devuelto todo el dinero», le expliqué. «Así que ya no podemos comer juntos. Quiero decir, bueno, somos compañeros de clase y de club, pero si somos, um, amigos, si dices que sí, entonces todavía podemos…» Dejé de divagar y de hacer gestos salvajes con las manos. «Un momento, a ver.»

«Lo he sido, gracias.»

«¿Acabas de… rechazarme? ¿Sin siquiera confesarme?»

«Eso parece, amigo». Ella me dio una palmada en el hombro. «Bienvenido a la Villa de los Perdedores».

«¿Pero cómo puedo haber perdido en algo que ni siquiera lo intentaba? Tú fuiste quien lo convirtió en algo grande».

Yanami se quedó boquiabierta. «¡Ok, no! ¡No puedes culparme por eso! No estoy loca por esperar lo que esperaba, ¡así que el rechazo sigue contando!».

«Relájate, Yanami-san. Está claro que no entiendes lo que es una confesión de verdad».

«¿En serio me estás dando una explicación romántica a lo Nukumizu?»

Técnicamente, ella estaba 0-1, y yo 0-0. Estadísticamente hablando, yo tenía autoridad en cuestiones de amor.

«En primer lugar, tiene que haber al menos una amistad de dos o tres años ya establecida. Esa es la etapa en la que se conocen y descubren si son compatibles. Entonces, y sólo entonces, se cierra el trato en un lugar de gran significado emocional para los dos».

«Acabas de describir una propuesta de matrimonio». Eso era justo. «Espera, ¿eso significa que me vas a proponer matrimonio en tres años? ¿Debería rechazarlo de antemano ya que estamos en eso?»

«No. No lo apuntes en tu calendario». Yo no podía llegar a ninguna parte con esta chica. En relación a eso, casi habíamos bromeado sobre lo más importante aquí. «De todos modos, eh …»

«¿Qué?”

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«L-lo de ser amigos.» Mi voz se apagó a medio camino de hablar. «¿Dónde quedamos con eso?»

«Ya estás otra vez loqueando. Sí, somos amigos. Ya lo somos».

«Espera, ¿lo somos?»

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«¿Cómo demonios nos llamarías si no?». Yanami apoyó los codos en la barandilla y giró la cabeza hacia mí, con una sonrisa bobalicona en los labios.

«¿Por qué me miras así?».

«Eso es lo que me agrada de ti. Eso de ahí».

«¿Ahí dónde?»

Ella no contestó. Sólo soltó una risita.

Hice mi mejor intento de sonrisa torcida para devolverle la suya.

No me arrepentía de cómo había vivido hasta entonces. Ser un solitario no tenía nada de malo. Todos interactuábamos con la sociedad y con la gente a nuestra manera.

Sin embargo, allí, en nuestro lugar habitual, mentiría si dijera que no me gustaba su compañía.

«Gracias, Yanami-san.»

Las palabras salieron de mi corazón.

Yanami vio la sonrisa en mi cara, ya no tan torcida, y reaccionó sorprendida. Sin embargo, me devolvió la sonrisa.

«De nada». Ella levantó el puño. «Por el rechazo, compañero perdedor».

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Lo choque con mi propio puño, riendo. «Yo no perdí nada.»

 

FIN DEL VOLUMEN 1

 

Make Heroine ga Ōsugiru! Volumen 1 Capitulo 4 Parte 4 Novela Ligera

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