Risou No Himo Seikatsu (NL)

Volumen 14

Capítulo 4: Los Próximos Pasos

Parte 5

El Imperio Blanco era visto como un enemigo jurado por el país más grande del oeste del Continente del Norte, Złota Wolność, y se hablaba de él como una nación tiránica que una vez había gobernado el continente a través de La Iglesia. Hasta donde Freya sabía, todo era sólo leyenda y mito, y nunca había conocido a alguien que realmente lo creyera. Además, debido a cómo se hablaba de ellos en el Continente del Norte, instintivamente juzgarían a cualquier descendiente del Imperio Blanco como enemigo.

“Cualquiera que sea la verdad, tendré que regresar y hablar con mi padre. Probablemente, no, definitivamente, se pondrá furioso”.

Había una leve sonrisa de sombría resolución en su rostro mientras hablaba.

Freya había aceptado el Arrullo del Mar como un regalo del Reino Gemelo y, en realidad, había sido una reliquia del Imperio Blanco. Si eso fuera cierto y La Iglesia viera la herramienta mágica, no habría forma de explicárselo excepto que Uppsala estaba aliado con los restos del Imperio Blanco.

Si bien podía decir que no lo sabía, Freya había aceptado con gratitud el Arrullo del Mar, por lo que sería difícil refutar completamente la acusación de descuido de su parte.

“En general, agradeceríamos una relación estrecha entre Uppsala y el Reino Gemelo. Por supuesto, realmente no puedo dejar Capua, pero te agradecería que hablaras de esto con el rey Gustav”, le dijo Aura.

“Las cosas son demasiado extremas, así que no creo que vean posible tomar una decisión basándose únicamente en información mía de segunda mano. Creo que deberías asegurarte de poder discutir las cosas en persona con alguien a quien el rey haya otorgado plena autoridad. O mi padre o mi hermano menor,

supongo”.

El primer príncipe, Eric, ya era parte de un país vecino, por lo que Yngvi estaba siendo tratado como el príncipe heredero en todo menos en el nombre. En otras palabras, tal como estaban las cosas ahora, él sería el próximo rey.

Además, actualmente sólo existía un método simple para que el rey o príncipe de Uppsala, que residía en el extremo norte del Continente del Norte, se comunicara con los del Reino Gemelo, que vivían en el centro del Continente del Sur. La única gracia salvadora fue que el conducto para esa comunicación era una de las pocas personas conscientes de la información altamente secreta.

Inevitablemente, esa carga recaería sobre la persona en cuestión.

“Zenjirou”. “Maestro Zenjirou”.

El príncipe consorte levantó las manos en señal de rendición hacia las dos mujeres. “Bien, lo tengo. Asumiré la misión diplomática con Uppsala, para que puedas relajarte allí. Sin embargo, mis otras obligaciones se verán afectadas, así que me vendría bien tu apoyo en ese frente”.

La teletransportación era un hechizo extremadamente conveniente, pero podría ser demasiado conveniente y causar problemas a quien lo lanzó. Desde que aprendió el hechizo, Zenjirou se había convertido en una de las personas más ocupadas del país.

“Disculpas”.

“Pido disculpas por la carga adicional”.

Zenjirou hizo caso omiso de las disculpas de sus esposas. Una vez terminadas las difíciles conversaciones políticas por ahora, Aura y Freya intercambiaron miradas significativas antes de ponerse de pie al unísono.

“Eh, ¿Aura? ¿Freya?”.

Mientras Zenjirou miraba confundido, las dos mujeres rodearon la mesa y llegaron a ambos lados de él.

“Su Majestad me dijo que aquí las conversaciones serias se mantienen uno frente al otro, pero las conversaciones más relajadas son uno al lado del otro, ¿No? ¿Puedo sentarme a tu lado?”.

Preguntó Freya.

“¿Aura?”. Preguntó Zenjirou, dirigiendo la pregunta a su otra esposa.

“Bueno, ese es el estado de las cosas. ¿Puedo sentarme a tu lado?”, ella rio.

Parecía que las dos ya habían discutido esto, por lo que Zenjirou negarse sólo complicaría las cosas.

“Adelante”, dijo en su lugar.

Con su permiso, se sentaron a ambos lados de él. A su derecha estaba la cortina de cabello rojo que cubría la cabeza de Aura, mientras que a su izquierda estaba la cortina plateada más corta que cubría la de Freya. Ninguna de las dos se apretó contra él, pero se sentaron bastante cerca de él. Honestamente, era bastante malo para su corazón tenerlas a ambas tan cerca que podía sentir el calor proveniente de ellas.

Cuando estaba con Aura, sentarse con ella así era cuando Zenjirou estaba más feliz. También estaba muy feliz de sentarse al lado de Freya cuando estaba con ella. Pero tener una de ellas a cada lado al mismo tiempo parecía ser un peso sobre sus hombros.

Aura pareció captar sus sentimientos, ya que se movió ligeramente a lo largo del sofá, abriendo algo de espacio entre ellos. Freya hizo lo mismo en su lado opuesto, manteniendo la misma distancia de él que Aura. Eso al menos permitió a Zenjirou relajarse.

Aura ofreció una pequeña risa. “Disculpas, supongo que jugamos demasiado con eso. Sin embargo, habrá más casos en los que estemos sentados así, así que espero que puedas

acostumbrarte”.

El palacio interior era un lugar donde los tres podían relajarse. Si no hubiera oportunidades futuras para sentarse así, eso sería malo en sí mismo. Zenjirou había pensado que la disposición de los asientos estaba destinada especialmente para que Aura y él tuvieran conversaciones uno a uno.

“Uh, ¿Eso va a continuar con nosotros tres? Si hay una más, terminará siendo físicamente imposible que todos se sienten a mi lado”.

“En ese caso, supongo que alguien tendrá que sentarse en tu regazo”, sugirió Freya.

“¿¡Freya!?”. Zenjirou gritó.

Su esposa de cabello plateado se dejó caer en el sofá riéndose.

“Que era una broma. Eso es para cuando estemos solos”. “Freya”, repitió, esta vez en un tono más bajo.

“Bien, lo siento”, se disculpó ella.

Cuando Zenjirou dejó escapar un suspiro, las dos mujeres intercambiaron miradas de comprensión. La situación en la que se encontraban actualmente lo presionaba más de lo que habían asumido al principio.

“Aun así, viviremos en la misma zona. Necesitamos asegurarnos de continuar compartiendo información e inquietudes”, dijo Aura, asegurándose de que la broma de Freya pasara sin molestar más a Zenjirou con el pretexto de volver a encarrilar la conversación.

“Tienes razón”, estuvo acorde Zenjirou, muy de acuerdo con lo que ella estaba diciendo.

“Entonces discutamos la situación actual con la mayor franqueza posible”, continuó Aura. “La conversación nos permitirá encontrar las discrepancias en cómo vemos las cosas”.

“Bien, encontramos muchas diferencias entre nosotros dos en nuestra vida cotidiana”.

“De hecho lo hicimos. Las diferencias entre tus valores y los de Freya surgirán mientras vivan juntos. Después de todo, pasarán un día sí y otro no en compañía del otro. El problema son las

diferencias entre ella y yo. Me gustaría hablar de eso”.

“Comprendo. Entonces, ¿Puedo hacer una pregunta un tanto grosera?”. Freya intervino.

Zenjirou y Aura se enderezaron en sus asientos ante eso.

“¿Cuál sería?”. Aura la incitó.

“¿Qué?”. Preguntó Zenjirou al mismo tiempo.

“¿Podrían contarme sobre todos los elementos extraños en esta habitación?”. Mientras hablaba, Freya recorrió la habitación con la mirada, señalando varios de los electrodomésticos.

“Ah, por supuesto”, respondió Aura.

“Deberíamos explicarlo”, siguió Zenjirou después de intercambiar miradas con la reina.