Spy Kyoushitsu (NL)
Volumen 4
Capítulo 4: Peligro
Parte 2
Estaba asustada.
Era evidente que no iban a poder salir solas de esta. Iban a morir. Iban a perecer. Iban a estirar las patas. Sus vidas iban a terminar, y no había nada que pudieran hacer para evitarlo.
La cruda realidad de la situación era que un par de fracasadas no podían aspirar a derrotarlos.
Lily se dio una palmada en las mejillas para despejar su corazón.
No te rindas, Lily. Haz posible lo imposible.
Cerró los ojos y las palabras de Klaus resonaron en su mente.
“Te nombro líder de Tomoshibi”, había dicho él.
Ella sabía que sólo había sido un truco para motivarla. De no ser por eso, nunca habría asignado a alguien tan torpe y falto de habilidades de espionaje como ella para el rol. Mirando la situación objetivamente, había mejores candidatos para el puesto.
Pero esa mentira era precisamente lo que le permitía mantener la cabeza alta.
“¿Oye, Annette?”.
“¡Esa soy yo!”.
“Corrígeme si estoy diciendo tonterías, pero ¿eres, digamos, muy hábil?”.
“………”. Los ojos de Annette se abrieron un poco.
No había muchas cosas que la hicieran reaccionar así.
“Tengo curiosidad”, respondió. “¿Qué te hace pensar eso?”.
“Vamos, dame algo de crédito”. Lily sonrió. “Puede que no me vea como la gran cosa, pero sigo siendo la líder del equipo. Tengo la sensación de que tienes todo tipo de habilidades locas”.
“………”.
“Actuaré como señuelo y los alejaré. Cuando estés suficientemente lejos, tienes que reportarle rápido a Grete y Thea. Las otras también podrían estar en problemas”.
Dadas las habilidades de Annette, Lily confiaba en que sería capaz de escabullírsele a sus enemigos y encontrar el camino hasta un teléfono público.
Tenían que informarle la situación al Escuadrón de recopilación de información.
De ese modo, las probabilidades de que sus compañeras sobrevivieran aumentarían considerablemente, y dicho escuadrón podría idear un plan y ponerse en contacto con Klaus. Era la única contramedida disponible.
“Me imagino que ya sabes esto…”. La sonrisa habitual de Annette había desaparecido. Su rostro era una máscara carente de emoción. “Pero te van a matar, Aneki”.
“Me gustaría ver cómo lo intentan. Tengo gas venenoso, espuma venenosa, cortinas de humo venenosas… Soy una experta cuando se trata de ganar tiempo”.
“Esas cosas no servirán. ¿Alguna vez ha funcionado con Klaus?”. A veces la verdad era dura.
El veneno de Lily no tenía exactamente el mejor historial en sus batallas contra espías de élite. Una vez hizo una barricada de espuma venenosa y detuvo a Shirogumo, pero eso fue todo. La inmunidad al veneno era una habilidad poderosa, no hay duda de eso, pero Lily no la había utilizado con gran efectividad.
Lily enrolló su meñique alrededor del de Annette.
“Entonces, cuando volvamos a Din, deberías hacerme la mejor arma de todas. Algo lo suficientemente fuerte como para derribar al profe”.
“…………”.
“Hazme un aparato espía que me deje con la boca abierta, ¿qué me dices?”.
“…………”.
Esta vez, los ojos de Annette se abrieron al máximo.
Lily no sabía lo que pasaba por la mente de su compañera. Nunca pudo entender a Annette. Sin embargo, la miró fijamente a los ojos.
Finalmente, Annette apretó su meñique con el de Lily. Su característica sonrisa inocente volvió a su rostro.
“Entendido. Con mis habilidades y tu veneno, podré hacer algo realmente impresionante”.
“Je. El profe no sabrá qué le golpeó”.
Se soltaron los meñiques al mismo tiempo.
Lily, con su arma lista, comenzó a moverse. Cuando saliera, se convertiría en un jugoso blanco para el francotirador, y tendría que confiar únicamente en su instinto para esquivar las balas hasta llegar al interior del edificio.
Un movimiento en falso, y su vida terminaría.
“Allá voy”, dijo Annette, sonriendo dulcemente mientras Lily se dirigía a un peligro mortal. “¡Es hora de dejar morir a Lily!”
Era una opción cruel y sin corazón. Sin embargo, era la única opción.
Mientras Lily atraía la atención del francotirador, Annette se puso a trabajar en la reubicación. Saltó al edificio de al lado para poder escapar del ataque.
Ahora era trabajo de Lily distraer a sus enemigos hasta que Annette estuviera fuera de la vista de todos.
¡Tengo que engañarlos a todos para que Annette vaya a un teléfono público e informe a las chicas!
Mientras esquivaba el primer disparo de francotirador en las justas, se mordió el labio.
Como líder de Tomoshibi, era hora de jugarse la vida.
Estaba allí, sola y amenazada, y ahora le tocaba a poner a prueba su valía como espía.
***
Las radiobalizas de emergencia seguían parpadeando.
Sus compañeras estaban en peligro en tres lugares y al mismo tiempo, y ninguna de ellas era lo suficientemente fuerte como para ganar por su cuenta.
Gracias al noble sacrificio de Lily, el Escuadrón de recopilación de información tenía un informe completo de la situación.
Ahora les tocaba a ellas idear un plan que pudieran darle la vuelta a esta situación tan desesperada.
Sin embargo, esa información no le hizo ningún bien a Thea. Lo único que podía hacer era aferrarse al auricular y quedarse mirando a la nada.
¡¿Quién… Quién es esta gente?!
Se agarró la cabeza con las manos y empezó a respirar rápida y profundamente.
No sabía si era Murasakiari quien movía los hilos, pero fuera quien fuera, estaban matando a cualquiera que se viera mínimamente sospechoso en los alrededores de la conferencia. Ella y las demás no estaban preparadas para una lucha como esta. No había tácticas ni planes que pudieran descifrar, sólo un número abrumador. Si querías matar a un espía, esa era una de las formas más seguras de hacerlo.
“¿Qué… podemos hacer…?”.
Ella era la comandante. Sabía que necesitaba idear un plan, pero difícilmente podía pensar con claridad.
Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos y se negaban a detenerse. Sabía que sus compañeras podían estar muriendo en ese mismo momento, y la imagen mental de sus cadáveres acaparó cualquier otro pensamiento de su cerebro.
Al otro lado de la estancia, Grete se apresuró a entrar a su dormitorio. “¿Grete?”.
Thea se apresuró a seguirla.
Grete se quitó la ropa y empezó a ponerse un traje de hombre.
“Me disfrazaré del jefe…”, dijo, con voz tranquila y serena. “Si nuestros adversarios trabajan para el Imperio, sabrán qué aspecto tiene el jefe. Temblarán cuando me vean. Si funciona, Monika y yo podemos trabajar juntas para escapar del peligro”.
En otras palabras, ella estaba planeando entrar al combate.
Era muy valiente, especialmente para alguien tan poco hábil para pelear como ella.
Sin embargo, ella y Monika habían recibido el sello de aprobación de Klaus. Juntas, tenían una oportunidad decente de escapar con éxito, y con Sara presente, sus probabilidades de sobrevivir no eran tan malas.
“¿Qué hacemos con Lily y Sybilla?”, preguntó Thea.
“…El jefe anda cerca, y con el alboroto que hay, no creo que no se dé cuenta de lo que pasa. Seguro va a venir corriendo a ayudar”, concluyó Grete con tranquilidad mientras terminaba de ponerse el disfraz. Era la viva imagen de Klaus. Con solo verlo, el alivio inundó a Thea—
“¡E-Espera, aguarda!”.
—Pero había una preocupación que no podía quitarse.
“¡Los números no concuerdan!”, dijo. Sentía un dolor que le quemaba el pecho.
“………”.
“Hay tres lugares que necesitan refuerzos. Si tú vas a uno y el profe al otro, ¿qué hacemos con el último?”.
“Thea…”. La expresión de Grete se endureció. Apretó los puños con fuerza. “Tenemos que hacer lo mejor que podamos con lo que tenemos…”.
“… ¡!”
Thea captó lo que Grete estaba diciendo.
Ella sabía muy bien que no podían salvar a todas. Estaban cortos de recursos. Tomoshibi simplemente no tenía tres personas lo suficientemente fuertes como para hacerle frente a tres crisis, así que, viendo de cara a la situación, esta era la única conclusión lógica.
Aun así, Grete se armó de valor y se dirigió hacia la puerta. Iba a salvar a todas las que pudiera.
“¿Cómo lo haces?”, Thea gritó patéticamente. “¿Cómo puedes ser tan valiente?”.
“¿A qué te refieres?”.
“¡Por favor, no lo entiendo! ¿Qué hago? No tengo el ingenio que tú tienes, ni la fortaleza mental para lanzarme así al peligro. ¿Qué puede hacer alguien que se deja aplastar por sus fracasos?”.
Necesitaba la guía de Grete.
Necesitaba que Grete le enseñara lo que tenía que hacer, justo como había estado haciendo desde que iniciaron la misión.
“No soy fuerte…”, dijo Grete, sacudiendo la cabeza. “Lo único que tengo es el deseo de compensar al jefe. Dependencia o incluso obsesión. Quiero hacer lo correcto por el hombre que me devolvió mi afecto, incluso después de que mi amor no fuera correspondido”.
¿No correspondido? Algo debió de pasar.
Sin embargo, Thea prefirió no pedir más detalles. Por la pasión que se podía escuchar en Grete, Thea sabía que era un tema que no debía mencionar a la ligera.
La pregunta era, ¿qué sentía Grete por Klaus? ¿Cuál era la naturaleza de ese afecto que había superado incluso al amor? ¿Qué fue lo suficientemente poderoso como para convertir a una fracasada en una brillante espía?
“Thea”, dijo finalmente Grete. “Por favor, vuelve a leer los informes y averigua cuál es la mejor acción a tomar. Creo en ti…”.
Eso era todo lo que ella le tenía que decir.
Grete salió corriendo y Thea se quedó sola en la habitación. Podía oír con alarmante claridad todas las sirenas de policía que pasaban por delante del complejo de apartamentos. Las rodillas se le debilitaron y cayó al suelo. Empezaron a brotarle lágrimas y a caerle sobre las manos. Eran lágrimas de mucho miedo.
Ahora se daba cuenta de lo impotente que ella era.
No puedo hacer nada…
¿Podría ella correr a ayudar a sus aliadas? Tal vez, pero no serviría de mucho.
Su habilidad no era adecuada para el combate.
Tenía un poder llamado “negociación”, pero había un prerrequisito. Para usarlo, primero tenía que mirar fijamente a su objetivo durante varios segundos. Eso no funcionaría con quien quisiera matarla. Incluso si llegaba a uno de los combates, lo único que conseguiría sería retrasar a las demás.
No podía salvar a su equipo.
De hecho, no podía hacer otra cosa que sentarse en el piso de su apartamento.
No sirvo como espía y soy un fracaso como comandante …
Al final, le había dejado todo a Grete. Grete había tomado las decisiones, y lo único que Thea hacía era asentir. Era patético, así estaban las cosas. Y ahora que Grete se había ido, lo único que hacía era sentarse en el suelo y llorar.
“Kouro…” Susurró el nombre de su ídolo. “¿Qué puedo hacer? ¿Qué es lo que vio en mí…?”.
Siete años atrás, había conocido a una poderosa espía.
La mujer no sólo la salvó, también le dio un propósito a su vida. “Serás la espía más fuerte de aquí”.
“Pero no quiero que te conviertas en una espía cualquiera. Quiero que también te conviertas en una héroe y salves a tus enemigos».
Esas palabras habían llenado a Thea de alegría. Soñaba con un gran futuro, uno en el que se uniría a Homura y trabajaría codo a codo con Kouro.
Pero la realidad tenía otros planes.
Homura fue destruido antes de que pudiera encontrarse nuevamente con ella.
Kouro había muerto tras ser traicionada por un aliado.
Y los sueños de Thea de convertirse en una héroe que pudiera salvar a sus enemigos la llevó a que sus enemigos la manipularan y se rieran en su cara.
Las burlas de Matilda habían sido como una cubeta de agua fría cayéndole.
Ahora, para rematar, sus compañeras mejoraban sin ella, fracasó en su deber como comandante y no hacía nada mientras sus vidas corrían peligro.
“Ojalá pudiera desaparecer…”.
Clavó las uñas en el piso y se lamentó.
“¿Qué hace aquí alguien tan inútil como yo?”. Golpeó el piso una y otra vez.
“¡Quiero desaparecer!”, gritó. “¡Soy demasiado blanda conmigo misma, soy demasiado blanda con mis enemigos, no tengo talento, me dejo sentir superior a las demás sólo porque tengo un poco de experiencia sexual, dejo todo en manos de mis compañeras, y presumo de mí misma cuando ni siquiera soy la líder del equipo! Soy la más débil e infantil del equipo, ¡ojalá pudiera morirme!”.
“Aneki…”.
De repente, una voz llegó a través del receptor.
No se había dado cuenta, pero su llamada con Annette seguía conectada.
“No quiero que desaparezcas”.
“Annette…”.
“Me divertí el mes pasado. Cuando hiciste todas esas cosas por mí”, continuó hablando Annette con un tono que usarías para consolar a un niño.
Era difícil saber cuál de las dos era realmente la mayor.
“Me sorprendí. Mucho. Siempre estabas entrometiéndote sin nada que te respaldara, y para lo único que sirves es para ser una zorra”.
“Tú… eh, tienes un amplio vocabulario…”. Thea no conocía eso de ella.
“Pero no es que te odie ni nada de eso”. Annette continuó. “Hanazono me pidió que hiciera algo. Dijo que tenía información que quería pasarte”.
“¿Información?”.
“Según su investigación, hay un rumor circulando por la ciudad. Algo sobre un héroe que corre a salvar a la gente que está en las profundidades de la desesperación”.
“¿Un héroe…?”.
Thea recordó algo, y rápidamente supo de qué se trataba. “Monika dijo algo parecido en su informe. Dijo que los secuaces de Murasakiari creen en una especie de héroe”.
Esa chica llamada Miranda les había dicho lo mismo después de su intento de suicidio.
“Me pregunto si el héroe vendrá por mí”, había dicho.