Spy Kyoushitsu (NL)

Volumen 4

Capítulo 3: Héroe

Parte 4

 

 

Sybilla murmuró incoherencias mientras veía a Barron caer inconsciente.

¿Qué demonios le pasa a este tipo? Ni siquiera intentó contenerse la herida…

Publicidad G-AR



Su objetivo nunca fue matarlo. Después de todo, necesitaba sacarle información sobre el titiritero. Sin embargo, él dejó que su sangre corriera libremente y se desmayó. A este paso, Barron iba a morir.

Sybilla no estaba en la obligación de salvarlo, sin embargo…

“¡Maldita sea!”, gritó mientras empezaba a administrarle los primeros auxilios.

La bala lo había atravesado limpiamente, así que estaba perdiendo mucha sangre, pero aún había una posibilidad de salvarlo. Le vendó la rodilla herida para detener la hemorragia. Ahora sólo tenía que salir del edificio y llamar a una ambulancia.

Ella sólo esperaba que pudiera aguantar hasta llegar. Según las palabras que dijo, era evidente que alguien lo había manipulado, y Sybilla dudaba que mereciera morir.



Elna seguía desmayada con un chichote en la cabeza, así que Sybilla tuvo que despertarla antes de escapar tranquilamente del sexto piso. Y efectivamente, la escalera de incendios que conectaba con el quinto piso estaba llena de trampas, así que tuvieron que desarmarlas antes de bajar.

“Bueno, no puedo decir que se sienta genial, pero una victoria es una victoria”, comentó Sybilla.

“Sí”.

Sybilla escribió un informe mientras caminaban y luego lo ató al ratón que Elna había traído. El ratón era de Sara, y había sido entrenado para llevar mensajes al Escuadrón de recopilación de información.

Una junto a la otra, salieron corriendo al exterior. Ya podían ver las luces de los otros edificios. Al unísono, respiraron hondo y se llenaron los pulmones de oxígeno. Luego, al darse cuenta de que ambas habían hecho exactamente lo mismo, estallaron a carcajadas.

“Hacemos un buen equipo”.

“Siento que puedo hacer cualquier cosa cuando estoy contigo, onee- chan”.

Después de felicitarse mutuamente por sus esfuerzos, intercambiaron un ligero choque de puños.

Sybilla se rascó la mejilla con timidez. “Onee-chan, eh…”

Publicidad G-M2



Aún no le había contado al resto del equipo lo de su familia. No les había contado que su padre dirigió una banda, cómo ella fue la que lo entregó a la policía, ni cómo ella y sus hermanos habían huido a un orfanato. O cómo…

Sacudió la cabeza.

“¡Me gusta! No te preocupes por nada, tu onee-chan te cubre la espalda”.

Las visiones del pasado se superpusieron al presente, y Sybilla le sonrió alegremente a Elna.

La batalla en el edificio de varios pisos terminó con la victoria del dúo Sybilla-Elna.

Pero un momento después, se toparon con—

***

 

 

Un par de pequeñas criaturas aparecieron en la ventana de Thea y Grete.

Eran un ratón y una paloma, ambos pertenecían a Sara. Estas criaturas eran el principal medio de comunicación de Tomoshibi. Tanto radios como los teléfonos podían ser intervenidos, así que, sólo en casos de emergencia, se comunicaban a través de los animales.

El hecho de que acabaran de aparecer significaba que Monika y Sybilla habían logrado escapar del peligro. Thea respiró aliviada y dejó entrar a los dos animales, y Grete no perdió tiempo en leer las notas que traían atadas y le pasó la información a Thea.

Le habló de la partida de dardos en el casino subterráneo y la batalla en el edificio a oscuras. Luego describió cómo habían vencido a su enemigo aún no identificado.

“…y eso es todo”, terminó.

Thea no pudo evitar dar otro suspiro. “Son increíbles”, respondió. “Lo consiguieron. Derrotaron a sus oponentes”.

Estaban en un país extranjero, sin saber cómo era su enemigo, y las chicas los habían derrotado por su cuenta. Thea estaba abrumada por lo rápido que sus compañeras de equipo estaban mejorando.

“…Tal y como esperaba”, Grete asintió con calma. “Monika y Sybilla tienen extraordinarias habilidades físicas. Con Sara y Elna como apoyo, sabía que serían capaces de superar casi cualquier obstáculo”.

“S-Sí, tienes razón. Supongo que no debería sorprenderme”.

“Y con todo eso, han estado a la altura de mis expectativas a la perfección”.

“………”.

Lo que sorprendió a Thea no fue sólo el fantástico resultado que acababan de obtener los Escuadrones de operaciones y de especialistas. También era el hecho de que Grete lo había visto venir. En general, era ella quien había decidido dónde desplegar los equipos sobre el terreno. Los asesinos habían ido tras ellas tal y como Grete quería, y gracias a que los miembros del Escuadrón de especialistas habían podido interferir, Tomoshibi había conseguido darles la vuelta a las tácticas de sus enemigos. La forma en que ella las había asignado a sus ubicaciones y había considerado la sinergia entre cada dúo respectivo era fenomenalmente impecable.

Siempre pensé que Monika estaba por encima de todas nosotras, pero ahora…

Ahora Thea se daba cuenta de lo equivocada que estaba. Resultó que había otra chica en el equipo cuyos talentos eran igualmente enormes.

Grete no tenía esa habilidad cuando Thea la conoció. Sí, era ingeniosa y todo, pero entre su físico frágil y su androfobia, no era de extrañar que la hubieran expulsado de la academia.

Algo debió provocar ese cambio.

Algo… como haber tenido un encuentro tan intenso que puso su mundo patas arriba.

Mientras Thea se encontraba sentada y sin hablar, Grete seguía atenta. “Sin embargo, sigo preocupada por Lily. Deberíamos enviar a las demás para que se reúnan con ella. Todavía sabemos muy poco, y si no nos preparamos para lo inesperado, las cosas podrían ponerse feas rápidamente”.

Publicidad G-M3



“Ti-tienes razón. Me comunicaré con ellas por radio”.

Publicidad G-M1



“Si logras localizar al jefe, también ponte en contacto con él”.

Thea se dirigió al aparato de radio que había en un rincón de la habitación. Se sentía aliviada de que sus amigas estuvieran bien, pero esa era sólo una de las emociones que golpeaban en su corazón.

Es casi gracioso lo patética que soy…

Sus compañeras de equipo estaban arriesgando sus vidas, y ella estaba sentada en su apartamento a salvo sin hacer nada más que seguir las instrucciones de Grete.

Era una situación lamentable. Se mordió el labio y se puso a operar la radio.

Por ahora, tengo que hacer lo que hay que hacer. Me mantendré al margen y me aseguraré de no serle un estorbo a Grete.

Publicidad G-M2



No le quedaban opciones. Todas las demás habían mejorado sus habilidades y la habían dejado atrás, y éste era el único papel que podía desempeñar.

En el momento en que fue a encender la radio, el teléfono del centro de la sala empezó a sonar.

“¿Estamos recibiendo una llamada?”. Se le congelaron los dedos. “¿De quién? Sea quien sea, debe de ser urgente”.

Grete también miró el teléfono con intriga. Tal vez alguien tenía nueva información. Thea desatendió la radio y descolgó el auricular. Inmediatamente la saludó una voz alegre.

Publicidad G-M3



“Hola, soy yo”.

Era Annette. Lo último que habían oído era que estaba con Lily. “¿Q-Qué pasa?”, preguntó Thea.

Publicidad G-M2



“Seré breve. La policía nos pisaba los talones, así que Hanazono y yo tuvimos que correr un rato. Nos metimos en un pequeeeño lío, pero acabé escapando”.

“Bien, es bueno oír eso”.

Parecía que esas dos también lo habían logrado. Si el lío en el que se habían metido era lo suficientemente pequeño como para que pudieran escapar, entonces bien está lo que bien acaba. El trabajo en equipo de Annette y Lily también debía de ser impresionante.

Pero si ese era el caso, ¿por qué la llamada?

Las siguientes palabras que oyó Thea sonaban casi perturbadoramente alegres.

“Y ahí fue cuando una docena de asesinos vinieron tras nosotras”.

“¡¿Una docena?!”.

Thea gritó del susto, y Grete, que escuchaba a su lado, también lo hizo.

Según los informes, sus atacantes habían sido tan formidables que se necesitaron dos chicas para derrotar a cada uno de ellos, e incluso así, los combates estuvieron muy reñidos. Para conseguir la victoria había sido necesario sobrevivir a más de un roce con la muerte. Enfrentarse a doce oponentes a la vez sería un boleto sin retorno al matadero.

“Entonces, ¿cuánto tiempo vamos a tener que mantenerlos ocupados?”.

Publicidad G-M3



“E-Espera, recapitulemos un poco. Estás a salvo ahora, ¿verdad?

¿Dónde está Lily?”, preguntó Thea, incapaz de evitar referirse accidentalmente a Lily por su nombre real.

La respuesta de Annette no se hizo esperar. “Los distrajo para que yo pudiera escapar. Ahora está ganando tiempo”.

“¿Ella hizo qué…?”.

“La cosa es que, ella no va a durar mucho”.

Lily estaba luchando por su cuenta.

Ella había confiado la información a Annette, y ahora estaba poniendo su vida en juego para detener a sus enemigos.

“¡Enviaré a las otras de inmediato! Sólo asegúrate de sobrevivir hasta que lleguen a—”.

“Nah, eso es lo que ella quería que te dijera”, dijo Annette. “Es muy probable que las demás estén pasando por lo mismo”.

La radio zumbó.

Era la señal de emergencia, la forma en que sus compañeras podían pedir ayuda si la necesitaban tanto como para arriesgarse a que interceptaran su mensaje.

Dos luces estaban encendidas. Una era blanca y la otra azul.

“Thea…”, murmuró Grete, “son llamadas SOS de Sybilla y Monika…”.

Eso bastó para que Thea se pusiera pálida como una hoja de papel. Ahora entendía lo ocurrido. Se habían enfrentado a un adversario para el que no estaban preparadas.

¿Quiénes eran esas personas que estaban dispuestas a perderlo todo para entrenarse, que cumplían órdenes sin vacilar, que intentaban suicidarse cuando perdían y que contaban con sus aliados para aplastar a sus enemigos después? La única manera de que alguien pudiera hacer todo eso era abandonando por completo su humanidad.

Era como si fueran soldados. No, era más que eso—como si fueran hormigas, dispuestas a abandonar sus propias vidas para servir a su gobernante.

Publicidad G-AB



¿Era ese el poder de Murasakiari?

Si una docena de asesinos llegaban a tres lugares a la vez, eso significaba que tenía que haber al menos treinta y seis de ellos. Esa cantidad aturdía la mente. Si realmente eran tantos, era motivo de desesperación. Tomoshibi no tenía ninguna posibilidad contra un número así.

¿A cuántos se enfrentaban?

Thea empezó a hacer números sobre el peligro que corrían. Tenía que averiguar cuán grande era la lista de sus oponentes.

¿Eran treinta? ¿Cuarenta? O peor aún… ¿cincuenta?

Mantente Enterado
Notificarme
guest
This site uses User Verification plugin to reduce spam. See how your comment data is processed.
0 Comentarios
Mas Votados
Mas Recientes Mas Antiguos
Respuestas en el Interior del Texto
Ver todos los comentarios