Spy Kyoushitsu (NL)
Volumen 4
Capítulo 2: Hostilidades
Parte 4
Una hora antes de que Sybilla y Monika se enfrentaran a sus enemigos, otro suceso se llevó a cabo en Mitario.
En el tercer piso del Edificio Westport, Lily tuvo la corazonada de que pronto se encontraría cara a cara con un oponente.
Sucedió mientras repartía hamburguesas y hacía su trabajo de espía. “Ah, lo siento. Otra vez me confundí de habitación”.
“Me parece que haces eso muy seguido…”
Lily podía moverse libremente por todo el edificio, y su único costo era la irritación por parte de la gente importante de la conferencia. Al entrar ‘accidentalmente’ en la sala equivocada, tuvo la oportunidad de preparar su maniobra.
Muy bien, micrófono colocado.
En cuanto abrió la puerta, pegó su dispositivo al fondo de la mesa. Fingir ser una camarera despistada era el trabajo para el que estaba preparada. Además, así tenía una excusa lista para las ocasiones en las que realmente no recordaba a qué habitación tenía que ir.
Se disculpó, lista para marcharse. Pero antes de salir, alguien la llamó. “Eh, niña, espera”.
“¡Hyeep! ¿Sí?”, respondió nerviosa.
El hombre se rio. Era un burócrata del Ministerio de Economía, Comercio e Industria de Estados Unidos. “No es necesario estar a la defensiva. Sólo quería preguntarte sobre un rumor que circula”.
“¿En serio?”.
“Sí, me preguntaba si sabías algo de ese ‘héroe de Mitario’ del que habla la gente. Supuestamente, este héroe desciende para dar una mano cuando la gente más lo necesita. ¿Has escuchado algo sobre eso?”.
Lily nunca había oído nada parecido. “No, yo vengo del extranjero”.
Ella le pidió detalles por si acaso, pero resultó ser más una leyenda urbana. Al parecer, por la ciudad rondaban pequeños trozos de información.
Según la historia, había un héroe—alguien que sólo se le aparecía a la gente sumida en la desesperación. Alguien que les ofrecía esperanza y libertad.
Lily ladeó la cabeza. “Alguien que ofrece libertad… Entonces, ¿algo así como la gran estatua del puerto?”.
El hombre se rio. “Ja, ja. Puede que tengas razón”.
Era un rumor simpático, pero a Lily le costaba imaginárselo relacionado con su misión. Le preguntó si sabía algo más para estar segura, y salió de la habitación.
Estaba subiendo al ascensor y fantaseando con el héroe, cuando de repente—
“¿Eh?”.
—un escalofrío recorrió su espalda.
No fue porque hubiera visto algo. Sin embargo, podía sentir algún tipo de cambio en el aire.
Se lamió sus labios secos.
Supongo que después de todo el entrenamiento que hice, por fin estoy desarrollando una intuición de espía.
Ahora que lo pensaba, Klaus a menudo completaba sus misiones por corazonadas y con frases como sólo lo hice y ya.
Parecía que ella también había desarrollado un sexto sentido parecido.
Alguien viene… ¡Y no es amistoso!
Lily respiró profundo y se preparó para la batalla. Salió del ascensor, pero no veía a ningún enemigo.
Sin embargo, estaba segura de que su corazonada era correcta. Volvió a la hamburguesería.
“Oh, ahí estás, Lillian, tienes visita”, le dijo uno de sus compañeros cuando volvió. “Hay alguien que dice que quiere hablar contigo”.
Lily no podía pensar en nadie que viniera preguntando por ella de esa forma.
“Puedes irte temprano. Te están esperando atrás”.
“Entendido”, respondió Lily asintiendo. Se dirigió a su locker en la parte trasera del restaurante.
Bueno, definitivamente no esperaba que vinieran por mí abiertamente…
Abrió el falso fondo de su mochila y sacó su pistola del interior, luego la guardó en la funda de su pierna y la cubrió con la falda de su uniforme.
Se dio una palmada en las mejillas para prepararse.
Tranquila. Puedo hacerlo. Aprovecharé todas las habilidades que me enseñó el profe y revertiré la situación.
Perder no era una opción.
Las otras chicas probablemente también se enfrentarían a enemigos feroces, y su trabajo como líder era ser la primera en vencer a su oponente.
Ya es hora.
Se dirigió a la parte trasera del edificio y se encontró con un hombre y una mujer vestidos con traje y abrigo. Lily no los reconoció, pero por la mirada aguda de sus ojos se dio cuenta de que no eran civiles corrientes. Sus rostros tenían ese aspecto de ser muy viejos, exclusivo de quienes operan en el mundo de la violencia.
Su cuerpo le decía que esos dos no eran presa fácil.
Dejó escapar un largo suspiro y se pasó los dedos por el arma a través de la falda. “Ustedes. Tengo que reconocer que se lucieron al venir a mí de frente—”.
“Hola, señorita. Somos del Departamento de Policía de Mitario”. “¿Eh?”.
Esa no era la frase con la que Lily esperaba que empezaran. Ladeó la cabeza, desconcertada.
¿La policía?
Cierto, parecían detectives de policía. Y también llevaban la identificación adecuada.
“………”.
Lily se quedó un rato en silencio, tratando de encontrar la lógica. Rápidamente llegó a una conclusión.
“Ya veo, ya veo. Son muy audaces para venir y hacerse pasar por detectives”. Se burló. “¿En serio pensaron que no vería a través de esos disfraces?”
“¿Eh?”.
“¿Qué?”.
Algo no andaba bien. El hombre y la mujer la miraron confundidos, y no parecía que estuvieran fingiendo.
Entonces Lily ató cabos.
“E-Esperen, ¡¿son policías de verdad?!”.
“¿De qué estás hablando?”, dijo el detective masculino, frunciendo el ceño. “Mira, voy a ir al grano. Se te busca por sospechosa en un caso de asesinato. ¿Te importaría venir con nosotros?”.
“¡¿Sospechosa de qué?!”.
“Hay un testigo que dice que usted mató a tiros a dos personas anteayer”. La detective sacó un documento de su bolsillo y se lo mostró a Lily. “Tenemos una orden de arresto”.
La orden era auténtica. Llevaba el sello oficial de un tribunal de los Estados Unidos de Mouzaia y autorizaba el arresto de una tal Lillian.
La cosa era que, obviamente, Lily no había asesinado a nadie.
Entonces, por fin, se dio cuenta de lo que estaba pasando. Era obvio que sus enemigos estaban detrás de esto.
“¡E-Es mentira! Es una conspiración de un espía de Galgad”.
Intentó desesperadamente alegar su inocencia, pero los detectives se limitaron a mirarla con el ceño fruncido.
“… ¿Le pasa algo?”
“Probablemente debamos hacerle un análisis de drogas”. “¡Pero les estoy diciendo la verdad!”.
“Mira, niña, si vas a mentir, al menos intenta hacerlo creíble. ¿Por qué un espía del Imperio iría tras una estudiante de intercambio que trabaja en una hamburguesería?”.
“Esa es, um, es una buena pregunta…”. Ella no podía decirles que era una espía.
“Um…”. Sonrió dulcemente. “Bueno, ¿usted qué cree?”. “Llevémonosla”.
“Sí”.
“¡Son unos insensibles! A-Aléjense de—”.
Los detectives se acercaron hacia ella, y Lily giró los brazos. Entonces se golpeó accidentalmente el muslo.
Chank.
Su pistola se salió de la funda de la pierna y cayó al suelo. “““… ”””.
Los tres presentes miraron la pistola en silencio.
El detective masculino se aclaró la garganta y miró su reloj. “Um,
¿Lillian Hepburn?”. “… Soy yo”.
“Son las ocho y cuarenta y siete de la tarde, y la pongo bajo arresto por sospecha de asesinato”.
Hizo clic en las esposas firmemente alrededor de sus muñecas. Lily había sido capturada.
Tres miembros del equipo—Sybilla, Monika y Lily—estaban en tres peligros distintos.
***
“………”.
Thea estaba junto a la ventana, mirando el paisaje urbano de Mitario. Un temor que la comía por dentro se negaba a desaparecer.
Sus compañeras no habían enviado sus reportes periódicos. El sistema consistía en que, una vez al día, todas usarían un método específico para enviar la información que recogieran. Luego, Thea y Grete podrían utilizar esa información para sus próximas órdenes.
Pero hoy, la hora programada había llegado y pasado, y no había información por ver.
Algo iba mal. Sybilla, Monika y Lily habían tenido problemas.
“¿Crees que estén bien? ¿Qué debemos hacer?”, preguntó a Grete, que miraba el gran mapa extendido sobre la mesa del comedor.
La expresión de Grete era tan seria como la suya. “Es una buena pregunta… Todas compartimos una debilidad común, así que estoy un poco preocupada”.
“¿Una debilidad común?”.
¿De qué estaba hablando?
Thea le lanzó a Grete una mirada inquieta, y Grete asintió. “Ninguna de nosotras ha tenido un entrenamiento defensivo adecuado”.
“Ah…”.
Eso tenía sentido.
El régimen de entrenamiento de las chicas había girado en torno a derrotar a Klaus, habiendo puesto un enorme énfasis en la recopilación de información sobre un enemigo conocido y usar eso para atacarlo. No habían desarrollado las habilidades y talentos necesarios para defenderse de un enemigo desconocido.
“Por eso”, continuó Grete, “temo que seamos vulnerables cuando nos ataquen”.
“………”.
Thea recordó el incidente de Annette.
En aquel entonces, la tomaron por tonta por su incapacidad de ver a la madre de Annette por lo que realmente era. Lograron atravesar la red del Departamento de Inteligencia Militar, pero al hacerlo habían caído directamente en la trampa de su enemigo. Era un recuerdo doloroso, y Grete tenía toda la razón—carecían de la experiencia necesaria para defenderse de los ataques enemigos.
Ahora mismo, sus compañeras podrían estar perdiendo exactamente de la misma manera.
Thea empezó a morderse el labio mientras se temía lo peor.
“No te preocupes. Estoy segura de que todas les ganarán a sus oponentes y nos traerán información valiosa”. Grete sonrió. “Tenemos una contramedida preparada para una ocasión así. Después de todo, un pequeño espía puede hacer una gran diferencia”.
Thea recordó. Grete había ideado un plan mientras paseaba por la ciudad.
Grete asintió elegante. “Y, además, si hay un momento en el que brillamos de verdad—”.
***
La táctica de Grete produjo un cambio inmediato en los tres campos de batalla.
Detrás del Edificio Westport, Lily estaba siendo obligada a entrar en un auto policial.
“Ughhhhh, esto es una trampa. ¡Les estoy diciendo que es un plan del Imperio!”.
“¿Todavía sigues con tu teoría de conspiración?”, dijo la mujer detective mientras Lily empezaba a llorar en serio.
“Oye, niña”, dijo el detective masculino. “¿Y ese peluche que llevas colgado en la espalda?”.
Lily ladeó la cabeza. “¿Eh?”.
Cuando miró por encima del hombro, descubrió que alguien le había pegado un gato de peluche.
¿Pero quién?
Mientras Lily pensaba en este misterio, el peluche emitió de repente una explosión de humo.
“¡Aneki, hora de viajar!”, oyó exclamar alegremente a alguien en medio del humo,
Se escuchó el crepitar de una pistola aturdidora y los dos detectives cayeron al suelo.
Un momento después, Lily se dejó arrastrar, y Annette y ella escaparon.
En el casino subterráneo, Monika y Miranda estaban jugando a los dardos.
“¡Ah!”.
El tercer tiro de Miranda de la vigésimo séptima ronda voló un poco alto.
Acabó marcando lo mismo que Monika—un único 20. Con eso, sus puntuaciones seguían siendo iguales, y las rondas extras continuaron.
Miranda lanzó un grito. “¡Ha-Había un ratón! Se me subió al tobillo”.
“¿En serio? ¿Sales con esa excusa?”. Monika se burló de ella como si lo hubiera planeado todo.
Mientras lo hacía, felicitó en silencio a su compañera de equipo. Ella sabía que, en algún lugar entre la multitud de espectadores, había una chica apretando los puños con toda su fuerza.
Buena esa, Sara. Fuiste muy valiente al haber venido a escondidas.
Monika levantó el pulgar en secreto.
Entre la multitud, Sara recuperó clandestinamente a su ratón y sonrió.
En el oscuro edificio, Sybilla y Barron se estaban enfrentando. Sin duda, el puñetazo de Barron debería haber sido inevitable.
El entrenamiento de Sybilla le permitía desenvolverse sin problemas en entornos con poca luz, pero la oscuridad absoluta era otra historia. Sin poder ver nada, no tenía forma de contrarrestar el ataque de Barron.
Ella sabía, por el sonido, que el ataque la mataría.
A menos que, y fue lo que pasó, alguien la agarrara y tirara de ella hacia atrás.
Cayó al suelo, esquivando el ataque por los pelos. El enorme puño de Barron pasó justo por delante de sus ojos. Después, su salvadora tiró de su brazo, Sybilla la siguió, y partieron.
Sin embargo, su salvadora tampoco podía ver en la oscuridad. Con un fuerte wham, se estrellaron contra una pared.
“Qué desgracia…”, gimió Elna.
“Según yo, es todo lo contrario. Lo hiciste bien”.
Sybilla acarició la cabeza de Elna y se apoyó contra la pared. Si pudiera ponerse en una esquina, limitaría el número de direcciones desde las que podría acercarse su enemigo.
“Oui. Así que vino apoyo”. La voz de Barron retumbó desde la oscuridad acompañada de la cruda sed de sangre de un asesino despiadado. “Eso no cambia nada. Nunca escaparán de esta prisión de oscuridad”.
Él tenía razón. La situación seguía estando abrumadoramente a su favor.
Sybilla luchaba a muerte en la oscuridad contra un boxeador que podía moverse con total libertad. No sería exagerado decir que estaban en una situación desesperada.
Sin embargo, ella ni siquiera vaciló. ¿A qué le podía temer? Ella llevaba mucho tiempo peleando contra un hombre mucho más fuerte que Barron.
“Mala suerte para ti, porque en el momento en que no conseguiste acabar con nosotras con ese primer golpe, sellaste tu destino”.
Una sonrisa tenaz se dibujó en su rostro mientras levantaba los puños.
Por un extraño giro del destino, su siguiente frase fue exactamente la misma que Grete había dicho en otra parte de la ciudad.
“Si hay un momento en el que brillamos de verdad—es cuando pasamos al ataque”.
En los tres campos de batalla de Mitario, las chicas estaban comenzando su contraofensiva.