Spy Kyoushitsu (NL)

Volumen 4

Capítulo 1: Movilización

Parte 5

 

 

Este era un problema que las había estado molestando durante muchos años.

Todas ellas aún llevaban la marca de ‘fracasada de la academia de espías’. No sólo no habían logrado graduarse, sino que estuvieron por los pelos de ser expulsadas. Ser reclutadas por Tomoshibi les había permitido saltarse algunos pasos y pasar directamente a completar misiones, pero muy en el fondo no podían dejar de sentir que seguían siendo aficionadas.

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La idea de graduarse era deslumbrante. No pudieron evitar apretar los puños por la emoción.

“Perdón por ser aguafiestas, pero eso no me interesa”. Sólo había un miembro que no se había alegrado, y era Monika. “Lo que quiero oír es Me rindo. No creas que nos puedes engañar”.

“¿Por qué dices eso, Monika?”, dijo Klaus.

“Mira, es bastante obvio que ya soy lo suficientemente buena para graduarme. Mis deseos de acabar contigo son cien veces más importantes que cualquier otra cosa”.

Monika era orgullosa, y estaba claro que había acumulado un rencor considerable. Durante toda la conversación, ella había estado apretando su revólver contra el hombro de Klaus.

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“Pero tienes razón”, respondió él. “Supongo que debería proseguir y dar el veredicto”.

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“Sí. Y si no te importa, quiero que todas te escuchen”. “Muy bien”.

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Con eso, Klaus levantó las manos al aire una vez más.

Era la pose universalmente reconocida que significaba rendición sin resistencia.

Monika le enseñó los dientes. “Presenciar esto se siente genial, pero quiero escucharte decirlo”.

“Por supuesto. Ah, y por cierto…”, dijo Klaus.

“¿Cuánto tiempo más debo seguirles el juego?”.

El sonido de sirenas rasgó el aire.

Thea vio en todas direcciones, mientras verificaba qué estaba pasando.

Eran, sin duda, sirenas de policía. Y se acercaban desde ambos lados del camino.

“¿Policías?”, Monika chasqueó la lengua. “¿Ahora qué demonios pasa? Cuando chantajeamos a la conductora, le advertimos que no fuera con la policía”.

Thea tampoco podía creerlo.

Klaus había sido obligado a poner toda su atención en mantener el taxi bajo control, por lo que nunca tuvo el tiempo de hacer una denuncia. Y en cuanto a la conductora, las otras la habían tenido bajo control amenazándola con exponer a sus malversadores.

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Entonces, ¿por qué la policía se acercaba?

“Hicieron un mal trabajo eligiendo a su objetivo. Era una buena idea en teoría, pero jamás debieron haber usado a una mujer boca floja. Me contó todo sobre el desfalco”.

“¡———!”.

“Todo lo que tuve que hacer fue chantajearla de la misma forma que ustedes lo hicieron. Sólo le dije que ‘No diré nada de lo que hiciste, pero a cambio, necesito que llames a la policía por mí’”.

A Thea no le resultó difícil descubrir cuándo le hizo la amenaza.

¡La nota que escribió…!

Durante el viaje, Klaus había entregado un bloc de notas a la conductora. Él debió haberlo escrito en secreto. Incluso había predicho el lugar donde las chicas llevarían a cabo su ataque y la ubicación final.

Desde la perspectiva de la mujer, Klaus era un hombre que había arriesgado su propia vida para quedarse en lugar de ella en un taxi fuera de control. Incluso puede que se hubiera enamorado un poco de él.

“Deberían irse mientras puedan. Después de todo, ¿qué creen que pensará la policía? Dudo que las vean con buenos ojos por apuntar con una pistola a un ciudadano honrado como yo”.

“…Tch”, dijo Monika. “Si esto fuera una pelea de verdad, te dispararía aquí y ahora”.

“Y si lo hicieras, me defendería—durante suficiente tiempo para que la policía llegara y te arrestara”.

Monika se mordió el labio con frustración ante la respuesta de Klaus.

La cuestión era que, al no hacer que dijera Me rindo—o, dicho en términos de una batalla real, al no conseguir que diera la información que necesitaban—significaba que habían perdido.

Los ruidos de las sirenas se acercaban.

“¡Retírense! ¡Retirada, retirada!”, gritó Lily. Salió corriendo hacia el bosque con las demás detrás.

Thea se quedó mirándolas hasta que Sybilla la levantó de un jalón. “¡Deja de perder el tiempo—tenemos que irnos!”, gritó mientras arrastraba a Thea.

No había razón particular por la que Thea debiera escapar, pero decidió seguirla obedientemente de todos modos. El veneno de Lily ya había pasado hacía rato.

“Ah, cierto. Thea”, Klaus la llamó cuando ella estaba por irse. “Voy a tomarme los próximos tres días libres para descansar y prepararme para la misión, así que no volveré al Palacio Kagerou. Vigila a las demás por mí, ¿entendido?”.

“E-Entendido”.

Por ahora, el entrenamiento de las chicas con Klaus entraría en pausa. Él iba a enfrentar la misión con todo lo que tenía junto a ellas.

Thea corrió por el bosque con el resto del equipo.

Luego de correr un rato, llegaron al auto que sus compañeras habían escondido de antemano. Le explicaron que se lo habían robado a una pandilla, luego lo remodelaron y le habían dado una capa de pintura para que se viera completamente nuevo. Se podía decir cualquiera cosa de ellas, pero nunca que hacían las cosas a medias.

El auto era un V16 fabricado en el extranjero con bastantes kilómetros, y su carrocería negra marfil brillaba a la luz. Era grande, por lo que cabían seis personas.

Una vez que se aseguraron de que estaban a salvo, las chicas sonrieron.

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“Ah, qué fiasco. Y estábamos tan cerca”, dijo Lily.

“¿Eso crees? Siento que no hemos reducido la distancia ni un maldito centímetro”, dijo Sybilla, con una voz irritada.

“¡No, no, hablo en serio! Dijo que éramos dignas de graduarnos,

¿no?”.

“Bueno, lo dijo, pero… yo entendí que las ocho juntas apenas estábamos a la altura de un auténtico espía”.

“¡Oye, ya es algo!”.

“Nunca se te quita el optimismo, ¿verdad? Pero sí, supongo que es algo que merece la pena celebrar”.

“¿Verdad que sí? Completemos esa misión y ganémonos nuestras graduaciones”.

A pesar del buen humor de todas, Thea no se atrevía a unirse. “……”.

Lo que ellas habían logrado fue fantástico, no cabía duda. Thea había observado el desarrollo de las cosas, pero por un momento, ella realmente pensó que lo habían atrapado.

La cuestión era… que lo habían hecho sin ella.

El resto del equipo había progresado tanto, y ella no había participado en nada.

“Saben algo”, murmuró Lily, “de haber estado Thea con nosotras, puede que hubiéramos ganado”.

Al preguntársele el por qué, ella explicó su razonamiento con una sonrisa.

“Nuestro gran error, en esta ocasión, fue que nuestra marioneta nos traicionó, ¿verdad? Si Thea hubiera estado con nosotras, apuesto a que podría haber negociado mejor con ella”.

“……”.

Por un momento, el corazón de Thea saltó ante las amables palabras de Lily, pero un momento después, la realidad le cayó encima.

No puedo. Si me ilusiono, volveré a hacer el ridículo. No me necesitaban para su plan, y esa es la dura verdad.

Estar ahí no habría cambiado nada.

Klaus simplemente hubiera elegido otro método, y las habría derrotado.

“Tomaste la decisión correcta al no contarme el plan. Si yo hubiera sabido algo, el profe se habría dado cuenta de que algo pasaba”, dijo ella, huyendo del cumplido de Lily antes de dejarse caer en el asiento trasero. El resto de las chicas se amontonaron y, aunque empezaron inmediatamente su discusión post-mortem, Thea no se atrevió a participar.

Incluso cuando arrancaron el auto, todo lo que hizo fue mirar por la ventana.

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Siento que el corazón se me rompe…

Podía ver su reflejo en la ventana, superpuesto al paisaje, y su expresión estaba ensombrecida por la tristeza. Se le notaba a leguas. Las otras tres chicas del asiento de atrás y las dos en el asiento del copiloto sonreían de felicidad, pero ella era la única que estaba—

De repente, se dio cuenta de algo.

“Esperen, ¿en este auto no caben sólo seis personas? No tenemos espacio suficiente”.

Era mucha gente. Con sólo seis asientos, no había suficiente para todas.

El resto del equipo también estaba apretado y todas se quejaban.

“Sí, apenas puedo respirar”, Monika se quejó. “Me bajaré cuando lleguemos al final de la carretera. Rayos, todavía me hierve la sangre…”.

“Esperen”, dijo Sara. “¿Dónde está la señorita Annette?”. “Estoy en el techo, claro que sí”.

“Por favor, baja”, respondió Grete. “No es seguro ahí arriba. Lily,

¿puedes detenerte más adelante?”.

“¿Quién, yo? Yo no conduzco. Estoy en el asiento del copiloto”.

“Mis piernas apenas llegan a los pedales…”, dijo Elna. “¡Pero! Hago lo que puedo”.

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“¡Eres la última persona que quiero que conduzca algo!”, gritó Sybilla. Y la algarabía continuó, ajena al sufrimiento de Thea.

***

 

 

En lo que Klaus vio marchar a las chicas, algo en ellas le pareció casi radiante.

Se apoyó en el taxi volcado y recuperó el aliento. Esta vez lo habían llevado más al límite que de costumbre. Entre las armas y el auto fuera de control, se dio cuenta de que no se habían contenido. Habían tenido cuidado de no pasarse de la raya y evitar herirlo de gravedad, pero aparte de eso, había poca diferencia entre lo que acababan de hacer y el esfuerzo que ponían en las peleas reales.

Estos ejercicios de entrenamiento se están acercando peligrosamente a las batallas reales de vida o muerte, pero… supongo que esta es una ocasión especial.

Klaus decidió tomarse como algo bueno que estuvieran tan animadas con la misión en Estados Unidos. Fue impresionante verlas tan motivadas. A decir verdad, eso lo tomó por sorpresa.

Debido a la peligrosidad de la misión, esperaba que estuvieran un poco más nerviosas.

Eso no quería decir que no tuvieran miedo. Parte de la valentía de ellas era sólo para impresionar, y varias probablemente tenían preocupaciones que se guardaban para sí mismas.

Aun así, estaban logrando superar todo.

No hay duda de que se debe a la influencia de Lily.

Puede que ella no tuviera grandes habilidades como espía, pero siempre desempeñaba un papel muy importante a la hora de mantener en alto el ánimo del equipo.

Nadie más tenía la misma alegría y fortaleza mental indómita que ella. Su actuar y su veneno eran una cosa, pero era ahí donde residía su verdadero talento.

Esos eran los talentos que nunca tuvieron la oportunidad de brillar en la institución.

Nunca imaginé que el título ‘Líder’, que le di por casualidad acabaría dando resultados.

Jamás se lo iba a decir, pero cuando la nombró líder de equipo, lo hizo casi por capricho. A primera vista, Thea, Monika o Grete habrían sido más adecuadas para el puesto.

Pensándolo bien, Klaus se dio cuenta de que había tomado la decisión correcta.

“Me preocupa un poco la falta de confianza de Thea, pero supongo que tengo que dejárselo a las demás”.

Iba a depender de Lily y del resto de las chicas animar a Thea. El problema era que la química de Klaus con Thea era abismal.

Al final del día, sus costumbres sociales eran simplemente incompatibles. Cuando él quiso tranquilizarla, le ofreció comida, pero lo que ella quería era sexo. Era lamentable, pero no podía hacer nada por ella. Thea iba a ser la clave en la próxima misión, y el resto del equipo tendría que apoyarla.

Justo cuando Klaus terminó de organizar sus pensamientos, el auto de la policía se detuvo. Un agente bajó y corrió hacia él. “Usted es la víctima del taxi que se dio a la fuga, ¿verdad?”.

“Así es”. Klaus asintió. “Como puede ver, no soy más que un buen y honrado ciudadano de nuestra buena República”.

“Claro… Tuvo un día muy agitado. Escuché que fue atacado por terroristas. Los rumores vuelan rápido, y entre eso y su curiosa forma de conducir, se habla mucho de este incidente en la ciudad. Me pregunto en qué clase de conspiración se metió”.

“………”.

Esto se estaba convirtiendo en todo un escándalo.

Ojalá hubieran elegido un método que no causara tanto alboroto…

Independientemente del punto de vista, habían llevado las cosas demasiado lejos.

La pregunta era, ¿cuál era la mejor manera de lidiar con este escándalo que le habían dejado?

***

 

 

Mientras tanto, el resto de Tomoshibi seguía charlando.

Después de correr a Elna del asiento del conductor, Sybilla tomó el volante y, de paso, bajó a Annette del techo, y la conversación entre las chicas en el estrecho coche continuó.

Lily sonrió, sentaba en el asiento del copiloto con Annette en su regazo. “Estoy tan emocionada por ir a Estados Unidos. Ahora se siente como si el destino del mundo estuviera en nuestras manos”.

“Me alegro que eso te anime”. Sybilla se rio mientras seguía conduciendo. “Pero sí, aparte de que todo mi ser se siente asustado, supongo que también estoy algo emocionada. Apuesto a que allá tienen todo tipo de cosas geniales que no tenemos aquí”.

“Ooh, ¿será que podremos turistear cuando terminemos la misión?”.

“No lo sé, pero… sería genial. Quiero ver ese deporte al que llaman béisbol”.

En ese momento, Monika habló desde el asiento trasero. “Por cierto, Sybilla, ¿ya aprendiste el idioma?”, preguntó.

N-naistoo, m-meechoo…”. “Qué terrible”.

“¡Agh, cállate! Estudiaré en el barco; ¡no hay problema!”.

“Aunque eso es… algo que enseñan en el primer año de la academia…”.

Las discusiones entre Monika y Sybilla provocaron una ola de risas en el carro.

Las otras chicas empezaron a expresar sus deseos y esperanzas.

“Quiero ver un programa de televisión. Y comprar todos sus electrodomésticos”, dijo Annette.

“No me importaría visitar las galerías de arte y museos”, meditó Monika. “Y se supone que los metros de allá son muy agradables”.

“¡Quiero ver esa gran estatua de la diosa famosa!”, dijo Elna. “He oído que es increíble”.

“Quiero comprarme todos los discos que lleguen a mis manos. Me encanta el jazz”, dijo Sara.

“…Será una buena oportunidad de ir a un auditorio con el jefe”, dijo Grete.

Sus añoranzas no cesaban.

Hablaban de lo deliciosas que debían ser las hamburguesas, de lo famosa que era cierta plaza y de todo tipo de cosas emocionantes que habían leído en las guías turísticas. Su misión mortal no era lo único que les esperaba en aquella tierra inexplorada.

Al final, decidieron pedir un permiso una vez terminada la misión.

“¡Hay que hacerlo!”, gritó Lily entusiasmada. “¡Estados Unidos, a la vista!”.

““““““¡Yajuuu!””””””.

Las chicas respondieron con la misma alegría.

Su viaje no era por ninguna de las anteriores razones, pero nadie hizo hincapié en ese hecho. Era como si todas lo hubieran acordado sin siquiera hablarlo: los asuntos que requerían seriedad van después.

La única que no se unió a su feliz círculo fue Thea. Sentada en el estrecho asiento trasero del auto, dejó escapar un pesado suspiro.



Parece que soy la única que está estancada en un punto muerto.

Su sentimiento de inferioridad se negaba a desaparecer.

El resto del equipo estaba en plena forma. Sus habilidades se habían perfeccionado, su motivación para la misión era alta, y no había ni una sola preocupación en sus corazones.

Sólo Thea se estaba quedando atrás en todos los aspectos del cuerpo y del alma.

“………”.

Lo escuchaba una y otra y otra y otra y otra y otra y otra y otra y otra y otra vez—la burla de Matilda resonando en sus oídos como una maldición.

Thea, querida, no vales nada. Eres demasiado blanda y muy fácil de manipular”.

Esa risa también se negaba a desaparecer.

Obligó a Thea a hacerse una pregunta, y no era la primera vez.

¿En qué clase de espía debería tratar de convertirme?

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***

 

 

Dos semanas después, tras un largo viaje por mar, Tomoshibi llegó a los Estados Unidos de Mouzaia.

Mitario era una metrópolis, y fue allí, en esa ciudad de esperanza y desesperación, donde comenzaría la batalla decisiva de las chicas.

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