Spy Kyoushitsu (NL)
Volumen 4
Capítulo 1: Movilización
Parte 4
Mientras Thea miraba sorprendida a su conductora, Klaus actuó rápido.
Con un pequeño “Con su permiso”, agarró a la mujer de la nuca y la atrajo a la parte trasera del taxi. En cuanto lo hizo, saltó hacia adelante y tomó el asiento de la conductora.
Una vez sentado, tomó el volante e inspeccionó el estado del vehículo. “Los frenos no funcionan, sigue acelerando aun cuando no lo estoy pisando y el freno de mano no sirve… No es una avería ordinaria”. Klaus vio hacia el asiento del acompañante, y luego usó el retrovisor para ver a la conductora.
“¿Pero que… raro?”. La mujer evitó verlo a los ojos. “Eso, ahm, bueno…”.
“Lo puedo adivinar. Alguien consiguió información comprometedora y la usó para chantajearte. ¿Verdad?”.
“¿Co-Cómo es que lo sabes?”.
“Sólo lo sé. Ahora apresúrate a contarme qué está pasando”.
La mirada de la mujer iba de un lado a otro sin saber hacia dónde ver, pero en poco tiempo comenzó a explicarlo tranquilamente. “Hi- Hice un desfalco. Muy seguido robaba dinero de la caja fuerte de nuestra oficina. Y entonces se apareció un hombre barbudo y me dijo que sabía lo que yo había hecho. No tuve de otra que hacer lo que me dijera…”.
“¿Y qué te dijo que hicieras?”.
“Quería que los llevara a ustedes dos en mi taxi”. Cayeron derecho en la trampa del enemigo.
“Ah”, Klaus respondió con un pequeño asentir. “Tengo una muy buena idea de lo que está pasando. Me disculpo porque se te arrastró en este lío aunque, de todos modos, tú te lo buscaste. Recomiendo que pienses mucho acerca de las decisiones que has tomado”.
“Lo sé”.
Sin soltar una mano del volante, Klaus garabateó algo en el bloc de notas del taxi y se lo entregó a la mujer.
“Una vez que esto acabe, llama a este número. Te compensarán por los problemas ocasionados. Deberías aprovechar esto como una oportunidad para enderezar tu vida”.
“¿Q-Quiénes son ustedes…?”.
“Eso es algo que no debe interesarte. Necesito que cierres los ojos y te tapes los oídos. Prometo que nada te pasará”.
La mujer tomó el bloc de notas, e hizo lo que Klaus le dijo, se tapó las orejas con sus manos y agachó la cabeza.
Mientras tanto, el taxi continuó a gran velocidad por la ciudad a un poco más de sesenta kilómetros por hora. Girar sería un reto, y aunque podían seguir recto por un rato más, tarde o temprano se encontrarían con el semáforo en rojo. Cuando eso pasara, era seguro que chocarían con alguien. Todo dependía de las habilidades de conducción de Klaus.
Thea gritó ante el peligro inminente. “P-Profe, ¿qué está pasando?
¿Por qué—?”.
“Te has vuelto buena ocultándote”. Klaus le dio un golpe al asiento del copiloto. “Supongo que tenemos que agradecerte, Annette”.
En cuanto lo dijo, el asiento se hinchó y se rasgó mientras aparecía la cabeza de una jovencita.
“¡Me encontraste!”. Era Annette.
Lo único visible era su cabeza; parecía que al asiento le hubiera salido una cabeza. No se sabía qué tipo de modificaciones drásticas le había hecho al taxi.
“¿P-Pero por qué?”, Thea preguntó.
“Lily me dijo que les diera un mensaje”, la cabeza de la Annette sin cuerpo dijo. ““Profe, si quiere detener el taxi, todo lo que tiene que hacer es reconocer su derrota””.
Al oír eso, Thea finalmente se dio cuenta de lo que estaba pasando.
Era un ejercicio de entrenamiento—el mismo que las chicas siempre hacían, en el que intentaban hacer que Klaus dijera Me rindo.
Klaus le respondió al mensaje de Lily un rotundo “eso no va a pasar”.
“Doy por hecho que va a decir que no, así que aquí es donde me gustaría explicar lo que está pasando, pero… Imagino que ya entiende el jueguito. Pero, aun así, le pusimos más esfuerzo esta vez.
¡La gran misión comenzará pronto, por lo que decidimos ponernos más serias que nunca! ¡Es hora de que vea lo mucho que hemos crecido con cada misión interna!”.
Parecía que ese era el fin del mensaje. Annette se tapó la boca. Cuando ella terminó, Klaus pareció sentirse complacido. “Magnífico”.
Se saltaron la luz roja del semáforo y recibieron una cacofonía de cláxones mientras pasaban la calle. Estuvieron a punto de ocasionar un choque, pero Klaus no se veía ni un poco asustado.
“Estuve pensando en que quería ver lo lejos que han llegado. Esto salió muy bien”.
Más bien, parecía estarlo disfrutando.
Thea notó que estaba en sus planes aceptar el desafío. Ella se habría sentido más cómoda si tan sólo se hubiera rendido de inmediato, qué lástima.
Luego de escuchar eso, Annette se salió del asiento del pasajero. Estaba cargando un gran bulto en su espalda; al parecer era algún tipo de bolsa de aire.
Ella se dirigió al asiento trasero y tomó a la conductora por el cuello. “¡La grandiosa Annette, se va!”
Aparentemente, el plan era escapar con la mujer a cuestas. “Espera, Annette, ¿qué hay de mí?”, Thea preguntó en pánico.
“La bolsa de aire solo permite dos”, Annette respondió alegre. “Tu trabajo es ser la damisela en peligro. Haz lo que puedas para estorbar,
¿sí?”. “¿Qué—?”.
“Un, dos… ¡tres!”.
Annette tocó el botón de un radiocontrol que tenía en su mano, y la puerta del taxi salió disparada. Agarró a la conductora y saltó del vehículo aún en marcha. Su bolsa de aire se abrió, y las dos rebotaron en el suelo antes de rodar hasta detenerse a un lado de la calle.
Ahora Thea y Klaus estaban solos en un auto descontrolado. Thea finalmente se percató de la situación.
¡Esas crueles compañeras suyas escogieron una táctica que ponía su
vida en peligro!
“¿Soy solo yo, o me quedé con el peor rol?”. Se abrochó rápidamente el cinturón de seguridad y gritó al frente. “¡P-profe, tiene que detener el taxi, rápido! Sabe cómo, ¿verdad?”.
“Sí, pero me dejaría vulnerable justo después”. Klaus estaba en completa calma. “Es de Annette de quien hablamos. Imagino que tiene programado el auto para que explote en el momento en que se detenga”.
“¡No quiero seguir en este viaje desquiciado!”
“Por ahora, nos llevaré hacia las afueras de la ciudad. Detendré el auto cuando estemos fuera del rango del transmisor”.
Y con eso, Klaus tiró fuerte del timón hacia un costado.
Todavía viajando a una velocidad sorprendente, el taxi derrapó hasta dirigirse a un lado del camino. Eso hizo que bajara un poco la velocidad, pero el acelerador se presionó contra el suelo y comenzó a acelerar de nuevo. No había sido agradable, pero giraron a la izquierda con éxito. Un camión que pasaba casi los aplasta, pero el taxi aceleró justo a tiempo, y ahora se dirigían hacia las montañas.
Klaus asintió levemente. Había descubierto una forma de girar—y una impresionante. “Es extraño”, murmuró. “¿Por qué sólo a sesenta kilómetros por hora? Estoy seguro que ella no tendría problema para hacerlo ir más rápido”.
“¡Oh, pues a mí sí se me ocurren algunos problemas!”. “Hacerlo girar a sesenta fue fácil”.
“Tal vez para usted”.
Aun así, era una pregunta válida.
Si ellas realmente querían mantener a Klaus inmovilizado, tendrían que haber aumentado la velocidad a 190 kilómetros por hora. Al menos, eso fue lo que Thea supuso.
“¿Será que mantuvieron baja la velocidad porque no querían causar un accidente grave?”.
“Es una posibilidad. ¿Qué más podría ser?”. “¿Compasión, tal vez? ¿No querrían hacerte daño?”. “¿Esas siete siquiera pueden sentir compasión?”. “………”.
Claro que no.
Incluso Grete, que tenía un gran afecto hacia Klaus, no tenía compasión cuando se trataba de entrenar. “Si lo derrotamos, podremos obligar al jefe a descansar”, ella había dicho con seriedad una vez.
Entonces, ¿qué otra razón podrían tener?
La respuesta a esa pregunta se hizo evidente una vez que salieron de la ciudad y comenzaron a dirigirse hacia las montañas.
“Ah. El ave”, murmuró Klaus en voz baja.
Al oírlo, Thea sacó la cabeza por la ventana y vio a una rechoncha paloma volando en el cielo. Volaba directamente sobre ellos. Por eso no lo habían notado—el techo del taxi tapaba la vista, así que era difícil que las personas que iban dentro miraran hacia arriba.
“No tuvimos en cuenta el transmisor”, señaló Klaus. “Sara envió a una de sus mascotas a seguir al taxi”.
“Ah, y sesenta kilómetros por hora es una buena velocidad como para que una paloma lo siga…”.
Usando una paloma como punto de referencia, el resto del equipo era capaz de rastrear la ubicación de Klaus con facilidad. Fue un buen truco.
Entonces vieron a Sara en el tejado de una casa cercana. Ella se giró hacia Klaus, que estaba en el asiento del conductor, y le sonrió.
“Lo tengo vigilado. No escapará”, dijo triunfante.
Probablemente habría utilizado a su halcón Bernard, pero aún se estaba recuperando de sus heridas. El camino era cada vez más montañoso, pero la paloma continuaba siguiéndolos. Era impresionante, su velocidad y su resistencia. Normalmente trabajaba como paloma mensajera, pero ahora estaba ocupando el lugar de Bernard con aplomo. Según recordaba Thea, se llamaba Aiden.
“Ahora se trata de quién puede predecir mejor al otro”, dijo Klaus una vez que salieron de la urbanización. “La pregunta es: ¿dónde detengo el auto? Ellas saben exactamente dónde estoy, así que seguramente me rodearán más adelante y me atacarán en el momento en que me detenga”.
“V-Voto por la seguridad primero”.
“Adelante tenemos una gran curva en la carretera rodeada por un bosque. Cuando lleguemos allí, puedo usar la curva para hacernos caer en picada y detener el coche estrellándonos contra un árbol…”.
“¡Eso no suena nada seguro!”. “—Pero el problema es ella”.
Cuando Thea miró a su alrededor, descubrió que el camino de montaña era un carril flanqueado a ambos lados por un denso bosque de árboles de hoja perenne. La visibilidad era terrible.
Aun así, el taxi se negaba a bajar de los sesenta kilómetros por hora.
Sin duda, chocar contra los árboles a esa velocidad sería una combinación desastrosa. Su única opción era hacer lo que decía Klaus y esperar a la curva donde la carretera sería más ancha.
Klaus frunció el ceño. “Y ahí está ella. Thea, en cinco segundos, vamos a saltar por la puerta trasera derecha”.
“¡¿Qué?!”.
“Me dejará bastante vulnerable, pero no tengo de otra. Este taxi va a volcarse”.
Todo parecía horriblemente abrupto.
Antes de que pudiera procesar lo que le acababan de decir, Thea vio algo.
“Sólo ella podría saltar delante de un coche que está a punto de chocar”.
Alguien acababa de aparecer en medio de la carretera como un espectro. Era Elna.
Sus labios se movieron siniestramente. “Qué desgracia…”. Era como mirar a la Parca.
Klaus tiró inmediatamente del volante hacia un lado. Incapaz de cambiar de rumbo tan abruptamente, el taxi se inclinó con fuerza hacia la izquierda. Sus ruedas derechas prácticamente rozaron la cabeza de Elna al pasar junto a ella.
Elna había dado con el lugar exacto enfrente de donde se iba a producir el accidente y se había colocado en la carretera exactamente en ese punto. Era una hazaña que sólo ella, alguien que había pasado su vida rozando constantemente los desastres, podía llevar a cabo.
Justo cuando el taxi estaba a punto de volcar, Thea sintió que Klaus la rodeó con el brazo. Mientras el taxi se inclinaba hacia la izquierda, él subió corriendo al asiento trasero y escapó por la puerta trasera derecha.
Tras escapar, el taxi hizo una vuelta de campana.
Klaus siguió sujetando con fuerza a Thea mientras caían al suelo. Afortunadamente, consiguió amortiguar el impacto. Rodaron por el suelo varias veces, pero aparte de eso, estaban bien. El hecho de haber salido ilesos del coche era asombroso.
Sin embargo, sus oponentes no iban a desperdiciar la oportunidad que les acababan de dar.
“Aquí vienen”.
Y efectivamente, en el momento en que las palabras salieron de la boca de Klaus—
“¡Prepárese!”.
—Lily salió de detrás de un árbol. Se acercó a Klaus con la pistola preparada, y disparó sin dudarlo.
Klaus no se inquietó lo más mínimo. Blandió un cuchillo y desvió la bala.
Sin embargo, eso estaba dentro de las expectativas de Lily. La bala era una distracción para permitirle acercarse a él. Cuando estuvo más cerca, su verdadero propósito salió a la luz.
Una cortina de humo escapó de su pecho.
Klaus retrocedió inmediatamente para esquivar el humo, y aunque Thea intentó hacer lo mismo, el retraso le hizo inhalar un pequeño suspiro. Su cuerpo se entumeció. Aquello no era una simple cortina de humo; era el gas venenoso especial de Lily.
Thea cayó al suelo, sin poder hacer nada más que mirar. Entonces Sybilla atravesó el humo.
Con una sonrisa intrépida, lanzó una serie de magníficas patadas a la cabeza de Klaus.
“Parece que tu herida está mejor”. Klaus asintió mientras bloqueaba sus golpes. “Eso significa que puedo ser un poco más rudo”.
“¡Ja! ¿Te preo—”. La voz de Sybilla se detuvo a mitad de su provocación.
Klaus había lanzado un rápido codazo a su flanco. Sin embargo, Sybilla reaccionó rápido. Bajó el brazo para bloquear el hábil ataque de Klaus.
Sybilla no duró mucho.
El siguiente ataque de Klaus fue un golpe de palma a su mandíbula, y esta vez, fue lanzada por los aires.
Sin lugar a dudas, ella no era rival para él en una pelea, pero…
“Puede que me hayas ganado…”. Una sonrisa se asomaba en los labios de Sybilla. “Pero mira lo que acabo de robar”.
En su mano derecha estaba el cuchillo de Klaus.
Mientras caía al suelo, dejó escapar un grito. “¡Muéstrale por qué eres nuestro as bajo la manga!”.
Un etéreo “No me importa ser llamada así” atravesó el humo, seguido inmediatamente por otra miembro de Tomoshibi—Monika.
Le disparó a Klaus a quemarropa.
Klaus ya no tenía ninguna herramienta con la que rechazar las balas. Giró el cuerpo hacia un lado para esquivarlas, pero cuando aún rotaba su cuerpo, Monika lo atacó con una patada giratoria.
Entonces ella soltó un gemido. “¡Agh!” “Fuiste un poco lenta”, dijo Klaus.
Thea miraba anonadada los ataques continuos que se producían frente ella.
El ataque combinado que Lily, Sybilla y Monika acababan de ejecutar era mucho más pulido que cualquier otro realizado antes. Si su coordinación hubiera fallado, aunque fuera un poco, Sybilla y Monika habrían recibido grandes bocanadas de gas venenoso, pero si alguna de ellas hubiera dudado antes de lanzarse a través de la cortina de humo, Klaus habría tenido tiempo de reponerse.
El trabajo en equipo del Escuadrón de operaciones había llegado realmente lejos.
Sin embargo, seguían sin ser rivales para Klaus.
“¿No pudimos vencerlo, ni siquiera con tres personas atacando por tandas?”, gimió Thea.
De repente, oyó una voz arrogante. “Por eso enviamos a cuatro”.
Una figura más salió corriendo de entre el humo. “Estás descubierto, Klaus”.
Antes de que nadie se diera cuenta, la figura estaba detrás de Klaus. Y la figura era una segunda Monika.
Ella lo tomó por sorpresa.
No sólo había aparecido detrás de él, sino que lo hizo a una velocidad que avergonzaba a la primera Monika. Ella presionó su revólver contra el hombro de Klaus.
Por un momento, el tiempo pareció congelarse. Era jaque mate.
Klaus dejó de moverse y levantó las manos en el aire. Detrás de él, Monika puso el dedo en el gatillo.
“Se acabó”, dijo ella. “………”.
Klaus guardó silencio.
Thea no podía creer lo que veían sus ojos. El arma de Monika estaba contra el cuerpo de Klaus. Si se movía un centímetro, ella dispararía.
En ese instante, todo quedó claro—esto era real.
¿Finalmente ganamos? ¿Vencimos al profe…?
Los ojos de Thea se abrieron ampliamente.
Habían perseguido a Klaus más de cien veces, pero de todos esos intentos, ésta era la primera vez que lograban arrinconarlo de esa manera.
Sopló una ráfaga de viento, despejando la cortina de humo que ocultaba el camino.
En algún momento, las demás chicas de Tomoshibi habían llegado también.
Annette, Sara, Elna, Lily, Sybilla, Monika y la segunda Monika estaban allí, apuntando sus armas a Klaus con la respiración contenida.
“Ah”. Klaus asintió. “Así que la primera Monika era Grete disfrazada”. “Así es…”.
La primera Monika se quitó la máscara.
Debajo, estaba Grete, la estratega de Tomoshibi y maestra del disfraz.
“…Tal y como supuse. Hasta usted tendría que ponerse en guardia al ver a Monika, jefe. Pensé que podríamos usar eso para crear una apertura”.
Todo había salido acorde al plan.
Sólo Grete podría haber visto cómo se desarrollarían las cosas con tanto detalle y, además, el trabajo en equipo de las chicas era increíble. Grete probablemente fue quien chantajeó a la taxista, y había representado al Escuadrón de espionaje y puesto en marcha al equipo. A partir de ahí, el Escuadrón de especialistas preparó el terreno para atrapar a Klaus y, una vez tendida la trampa, el trío del Escuadrón de operaciones intervino en el momento perfecto.
Nada de esto habría sido posible sin la experiencia que habían acumulado durante sus misiones internas.
“Bueno, Klaus. El tiempo es oro”. Monika sonrió sádicamente. “¿Podemos escucharte decir Me rindo? Si no te das prisa, puede que se me resbale el dedo”.
“………”. Klaus llevaba un rato sin decir nada.
No oponía ninguna resistencia. Incluso si intentaba algo, Monika sería más rápida con el gatillo. Él estaba completamente derrotado.
Klaus exhaló profundamente. “Magnífico”.
Luego bajó las manos y aplaudió. Su mirada se suavizó un poco. No era un aplauso sarcástico o condescendiente. Les estaba dando una honesta ronda de felicitaciones.
“Lo hicieron genial. La única advertencia que les daré es que, en la posición en la que me encuentro, un espía de primera aún podría dar batalla si estuviera dispuesto a recibir una que otra herida. Dicho esto, obviamente no puedo darme el lujo de lesionarme en este momento. Así que no me resistiré”.
“¡———!”.
Escuchar eso dejó conmocionadas a las chicas.
Klaus habría usado sus técnicas de espionaje para darle vuelta al asunto en el momento en que ellas estuvieran seguras que lo tenían arrinconado. Pero en esta ocasión, no hizo tal cosa.
Había una inusual sonrisa en su rostro.
“Trabajaron duro, y se han vuelto fuertes. Les dije que tenían un inmenso potencial latente a la espera de ser liberado”.
Vio con cariño a cada chica.
“Annette. La forma en que manipulaste el taxi fue fantástica, pero lo que más me impresionó fue la forma en cómo pasaste inadvertida en su armazón. Cuento con esa intuición excepcional que tienes para ayudar al equipo”.
“Si esa es una orden de Aniki, entonces así será”. Annette respondió con alegría y dio un pequeño salto.
“Sara. La forma en que coordinaste a tus animales fue impecable como siempre. Ten más confianza en ti misma. Dejando a un lado tus habilidades, tu amabilidad es un elemento indiscutible en un equipo lleno de raros como el nuestro”.
“Tra-Trataré”, dijo Sara con nerviosismo.
“Elna. Tu habilidad especial es única, y nadie puede usar a sus enemigos a su propio antojo como lo haces tú. El futuro te presentará más dificultades, pero sé que podrás vencer”.
Elna lucía completamente serena. “Con usted a mi lado, no tengo miedo de nada”.
Cuando Klaus terminó de hablarle a la más joven del equipo, dirigió su mirada al Escuadrón de operaciones. “Lily, Sybilla, Monika. Ustedes tres son la piedra angular de este equipo. Si las otras chicas las ven yendo de cara hacia el peligro, les dará el coraje que necesitan para dar lo mejor, y aunque a veces se dejan llevar, es esa misma confianza la que les permite darlo todo”.
Lily sacó pecho. “¡Así es! ¡Deje que Lily, la prodigio, se haga cargo!”.
Sybilla respondió de la misma forma. “Sí, puedes contar con nosotras”.
“Por favor no me agrupes con Sybidiota y Lilimbécil”. Monika refunfuñó malhumorada.
Klaus se dirigió a la siguiente chica. “Grete. En cuanto a ti, yo—”.
“Así está bien, jefe, no tiene que decirlo. Ya me ha mostrado exactamente cómo se siente”, dijo Grete, sacudiendo su cabeza. “Tengo el registro de matrimonio listo para que lo firme”.
“Um, no”.
“…Buu”.
“Durante la misión con Shikabane, tus habilidades mejoraron a pasos agigantados. Tú y Monika están listas hasta el punto en el que podrían enfrentarse cara a cara contra casi cualquier espía de élite. Para la misión que viene, te pido que uses al máximo ese ingenio”.
Grete asintió con respeto. “Es un honor escucharlo decir eso, jefe”. “No me llames jefe”. Klaus la corrigió de inmediato.
Luego, se dirigió hacia la última integrante. “Thea”.
“¿S-Sí? ¿Qué pasa?”.
“Dado el bache en el que te encuentras, imagino que cualquier palabra de ánimo que te ofrezca sólo te haría sentir peor. Recuerda esto—tienes compañeras de equipo en las que puedes confiar”.
“……”.
A ella no se le ocurrió una buena respuesta.
Sin embargo, la seriedad con la que Klaus se lo dijo le llegó fuerte y claro.
Un tranquilo ambiente cayó sobre todos, y Monika se rio bromeando. “¿Qué sigue? ¿Ahora nos vas a entregar diplomas?”.
El resto de las chicas la acompañaron con una sonrisa burlona.
Se sentía como algún tipo de ceremonia de promoción, y en las expresiones de las chicas se podía ver que estaban conmovidas y avergonzadas. Todas estaban orgullosas de los cumplidos que acababan de recibir de su instructor.
Klaus no lo negó. “Quizás deba hacerlo. Si no recuerdo mal, sus graduaciones son meramente provisionales. Todas aún tienen sus propios problemas que resolver, pero el poder explosivo que han mostrado al trabajar en conjunto es fácilmente digno de un graduado. ¿Por qué no llamamos a la próxima misión su examen de graduación? Una vez que lo completen, todas serán auténticas espías”.
Alegría surgió de las chicas. “¡Wuuu!”