Spy Kyoushitsu (NL)

Volumen 4

Capítulo 1: Movilización

Parte 2

 

 

Thea hizo lo que Klaus dijo y lo siguió al distrito administrativo en la capital.

El área estaba justo al lado de la estación, y los edificios de la Oficina del Gabinete y del Ministerio de Asuntos Exteriores se encontraban lado a lado. De hecho, aparte de la oficina de correos y los varios restaurantes y bancos, todo el distrito estaba repleto de edificios que manejaba el país. Todas las calles estaban llenas de burócratas que iban de un lado a otro vistiendo trajes muy profesionales.

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En el distrito administrativo también había edificios de oficinas independientes. Parecían ser subdivisiones de organizaciones más grandes, pero con nombres corrientes como Oficina de Construcción de Obras Viales y Oficina de Administración del Ministerio de Justicia, era difícil ponerse a sacar conclusiones.

Klaus se detuvo frente a un pequeño edificio de tres pisos: el Centro de Investigación Económica de la Oficina del Gabinete.

A primera vista, Thea no tenía ni idea de qué cosas hacían ahí— “Este edificio es propiedad de la Oficina de Inteligencia Extranjera”.

—pero Klaus le dio una rápida explicación mientras entraban. Tras informar a la recepcionista de que tenía una cita en la Habitación 444, tomó la llave que le proporcionaron y se dirigió a un pasillo poco iluminado.

Sus zapatos resonaban contra el piso de mármol.

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“Oiga, profe”, dijo Thea. “¿Qué es este lugar? Me gustaría escuchar algunas respuestas, si no le importa”.

“En resumen, es una prisión”, respondió Klaus brevemente. “Aquí es donde la Oficina de Inteligencia Extranjera retiene a los espías que ha capturado”.

El eco de sus pasos cambió. El suelo sonaba casi hueco. Klaus golpeó rítmicamente su pie contra el suelo, y éste se deslizó para revelar una escalera oculta.

“Pensé que sería mejor que lo vieras por ti misma”.

Klaus bajó la escalera y Thea lo siguió con el corazón en la mano. Ella no sabía cómo funcionaba la entrada, pero en cuanto bajó, se cerró a sus espaldas.

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Para sorpresa de ella, la edificación de abajo era bastante moderna. Aparte de que le faltaba ventanas, no había diferencia con otra instalación que uno pudiera visitar. Una alfombra de color rojo vino decoraba el suelo bajo la luz del pasillo.

Pasaron junto a varias celdas, pero Thea no pudo ver nada en ellas. Lo único que oía eran sollozos y uno que otro grito.

La respiración se le atascó en la garganta. El mundo rebosaba de dolor.

Lo bueno y lo malo no tenían nada que ver. Era simplemente la cruel realidad en la que vivían.

Klaus se detuvo frente a una celda y la abrió sin dudar. La puerta se abrió con fuerza.

Dentro, era una clásica celda de aislamiento. Había una cama, un retrete y nada más.

Por un momento, ella recordó cuando estuvo en cautiverio, y jadeó. No quería quedarse allí más tiempo del necesario.

Un hombre estaba sentado en la cama.

“Hola, Kagaribi. Nunca pensé que te vería entrar por esa puerta”. Los ojos de Thea se abrieron ampliamente. “¿Qué—?”.

Ella reconoció al hombre. De hecho, hace unos días se había enfrentado a él, y los dos habían intentado matarse mutuamente.

Era un espía de Galgad—y un asesino hábil y despiadado.

C a   d   á   v   e   r

En la República, era conocido como Shikabane.

“Me moría por verte. Si hubieran enviado a alguien débil, habría tenido que matarlo”.

Los ojos del hombre prácticamente sobresalían de su cráneo. Klaus lo fulminó con la mirada.

Para empezar, Shikabane estaba espeluznantemente demacrado, y sus días aquí encerrado mermaron la poca grasa que le quedaba. Parecía estar hecho sólo de piel y huesos.

“Shikabane”, dijo Klaus. “O Tansui, supongo. Imagino que así te llamaban en el Imperio”.

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“Roland”. El hombre sonrió. “Por favor, llámame Roland. Es a lo que estoy más acostumbrado”.

“O podría usar ninguno”.

“Qué grosero. Nos une un vínculo de sangre, ¿y este es el trato que recibo?”.

El hombre—Roland—sonrió.

Sin embargo, a pesar del buen humor de su homólogo, la expresión de Klaus era inquebrantable. “Pusiste a dos de nuestros torturadores en el hospital. Y sin una buena razón”.

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Spy Kyoushitsu Volumen 4 Capitulo 1 Parte 1 Novela Ligera

 

“No me ataron bien. Lo juro, fue como el trabajo de un aficionado”, dijo Roland. No se veía arrepentido en lo más mínimo. “Y, además, tenía una buena razón”.

“¿Cuál?”.

“Conseguí que vinieras a verme, ¿no?”.

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