Risou No Himo Seikatsu (NL)

Volumen 10

Epílogo: Los Próximos Pasos

 

 

Todos los objetivos de Zenjirou en el Reino Gemelo se habían cumplido. Isabella, la curandera, se quedaría en el Palacio Real hasta que Aura diera a luz, y él había podido comprar las herramientas de refrigeración para la habitación de Freya, donde ahora estaban instaladas.

Aunque era la estación vibrante, las temperaturas del mediodía seguían superando los treinta y cinco grados, por lo que las herramientas eran muy apreciadas teniendo en cuenta la crianza de Freya en el Continente del Norte, y ella había hablado repetidamente de su gratitud.

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Sin embargo, aunque sus objetivos iniciales se habían cumplido, había asuntos que aún no estaban resueltos y que habían surgido a lo largo de su viaje. Se trataba de Taraye, de la familia El’Mentaqat, y Frikiya, de la familia An’Imyam.

Ambas eran hijas de importantes familias nobles y habían llegado a Capua. Lucrecia Broglie se uniría a ellas dentro de un mes, después de haber tomado la ruta terrestre. La presencia de Isabella significaba que Aura podía esforzarse mucho más que antes, pero aun así tenía que admitir que le faltaba personal.

La noche en que Zenjirou había regresado, la reina y el consorte se habían sentado frente a frente en el dormitorio con aire acondicionado para mantener una conversación franca.

“Preferiría no hacerlo, pero necesito nombrar un Primer Ministro y un Mariscal. Sin embargo, el mero hecho de hacer esos nombramientos no haría más que debilitar a la familia real. Por lo tanto, necesito concederte oficialmente un ducado. Ocurrirá más o menos al mismo tiempo que llegue Lady Lucrecia”.

Las palabras sonaban graves, pero era algo que ya había oído, así que Zenjirou no se sorprendió especialmente.

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“Mm, lo tengo. Más o menos sé quién va a ser el mariscal, pero preguntaré de todos modos. ¿A quién vas a nombrar para los cargos? Además, ¿Qué título específico tendré?”.

“Como has adivinado, el Mariscal será Pujol. En cuanto al Primer Ministro, será el Vizconde Regalado. Tú serás el Duque de Bilbo. El título no conlleva territorio, pero es un título oficial. Tendrás que asistir a más eventos como duque que como mi simple representante”.

Sería una propuesta atractiva para alguien que buscara el poder.

Para alguien como Zenjirou, sin embargo, era una carga extra. Dicho esto, era una que asumiría por su esposa.





“Correcto, Duque de Bilbo. Entendido. El efecto principal será la necesidad de asistir a más eventos sin estar allí como tu representante,

¿Verdad?”.

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La reina negó con la cabeza. “No. Serás -al menos de nombre- cabeza de una familia ducal vinculada a la familia real. En otras palabras, el jefe de una rama familiar. Parte del palacio se designará como la finca de Bilbo y te pertenecerá. Los deberes oficiales del Duque de Bilbo te serán encomendados en el futuro. Le acompañarán aproximadamente diez caballeros y cien soldados que te serán asignados específicamente. Una parte del presupuesto real se asignará automáticamente a la familia, por lo que su paga procederá de ahí”.

“Urk, soldados propios”, murmuró él, con el ceño fruncido. Sería el esposo de la reina y, sin embargo, poseería sus propias fuerzas y dinero. Sinceramente, no podía verlo como algo bueno. “Asegúrate de vigilar el dinero y los hombres. La confianza y la fe ciega son cosas diferentes, después de todo”.

“Lo sé”, respondió Aura, incapaz de contener una retorcida sonrisa al ver que su marido decía eso explícitamente.

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A pesar de sus palabras sobre la fe ciega, Zenjirou no se veía yendo contra Aura. Sin embargo, el presupuesto personal le hizo darse cuenta de repente.

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“¿Y las sirvientas del Palacio Interior? Técnicamente son mías y no tuyas, ¿No? ¿Su paga también saldrá de eso?”.

Aura negó con la cabeza en respuesta a su preocupación. “No, el Palacio Interior le pertenece a la familia real. Tú estás a su cabeza como consorte real. El dinero procede de la familia real. Yo soy la cabeza de esa familia, y en ese sentido, tú eres mi esposo y un miembro de esa familia. Simultáneamente eres cabeza de la familia de Bilbo, pero eso no cambia tu posición como miembro de la familia real. Esos gastos recaerán en la familia principal como hasta ahora”.

“Ya veo…”. Era un poco complejo, pero no algo que no pudiera entender. “No va a causar ningún problema nombrar a Natalio como mi mediador para los caballeros, ¿Verdad? Lo conozco y preferiría hacer eso”.

Aura consideró brevemente la pregunta antes de asentir. “En efecto. La familia Maldonado no tiene el rango suficiente para desempeñar ese papel, pero si eso es lo que deseas, no habrá problema. Sin embargo, tendrás que tener en cuenta la perspectiva de Natalio a la hora de contratar nuevos caballeros. La familia Maldonado no tiene rango nobiliario, por lo que contratar al heredero de un marqués o un conde probablemente causará fricciones”.

“Entendido; me aseguraré de discutirlo con él. Me gustaría tomar prestado a Fabio para esas discusiones”.

“En estos momentos está bastante ocupado. Te pido disculpas, pero tendrás que contentarse con el segundo secretario, Alejandro”.

“Entendido”.

Por una simple discusión entre miembros de la realeza, Natalio había pasado de ser un caballero de la guardia real a comandante de los caballeros del Duque de Bilbo. La consideración de Aura hacia su marido causaría un gran revuelo en la familia del caballero en el futuro. Después de todo, desde el final de la gran guerra, las oportunidades para los caballeros de hacerse un nombre eran escasas.

En medio de eso, se había formado una nueva -aunque pequeña- orden de caballeros y Natalio tendría mucho que decir en la selección de la misma. La familia Maldonado, a pesar de no ser más que una simple familia de caballeros, se vería inundada de caballeros docenas de veces por encima de su capacidad y se convertiría en el centro de importantes convulsiones, pero esa es una historia para otra ocasión.

Una vez discutido su propio rango, Zenjirou cuestionó el nombre que le había precedido inmediatamente.

“Así que conozco al General Pujol, pero no creo haber oído antes el nombre del Vizconde Regalado…”.

La reina se lo pensó un momento. “Ah, aún no te lo he explicado con detalle. Creo que le habrás visto varias veces en palacio. Vizconde no es un rango especialmente alto, pero su familia tiene una larga historia y una posición más importante de lo que el título indicaría. No carece de talento y se distancia de Pujol. Tiene su idiosincrasia, pero es una persona de confianza”.

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“Hmm”.

Por lo que dijo, parecía una elección segura. Zenjirou tenía la fuerte sensación de que se había decidido ante todo en función del propio avance de Pujol.

“Si estás en contra del General Pujol, ¿Qué pasa con el Conde Márquez o el Marqués Gaziel?”, preguntó Zenjirou.

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Aura se encogió de hombros antes de discrepar. “Por lo general, los Señores regionales no pueden optar a puestos en el palacio. Es una regla no escrita que los beneficios del palacio son para los nobles que lo componen. El general anterior a Pujol era una excepción, pero estábamos en guerra”.

“Ya veo”.

No era en la misma medida que en el Reino Gemelo, pero parecía que Capua tenía su propia cuota de complejidades y equilibrios de poder.

“Ya es suficiente sobre esos temas”, dijo Aura. “Zenjirou, tengo algo serio que discutir contigo”.

El resto de la discusión de la noche le había parecido bastante seria, pero no le apetecía hacer ese comentario, ya que la expresión de Aura era muy parecida a la que llevaba cuando actuaba como reina.

“Bien”.

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Una vez acomodado en su asiento, Aura comenzó.

“La Princesa Freya pudo comprar el purificador que deseaba.

También se le concedió el inmensamente poderoso e inesperado Arrullo del Mar”.

“Sí”, aceptó Zenjirou, asintiendo a medida que avanzaba la conversación.

“Como resultado, cree que el viaje intercontinental será mucho más seguro. Las posibilidades de que la Hoja de Glasir sufra un accidente son ahora de una entre diez mil. Sin embargo, en el puerto de Valentia que poseemos no hay nadie con experiencia en viajes intercontinentales. No puedo tomar esa decisión, pero ¿Qué opinas?”.

“Hmm, no sé si uno entre diez mil, pero definitivamente es mucho menos arriesgado”.

“Ya veo…”. La reina guardó silencio durante un rato.

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“¿Aura?”, le preguntó Zenjirou. Era raro que titubeara así cuando hablaba como reina. Su llamada pareció sacarla de sus pensamientos y respiró hondo antes de hablar. “Zenjirou… ¿Acompañarías a la Princesa Freya al Continente del Norte en la Hoja de Glasir?”.

Hubo un largo silencio mientras Zenjirou se esforzaba por entender exactamente lo que ella estaba insinuando.

“¿Perdón?”.

 

Risou No Himo Volumen 9 Epílogo Novela Ligera

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