Neechan Wa Chuunibyou (NL)

Volumen 2

Capitulo 5: Visitemos La Casa De Noro

Parte 3

 

 

Después de bajar la cabeza por un momento, la levantó de nuevo. “Oye… ¿Quieres venir a mi casa?”

“¿A tu casa?” Preguntó Yuichi. “Quiero hablarte sobre mi hermano.” “Claro.” Yuichi estuvo de acuerdo.


“Llamaré a casa y les avisaré.” Dijo Aiko. Con eso, ambos se dirigieron a la casa de Aiko.

Sus vecinos lo llamaban “El Parque Natural”, ya que desde afuera parecía un bosque rodeado por una cerca.

Los terrenos eran enormes y la mansión se encontraba en el centro, lo que hacía difícil ver desde el exterior, y esto naturalmente llevó a la suposición de que era un parque.

“Woah… Es algo increíble.” Dijo Yuichi. Incluso después de que estaban dentro de la cerca, todavía parecía un bosque. A su alrededor el estridente coro de las cigarras era ensordecedor.

“Lo siento…” Dijo Aiko.

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“¿Por qué te disculpas?” Preguntó Yuichi.

“Bueno, es un poco embarazoso…” Dijo Aiko, encogiéndose un poco.

Caminaron por el sendero salpicado de sol. Se sentía tanto como un paseo por el bosque que casi olvidó que se dirigían a la casa de Aiko.

“Es bueno tener toda esta vegetación, ¿no?” Preguntó.

“Sin embargo hay demasiada… escucho que la gente piensa que somos un parque…” Murmuró Aiko.

Yuichi miró a su alrededor. Vio un estanque, grandes rocas, y lo que parecía una cueva. Realmente era demasiado grande para ser un simple patio. “¿Alguna vez te pierdes?”

“Está bien, siempre y cuando sigas los caminos. También tenemos cámaras de seguridad instaladas, así que, si te pierdes, te encontrarán rápidamente.”

“Apuesto a que a Mutsuko le encantaría esto.” Murmuró Yuichi.

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Parecía un buen lugar para el entrenamiento de supervivencia.

Después de caminar un rato, finalmente llegaron a una ruinosa finca de estilo occidental. Tenía solo tres pisos de altura, pero lo compensaba con la longitud.

“Lamento repetirme, pero es realmente increíble.” Dijo.

“¿También crees que parece encantada, Sakaki?” Aiko preguntó nerviosamente, volviendo sus ojos hacia él.

“¿Eh?” Preguntó. “Creo que es genial. No ves muchos edificios como este en Japón.”

“Sí. Dicen que lo trajeron aquí desde el extranjero hace mucho tiempo.” Aiko parecía más feliz ahora. Yuichi decidió no mencionar que parecía el tipo de casa que acogería un misterio de asesinato.

“Pero creo que es natural que la gente piense que es una casa encantada.” Continuó Aiko. “Todos los que viven en ella son vampiros.”

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Al acercarse al edificio, la puerta se abrió.

“¿Puertas automáticas?” Preguntó Yuichi. No sería sorprendente, con una mansión de este tamaño.

“No, no. ¿Ves? Hay una cámara allá. Me ven venir a casa y me abren.”

“Así que efectivamente, una puerta automática…” Dijo Yuichi, estupefacto. Los procesos de pensamiento de los ricos estaban más allá de él.


“Bienvenida a casa, mi señora.” Una criada en un traje de sirvienta se inclinó ante Aiko. Su uniforme era clásico y discreto, pero la belleza de la persona que lo usaba lo hacía parecer más elegante de lo que era. Parecía tener veinte años, con un aire plácido a su alrededor. Sobre su cabeza estaban las palabras: “Vampiro IV”.

Como Aiko había dicho antes, todos los sirvientes eran vampiros.

“Gracias, Akiko.” Dijo Aiko. “Mencioné por teléfono que no tenías que tomarte la molestia ni nada…”

“No, nada de eso ocurrirá, así que no sé lo que…”

“¡¿Este es Yuichi Sakaki?!” Una voz enorme retumbó desde más lejos en la casa. Yuichi dirigió su mirada más allá de la criada.

Un hombre enorme con una bata blanca estaba en el espacioso vestíbulo de entrada, con las piernas plantadas al ancho de los hombros y los brazos cruzados.

“¡Papá!” Gritó Aiko sorprendida.

Al parecer, él era el padre de Aiko. Kazuya Noro.

Aiko le había dicho a Yuichi que él era el director del Hospital General Noro, pero ¿por qué el hombre lo estaba mirando de forma tan repentina? Él no podía entenderlo. Nunca antes había conocido al hombre.

Sobre la cabeza del hombre estaban las palabras: “Súper Médico”.

¿Qué, no “Vampiro”?

Si todos en la casa eran vampiros, ¿eso significaba que este hombre era tanto un vampiro como un súper médico?

“Es un placer conocerle. Soy Yuichi Sakaki.” Yuichi se apresuró a darle un saludo apropiado. A pesar de su timidez, este hombre seguía siendo el dueño de la casa. No quería ofenderlo.

“Hmph. Soy el padre de Aiko.” Kazuya devolvió el saludo de manera distante mientras continuaba evaluando a Yuichi con su mirada.

“Oye, ¿papá? ¡Estás siendo muy grosero!” Exclamó Aiko.

“¿Eh? Oh, um, bueno…” Aparentemente Kazuya no había esperado que su hija estuviera enojada, ya que rápidamente cambió su actitud. “Bien, entonces. Sakaki, ¿verdad? Ven aquí un minuto.” “¡Espera! ¿Qué vas a hacer?” Gritó Aiko.

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“No preguntes, sólo ven.” Kazuya se dirigió a la esquina del vestíbulo de entrada, y Yuichi y Aiko lo siguieron.

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Había una mesa redonda con un jarrón de flores, pero Kazuya barrió el jarrón de la mesa. “¡¿Qué estás haciendo, papá?!”

“¡Está en el camino!” Kazuya se subió la manga, revelando un brazo como un tronco de árbol con venas visibles. Puso el codo sobre la mesa. “Sakaki, la regla es que nadie puede entrar en esta casa hasta que me derroten en una lucha de pulso.”

“¡Nunca antes habíamos tenido esa regla!” Gritó Aiko.

El abrupto desafío de una lucha de pulso confundió tanto a Yuichi que al principio no supo cómo responder.

“Mi señora, el jefe de la casa hace las reglas.” Dijo suavemente Akiko. “Si eso es lo que dice, eso es lo que sucederá. En este momento, está decidido.”

“No hay nada de qué preocuparse.” Dijo el padre de Aiko. “No es para presumir, pero soy conocido como un súper médico. Un hueso roto, una fractura compuesta o dos… no es nada que no pueda tratar.” Abrió y cerró la mano. Los dedos eran gruesos y exudaban poder.

“¡Esto es tan estúpido! Vamos, Sakaki.” Dijo Aiko con furia.

“¿Estas huyendo? ¡Entonces no creas que alguna vez volverás a cruzar el umbral de esta casa!” Kazuya ladró de repente.

“¡Oh, vamos! Papá, ¿por qué estás tan enfadado?” Gritó Aiko.

Yuichi estaba un poco atónito, pero se dio cuenta de lo que estaba pasando. Lo que significaba que sólo había una cosa que hacer. Yuichi se acercó a la mesa, agarró el borde con la mano izquierda y puso su codo derecho encima de ella.

“¡Sakaki! ¡No tienes que seguirle el juego!”

“Está bien. Es sólo la lucha de pulso. Y si gano, me dejará entrar,

¿verdad?” Respondió Yuichi.

“Hare algo incluso mejor.” Confirmó Kazuya. “Si te rompo el brazo o te causo una fractura abierta y aún puedes coquetear con Aiko en esa condición, ¡todavía podrás pasar!”

“No estamos coqueteando… Está bien, Noro. Da la señal.” Yuichi agarró la mano de Kazuya.

“¿Eh…? ¡Bien, lo que sea! ¡Empiecen!” Aiko tiró su mano para comenzar el combate.

“¡Rarrrgh!” Cuando Aiko dio la señal, Kazuya dejó escapar un grito. Su brazo se hinchó aún más, los músculos se abultaron visiblemente. Estaba poniendo todo su poder en ello, tratando de romper el brazo de Yuichi. Su rostro se puso rojo, y apretó los dientes con tanta fuerza que podía aplastar rocas entre ellos.

“¡¿Qué tan desesperado estás?!” Gritó Aiko en shock.

Todo el mundo debió de asumir que el enfrentamiento habría terminado en un instante, pero pasaron unos segundos, y el brazo de ninguno de los dos se había movido de sus posiciones de partida. Yuichi resistía con su propia fuerza frente a Kazuya.

“¡¿Qué?!” Gritó Kazuya.

“Lo siento, pero estoy intentando ganar.” Dijo Yuichi con calma. Era muy competitivo. Una vez desafiado, no había forma de que retrocediera.

Yuichi ejerció toda su fuerza. El brazo de Kazuya comenzó a temblar y ceder.

Pero Kazuya estaba igualmente decidido. Él afianzo su postura y empujo con más fuerza, haciendo que su poder se volviese a igualar. “¿Qué diablos eres? ¿Cómo tienes tanta fuerza en esos brazos escuálidos?”

“¡Papá! ¡No puedes decirle eso a un invitado!” Exclamó Aiko. “¡Graaaaaaaaaah!” Kazuya gritó.

Así, se acabó, ya que la mesa se partió por la mitad con un golpe. Yuichi y Kazuya se miraron el uno al otro, todavía atrapados en sus garras.

“¿Lo dejamos en un empate?” Preguntó Yuichi, manteniendo sus ojos atrevidamente fijos en los de Kazuya.

“¡Hora de la segunda ronda, el combate de boxeo! Ahora verás mi verdad…”

Hubo un ligero sonido de golpe. Aiko había golpeado a Kazuya en el brazo. No podría haberlo lastimado mucho, pero le dio a Kazuya una pausa.

“¡Papá, idiota! ¡Te odio!” Había lágrimas en los ojos de Aiko.

“Ah, bueno, Aiko, sólo quería probar al hombre en tu vida. Un chico necesita ser fuerte, para proteger a su chica…”

Smack. Ella lo golpeó de nuevo.

“¡Papá, tonto!” Con eso como su última palabra, Aiko salió corriendo mientras lloraba.

Los dos hombres se quedaron atrás, todavía tomados de la mano, mientras que la criada con el uniforme antiguo observaba plácidamente.

“Supongo que, entre todo, ‘tonto’ parece doler más…” Murmuró Yuichi, esperando que la trivialidad pudiera romper el silencio.

“Sí…” Pero todo lo que Kazuya pudo hacer fue suspirar en respuesta.

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“¿Puedo ir tras ella?” Preguntó Yuichi.

Kazuya lo miró incómodamente. La rabia de Aiko parecía haberlo calmado. “… Por favor.” Kazuya soltó su mano, y Yuichi hizo lo mismo.

La resignación estaba escrita con claridad sobre la cara de Kazuya. Claramente no podía soportar ver llorar a Aiko. “Ella probablemente fue a su habitación. Está al final del pasillo en el segundo piso. Ella nunca me escucha cuando se pone así…”

“Si quiere saber si puedo protegerla, no se preocupes. Lo hare. Y ya que parece que hay algunos malentendidos, probablemente debería saber que Noro y yo no estamos saliendo.”

“¿De verdad?” Los ojos de Kazuya se abrieron de par en par y se acercó a Yuichi.

“Sólo vine aquí para hablar sobre su hermano.” Acobardado por el avance de Kazuya, Yuichi dio un paso atrás.

“Ya veo… ¡Pero escúchame! ¡Será mejor que no hagas nada para romper el corazón de Aiko y deshonrarla!”

“Nunca haría tal cosa.” Le aseguró Yuichi.

“Nunca, ¿dices? ¡Bastardo! ¿Estás diciendo que mi Aiko no es atractiva?” Exclamó Kazuya.

Qué persona tan difícil… Yuichi suspiró y optó por no responder.

“Bueno, me voy.” Dijo, luego subió las escaleras y se dirigió a la habitación de atrás en el segundo piso. Encontró la habitación de Aiko de inmediato. Tenía su placa en la puerta.

“Soy yo. Déjame entrar.” Gritó Yuichi mientras golpeaba.

Al cabo de un rato, la puerta se abrió. Aiko lo miró, sus ojos rojos y húmedos. “Sakaki… lo siento. Mi padre fue tan grosero contigo…”

“No llores. No me molestó.” Yuichi descubrió que la visión de Aiko en lágrimas lo desconcertó. Le dio una sensación de incomodidad en su pecho.

“Lo siento, me escapé…” Ella murmuró.

“Está bien. De todos modos, tu papá me dio permiso para entrar, así que no te preocupes.”

“Sí… De todos modos, no te quedes ahí afuera. Entra.” Aiko parecía sentirse un poco mejor Cuando Yuichi entró, su habitación era el polo opuesto a la habitación de Mutsuko: prístina y femenina, con colores blancos y rosados. Había una fila de animales de peluche contra la pared.

Se siente como la habitación de una chica… Yuichi se sentó en el sofá.

“Oh, te traeré algo de beber.” Dijo Aiko mientras salía.

Yuichi comenzó a sentirse inquieto. He oído que el rosa es un color suave, pero…

Tal vez fue porque era la primera vez que estaba en el cuarto de una chica que no era su hermana mayor, Yuichi había asumido que vivir con sus hermanas todo este tiempo lo había acostumbrado a las chicas, pero tal vez estar con una chica que era su compañera de clase era diferente.

Finalmente, Aiko regresó con una bandeja con un poco de té frío, y lo puso sobre la mesa.

“Oye, ¿no tienes una criada?” Preguntó Yuichi. “Ella parece estar disponible para ‘esta clase de cosas’…”

“Sí, pero ella no está allí para nosotros, los jóvenes. Nos criaron para hacer cosas por nosotros mismos. Y no te hagas ninguna idea graciosa; todas las criadas son viejas. La criada joven y bonita es sólo una ilusión.”

“¿Eh? ¿Incluso a la chica de la puerta principal?” La criada de Akiko que lo recibió en la puerta ciertamente parecía joven…

“Akiko tiene más de cincuenta años. Ah, y todos en la casa, incluidos los sirvientes, son vampiros.”

Cincuenta años, había dicho ella, poniendo el énfasis especial en la palabra. Había escuchado que los vampiros no estaban haciendo nada, y verse tan joven a los cincuenta años ciertamente sugería que ella no era humana.

“Vaya… no sé si es por el dinero o por ser vampiro, pero definitivamente se siente como si viviéramos en mundos diferentes… Oye, me lo he estado preguntando. Si eres tan rica, ¿por qué no vas a una escuela privada?” Le preguntó Yuichi.

“Eso también es parte de nuestra educación.” Dijo Aiko. “Se supone que debemos ir a la escuela pública.”

“Eso me recuerda.” Dijo Yuichi. “Pensé que era extraño que Konishi también viniera a nuestra escuela. ¿Crees que es lo mismo para ella?”

“¿Konishi? Buen punto… Si ella es tan rica como dice que es, pensarías que asistirá a una escuela súper especializada o algo así.”

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Yuri Konishi. En su introducción el primer día de clases, había llamado la atención de la clase diciendo que pertenecía a una familia adinerada y que estaba por encima de los plebeyos como ellos. Pero la atención de Yuichi había estado en la palabra “Antropomorfo” sobre su cabeza.

“Ahora que lo mencionas, siento que he conocido a Konishi en algún lugar.” Dijo Aiko.

“¿Qué, crees que la conociste en la fiesta de alguna persona rica?” Preguntó Yuichi.

“Creo que sí. Tengo un recuerdo de ella con un vestido de baile, o algo así.”

Vestido de baile… Realmente vivían en mundos diferentes, pensó Yuichi. “Por cierto, ¿qué ha ocurrido con tu hermano?”

“No lo he visto en un tiempo.” Admitió Aiko. “Creo que se escapó de casa.”

“¿Eh?” Yuichi comenzó, sorprendido por la revelación. “Se escapo… y acabas de decir que no lo has visto en ‘un tiempo’, así que no sabes con seguridad hace cuánto. ¿Cuándo fue la última vez que habló con él? ¿En ese momento dijo algo?”

“Creo que la última vez que hablé con él fue el día en que salí de compras contigo.” Dijo Aiko. “Se apresuró hacia mí cuando llegué a la puerta, pero todo lo que hizo fue preguntar por ti. También fue la primera vez que me hablaba en un rato…” Agregó Aiko, con una nota de pesar.

“¿Eh? ¿De verdad?” Su viaje de compras había sido hace una semana. Que él no hubiese hablado con ella desde entonces y se había perdido en algún momento, sugirió un cierto grado de alejamiento.

“Últimamente él había estado actuando muy raro.” Aiko continuó. “Hubo un momento en que todos estábamos comiendo juntos y él se enojó y se fue, y la última vez que lo vi, él también fue realmente beligerante… Antes, cuando dijo cosas raras, asumí que fue por su síndrome de escuela media y no me lo tomé muy en serio. Pero últimamente siento que se ha convertido en algo más… Recientemente no he tratado de hablar con él porque me ha asustado mucho.”

“Ya veo… Bueno, creo que entiendo.” Dijo Yuichi. “Entonces,

¿qué quieres hacer ahora que sabes que se ha ido?”

“Pensé   que   podríamos  revisar   su   habitación.”  Dijo                   Aiko. “Podríamos aprender algo.”

“Vale la pena intentarlo. ¿Dónde está?” “Al otro lado de la mía.” Dijo Aiko.

Yuichi se levantó, salió de la habitación y se dirigió a la que tenía enfrente. Aiko lo siguió.

La puerta no estaba bloqueada, y la perilla giró sin resistencia.

Yuichi temerosamente abrió la puerta y entró.

“… Oye, Noro, ¿suelen dejar los ataúdes tirados por ahí?” “¿Eh?” La mandíbula de Aiko cayó.

La habitación de Kyoya, como la de Aiko, era de unos tres metros y medio por tres metros y medio. Había un ataúd colocado justo delante de la puerta. Yuichi levantó la tapa. Había suciedad en el interior.

“Es primera vez que veo esto aquí.” Murmuró Aiko. “Me pregunto… si lo trajo de la cripta…”

“¿La cripta?” Preguntó Yuichi con escepticismo. No era una palabra que usualmente escuchabas en la conversación diaria.

“Sí, está en el patio. Es el lugar de descanso para los miembros de nuestro clan.”

“¿Lugar de   descanso?   No   quieres   decir   eso   literalmente,

¿verdad?”

“¿Eh? Oh, no, no… quiero decir, es donde los colocamos después de que mueren.”

Yuichi no creía que no fuera razonable suponer que los vampiros podían dormir en los ataúdes, pero al parecer no llegaron tan lejos.

¿Por qué, entonces, había un ataúd en la habitación del hermano de Aiko?

“¿Tu hermano duerme aquí?” Preguntó.

“D-De ninguna manera. Él no iría tan lejos… No creo…” Aiko se calló, claramente sin confianza en la afirmación.

Yuichi se acercó al ataúd y miró dentro. Sólo había una fina capa de suciedad en la parte inferior, por lo que sería posible tumbarse dentro y cerrar la tapa. También había algo de color mezclado con la suciedad, una mancha de algún líquido rojo oscuro. Sangre, muy probablemente.

“¿Qué… es esto?” Preguntó Aiko con miedo. Ella también debió notar la sangre.

“Estaba herido, tal vez… ¿Podría dormir en un ataúd acelerar el tiempo de recuperación?” Preguntó Yuichi.

“Sería la primera vez que escucho de ello… quiero decir, nos curamos casi instantáneamente incluso de lesiones graves, ¿por qué tendría que hacerlo?”

Yuichi decidió que sería mejor hablar con Mutsuko lo antes posible. Miró alrededor de la habitación en busca de más pistas.

El ataúd había llamado su atención desde el principio, pero el resto de la habitación era igual de extraña. Era como si hubiera pasado un tornado. La cama estaba dividida en dos, la estantería estaba rota y los libros yacían esparcidos.

“Oye. No es así todo el tiempo, ¿verdad?” Preguntó.

“¡Por supuesto que no! Miré una vez antes cuando la puerta estaba abierta, y no era así en absoluto…” Ella debe haber estado hablando de la vez que vio su hermano luciendo una capa frente al espejo.

A partir de los patrones en el polvo, Yuichi decidió, que esto debió de ocurrir hace muy poco tiempo. Yuichi comenzó a inspeccionar los libros y revistas esparcidos en busca de pistas.

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“Oye, ¿a tu hermano le gustan las chicas con pechos grandes?” “¡¿Eh?! ¿De dónde vino eso?” Exclamó Aiko.

“Bueno, no veo ningún juego de rol o cosas de disfraces fetichistas… sólo revistas de tetas.” Yuichi las mostró a Aiko, cuya cara se puso de color escarlata brillante.

“¡¿P-Por qué estás mirando eso?! ¡Esto es acoso sexual!”

“Bueno, pensé que podría darnos una pista de a dónde fue. Quizás, y a lo mejor, se haya ido a algún lugar con muchas chicas tetonas alrededor…”

“¡Idiota!” Aiko se enfureció. “¡Eso está dirigido tanto a él como a ti!”

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