Neechan Wa Chuunibyou (NL)

Volumen 1

Capitulo 9: ¡Por Fin! La Batalla Contra La Asesina Serial I

Parte 1

Yuichi y Mutsuko siguieron las instrucciones de Natsuki y llegaron a la ciudad designada. Era un barrio pobre lleno de personas sin hogar, aproximadamente a una hora en tren de su ciudad natal, Seishin.

Usaron el GPS de su teléfono celular para encontrar la ubicación exacta, que resultó ser una antigua fábrica en decadencia.

Uno esperaría que una fábrica abandonada estuviera llena de personas sin hogar que buscan refugio, pero ese no parecía ser el caso. El edificio estaba en silencio y lleno de quietud.

Yuichi y Mutsuko entraron, todavía en alerta máxima.

Las vigas y materiales de acero yacían alrededor, sugiriendo una antigua planta de metalurgia.

Aunque la energía no parecía funcionar, todavía podían ver una luz por delante. Hubo un sonido bajo como el zumbido de turbinas. Posiblemente de un generador casero.

Entraron y caminaron hacia la luz hasta que vieron a una chica con el uniforme de su escuela secundaria. Ella los observaba con una mirada aguda.

Natsuki Takeuchi estaba de pie en el centro de un amplio espacio abierto iluminado por luces cegadoras.

Aiko estaba sentada a sus pies. Ella no estaba atada y no parecía estar herida.

“¡Sakaki!” En el momento en que vio a Yuichi, Aiko se levantó y corrió directamente hacia él. Natsuki no intentó detenerla, solo la vio irse.

Aiko lanzó sus brazos alrededor de Yuichi.

“Oye, ¿estás bien?” Preguntó. Parecía bastante aterrorizada.

Yuichi le dio una palmadita en la cabeza con suavidad.

“Sí, estoy bien… Um, lo siento, me atraparon.” La momentánea sonrisa de Aiko se nubló de pesar.

“No te preocupes. Estás bien, y eso es todo lo que me importa.” Él la miró de arriba abajo, pero no vio nada malo en ella más allá de un uniforme polvoriento.

“¡Oh, Noro! ¡Qué audaz de tu parte!” Exclamó Mutsuko.

Las palabras de Mutsuko hicieron que Aiko volviera a la realidad. Ella rápidamente se apartó de Yuichi como si se hubiera dado cuenta de lo que estaba haciendo.

El abrazo le había parecido un poco extraño a Yuichi, así que se sintió aliviado. Pero justo en ese momento, notó las palabras sobre la cabeza de Aiko.

Podía leer “Interés Amoroso”.

¿Cuándo sucedió eso?

“¿Qué significa ‘Interés Amoroso’?” Murmuró Yuichi, sonando como un golpe de gracia.

“¡¿O-Oíste eso?!” Gritó Aiko, su rostro se puso escarlata.

“¿Eh? Quiero decir, ahora tus palabras dicen ‘Interés Amoroso’…”

Aiko se pasó las manos por la cabeza como si intentara borrar las palabras. No desaparecieron, pero mientras trabajaba en ello, Mutsuko colocó los brazos detrás de su espalda y se dirigió a la línea de visión de Yuichi, tarareando.

“¿Qué estás haciendo, Nee-chan?” Preguntó, en silencio deseando que ella no saboteara el humor.

“Vamos, ¿qué dicen mis palabras?” Preguntó. “¿Eh? Siguen diciendo ‘Hermana Mayor’.”

“¡Oh, vamos!” Se quejó Mutsuko. “Si eres el protagonista, y Noro es un interés amoroso, ¡yo también debería serlo!”

“Um, eres mi verdadera hermana, ¿verdad?”

“¡Sí! ¡Somos hermanos, no hay duda! ¡Más adelante no habrá ningún giro ‘no relacionados por la sangre’!”

“¡¿Entonces no te parece extraña esa idea?!”

“¿Por qué tu hermana no puede ser un interés amoroso?” Mutsuko hizo un puchero.

Yuichi la empujó a un lado para dar un paso adelante. Podía escucharla detrás de él, todavía enfurruñada, pero se sintió aliviado de que ella no hiciera nada más por estorbar.

“De todos modos, ustedes váyanse. Me encargaré del resto.”

“¡Noro! Creo que ese lugar debería ser bueno. Es la altura adecuada para sentarse.” Mutsuko señaló una montaña de materiales de acero, y las dos se sentaron.

Yuichi se aseguró de que estuvieran a una distancia segura, luego comenzó a caminar hacia Natsuki.

Estaban a unos diez metros de distancia, uno frente al otro.

“Jack el Destripador”. Decían sus palabras. El asesino serial que había aterrorizado a Inglaterra en el año 1888. El caso había quedado sin resolver, y la identidad del asesino seguía siendo desconocida.

¿Quién podría decir cuál podría haber sido su debilidad?

Mutsuko tampoco sabía la verdad detrás de los incidentes, pero… “Han pasado más de cien años desde entonces. ¡Así que tal vez la leyenda dio origen a algún tipo de yokai!” Había dicho con gran interés.

Por supuesto, no fue Natsuki Takeuchi quien cometió esos asesinatos. Ella ni siquiera parecía inglesa. A pesar de sus rasgos exóticos, era claramente japonesa.

“Buenas noches ¿Terminaste con tu reunión emocional?” Preguntó ella.

“Me sorprende que la dejes ir tan fácilmente. Pensé que querrías tenerla como rehén.” Comentó Yuichi. Él había asumido que ella querría usar Aiko para mantenerlo dócil, pero aparentemente no. Por otro lado, eso también podría ser un signo de cuánta confianza tenía Natsuki. Si es así, eso podría significar un nuevo tipo de problema.

“Mi tiempo y mi energía son valiosos. Preparar una cuerda y atarla habría sido un problema. Y no necesito hacer eso para terminar contigo.”

“Puedo decir que estás realmente confiada. Pero, ¿no sería aún más eficiente usar a un rehén como escudo para matarme? Eso también te ahorraría mucho tiempo y energía.”

“Es cierto, pero lamento decirte que matar a una persona indefensa simplemente no es satisfactorio. Entonces, si estás atado, o si no puedes resistirte porque tengo un rehén, la matanza no me satisface. Quiero decir, obviamente, que no hace diferencia alguna si te estoy matando para hacerte callar, pero ¿por qué no saciar mi hambre mientras estoy en ello?”

“Me estás dando mucha información.”

“Estas a punto de morir, así que puedo decir lo que quiera.”

“¡Takeuchi, no! ¡Eso es una bandera roja!” Exclamó Mutsuko. “¡La línea ‘Puedes llevarte esto al infierno contigo’ es una señal de que estás a punto de perder!”

“¿Quién es ella?” Natsuki miró a Mutsuko, perpleja. Ella debe haber esperado que él viniera solo.

“Esa es mi hermana mayor. Accidentalmente le dije tu identidad, así que la traje conmigo.”

“¿Oh? ¿Hiciste eso por mí? Qué considerado… Por cierto, ¿dejaste una carta antes de venir?”

“De ninguna manera. Vine aquí para hablar. Estoy seguro de que podemos encontrar un compromiso para salir de esto sin matar a nadie.”

“Hmm, de acuerdo. ¿Tienes un teléfono? Eso podría ser más natural. Puedes simplemente enviar un correo electrónico a tus padres… Mmm, pero la presencia de tu hermana complica las cosas.”

Natsuki exudaba su usual confianza, al parecer seguía pensando que todo iba según sus planes.

“Oye… ¿Qué es este lugar?” Preguntó Yuichi. Como Natsuki no estaba comprometida en absoluto, iba a pasar a otro tema. Su primer objetivo era hacer que ella le hablara. Necesitaba engancharla de alguna forma.

“Es nuestro coliseo.”

“¿Eh?” Yuichi estaba estupefacto. Eso era lo último que esperaba oír.

“¿Crees que cazo a las personas sin hogar? ¿Crees que soy una asesina indiscriminada?” Preguntó ella.

“¿Quieres decir que no?” Yuichi había asumido que cuando escuchó este era su coto de caza, y ya que había varios cientos de muertes por congelación y hambre cada año, sería bastante fácil para ella mezclar sus asesinatos con eso.

“Qué grosero. Me siento insultada. ¿Crees que mato a oponentes indefensos? Claro, soy una asesina, pero aun así trato de mezclarme con la sociedad. No causo sufrimiento innecesario, y no mato a personas que no están preparadas para morir.”

“Noro no estaba dispuesta a morir, pero ibas a matarla.”

“Eso está dentro de la categoría de ‘sufrimiento necesario’. Es un tema completamente separado de saciarme.”

Yuichi decidió renunciar a la comprensión de su lógica. No iba a entrar en la mente de una asesina serial.

“Este es un coliseo donde los intrépidos vienen a pelear. Todos los que vienen aquí saben que existe la posibilidad de que mueran. Por lo tanto, si mueren, nadie puede quejarse, y eso facilita mucho la limpieza. Por supuesto, no anunciamos qué tipo de lugar es este, pero el olor a sangre todavía lo impregna. Así que, aunque podría ser un buen refugio, los desamparados se mantendrían alejados.”

“¡Esto es genial! ¡Pensé que el coliseo subterráneo del Domo de Tokio era el único de estos!” Chilló Mutsuko.

“Mira, no hay un coliseo subterráneo del Domo de Tokio.” Dijo Yuichi, apartándose instintivamente de su confrontación con Natsuki para corregir la ridícula declaración de Mutsuko.

“¿Transmites tus peleas en internet?” Preguntó emocionada.

“La cuota de membresía es cara, pero es posible verla en línea…

¿Quién es que era ella?”

Natsuki se volvió para consultar con Yuichi. Claramente tenía poca experiencia con comentarios que rompían el estado de ánimo como el de Mutsuko. Yuichi no pudo evitar simpatizar.

“Lo siento, por favor ignora a mi hermana. De todos modos, no le contaremos a nadie más sobre ti. Así que, por favor… ¿no nos dejarás ir?”

“Sabes que no puedo. Matarlos a los dos es la forma más sencilla de salir de esto.”

“Sabes, podríamos huir.”

“¿Puedes? No tengo intención de dejar que te vayas de aquí, e incluso si me superas, tengo un amigo bloqueando la entrada.”

“¡¿Un amigo?!” Yuichi ni siquiera había considerado eso. Él había asumido que ella estaba sola.

“Yu… ¡Debiste haber pensado en eso cuando capturaron a Noro!

¿De qué otra manera podría haberla traído aquí cuando estaba inconsciente? ¡Ella necesitaría un auto! Y Takeuchi es una adolescente, por lo que no estaría manejando. ¡Ella debe haber tenido un colaborador!”

“Nee-chan… ¿Acabas de llegar a esa deducción ahora?” Yuichi se volvió hacia Mutsuko molesto. Él podría haber usado esa información antes.

“¡C-Ciertamente no!” La expresión triunfante de Mutsuko se derrumbó en desaliento. Él debe haber tenido razón. Yuichi sabía que, si Mutsuko hubiese ideado una teoría así de antemano, no habría esperado para revelarla.

Realmente estaba arruinando la tensión en el aire. Pero, aun así, Yuichi se volvió hacia Natsuki y continuó la conversación.

“Un amigo… ¿Quieres decir un Oni como Ibaraki?”

Un amigo asesino serial, pensó Yuichi. Por lo menos, quien fuera probablemente no era humano. “¿Hmm? ¿Qué quieres decir? ¿Reveló su secreto? No me puedo imaginar cómo…”

“Él habla mucho. Él realmente debe odiarte.”

“¿Oh? Eso es inesperado… Me pregunto si me subestima. Tal vez debería haber matado a uno de su especie como ejemplo para él.”

Luchar contra múltiples oponentes sería complicado por sí mismo, y Yuichi aún no sabía cuán hábil era Natsuki. Él decidió simplemente preguntar.

“¿Eres… realmente dura?”

“¿Hmm? Buena pregunta. En términos de fuerza bruta no soy rival para un Oni. Pero al sol de hoy eso está sobrevalorado.” Natsuki buscó en su bolsillo y sacó algo, luego se giró hacia Yuichi.

“¿Eh?”

En cierto modo, se adaptaba a la puesta en escena de película a su alrededor, pero su apariencia aún sorprendía a Yuichi.

Era una pistola.

“Los Oni y otros seres del viejo mundo son extremadamente vulnerables a este tipo de cosas. Por supuesto, también funciona en humanos.”

Yuichi miró a Mutsuko mientras trataba de no apartar sus ojos del arma por mucho tiempo.

“Lo siento, Yu. No sé mucho acerca de armas.” Mutsuko estaba disculpándose de un modo bastante geniudo.

Aunque no era una decepción. Para empezar, sus esperanzas no habían sido altas. Sabía que Mutsuko no estudiaba las armas pequeñas en detalle, afirmando que no eran una preocupación realista en Japón.

“Ahora, no parece que hablar vaya a llevarnos a algún lado, así que creo que ahora te mataré. ¿Estás seguro de que no quieres ninguna confesión final de amor con Noro? No me molestaría darte el tiempo necesario para ello.”

“No, nada de eso.” Dijo Yuichi con un suspiro.

“¡P-Porque no somos así!” Tartamudeó Aiko con irritación.

“¿En serio? Esperaba algún tipo de intercambio de besos apasionados, o algo así.”

“Sí, ¡dale un viejo y clásico beso de novios!” Mutsuko rodeó a Aiko con los brazos y fingió besarla.

“¡Nadie te preguntó, Nee-chan!” Gimió Yuichi. La tensión estaba desapareciendo rápidamente.

“No tengo ganas de morir hoy, y no te dejaré matar a Noro ni a mi hermana. Si me quieres muerto, tendrás que esforzarte.” Dijo Yuichi, volviéndose hacia Natsuki.

“Oh, qué cosa más masculina acabas de decir.” Dijo amablemente. “Me gusta ese tipo de cosas… Pero adiós.” Con eso, Natsuki apretó el gatillo.

***

“¡¿Eh?!” Los ojos de Natsuki se abrieron. Ella disparó dos tiros más en rápida sucesión, pero ninguno de los dos dejó un rasguño. Yuichi los esquivó a todos con el menor movimiento.

“¡¿Qué está pasando?!” Preguntó Natsuki, dejando ver su consternación.

“Pensé que ibas a usar algún tipo de súper poder, pero sólo le disparas a la gente, ¿eh? Eso es un alivio.”

No era que ella estuviera fallando a propósito. Ella había apuntado a su pecho para asegurar un golpe directo. Estaba a unos diez metros de distancia, lo suficientemente cerca, y su bala había ido exactamente hacia donde la había apuntado. Yuichi simplemente no estaba allí.

“No es tan sorprendente, ¿verdad? Las balas vuelan en línea recta desde el cañón. Son las cosas más fáciles de leer en el mundo.” Dijo.

En el momento en que ella apretó el gatillo, él se hizo a un lado, esquivando la bala. Una cosa bastante simple de decir, pero casi imposible de hacer para una persona común.

Natsuki miró fijamente al espacio por un momento, luego ajustó su objetivo.

Una y otra vez disparó, empujando a Yuichi hacia una esquina. Quería llevarlo a algún lugar donde no tuviera espacio para esquivar.

Pronto, ella había logrado justamente eso. Ella volvió a disparar. Pero él no cayó.

La mandíbula de Natsuki cayó en incredulidad. Era inconcebible. La bala había sido desviada.

Yuichi se paró frente a ella, sosteniendo su brazo derecho perpendicular al suelo, a lo largo de su plano mediano.

La manga de su chaqueta se había roto, revelando algo negro debajo. Era un arma conocida como tonfa. Yuichi la había llevado escondida en su blazer.

“¡Los proyectiles no funcionarán contra Yu! ¡Incluso puede esquivar un arma de fuego en su cara!” Exclamó Mutsuko.

“Sí, Nee-chan… aunque pensé que moriría cuando empezaste a usar puntas de flecha reales sin decirme…”

“¡Y ese es un bastón especial conocido como tonfa! ¡Está hecho de acero, por lo que puede desviar balas de hasta 9mm!”