Neechan Wa Chuunibyou (NL)

Volumen 1

Capitulo 3: Visitemos La Casa De Sakaki

Parte 1

Yuichi eligió la ruta menos poblada para caminar a casa.

Lanzó una mirada a Aiko, que caminaba a su lado. La chaqueta de Yuichi estaba logrando ocultar la mayor parte de la sangre que manchaba su uniforme. No podía ocultarla toda, pero al menos era mejor que nada.

Aiko, notando que él miraba hacia ella, habló. “Oye…” “¿Qué pasa?”

“¿Eh? Um, me preguntaba… ¿Eres realmente fuerte? ¿Haces deporte o algo así?” Sus mejillas adquirieron un ligero tinte rosado. Probablemente se estaba refiriendo al hecho de que él había logrado llevarla con un brazo.

“No, yo no practico deportes.”

Ella zumbó pensativamente por un momento, luego volvió a hablar. “Oye. ¿Simplemente llevas cosas como agua bendita y torniquetes contigo?” Su incredulidad era natural. No muchos estudiantes de secundaria se paseaban con ese tipo de cosas.

“Es una especie de pasatiempo de mi hermana mayor. Ella me hace llevar esas cosas. Ella se la pasa cuestionándose cosas como:

‘¿Qué pasa si te atrapa un terremoto?’, ‘¿Y si los demonios te atacan?’ Ese tipo de cosas.”

“¿Eh?”

Una   vez   más,   él   no   podía   culparla   por  su  respuesta.

Definitivamente sonaba absurdo cuando lo decía en voz alta.

De repente deseó no haberlo hecho.

“Está bien, sí, entiendo cómo te sientes. En su momento me sentí de la misma manera… pero después de ver algo así en la vida real… tal vez mi hermana tenía razón.”

Pensó en los esqueletos con su ropa hecha jirones. Después de lo que acababa de ver era más difícil burlarse de los pasatiempos de su hermana.

Los esqueletos no habían desaparecido por sí mismos, por lo que los habían escondido en los arbustos. Yuichi había querido evitar cualquier tipo de pánico que pudiera resultar de su descubrimiento.

“Pero no funcionó, ¿verdad?”

“Bueno, el ‘Agua Bendita’ probablemente sólo era agua normal. Si te la rociamos…” Antes de que Yuichi pudiera completar su pensamiento, recibió una mirada de Aiko. Yuichi cerró la boca, dándose cuenta de lo desconsiderado que estaba siendo.

“Lo siento. Podemos hablar de eso en mi casa.” Poco después llegaron allí.

La casa de Yuichi tenía dos pisos de altura, con un patio. Estaba cubierta con un elegante acabado blanco, y probablemente se había construido durante la tendencia de viviendas importadas. No era lo suficientemente grande para llamarse una mansión, pero sugería un cierto grado de clase entre sus residentes.

“¡Estoy en casa!” Llamó Yuichi. “Estoy de visita…” Añadió Aiko.

Yuichi pasó por la puerta, y Aiko lo siguió.

Una mujer con aire despreocupado a su alrededor asomó la cabeza hacia el vestíbulo.

¿Esa será la madre de Sakaki? Se preguntó Aiko. Esa fue su primera impresión. Era hermosa, el tipo de mujer que nunca parecía envejecer. Aiko no había conocido al padre de Yuichi, pero era fácil imaginar que había heredado gran parte de la belleza de su madre.

“Bienvenido a casa. ¿Oh? ¿Trajiste a una amiga?” Ella pareció sorprendida por la repentina visita.

“Sí. Ella es Noro.”

“Aiko Noro. Un placer conocerla.”

“Yu no trae chicas a casa muy a menudo. Es un placer conocerte.

Sé una buena amiga para él.”

“S-Sí, señora.” Dijo Aiko. Sin embargo, si podían ser amigos era una pregunta difícil en este momento. Hoy era la primera vez que se hablaban.

“¿Te importa si Noro se baña? A ella le cayó un cubo de pintura.

Una especie de triste accidente.”

“Oh, querida. Sólo espera, arreglaré las cosas de inmediato.” La madre de Yuichi se apresuró por el pasillo.

“¿Quieres decir que ella se creyó eso?” Aiko estaba estupefacta. Ella habría tenido un millón de preguntas sobre una historia como esa.

“Mamá no es el tipo de persona que pregunta por detalles. Te conseguiré un cambio de ropa. Sólo ven conmigo.” Yuichi subió al segundo piso y le mostró a Aiko la habitación de su hermana.

La vista detuvo a Aiko en seco. Estaba llena de un montón de cosas… Cosas para las que ella ni siquiera tenía nombre. Tuvo la vaga sensación de que había un orden entre tanto desastre, pero aún parecía una dispersión aleatoria de basura.

Yuichi entró en la habitación y comenzó a buscar en el armario.

“Um, deberían estar por aquí… ¡Ahí están!” Salió con un conjunto de bragas, sujetador, falda y camisa al azar.

“¿Eh? Espera un minuto. ¡¿Qué estás haciendo?!” La vista ante ella era incomprensible. Un chico estaba hurgando en la ropa de su hermana, y sacando su ropa interior como si no fuera nada.

“¿Qué piensas? Estoy buscando algo que puedas usar.” “Oye… ¿Te das cuenta de lo que tienes en la mano?”

Yuichi miró el objeto que sostenía: el sostén de su hermana mayor. “¡Oh! Lo siento. Ella es bastante plana. Supongo que no te quedara bien, ¿eh?”

Yuichi miró el pecho de Aiko mientras lo decía. Ella cruzó los brazos reflexivamente y lo fulminó con la mirada.

“Está bien, puedes tomar prestada la ropa de mi hermanita.” Dijo. “Probablemente te queden mejor.” Yuichi se encogió de hombros por la mirada de Aiko, y dejó la habitación de su hermana mayor para dirigirse a la de su hermana pequeña.

Aiko lo siguió vacilante. Podía sentir que su propia expresión se tensaba. Yuichi estaba esperando delante de la puerta. Había una placa en la puerta que decía “YUICHI”.

Así que no estaba bromeando acerca de prestarme la ropa de su hermana pequeña. Pero no estoy segura de querer tomar prestada la ropa de Sakaki…

Yuichi entró en su habitación e hizo un gesto a Aiko para que lo siguiera.

Había una chica dentro. Ella se estaba quitando el uniforme de la escuela.

“¡¿Huh?! Eh ¿Qué está pasando? Eh. ¿Por qué? ¡¿No es esta tu habitación…?!” Aiko volvió a revisar la placa en la puerta. Sí, de hecho, se leía YUICHI. Pero escrito debajo de la misma, en letras más pequeñas, estaba la palabra YORIKO.

“Oye, Yori. Veo que estás de vuelta. Oh, esta es mi hermana menor, Yoriko.” Yuichi señaló a la chica que se desvestía.

“Gracias, Onii-chan. Eh. ¿Una chica?” Los ojos de Yoriko se abrieron de par en par al ver a Aiko.

“Sí, traje a una amiga. Su nombre es Noro. Su ropa se ensució.

¿Podrías prestarle tu uniforme?”

“Claro. Espera un momento.” Yoriko se despojó completamente de la ropa que cargaba puesta, luego se puso su ropa de calle.

“¡¿Por qué se está cambiando aquí tu hermana menor?!”

“Porque… esta también es su habitación.”

“¿Huh? ¡Eso no tiene sentido! ¿Qué? El cuarto de tu hermana mayor está al lado, ¿verdad? ¡¿No deberían las hermanas compartir una habitación?!”

El cuerpo de su hermanita estaba claramente bien desarrollado, en el sentido femenino. La mayoría de las personas consideraría inaceptable que un hermano y una hermana compartan una habitación a su edad.

“Algunas familias harían eso. Pero sólo hay dos habitaciones para nosotros, y Mutsuko es la mayor, así que tiene una habitación para ella sola.”

“¿Eh? ¿Qué? ¿Y estás bien con eso? ¿Lo estas, Yori?” La cabeza de Aiko giró con preguntas.

La respuesta de Yoriko fue marchar directamente hacia Aiko y llevarla al pasillo.

Una vez que estaban ellas dos, Yoriko cerró la puerta detrás de ella. Lo que sea que tuviera que decir, no quería que Yuichi lo escuchara.

“Tu nombre es Noro, creo. ¿Sería correcto suponer que estás saliendo con mi hermano?” Yoriko se acercó, con una expresión muy seria. Su voz también se había suavizado para darle un peso extra a sus palabras. Su rostro era muy bonito, como el de su madre.

“¿Eh? Oh, um, no, no estamos saliendo. En realidad, hoy es la primera vez que hablamos.” Aiko tartamudeó, sintiéndose extrañamente presionada.

Esta chica parecía curiosamente madura para una estudiante de escuela media.

“Ya veo… estoy muy contenta de escuchar eso. Está claro, entonces, que Onii-chan simplemente está tratando de ayudar a una persona necesitada. Ahora bien, Noro. Porque eres su amiga, permíteme ofrecerte una amable advertencia: no debes entrometerte en los asuntos de esta casa.”

“¿Eh?”

“Estoy satisfecha con la forma en que están las cosas. No puedo dejar que cuestione la aceptabilidad de un hermano y una hermana compartiendo una habitación. ¿Entiendes?”

“No, me temo que no.” Aiko se encontró adoptando una forma un tanto extraña de discurso formal. “Porque… quiero decir, ¡de verdad!

¿Quién hace eso?”

“Lo hacemos aquí, en esta casa. ¿No te das cuenta de que es grosero juzgar cómo los demás viven sus vidas?”

Aiko no pudo pensar en una respuesta a eso. Ella ciertamente lo encontraba extraño, pero si a Yoriko no le molestaba, no había mucho que pudiera decir. Simplemente la dejó con una molesta sensación de maldad.

“Ahora, creo que necesitas un cambio de ropa. Muy bien. Te prestaré un poco. Será un par nuevo, que aún no he usado. Conociendo a mi hermano, se habrá olvidado de tener en cuenta esa consideración.”

“Oh, sí, trató de prestarme la ropa interior de su hermana mayor…”

“Ahora regresaremos a la habitación. Te abstendrás de mencionarle el contenido de nuestra discusión.”