Lord of Mysteries (NW)

Volumen 1

Capitulo 119: La Verdadera Calle Inferior

Ciudad de Tingen, Número 2 de la Calle Narciso.

Klein, que había dejado una nota para sus hermanos, cerró la puerta con llave y caminó rápidamente hacia Leonard Mitchell, que esperaba al costado del camino.

El cabello negro y corto de Leonard era algo largo, y la falta de arreglo personal lo hacía lucir desordenado.

A pesar de eso, su cabello desordenado aún complementaba su apariencia decente, ojos color esmeralda y vibraciones poéticas. Exudaba un sentido diferente de la belleza.

(Mr. Insomne: Diseño de personaje de Leonard Mitchell, por si querían notar al papucho poeta :v)

De hecho, cualquier peinado depende de la cara…  Klein satirizó para sus adentros. Señaló en dirección a la Calle del Cruce de Hierro y preguntó: “¿Frye nos está esperando allí?”

“Sí.” Leonard se alisó la camisa desabrochada y dijo casualmente: “¿Notaste alguna pista mientras mirabas los documentos?”

Klein sostuvo su bastón en su mano izquierda mientras caminaba por el costado de la carretera y dijo: “No, no puedo encontrar nada común en sus horas, ubicaciones o causas de muerte. En teoría, cualquier ritual que involucre dioses malvados o demonios debe llevarse a cabo dentro de un cierto período de tiempo o usando un método especial.”

Leonard tocó el revólver hecho a medida escondido debajo de su camisa, cerca a su cintura y se rió entre dientes.

“Esa no es una regla absoluta. En mi experiencia, algunos dioses o demonios malignos se satisfacen fácilmente, siempre que tengan un interés particular en lo que se les pide.”

“Además, un buen número de las muertes parecen normales. Tenemos que omitirlas antes de que podamos llegar a la respuesta real”.

Klein lo miró y dijo: “Es por eso que el Capitán nos pidió que investigáramos una vez más. Para eliminar los incidentes normales de los sobrenaturales”.

“Leonard, tu tono y confianza me dicen que tienes una experiencia considerable en esta área, pero solo has sido miembro de los Halcones Nocturnos durante cuatro años, con un promedio de dos incidentes sobrenaturales por mes. Además, una gran cantidad de ellos fueron simples y sencillos de resolver”.

Siempre sintió que Leonard Mitchell era un poco raro y misterioso. No solo sospechaba de él, creyendo que tenía algo extraño sobre su personal. Además, su comportamiento también cambiaba de vez en cuando, a veces tranquilo, a veces arrogante, a veces frívolo, a veces serio.

¿Será que él también ha tenido un encuentro fortuito? ¿Un encuentro que le hace verse a sí mismo como una estrella en una obra de teatro? Klein hizo una deducción aproximada basada en las películas, novelas y dramas que había visto en el pasado.

Al escuchar esa pregunta, Leonard se rió y dijo: “Eso es porque aún no eres un Halcón Nocturno en pleno derecho. Todavía estás en la fase de entrenamiento.”

“La Santa Catedral compila un registro de todos los encuentros sobrenaturales experimentados por las catedrales de las diferentes diócesis y lo transmite a sus miembros una vez cada seis meses.

“Además de tus lecciones de misticismo, puedes enviar una solicitud al Capitán y solicitar ingresar a la puerta de Chanis para leer esos registros”.

Klein asintió, iluminado.

“El Capitán nunca me ha mencionado eso”.

Klein no había tenido la oportunidad de pasar tras las puertas de Chanis hasta ese momento.

Leonard se rió entre dientes y dijo: “Pensé que ya estabas acostumbrado al estilo del Capitán. Y pensar que todavía estás esperando ingenuamente que te lo recuerde…”

Al decir eso, agregó significativamente: “Debemos tener cuidado con el Capitán si alguna vez llega un día en que recuerda todo”.

¿Significaría eso una pérdida de control? Klein asintió con expresión seria. Luego preguntó: “¿Es el olvido exclusivo del Capitán? Pensé que era un problema provocado por la Secuencia de Insomne”.

Dormir poco durante periodos prolongados por lo general conduce a pérdida de memoria...

“Más bien, es un síntoma exclusivo de una Pesadilla. Con los sueños y la realidad entrelazados, a menudo es difícil para una persona diferenciar entre lo que es real y lo que no lo es. Necesitan recordar lo que no es parte de la realidad…” Leonard quería dar más detalles, pero ya habían llegado a la Calle del Cruce de Hierro y vieron al Coleccionista de cadáveres Frye esperándolos en la estación de transporte público.

Frye vestía un sombrero negro redondo y un cortavientos de un color similar con un maletín de cuero en la mano. Estaba tan pálido que hizo sospechar a Klein que quizás colapsaría en cualquier momento. Su aura helada hizo que todos los que esperaban un carruaje se mantuvieran alejados de él.

Después de saludarse con la cabeza, los tres se agruparon en silencio y pasaron por delante de la panadería Smyrin antes de girar hacia la calle inferior de la calle del Cruce de Hierro.

Inmediatamente se encontraron con un barullo. Los comerciantes que vendían sopa de almejas, pescado a la parrilla, cerveza de jengibre y frutas gritaban histéricamente para llamar la atención, haciendo que los peatones aminoraran involuntariamente la marcha.

Ya eran un poco más de las cinco. La gente regresaba a la calle del Cruce de Hierro y los lados de las calles se llenaban de gente. Algunos niños se mezclaban entre la multitud, observando todo con frialdad, poniendo su atención en los bolsillos de los peatones.

Klein venía aquí con frecuencia en busca de comida barata y estaba familiarizado con las calles, especialmente porque había vivido en un departamento cercano en el pasado. Le recordó al grupo: “Tengan cuidado con los ladrones”.

Leonard sonrió. No es necesario que te preocupes por ellos.

Se puso la camisa y ajustó la funda de su arma, revelando su revólver.

De repente, todas las miradas fijas en ellos se apartaron. Los peatones que los rodeaban se abrieron paso instintivamente.

Klein se congeló por un momento, luego alcanzó a Leonard y Frye con grandes pasos. Bajó la cabeza, esforzándose por evitar que algún conocido lo notara.

Benson y Melissa todavía tenían tratos con los vecinos aquí. Después de todo, no se habían mudado demasiado lejos.

Los tres pasaron por el área que tenía muchos vendedores ambulantes y se movieron hacia la verdadera Calle Inferior de la Calle del Cruce de Hierro.

Los peatones aquí estaban todos vestidos con ropa vieja y andrajosa. Eran cautelosos con los extraños que usaban ropa brillante y hermosa; sin embargo, también había codicia en sus ojos, como buitres mirando una comida, esperando atacar en cualquier momento. Pero el revólver de Leonard evitó que ocurrieran accidentes.

“Primero investiguemos la muerte de ayer. Comenzaremos con la Sra. Lauwis, una mujer que se ganaba la vida pegando cajas de fósforos”. Leonard volteó sus notas y señaló un lugar no muy lejano, “Primer piso, No. 134…”

Mientras los tres avanzaban, los niños que antes jugaban en las calles y vestían ropas andrajosas se escondieron rápidamente en la esquina de la carretera. Los observaron con ojos llenos de curiosidad y miedo.

“Mira sus brazos y piernas, delgados como fósforos”. Leonardo suspiró. Entró primero en el edificio.

El aire que era una mezcla de numerosos olores entró en las fosas nasales de Klein. Podía detectar débilmente el hedor a orina, sudor y moho, así como el olor a carbón quemado.

Klein no pudo evitar pellizcar su nariz. Luego vio a Bitsch Mountbatten, que los había estado esperando allí.

El oficial Mountbatten tenía un bigote marrón amarillento y envidiaba el rango de inspector de Leonard.

“Señor, ya le pedí a Lauwis que esperara en su habitación”, dijo Bitsch Mountbatten con su singular y aguda voz.

Claramente no reconoció a Klein, que ahora parecía más enérgico y mejor vestido. Todo lo que le importaba era adular a los tres oficiales frente a él mientras los conducía a la familia Lauwis en el primer piso.

Era un apartamento sencillo. Había una litera colocada en posición vertical dentro de la habitación y un escritorio lleno de pegamento y papel duro en el lado derecho. La esquina de la habitación estaba llena de marcos para cajas de fósforos, mientras que un viejo armario estaba a la izquierda, actuando como un espacio de almacenamiento tanto para la ropa como para los cubiertos.

Una estufa, un retrete y una pequeña cantidad de carbón y madera ocupaban los dos lados de la puerta, mientras que el centro de la habitación estaba ocupado por dos colchones sucios. Un hombre dormía debajo de una manta rota, sin dejar espacio para que nadie caminara.

Una señora yacía en el nivel inferior de la litera, con la piel helada. Estaba claro que había perdido todo signo de vida.

Junto al cadáver estaba sentado un hombre de unos treinta años. Tenía el pelo grasiento, parecía desanimado y sus ojos habían perdido el brillo.

“¡Lauwis, estos tres oficiales están aquí para examinar el cuerpo y hacerle preguntas!”, gritó Bitsch Mountbatten, sin tener en cuenta al hombre dormido.

El hombre desanimado levantó la vista débilmente y preguntó sorprendido: “¿No me habían ya interrogado y examinado ya el cadáver antes?”

Estaba vestido con un uniforme de trabajador azul grisáceo que tenía signos visibles de haber sido remendado varias veces.

“¡Responda sólo cuando se lo permita, sin hacer preguntas!” Bitsch Mountbatten reprendió al hombre y luego se volvió hacia Leonard, Klein y Frye. “Oficiales, este es Lauwis. La persona en la cama es su esposa, quien también es la fallecida. Según nuestro análisis preliminar, murió de una enfermedad repentina”.

Klein y el resto caminaron de puntillas hasta el borde de la cama.

El Frye de nariz alta y labios finos no dijo nada y mantuvo su temperamento frío. En cambio, palmeó suavemente a Lauwis, indicándole que se abriera paso para poder examinar el cuerpo.

Klein miró al hombre dormido y preguntó: “¿Y él es?”

“M-mi inquilino”. Lauwis se frotó la frente y dijo: “El alquiler de esta habitación es de tres soli y diez peniques a la semana. Solo soy un trabajador en el puerto, y mi esposa ganaba dos peniques y cuarto por cada lote de cajas de cerillas pegadas. Cada lote t-tiene 130 cajas. Nosotros, también tenemos un hijo. Solo podemos alquilar el resto del espacio a otra persona. Solo cobramos un soli a la semana por el colchón…”

(Mr Insomne: Por si les interesa recordar y para hacer cuentas, 1 libra son aprox 130 dólares, 20 soli son una libra y 12 peniques son un soli, mientras que el arriendo de estas personas es de 25 dólares a la semana y esta mujer ganaba poco más de un dólar por cada 130 cajas de fósforos que pegara…)

“Tengo un inquilino que está ayudando en el teatro y no regresa antes de las 10 de la noche. Vendió sus derechos sobre el colchón durante el día a este hombre. Es la persona que vigila la puerta del teatro por la noche, por lo que solo paga seis peniques cada semana…”

Al escuchar a la otra parte tartamudear mientras explicaba, Klein no pudo evitar mirar la caja en la esquina de la habitación.

Un lote tenía 130 cajas de fósforos y solo les valió 2,25 peniques, aproximadamente el costo de dos libras de pan negro… ¿Cuántas cajas podría hacer esa mujer al día?

Leonard inspeccionó los alrededores y preguntó: “¿Su esposa estaba actuando de manera anormal antes de su muerte?”

Lauwis, a quien se le habían hecho preguntas similares, señaló el lado izquierdo de su pecho y dijo: “Desde la semana pasada, bueno, tal vez la semana anterior, dijo que se sentía congestionada en esta área y que no podía recuperar el aliento. ”

¿El precursor de una afección cardíaca? ¿Una muerte normal? Klein interrumpió: “¿Vió cómo murió?”

Lauwis recordó: “Dejó de trabajar después del atardecer. Las velas y la gasolina son más caras que las cajas de fósforos… Dijo que estaba muy cansada y me pidió que hablara con los niños y la dejara descansar. Cuando la volví a ver, ya había dejado de respirar.”

La voz de Lauwis se quebró ya no pudo ocultar su pena y dolor mientra decía eso.

Klein y Leonard hicieron varias preguntas, pero no pudieron encontrar nada anormal en la muerte.

Después de mirarse, Leonard dijo: “Sr. Lauwis, espere afuera unos minutos. Vamos a realizar un examen completo del cadáver. No creo que quiera ver eso”.

“Está bien.” Lauwis se puso de pie con nerviosismo.

Bitsch Mountbatten caminó hacia el colchón y pateó al inquilino, arrastrandolo violentamente fuera del apartamento. Luego cerró la puerta y protegió la habitación desde el exterior.

“¿Entonces?” Leonard miró a Frye.

“Ella murió de un ataque al corazón”, dijo Frye con certeza, retrayendo sus manos.

Klein pensó por un momento antes de sacar medio penique, con la intención de hacer un juicio rápido.

¿El ataque al corazón de la señora Lauwis se debió a causas sobrenaturales? No, eso es demasiado limitado, la respuesta podría ser engañosa… Hmm, Hay factores sobrenaturales que influyen en la muerte de la Sra. Lauwis. ¡Usaré eso! Rápidamente se decidió por una declaración.

Mientras recitaba la declaración, Klein se acercó al lado del cadáver de la señora Lauwis. Sus ojos se oscurecieron cuando lanzó la moneda.

El sonido de la moneda reverberó por toda la habitación mientras caía, directo a la palma de Klein.

Esta vez, el retrato del rey estaba boca arriba.

¡Eso significaba que hubo factores sobrenaturales que influyeron en la muerte de la Sra. Lauwis!