Potion Danomi De Ikinobimasu (NL)

Volumen 1

Capitulo 7: Un Ángel

Parte 3

 

 

Fue entonces cuando dos incidentes entraron en escena: el primero fue una afirmación de que había aparecido una diosa de otro mundo, que también era amiga personal de la Diosa Celestine. El segundo había sucedido el otro día, y se decía que era un ángel enviado por la propia Celestine. ¿Era realmente una coincidencia que ambas sucedieran en el reino de Balmore?

Aunque la amiga de la Diosa había aparecido en un país vecino, sólo involucró a ciudadanos de Balmore, e incluso el último incidente involucró a una chica que se decía que provenía de un país extranjero que había establecido su residencia aquí. ¿Era este un presagio de que Celestine descendería sobre el mundo una vez más? ¿Iba a haber una nueva revelación divina, y podría ser una predicción de algún tipo de desastre grande y terrible?

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Por supuesto que todo el mundo estaría nervioso por eso.

… Esto está tardando demasiado.

El rey ya había tomado asiento y habían pasado varios minutos desde que dio la palabra de que estaba listo para recibir a su invitada. Era inaudito tener a un rey esperando así.

Los sonidos de creciente malestar ya habían comenzado en la habitación cuando recibieron un informe impensable:

“La chica no está aquí.”

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¡Inconcebible! ¡Había ignorado una convocatoria real para tener una audiencia con el rey! Incluso si ella fuera una mensajera de la Diosa, esto no era algo con lo que pudiera salirse con la suya tan fácilmente.

La conmoción en la sala de audiencias sólo empeoró cuando un soldado presa del pánico entró corriendo en la habitación.

“¡Su Majestad, el Vizconde Lyodart solicita reunirse con usted de inmediato! ¡Dice que tiene noticias urgentes sobre la chica!”

“¡Déjalo pasar!”

El rey tenía un mal presentimiento sobre lo que vendría después…

“Entonces lo que me estás diciendo… es que el guardia que vigilaba la puerta exigió que la niña pagara dinero o con su cuerpo para dejarla pasar, ¿por eso se fue sin entrar al castillo…?”

“Sí, parece que sí, Su Majestad…”

“¿Y ella también le juró a la Diosa que nunca entraría al castillo, y que no escucharía nada de lo que la familia real o cualquier noble dijera…?”

“Sí, Su Majestad…”

Una atmósfera de conmoción y desesperación se apoderó de toda la habitación.

“¿Cuál es el significado de esto, Amoros?” El rey presionó al supervisor encargado de atender a los invitados importantes.

“B-Bueno, Su Majestad, ¡me aseguré de informar a la persona a cargo de las puertas principales que dejara pasar inmediatamente a cualquier joven aristócrata de otro país si se presentaba, e incluso envié a alguien para que la guiara cuando llegara!”

“Fue entonces cuando apareció en las puertas traseras, y lo suficientemente temprano como para que la guardia no hubiese sido cambiada aún. Y apareció vestida de plebeya, nada menos… ¿Por qué iba a hacer algo así, Vizconde de Lyodart?”

El vizconde le contó lo que antes su hijo le había dicho.

“Parece que la chica en cuestión, Kaoru, había dejado su país de origen hace mucho tiempo y ha estado viviendo como una plebeya en nuestro país. Por esa razón, me dijeron que era natural que ella también pensara y llegara como una plebeya. Por eso intentó entrar por las puertas destinadas al ciudadano común. Parece que le pidió prestado un vestido a una conocida para la fiesta que hicimos en nuestra casa para no causar molestias…”

“Es por eso que no pensamos en darle ningún justificativo para pasar por las puertas, ya que esperábamos que una chica aristócrata viniera en su propio carruaje… Aun así, te aseguraste de informar a los guardias de antemano, e incluso tenías alguien listo para llevarla adentro, para que la culpa no fuese tuya.” Dijo el rey al supervisor. Sería cruel culparlo por este incidente, y el rey se aseguró de absolverlo de cualquier delito.

En cambio, no iba a ser lo mismo para quien estuviera a cargo de los guardias. El rey ordenó que se aplicara un severo castigo no sólo al guardia responsable de lo sucedido, sino que decretó que se abriera una investigación exhaustiva sobre sus superiores, las personas por encima de esos superiores y cualquier otra persona involucrada en la seguridad que hubiera dado o aceptado sobornos u otros delitos, se le aplicaría el mismo castigo implacable para cualquier persona declarada culpable de irregularidades. También ordenó que se llevara a cabo la misma investigación estricta sobre aquellos que tenían influencia sobre quienes el rey mantenía audiencias.

“Pero ahora, no podremos llamar a la mensajera de la Diosa al castillo. Nadie de la familia real ni ninguno de los ministros del gabinete podrá ordenarle que haga nada, y eso me incluye a mí. ¿Qué hacemos ahora…?” Dijo el rey en agonía, agarrándose la cabeza entre las manos.

El templo de Balmore; también conocido más comúnmente como “el templo”, no había necesidad de especificar exactamente a quién se estaba divinizando en el nombre, ya que obviamente iba a ser la Diosa Celestine. Para hacer una distinción entre las pequeñas diferencias en las religiones que se encuentran en los otros países, los adoradores se llamarían a sí mismos Tradicionales, Ortodoxos o Fundamentales, aunque todos adoraban a la Diosa por igual.

El miembro de mayor rango del templo en el reino era el arzobispo, Saulnier, con una variedad de obispos, sacerdotes principales, sacerdotes y monjes trabajando bajo su mando. Varios clérigos y mujeres que tenían un rango más bajo que el sacerdote principal trabajaban en los templos locales esparcidos por todo el país, y cualquiera de rango más alto que un ministro generalmente iba a trabajar en el templo de la capital real. El género no importaba en ninguno de estos rangos, pero sólo a las mujeres se les permitía cumplir el rol de “oráculos divinos”.

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Dado que el templo adoraba a una diosa, no significaba que estos oráculos se convirtieran en novias de Dios ni nada de eso. Celestine tomaba la forma de una joven doncella y, a veces, hablaba con otras jóvenes, por lo que era crucial que las doncellas del santuario fueran médiums divinas para que tuvieran algo en común con la diosa. Cualquiera que se casara o cumpliera veinte tenía que renunciar a su papel de médium, y cualquiera que pasara de ese punto podía convertirse en monja o sacerdotisa, o volver a la vida secular. No obstante, cualquier oráculo divino que entrara en contacto con Celestine mantendría su título por el resto de su vida, sin importar la edad que tuvieran o si se casaran.

Sólo el Cardenal y el Papa ocupaban cargos más altos que el arzobispo, que sólo podía residir en Tierra Santa de Rueda.

Balmore estaba en alerta constante de que Rueda intentaría emitir una orden en nombre del Papa en caso de que sucediera algo, e hizo todo lo posible para debilitar la relación entre Tierra Santa y el templo de Balmore. Esos esfuerzos eran inútiles en su mayor parte, razón por la cual el país hacía todo lo posible para que el rango del templo fuera más bajo que el del rey para mantener su influencia lejos de la política.

Una vez cada pocos años o algunas décadas, la Diosa Celestine tomaría la forma de una niña para transmitir revelaciones divinas a la gente para evitar desastres y otros peligros. Ahora bien, habían pasado más de cincuenta años desde que llegó la última revelación y ya no había nadie en el templo que hubiera estado presente la última vez que la Diosa había descendido. La fe de los que aún estaban presentes se había desvanecido y el templo se convirtió en nada más que una forma de llenar sus propios bolsillos. Como resultado, los zarcillos de la depravación se extendieron como una enfermedad por toda la religión.

El Papa de Rueda había hecho públicas otras revelaciones divinas que había curado el Gran Templo, pero no se enfrentaban al castigo divino. Aquellos que formaban parte del templo interpretaron que eso significaba que no enfrentarían la ira de la Diosa mientras eso significara propagar su nombre.

En la actualidad, las masas tenían una fe más profunda que los clérigos reales. El obispo Sarrazin era una de esas personas. Nunca había visto a la Diosa con sus propios ojos, y sólo veía su posición en el templo como una forma de apoyar su lujoso estilo de vida. La imagen de la Diosa, una niña alegre y sonriente, era otra de las razones por las que Sarrazin no la veía como algo a lo que temer, sino más bien como un ser compasivo para ellos.

“¿Un ángel?” Gruñó el obispo Sarrazin. Un ceño fruncido creció en su rostro mientras escuchaba al sacerdote principal que le traía las noticias que el sacerdote había escuchado de un aristócrata de menor rango.

“S-Sí, parece que varios nobles afirman haberla visto realizar un milagro…”

Qué tontería. En los registros antiguos se decía que la Diosa transmitiría personalmente sus revelaciones. No había una sola mención sobre un ángel o mensajero que actuara como su intermediario. Aparecía en todos los países al mismo tiempo para entregar su mensaje directamente a un oráculo divino o un sacerdote, algo que no había sucedido en cincuenta y tres años. Debe haber habido algún tipo de coincidencia afortunada o truco de fantasía que la chica utilizó para ganarse el favor de todos esos nobles.

Pero, espera un segundo… No debería importar si ella era una verdadera mensajera de la Diosa o no. Si todos los peces gordos le creyeron cuando se llamó a sí misma así, era solo cuestión de usar eso en beneficio del obispo. Incluso si se descubría que era una impostora, él terminaría siendo una de las víctimas engañadas por la chica. Debería salir impune siempre y cuando dijera que no podía dudar de nadie que afirmara ser el mensajero de la Diosa. Hasta entonces, la usaría por todo lo que valía para sacar hasta la última moneda de esta afortunada coincidencia.

Por suerte para él, la noticia no se había extendido al arzobispo ni a ninguno de los otros obispos. Todo lo que tenía que hacer era ser el primero en contactar a la chica y “tomarla bajo su protección”. Él aristócrata de menor rango también había mencionado que el palacio real estaba investigando el paradero de la chica. Otro golpe de suerte para Sarrazin, ya que también tenían personas muy piadosas dentro del castillo.

“Llame al ministro Dorn.” Ordenó Sarrazin, con una burla vulgar que ningún hombre con sotana debería hacer jamás.

Fue el día después de que Kaoru se alejara de las puertas del castillo. Estaba limpiando afuera, justo en frente de la puerta principal del taller, cuando un carruaje chillón se detuvo frente a ella.

La ventana se abrió y una voz gritó desde el interior. “Entonces, ¿este es el Taller Maillart?”

Bueno, ya tengo un mal presentimiento sobre esto…

Kaoru pudo sentir una repentina sensación de déjà vu. Dejó de barrer y bajó la cabeza exasperada.

“Sí, este es el Taller de Maillart y yo soy Kaoru.” Era una gran molestia pasar por esto cada vez, así que simplemente pasó directamente a la parte importante.

Un hombre bajó del carruaje tan pronto como escuchó la respuesta de Kaoru. Tenía sobrepeso y era regordete, y vestía un traje lujoso, aunque no parecía ser nada que un aristócrata usaría.

“Soy Dorn, un ministro del Gran Templo. El obispo te está llamando, ¡así que vendrás conmigo!”

Sí, eso era lo que pensaba…

El ministro Dorn era cómplice de Sarrazin, y el hecho de que Sarrazin le hubiera ordenado que arrastrara a la mensajera de la Diosa con él significaba que prácticamente estaban en la misma onda sobre qué hacer con ella. Dorn estaba absolutamente esperando obtener una parte de las ganancias por apoyar a Sarrazin, por supuesto. Tampoco creía que Kaoru fuera en realidad un mensajero de la Diosa, por lo que no le tenía ni una pizca de respeto. Sarrazin le había dicho que la “arrastrara hasta acá” en lugar de “condúcela” o algo más amable, por lo que debería haber sido evidente.

“No, gracias.”

“¿Qué…?”

Por un instante, Dorn no pareció comprender lo que Kaoru acababa de decirle. La idea de una simple plebeya refutando a un ministro como él nunca había cruzado por su mente.

Cuando poco a poco llegó a comprender las palabras que Kaoru había dicho, su rostro comenzó a sonrojarse.

“¡¿Q-Qué estás diciendo?! ¡Esta es una orden de un obispo! ¡Y-Y tú…!”

“Pero ni siquiera soy ciudadana de este país. No creo que tenga la obligación de escuchar lo que tenga que decir alguien de una secta religiosa diferente a la de mi país. Normalmente, los clérigos no van dando órdenes a la gente, ¿verdad?”

“¿Qu…? ¿Qu…?” La creciente rabia de Dorn por lo que acaba de decir Kaoru le robó su habilidad para hablar.

La gente estaba empezando a reunirse para ver de qué se trataba toda la conmoción, justo cuando Kaoru siguió con otra paliza verbal.

“Quién sabe lo que intentarás hacer después de arrastrar a una chica como yo a la parte de atrás de su templo. Me lo puedo imaginar ahora: ‘Y nadie volvió a ver a la chica’, o ‘Terminó varada en la orilla del río, completamente irreconocible de cómo se veía antes’. No quiero terminar como una noticia trágica, ¡muchas gracias!”

“T-Tú… pequeña…” Con la cara ahora completamente roja, Dorn finalmente logró exprimir esas palabras. “¿No temes la retribución divina por enfurecer a la Diosa?”

“¿Retribución divina? ¿Quieres decir…?” Kaoru sonrió. “¿Algo como esto?”

¡KABOOOM!

El sonido de una explosión acompañó al volado del techo del carruaje, y fue causado por algo que parecía terriblemente similar a la nitroglicerina que caía sobre él.

“¡E-Eeeeeeeek!”

Dorn se derrumbó al suelo. El conductor que estaba sentado en el carruaje se escapó lo más rápido que pudo, mientras que los otros dos que habían acompañado a Dorn sólo pudieron quedarse estupefactos detrás del ministro.

¡BAM! ¡BAM! ¡¡¡BAM!!!

Una sucesión de pequeñas explosiones estalló alrededor de Dorn mientras permanecía inmóvil en el suelo.

“¿Con quién crees que la Diosa está realmente enojada? ¿Quién crees que se enfrentará a la retribución divina aquí, hmm?”

“¡¡¡E-Eeeeeeeek!!!”

Dorn se puso de pie, huyendo tan lejos como sus piernas lo permitían mientras sus asistentes lo seguían frenéticamente.

Y así, los rumores se extendieron como la pólvora…

“Un ministro del templo enfureció a la Diosa al intentar secuestrar a su mensajera, y enfrentó el castigo divino por insultar a la chica.”

“¡Su Majestad! ¡El templo intentó interferir con el mensajero de la Diosa, y se encontraron con el castigo divino!”

“¡¿Q-Qué pasó?!” El guardia que Serge había asignado para vigilar a Kaoru regresó con un informe urgente, sorprendiendo al joven rey.

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¡¿Castigo divino?! Hace unos cientos de años, un país entero fue aniquilado cuando Celestine se enojó… ¡E-Esto es malo!

“¡¿Q-Qué hacemos, Roland?!”

El rey generalmente tenía las cosas bajo control, pero aun así no podía deshacerse de su hábito de acudir a su hermano en busca de ayuda cuando sentía que estaba acorralado.

“¡Cálmate, Serge! ¡Por ahora, tenemos que asegurar a la mensajera y ponerla bajo nuestra protección! Según lo que escuchamos del portero y el vizconde, ella dijo que nunca entraría al castillo ni escucharía nada de lo que los nobles importantes de este país tuvieran que decir,

¿verdad? Es por eso que todo lo que tenemos que hacer es encontrar un lugar que no sea el castillo, y un noble que no sea de importancia, y no debería haber ningún problema. E incluso si ella dice que no escuchará lo que tienen que decir, eso no significa que aun así no podamos hablar con ella.”

“¡Buena esa, Roland! ¡Enviaré a alguien a buscar a un noble que no sea importante en lo más mínimo!”

“C-Correcto.”

Realmente deberías ver cómo lo fraseas, Serge, incluso si eres el rey… pensó Roland para sí mismo, con una sonrisa irónica en sus labios.

……

“… ¿Entonces por eso me llamó?”

“Así es. Fuiste el único que me vino a la mente cuando pensamos en aristócratas que no eran importantes en lo más mínimo.”

“Oh…”

¿Oh? ¿No es ese el ministro Dorn? Esto si es una vista rara de ver. Por lo general, no muestra mucho entusiasmo por su trabajo y siempre se involucraba con aristócratas y otros grandes comerciantes. Pero ahora está aquí, ofreciendo fervientemente oraciones a la Diosa.

El arzobispo Saulnier asintió para sí mismo con satisfacción. Había pasado por la capilla, que era donde encontró a Dorn asumiendo diligentemente los deberes de un clérigo.

… Pero al mirar más de cerca, algo parecía extraño en Dorn. No era como si estuviera rezando por piedad, sino más bien como si estuviera aterrorizado por algo… El hecho de que sus ojos también estuvieran completamente inyectados en sangre sólo hacía que fuera obvio que algo no estaba bien.

“¿Sucede algo, Ministro Dorn?”

Tan pronto como Dorn se percató de la presencia del arzobispo, se aferró a las rodillas de Saulnier. “¡A-Arzobispo! ¡H-He hecho algo terrible!”

Al confesar lo que había sucedido con el mensajero de la Diosa, el arzobispo palideció de la conmoción.

“¡D-Debemos ir a verla de inmediato! ¡Llame al obispo Perrier lo más rápido que pueda!”

Fue por esa época que el obispo Sarrazin se preguntaba por qué Dorn tardaba tanto en regresar, pero asumió que era porque la chica se estaba tomando su tiempo para prepararse para ir al templo, por lo que no se preocupó demasiado por eso…

“¡Estoy buscando a la mensajera de la Diosa!” Llamó una voz fuerte desde la entrada del Taller Maillart.

Kaoru no era exactamente la empleada de una tienda, y nunca se había llamado a sí misma mensajera o ángel de la Diosa ni nada, así que ignoró la voz mientras continuaba preparándose para hacer comida para todos en la cocina. Achille tampoco estaba prestando atención a la voz, ya que su padre se aseguró de dejarle claro que ignorara cualquier tipo de contacto además de los mensajes que su padre le transmitiría desde el castillo.

Bardot, el jefe del taller, terminó teniendo que recibir a su invitado.

“Bueno, ¡mire eso! ¿A qué debo el placer de que un obispo del templo visite nuestro taller, señor?”

“¡Buen día! ¿Está el ángel aquí?”

“¿Ángel…?” Bardot no tenía la menor idea de qué estaba hablando el hombre. “¡Me refiero al ángel enviado por la Diosa, por supuesto!”

“Bueno, eh… ¿por qué alguien así estaría aquí…?”

Los dos definitivamente no estaban en la misma página…

El obispo Perrier, el mensajero que había enviado el arzobispo Saulnier, finalmente recordó que iba a encontrar a alguien llamado “Kaoru”, que anunció de inmediato a Bardot.

“¿Eh? Bueno, si lo está buscando a Kaoru, ella está en la parte de atrás… pero ¿qué pasa con todo este asunto del ‘ángel’?”

Justo en el momento en que Achille se levantaba para intervenir antes de que las cosas empeoraran…

“¡Achille! ¿Estás aquí?”

… El Vizconde Lyodart acababa de llegar en su carruaje, recién llegado del palacio real. “La señorita Kaoru vendrá a la casa de Lyodart para reunirse con Su Majestad.”

“Creo que no. La mensajera de la Diosa irá al templo para encontrarse con el arzobispo.” “¿Estás diciendo que harías esperar a Su Majestad?”

“¿Quién cree que es el que siempre dice que la religión y la política no deben tener nada que ver entre sí?”

“Hmgh…” “Mmrgh…”

La tensión en el aire era palpable. Ninguno de los dos podía echarse atrás ahora. Si lo hicieran, comprometería sus posibilidades de traer a Kaoru de regreso con ellos.

“Hay que ver, ustedes son ruidosos…” Kaoru finalmente, aunque de mala gana, mostró su rostro.

“¡Oh, señorita Kaoru!” “¡Lady Ángel!”

“No hay problema si voy y me reúno con ambos, ¿verdad? Pero no quiero escuchar nada sobre hacer esto en una de sus bases de operaciones o en un lugar donde no haya gente alrededor. Tengo miedo de pensar en lo que sucedería, así que esas opciones definitivamente están descartadas. Quiero reunirme en un lugar donde puedan ver muchas personas que no tienen nada que ver con esto y que no están bajo el control o la influencia de ninguno de los involucrados. Si pueden prometer hacer exactamente lo que digo además de eso, no tendré problemas en reunirme con ambos.”

La plaza central de Grua, la capital real de Balmore, estaba en un lugar cerca de la puerta principal del castillo real. El Gran Templo estaba enfrente de él, donde se podía ver una estatua de la Diosa en la entrada. Aunque generalmente era un lugar lleno de turistas y puestos bulliciosos cuando la gente pasaba, un silencio se había apoderado de la plaza. No era porque no hubiera nadie alrededor; de hecho, había suficientes personas reunidas aquí ahora para competir con la asistencia a festivales y otros grandes eventos que se llevan a cabo solo unas pocas veces durante el año. Incluso había aristócratas allí, acompañados de sus propios guardias y asistentes personales.

Ahora bien, a partir de ahora, todos estaban completamente quietos y un silencio mortal se había apoderado de la plaza. En el centro de todos los reunidos había un escenario, uno que podía ser visto fácilmente por todos y tenía sólo unos pocos metros de altura. Había mesas y sillas colocadas en el escenario, juntas para formar la forma de un triángulo. Se organizó como si fuera un debate entre tres grupos separados.

Después de un corto período de tiempo, aparecieron alrededor de una docena de sacerdotes desde el interior del Gran Templo. Cuando se acercaron al escenario, tres de ellos se separaron del grupo para tomar sus asientos en las sillas provistas mientras los demás esperaban cerca. Después de otra corta espera, un carruaje extravagante salió del palacio real, rodeado por una escolta de guardias. Cuando llegó frente al escenario, sus pasajeros desembarcaron. Al igual que los sacerdotes del templo, los tres pasajeros tomaron sus asientos en el escenario mientras todos los demás estaban en espera no muy lejos.

Asistieron tres personas del templo: el arzobispo Saulnier, el obispo Perrier y Shaela, un oráculo divino. Aunque era un oráculo, Shaela era bastante mayor, teniendo en cuenta que tenía más de sesenta años. Asimismo, también había tres personas del palacio real: el rey, Serge, su hermano Roland y el primer ministro, Corneau.

Dos puntos del triángulo se habían reunido, así que todo lo que quedaba era que alguien llenara esa última esquina… y esa última persona era alguien que incluso haría esperar al rey.

El aire estaba cargado de tensión. “¡Ah, lo siento, llego tarde, chicos!”

Pero esa tensión fue en vano cuando una joven plebeya gritó entre la multitud.

Kaoru había solicitado lo siguiente para reunirse con todos: Primero, hablaría con la gente del palacio real y del templo al mismo tiempo. En segundo lugar, lo harían en un lugar que no estuviera bajo el control o la influencia de ninguna de las partes. Y tercero, hablarían frente a un gran grupo de personas.

El lugar de elección específico de Kaoru para satisfacer esas condiciones estaba aquí en la plaza central, donde llevarían a cabo una sesión de preguntas y respuestas que estaba abierta al público. Había tres personas presentes cada una del palacio real y del templo, con Kaoru como la única que se representaba a sí misma.

“Sin más preámbulos, comencemos con esta audiencia.” A la señal de Kaoru, comenzó la discusión.

“En primer lugar, me gustaría preguntarles a todos por qué querían reunirse con una simple plebeya como yo.”

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“E-Es la mensajera de la Diosa, así que por supuesto que la invitaríamos al palacio real…” Respondió el primer ministro Corneau, desconcertado por qué preguntaba algo donde la respuesta parecía ser tan obvia.

“Pero eso realmente no tiene nada que ver conmigo, ¿verdad? Incluso si fuese al palacio, no hay nada que nosotros pudiésemos hablar, y no tengo ningún negocio allí.”

“¿Qu…?” El primer ministro Corneau se quedó sin palabras.

“E-Erm… ¿La Diosa tiene alguna revelación o bendición para darnos?” Preguntó el rey Serge en lugar de Corneau.

“¿Hm? No, en realidad no.” “…”

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El rey le devolvió la mirada con asombro, con ambas manos sobre la mesa. El siguiente fue Roland, reemplazando a su hermano para hacer una pregunta.

“Pero por lo que hemos escuchado, hubo algunos ciudadanos aquí en la capital que se salvaron después de recibir las bendiciones de la Diosa…”

“Oh, cierto. Eso fue sólo para ayudar a aquellos que tenían buen corazón y sufrían sin razón aparente. Incluso si la familia real o cualquier otro aristócrata estuvieran haciendo todo lo posible para gobernar de manera justa el país o sus otros territorios, eso es sólo parte de su trabajo, por lo que realmente no los hace ‘de buen corazón’ ni nada por el estilo. Cualquier soldado o guardia herido en la batalla sólo terminó así porque estaba cumpliendo con su deber, por lo que realmente no hace que su sufrimiento sea irracional, o que haya sucedido sin ninguna razón. Ninguno de los dos casos exigiría que la Diosa interviniera. Por eso no tiene sentido que me reúna con la realeza o los aristócratas. Tampoco puedo entrar al castillo, ya que le juré a la Diosa que no lo haría después de que me dijeron que tenía que pagar con mi cuerpo si quería entrar.”

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La bomba que dejó caer Kaoru envió ondas de choque a través de la multitud.

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“¡¿Le dijeron al ángel que pagara con su cuerpo?!” “¡Blasfemia! ¡¿En qué están pensando los nobles?!”

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Incluso Roland no podía ocultar su nerviosismo cuando la gente expresó su indignación.

“Quiero decir, Celes ni siquiera se preocupa mucho por lo que le sucede a la gente, a menos que realmente se interese por ellos. A no ser que hubiera una gran cantidad de personas que fuesen a ser asesinadas, una diosa como ella normalmente no haría todo lo posible para intervenir en la vida de nadie.”

Roland se quedó en silencio una vez que escuchó esas palabras. Todos los presentes también ignoraban por completo el hecho de que Kaoru llamaba casualmente a la todopoderosa y venerada Diosa con un apodo cursi.

Por otro lado, los participantes del templo estaban encantados de escuchar a Kaoru decir que no iría al palacio.

“¡Entonces, por favor, venga a nuestro humilde templo!” Insistió el arzobispo. “¡Como estamos tan cerca de la Diosa misma, no hay lugar más adecuado para que una mensajera de la Diosa pase su estancia aquí!”

“No, yo tampoco tengo nada que ver con el templo.”

Una expresión de sorpresa cubrió el rostro del arzobispo Saulnier.

“A-Aunque seas de otro país con una denominación ligeramente diferente, todos adoramos a Celestine, ¿no es así? Como mensajera de la Diosa, ¡únase a nosotros para ayudar a la gente!” Perrier suplicó desesperadamente.

“¿Eh? Realmente no soy una seguidora de Celestine ni nada, ¿saben?” “““¡¿QUÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉ?!”””

Gritos de incredulidad surgieron de la plaza después de la bomba nuclear que Kaoru acababa de lanzar.

“Vengo de un país que cree que las bendiciones del bosque, los ríos y el océano provienen de los dioses, y que su voluntad divina existe en todo. Celestine es sólo una de esos muchos dioses que resultan ser lo suficientemente amables como para adoptar una forma humana para ofrecer consejos directamente a la gente.”

“E-Entonces, ¿cuál es su relación con la Diosa…?” “Sólo somos amigas, eso es todo.”

Saulnier y Perrier dejaron caer sus mandíbulas al unísono debido a la incredulidad por lo que acaban de escuchar. Shaela, por otro lado, pareció sólo levemente sorprendida por la repentina revelación.

“Oh, sí, y todos siguen llamándome ‘ángel’ o ‘mensajera’ o lo que sea, pero en realidad no estoy trabajando para Celes ni nada. Somos iguales y dos buenas amigas, sea dicho.”

En este punto, todos en el escenario parecían como si les hubieran quitado la vida.

“Incluso si intentan obligarme a hacer algo, Celes no permitirá que suceda algo así. El infierno espera con la furia de una Diosa enojada, y puede que no se detenga en quién lo inició.” advirtió Kaoru, frente a los aristócratas y otros clérigos que no estaban en el escenario. “Podría terminar incluyendo a sus familias, sus seguidores, la facción a la que pertenecen, la capital real, todos los demás territorios de Balmore, o incluso todos los templos de todo el país. Celes no está muy orientada a los detalles, si me entienden.”

El color desapareció instantáneamente de todos sus rostros cuando escucharon eso.

“Si vienen a mí y me piden que haga algo por ustedes, puedo garantizar que lo que sea que intentan pedirme nunca sucederá. Los dioses deben ser respetados, pero no deben confiar en ellos para todo. Aunque está muy bien mostrarles su fe y devoción, no deben esperar que les ayuden, y nunca deben exigirles nada.”

Todos en el escenario, excepto el oráculo, parecían como si sus almas acabaran de dejar sus cuerpos por la boca.

No parecía que tuvieran más preguntas para mí después de eso, así que estaba pensando que ya era hora de que saliera a la carretera cuando el oráculo de repente me preguntó algo.

“Disculpe, pero ¿cómo está Lady Celestine?”

¿Me está poniendo a prueba para ver si realmente soy amiga de Celes? A juzgar por la edad que parece, existe la posibilidad de que fuera un oráculo la última vez que Celes transmitió una de sus revelaciones…

“Como si tuviera la cabeza en las nubes.” “Jeje, ya veo…”

Me pregunto si también ha hablado con Celes antes. De hecho, me pregunto si puedo irme ahora… Oh, sí, antes de eso, todavía hay otra cosa que me molesta…

“Disculpe, señorita oráculo, pero ¿puedo preguntarle algo?” “Por supuesto. Por favor, pregunte lo que tenga en mente.”

“Um… ¿por qué las tetas de Celes son tan grandes en esa estatua de ella?”

Y así fue como la última persona que estaba en el escenario finalmente se derrumbó… Se derrumbó de risa, cabe destacar.

Potion Danomi De Ikinobimasu Volumen 1 Capitulo 7 Parte 3 Novela Ligera

 

 

Kaoru se sentía bastante bien consigo misma. No sólo se las había arreglado para encontrar una manera de mantener alejados tanto al templo como a todos en el castillo, ahora tenía mucha más libertad para hacer lo que quisiera. Incluso si se resbalaba un poco aquí y allá, nadie debería causarle problemas a partir de ahora. En este momento podría ayudar a muchas más personas y, lo que es más importante, podría obtener dinero por hacerlo. El solo pensar en una vida pacífica en la que no tuviera que preocuparse por el dinero la hizo sonreír de oreja a oreja.

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La noticia de lo que sucedió se extendió fuera de Balmore en casi nada de tiempo, y eso fue sin que Kaoru supiera que estos países no se quedarían de brazos cruzados una vez que se enteraran de ella…

Estaba el reino de Brancott, el país del que Kaoru había escapado. También estaba la Tierra Santa de Rueda, cuya influencia se había debilitado en los cincuenta y tres años desde la última vez que descendió la Diosa. Luego estaba el Imperio Aligot militarista, rodeado por nada más que océanos y montañas, que estaban listos para tomar medidas drásticas para revitalizar su economía en constante decadencia.

Los engranajes de la discordia cobraban vida en este mundo que alguna vez fue pacífico.

Incluso si Kaoru no estuviera aquí, este era un resultado que habría llegado eventualmente.

Pero había una cosa segura: la existencia de Kaoru aquí sólo estaba acelerando el proceso…

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