Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“Me sorprende, Su Alteza, que no pueda responder a preguntas tan simples como éstas.”

El estúpido cuatro ojos que se asomaba a Mia la miro como si fuera tonta antes de poner los ojos en blanco con exasperación. Mia, mientras tanto, tenía la cabeza gacha. No ofreció ninguna respuesta. Todo lo que hizo — lo que pudo hacer — fue pararse ahí, tratando de calmar sus hombros temblorosos. Era realmente una visión lamentable de contemplar.

¡Para ella, eso es! Esos hombros, como ves, no temblaban por la frustración…

“Ojojojo…”

Mia miró desde el suelo para encontrarse con la mirada del cuatro ojos. Su rostro se fijó en una amplia y triunfal sonrisa.

“¡Oh, pero yo puedo! ¡Estas preguntas son muy sencillas!” declaró con garbo antes de abrirse paso a través de ellas, respondiendo pregunta tras pregunta con la mayor facilidad.

El par posterior de sus cuatro ojos se abrieron de par en par, asombrado por su actuación.

“¡Ooooojojojo! ¡Son tan fáciles que prácticamente me estoy durmiendo!” Ella bostezó para hacer efecto. “Me sorprende que se haya molestado en hacerme estas preguntas. Oh, no me digas… ¿Puede ser que no sepas las respuestas? En ese caso, ¿te enseño cómo conseguirlas?”

Se cruzó de brazos y, de la manera más engreída posible, levantó la barbilla hacia el hombre detrás de las gafas — Ludwig.

“No, eso no será necesario”, respondió él con repentina deferencia. “Ahora veo que Su Alteza posee un intelecto más grande que el que yo podría reunir… Con mi nueva comprensión de su ilimitada sabiduría, debo pedirle humildemente que asuma el venerable papel de educadora en la recién construida academia.”

“¿Oh? Entonces, ¿quieres que enseñe? Ah… ¿Es por eso que me pediste que volviera a la capital?”

“Lo es, Su Alteza. Y si está tan dispuesta…” Se arrodilló y le presentó una vara de madera ornamentada. “Esto es para usted.”

Fue maravillosamente diseñado con una mascota de hongos en el extremo. En el momento en que lo tomó en sus manos, su entorno cambió. Ahora estaba en una gran biblioteca con un aire solemne. La vasta cámara estaba llena de libros y artísticamente adornada con hermosas flores, de las cuales emanaba una sublime fragancia. Mia, una emperatriz del conocimiento ilimitado, era la dueña indiscutible de este espacio, su presencia se extendía de pared a pared. Un destello — de luz, o inspiración, o quizás ambos — bailó a través de sus gafas, y ella extrajo un libro de su fila de vecinos bien alineados.

“Hmm… Este es un libro muy bien escrito. No es que me importe mucho, ya que ya lo sé todo. ¡Después de todo, soy una princesa del intelecto, y una maestra de esta academia!”

Su pecho se hinchó con orgullo. Al instante siguiente, Bel apareció, con un grueso tomo abierto en sus manos.

“¡Señorita Mia, no entiendo este papel!”

“¿Qué parte? Muéstrame. Hmmm… Ah, ya veo. Va así, y esto…”

“¡Wow! ¡Eres tan inteligente, señorita Mia!”

“Pensar que debería añadir a sus dones siendo una profesora tan talentosa… Yo, Ludwig, me siento humillado hasta la médula, Su Alteza.”

Pronto, filas y filas de gente se unieron a Ludwig y Bel, haciendo cola para suplicarle su instrucción.

“Soy tan popular… ¡Ojojojo! ¡Ahhh, se siente tan bien que es casi como un sueño!”

Presumiblemente, en este punto, ni siquiera es necesario señalar que ella estaba en algo allí.

Y así, mientras la suave sacudida de su cuerpo se registraba lentamente en su mente adormecida, abrió silenciosamente los ojos.

“Mmm… ¿Hm? ¿Dónde estoy?”

A medida que su visión borrosa se fue enfocando, se encontró con un techo desconocido. Poco después, apareció el rostro de Anne.

“Ah, ¿está despierta, mi lady?” dijo con una tierna sonrisa.

“Yo no… ¿Qué estaba…?”

Se le ocurrió a Mia que su cabeza estaba apoyada en algo suave y cálido. La sensación le ayudó a poner en orden su memoria, y finalmente recordó lo que había pasado. Se había acostado, con la cabeza en el regazo de Anne, antes de que el suave balanceo del carruaje la hubiera adormecido.

“Vaya, parece que me he dormido, ¿no? Lo siento mucho, Anne. Debes estar cansada.”

“No, en absoluto. Lo que importa es que duermas bien. Espero que haya sido reparador. Me he dado cuenta de que estabas sonriendo. ¿Tuviste un sueño particularmente agradable?”

“Sí, lo tuve. Tan agradable, de hecho, que estoy un poco decepcionado de que haya sido un sueño. ¡Oh, eso me recuerda!”

Disparó de pie y sacó rápidamente su diario.

“Será mejor que escriba esto para no olvidar… ¡Puede ser útil más tarde!”

Con una pasión furiosa, garabateó en sus páginas los eventos del maravilloso sueño que acababa de tener. Después de documentarlo en detalle, dio un suspiro de satisfacción.

“No tenía ni idea de que enseñar a otros pudiera ser tan divertido. Hm… Ser una profesora podría no ser tan mala idea.”

Ella recordó el pasaje perdido de las Crónicas de la Princesa Mia.

“Por qué desapareció la parte de la academia, me pregunto… Junto con la nueva cepa de trigo resistente al frío que nunca existió en el futuro de Bel… Es mejor tener tantos planes de respaldo para asegurar la comida como sea posible si quiero pasar la hambruna el año que viene, así que perder la academia y el trigo podría ser un verdadero problema…”

Técnicamente, mientras mantuviera las reservas actuales y asegurara las rutas de distribución de Forkroad y Compañía, sobrevivir a la hambruna en sí era probablemente una hazaña manejable. Para Mia, que era, por decirlo amablemente, extremadamente reacia al riesgo, “manejable” no era suficiente para evitar que se sintiera incómoda.

“En cuanto a qué hacer con esto… ¡Hm!” Ella asintió con la cabeza. “¿Saben qué? ¡Creo que convertirse en profesora de la academia es una buena idea! ¡De esa manera, cualquiera que sea el problema, puedo estar ahí para resolverlo yo misma!”

…Un observador objetivo señalaría que ella podría muy bien terminar “resolviendo” el proyecto de cultivo de trigo, y tal vez incluso la propia academia, en el olvido, pero ni el observador ni la objetividad estaban presentes en ese momento.

“Mi lady, ¿qué está escribiendo?”

“¿Hm? Oh, ¿te interesa esto, Anne? Es mi diario, y estoy escribiendo el sueño que acabo de tener…”

Tres días después, su carruaje llegó a la capital imperial, Lunatear.