Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

¡No voy a tolerar esto! ¡No, no lo haré!

Esmeralda gruñó disgustada mientras se metía en la boca más del guiso de marisco especial de Nina. El zumo de la palmera de luna llena aportaba un sabroso sabor al condimento de sal marina, enriquecido aún más por el espolvoreo de las especias mágicas de Nina. Un agradable aroma llenó su nariz mientras la sopa caliente bajaba por su garganta y calentaba su cuerpo. Junto con las verduras que Mia había traído, que también estaban hervidas a la perfección, el guiso resultaba más sabroso que la mayoría de las comidas ofrecidas por la posada local estándar.

Eso estaba muy bien. Como criada al servicio de los Greenmoons, se esperaba este nivel de competencia culinaria. La queja de Esmeralda estaba en otra parte, a saber…

¿Cómo es que nadie me felicita por la cocina?

Los logros de los asistentes pertenecían a sus maestros. Dado que Nina había elaborado una cocina sabrosa, como su maestra, Esmeralda merecía un reconocimiento. Sin embargo, para su frustración, todo el mundo se limitaba a elogiar a Nina por la cocina. Nadie escatimó una palabra de elogio para Esmeralda.

¡Esto no está bien! ¡Sencillamente, no lo esta!

A su favor, Esmeralda había ayudado a cocinar, aunque de mala gana. Ya era bastante malo que los dos príncipes se hubieran involucrado en el trabajo sucio, pero incluso Mia se había ensuciado las manos, dejando a Esmeralda sin más remedio que participar. Y dulces lunas, la chica había trabajado mucho. Si Mia hubiera tenido el sentido común de aflojar, Esmeralda podría haber dicho un “Seguramente, ese trabajo está por debajo de las damas de sangre noble como nosotras” aquí y un “Dejemos el trabajo físico a los chicos” allí. Pero con Mia, su superior en rango y menor en edad, totalmente comprometida a ayudar, no tenía excusa para hacer otra cosa. En consecuencia, el vector de su irritación apuntaba naturalmente hacia Mia.

¡Siempre es así! ¡Somos nobles, por las lunas! ¡Se supone que debemos ver a los humildes campesinos trabajar para nosotros, y enorgullecernos de ello! ¡Así es la tradición!

La tradición y la costumbre gobernaban el comportamiento de los nobles de alto rango, y así gobernaban el de ella. Había una propiedad en ello. Una dignidad con la que se esperaba que los de sangre elevada se comportaran. Para alguien a quien se le habían inculcado esas creencias desde una edad temprana, la forma en que Mia se comportaba era poco menos que desconcertante. Desde la forma en que recordaba los nombres de todos sus asistentes hasta el afán que mostraba al realizar tareas serviles y fastidiosas, todo era muy confuso. A los ojos de Esmeralda, Mia era como un enigma andante, sin una pizca de sentido común y con una fuerte propensión a degradar su persona y su condición de princesa.

Y por culpa de sus tonterías, yo estoy atrapada haciendo lo mismo… Ugh, que terrible molestia.

Su enfado continuó a fuego lento durante toda la velada, siguiéndola hasta su tosco catre. El resto del grupo, que se había esforzado por averiguar cómo vivir en una isla desconocida, cayó en un sueño rápido y cansado. Ella se quedó sola, con cualquier atisbo de sueño disipado por su mal humor.

“…No puedo dormir. ¡Uf, no puedo dormir en absoluto! Tal vez debería dar un paseo…”

Se incorporó y parpadeó, esperando que sus ojos se adaptaran a la oscuridad. Al ver que todo el mundo estaba profundamente dormido, asintió satisfecha y se puso en pie. Después de dar unos pasos hacia la entrada de la caverna, se detuvo de repente.

“…Eso me recuerda, ¿no dijeron algo sobre no adentrarse más en esta cueva?”

Recordó la advertencia de Sion y Keithwood con una sonrisa traviesa.

“En ese caso, creo que sé exactamente a dónde voy. Eso les enseñará a decirme lo que puedo o no puedo hacer. Soy un alma libre y noble, y nadie puede atarme.”

Para que conste, también le advirtieron que no fuera a la zona rocosa más allá del bosque, pero era de noche, y un alma libre y noble como ella no apreciaba la idea de caminar por un bosque en la oscuridad. Demasiado espeluznante. Había planeado merodear cerca de la entrada de la cueva durante un rato, o tal vez vagar por los alrededores. Sin embargo, si pudiera permanecer dentro de la cueva, sería una historia diferente…

Una vez decidida, se adentró en la caverna de puntillas. Con una mano en la pared de roca, caminó hasta estar a una buena distancia de Mia y los demás antes de soltar una risa suave pero victoriosa.

“Apuesto a que todos pensaron que no me atrevería a ir más lejos debido a lo oscuro que está aquí. Bueno…” Sacó el colgante que colgaba de su cuello. “Comprobar y acompañar.”

Incrustada en el colgante había una gema muy valiosa que había adquirido en el extranjero llamada arystal. Comúnmente conocida como roca de lámpara lunar, absorbía la luz del sol y brillaba en la oscuridad.

“Debo decir, sin embargo, que esta cueva sigue y sigue, ¿no es así? Me pregunto cómo será más adentro”, murmuró con curiosidad mientras se adentraba en las profundidades sin luz.

Esmeralda era el tipo de chica que, si se le advertía que no debía ir a algún sitio, de repente le invadía el impulso de hacer exactamente eso. Seguramente le venía de familia. Las paredes se estrechaban constantemente y el techo se hacía más bajo, pero ella no hizo caso a estas señales y se puso medio agachada para seguir avanzando. Siguió avanzando sólo para descubrir… nada en absoluto. No había nada interesante. Nada extraño.

“Hmph. Pensé que encontraría algo aquí… pero sólo hay rocas y espacio vacío.”

Aburrido, pensó en dar la vuelta, pero el impulso la empujó a coronar lo que parecía una pequeña colina, con lo que…

“Vaya, ahora todo es cuesta abajo.”

Agarrándose a una estalactita del tamaño adecuado que había cerca, levantó su colgante para que le diera luz y se inclinó hacia delante, intentando mirar en la oscuridad que descendía.

“Vaya…”

Oyó un fuerte chasquido y, más aún, lo sintió en la palma de la mano.

“¿Eh? ¿Qué? Oh —” Y con un largo y resonante “Diooooosssssss”, cayó por la pendiente.

Aquella noche, Mia creyó oír el grito de una mujer en algún lugar de la distancia. Su imaginación se disparó y se le ocurrieron visiones de fantasmas que vagaban por la oscuridad. Ni que decir tiene que el sueño no iba a llegar pronto.

“O-Ojojo, qué tonta soy. ¿Espectros cultistas malignos? Eso es obviamente una tontería. Sólo he oído el viento. Era el sonido del viento, eso es todo. No podría ser otra cosa… Hnnngh, Anne, Anne…”

Al final, Mia se durmió agarrada fuertemente a Anne. Resulta que durmió muy bien. Qué bien por ella.

Después de haber dormido mucho, Mia se despertó a la mañana siguiente con un bostezo somnoliento.

“Mmm… Hm… ¿Anne?”

Se frotó los ojos somnolientos y parpadeó un par de veces. Al ver que no podía encontrar a su leal doncella, se frotó los ojos de nuevo para despejarlos.

“…¿Eh?”

No eran sus ojos. Anne no estaba allí. De hecho, no había nadie.

“Mi Dios…”

Se rascó la cabeza y se levantó. Entrecerrando los ojos, echó un vistazo a la oscura caverna, sólo para confirmar que, efectivamente, estaba sola.

“Qué raro… Estoy bastante segura de que Anne estaba a mi lado anoche — ¡¿Ah?!”

De repente, los recuerdos de la noche anterior le vinieron a la cabeza. Recordó el gemido sobrenatural que había resonado en la distancia. Había sonado como un grito humano. Un grito humano… en una isla que se suponía desierta. ¿Qué demonios podía ser eso?

“Se supone que somos los únicos en esta isla… ¿no es así?”

¿Se habían equivocado? Tal vez tenían compañía. Y tal vez… no era tan humano — o tan opaco — como ella quisiera. Espectros cultistas malignos, por ejemplo…

“¡Eh!”

Asustada por el escalofrío que le recorrió la columna vertebral, tragó saliva. Se había sentido demasiado como el toque frío de una mano fantasmal.

“A-Anne… Anne…”

Con la voz entrecortada, gimió por su doncella mientras arrastraba nerviosamente los pies hacia la entrada de la cueva. No podía gritar el nombre de Anne, porque eso delataría su posición, y entonces… se sabría dónde estaba. O tal vez… ellos lo sabrían.

“¡Eeeek! ¡A-Anne! ¿Dónde estás? Anne…”

Su visión comenzaba a ser borrosa debido a las lágrimas, y asomó la cabeza por la abertura de la cueva, sólo para encontrar una figura borrosa que corría hacia ella. Estuvo a punto de gritar, pero se contuvo cuando se dio cuenta de que sólo era Anne.

“¡Mi lady!”

“A-Anne…”

“¡Malas noticias! Nosotros — ¡Waaah!”

Anne soltó un grito de sorpresa cuando Mia se abalanzó sobre ella. Sin embargo, atrapó con seguridad la forma que se abalanzaba y acarició suavemente su espalda.

“¿Qué pasa, mi lady? ¿Ha tenido un mal sueño?”

Después de tranquilizarla tiernamente, Mia recuperó por fin la cordura suficiente para calmarse.

“¿D-Dónde has estado todo este tiempo, Anne? ¿Y dónde se fueron todos los demás?”

“Oh, es cierto. Tengo malas noticias. Es mejor que esperemos a que todos regresen antes de que les cuente los detalles, pero la señorita Esmeralda ha desaparecido.”

“¿Eh? ¿Esmeralda ha desaparecido? ¿Qué quieres decir? ¿Cómo?”

Finalmente, Sion, Keithwood y Abel regresaron a la cueva junto con Nina, quien explicó con una expresión ligeramente preocupada: “Cuando me desperté por la mañana, mi lady Esmeralda no estaba en ningún sitio.”