Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Mientras las chicas estaban fuera disfrutando de la primavera, los chicos volvieron a la playa. Contemplando la maltrecha costa, Sion se cruzó de brazos.

“Bueno. ¿Cuál debería ser nuestro próximo movimiento?”

“Buena pregunta”. Abel frunció los labios. “Para empezar, no veo ninguna señal de naufragio, así que…”

La búsqueda entre los restos de la costa no reveló nada que pareciera provenir del Estrella Esmeralda, ni tampoco había marineros heridos o cuerpos ahogados.

“Sin embargo, tenemos que estar seguros. Si ese yate sigue a flote o no, decidirá nuestro curso de acción. Si está amarrado en algún otro lugar de la isla para protegerse de la tormenta, podemos esperar hasta que regrese. Incluso si ha sufrido algún daño, mientras pueda seguir navegando, podemos enviarlo de vuelta a Ganudos para pedir ayuda. Dicho esto…”

“Esa tormenta ha sido una pasada”, dijo Keithwood, retomando lo que Sion había dicho. “Lady Esmeralda parecía bastante segura de la durabilidad de su yate, pero…”

“No sé hasta qué punto podemos confiar en su juicio. No quiero ser grosero, pero por su forma de hablar, suena como cualquier otro pez gordo de la nobleza. La confianza de alguien que se adhiere a esa escuela de pensamiento no es muy tranquilizadora.”

Sion asintió con la evaluación de Abel.

“Estoy de acuerdo. Como mínimo, deberíamos tomar lo que dice con un grano de sal. Por el bien de todos.”

“Probablemente deberíamos proceder bajo la suposición de que el yate se hundió.”

Si la Estrella Esmeralda estaba intacta, entonces el plan sería sencillo; podrían simplemente esperar. Podrían ser necesarios unos días de supervivencia, pero no tardaría en llegar la ayuda. Podrían acampar aquí durante una semana más o menos sin muchos problemas. Si la Estrella Esmeralda se hubiera hundido, su perspectiva cambiaría significativamente.

“Encontrar una forma de salir de esta isla nosotros mismos… no es muy realista”, murmuró Sion.

Abel también hizo una mueca.

“Sí, tendríamos que construir un nuevo barco, y no creo que ninguno de nosotros esté dispuesto a ello… Pero, ¿quién sabe? Quizá a Mia se le ocurra alguna idea brillante como siempre hace.”

Los hombros de Mia, al parecer, eran una especie de imán de cargas, que atraía las esperanzas y expectativas de los demás sin su consentimiento.

“Nuestro método más realista de rescate es probablemente que los vasallos de la princesa Mia o alguien de la Casa Greenmoon se den cuenta de que algo va mal y envíen un grupo de búsqueda. Ese Ludwig, en particular, parece bastante agudo por lo que he visto…”

“En ese caso, necesitaremos alguna forma de marcar la posición de esta isla para ellos.”

“¿Tal vez deberíamos enviar algunas señales de humo o algo así?” Abel, fiel a su estilo, ofreció una propuesta previsible pero no por ello menos sensata.

“Suena bien. De acuerdo, nos centraremos en dos tareas por el momento. Una, hacer señales de humo para pedir ayuda. Dos, asegurar un suministro de alimentos”, concluyó Sion antes de hacer una pausa con una risa divertida. “Hablando de comida, lo que hizo Mia allí atrás me tomó por sorpresa.”

Keithwood asintió sombríamente.

“Sí. ¿Quién iba a pensar que, en circunstancias como éstas, repartiría sus propias raciones con tanta libertad? Y a nosotros, los asistentes, también.”

“Considerando las políticas que ha implementado en Tearmoon, sería tonto pensar que no entiende la importancia de los suministros de alimentos. Lo que hace aún más notable que ella se desprenda de los suyos tan voluntariamente. Nunca dudé de su integridad, pero aún así… Es una maravilla.”

Mientras hablaba, Sion volvió a pensar en su interior.

Si vamos a vivir en esta isla, debemos decidir un líder. Me debatía entre Mia y yo, o tal vez Abel… pero después de ver ese sol abrasador, creo que ya no tengo el valor de nominarme a mí mismo.

Mia y Anne fueron las primeras en encontrarse en la playa. La ropa de la primera estaba seca, mientras que la de la segunda estaba todavía un poco mojada. Anne sonrió y dijo: “No pasa nada. Se secarán mientras las lleve puestas”, cuando Mia la miró con preocupación, pero ahora, mientras el pleno calor del sol las azotaba, se preguntó si había cometido un error mientras miraba con envidia la fresca humedad del atuendo de su criada.

“Ah, Mia, estás ba— ¿Hm? ¿Dónde está Lady Esmeralda?”

“Dijo que esperaría a Nina para lavar su ropa.”

Sion le dirigió una mirada de desconcierto, que fue compartida por los demás chicos. Sólo después de que Anne ofreciera una explicación complementaria sobre la insistencia de Esmeralda en la correcta división del trabajo, pusieron los ojos en blanco en señal de comprensión.

“Bueno, supongo que sí…”, suspiró Sion. “Tenemos algunos asuntos importantes que discutir, así que esperemos hasta que ella esté aquí.”

Pasó una hora más o menos, durante la cual habían terminado los preparativos para una fogata en la playa, antes de que Esmeralda finalmente apareciera con Nina a cuestas. Sion miró a cada uno de ellos por turno, asegurándose de que todo el equipo estaba presente, antes de hablar.

“Hasta que consigamos salir de esta isla desierta, creo que deberíamos decidir un líder para el grupo.”

“Hm, creo que tienes razón. Dicen que demasiados capitanes hacen que un barco navegue hacia la luna, después de todo”. Mia estuvo de acuerdo antes de poner un dedo en su barbilla en el pensamiento.

Hmm… Si lo que necesitamos es un líder, creo que debería ser yo.

Se sentía plenamente capacitada para el papel. Parecía muy probable que, entre los miembros de su grupo, la más versada en el arte de la supervivencia… fuera ella. Podía decir qué plantas eran comestibles, y sabía cómo pescar. Bueno, peces de río, al menos. No era una aficionada. Con todo lo que había aprendido, ahora confiaba en que incluso distinguir las setas venenosas de las comestibles — una hazaña que se decía difícil — estaba a su alcance. Lo cual era cierto, siempre y cuando se hablara de su confianza. En un cambio total de su pereza habitual, estaba dispuesta a ofrecerse para el trabajo. Su propia seguridad estaba en juego. No había lugar para la indolencia en el asunto.

Sin embargo, sospecho que las cosas podrían complicarse si me propongo a mí misma… pensó mientras echaba una mirada a Esmeralda. Siendo la anfitriona de este viaje marítimo, parecía natural que ella tomara el mando. Sin embargo, es extraño. Por alguna razón, no puedo evitar sentir que, si Esmeralda se convierte en líder, ninguno de nosotros saldrá vivo de esto.

Su sensor de peligro interno dio un ataque al pensar en ello. Esmeralda no, parecía suplicar. ¡Elige a otro como líder! ¡A cualquier otro! ¡Siempre que no sea ella! Mia decidió seguir su desesperado consejo.

“Como ser líder puede ser una carga bastante pesada, creo que uno de estos buenos caballeros sería el más adecuado para la tarea. ¿No estás de acuerdo, Esmeralda?”, dijo con deliberada indiferencia, escogiendo sus palabras con cuidado para evitar cualquier indicio de auto-nominación, con lo que también sutilmente empujó el tren de pensamiento de Esmeralda lejos de querer asumir el papel ella misma.

“Sí, supongo que, efectivamente, preferiría que un caballero tomara la iniciativa en esta situación. Creo que tiene razón, señorita Mia”, respondió Esmeralda, aparentemente convencida de esta lógica.

La manipulación de Mia tuvo éxito. Fue una jugada astuta de su parte, aprovechando el hecho de que Esmeralda tendía a tener creencias conservadoras sobre esas cosas.

“Yo… supongo que es cierto”, dijo Sion, intuyendo la estrategia de Mia. Estudió brevemente a Esmeralda antes de asentir. “Sí, por supuesto. O Abel o yo seremos el líder entonces.”

“Eh, siento interrumpir, pero te cedo ese particular honor”, dijo Abel.

“¿Cómo es eso? Te das cuenta de que no hay necesidad de modestia en este momento, ¿no?”

Abel bajó la mirada para ocultar una mueca. Luego, negó con la cabeza.

“No es… eso. Sólo… busco optimizar las cosas. Es decir, ya sé lo que es comandar un ejército. He pensado en dejar que te hagas cargo aquí para que puedas acumular algo de experiencia. Para igualar el campo de juego, ¿sabes?”, dijo con una sonrisa de buen humor. “En cuanto a mí… Creo que esta vez me centraré en mantener a Mia a salvo.”

La sonrisa de Abel ocultaba sus sentimientos encontrados. En el fondo, quería ser el líder. Quién tomara el mando aquí era una cuestión de orgullo, y Sion lo sabía. Por eso lo había planteado como una discusión, invitando a Abel a aportar su opinión.

Puedo intentar ser el héroe, y sé que quiero hacerlo… pero si mi ego acaba poniendo a Mia en peligro, nunca me lo perdonaría.

Se conocía a sí mismo. Demasiado bien, quizás. Disciplina y esfuerzo, eran cualidades que podía reunir. No aflojaría ni se rendiría. ¿Pero la excelencia? ¿La brillantez? Eso nunca sería suyo, pertenecía a Sion. Al final, dio un paso atrás y pidió a Sion que fuera el líder. Esa era la mejor manera de proteger a Mia. Él lo sabía. Era la elección correcta. Y sin embargo…

Tener razón… no hace que sea más fácil de tragar, ¿verdad?

Entonces, sonrió. La despreocupación de sus labios le permitió tragarse su disgusto.

“En cuanto a mí… Creo que esta vez me centraré en mantener a Mia a salvo.”

El sutil dolor de sus palabras pasó por encima de Mia.

“Oh, Abel…”

¡Ba-dum!

El corazón de Mia emitió un aleteo audible. Todo lo que escuchó, bendita sea su alma enamorada, fue la promesa de un montón de tiempo a solas con Abel.