Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Volumen 4

Capitulo 29: ¡Tirada Por La Borda! — La Princesa Mia… Muestra El Encanto De Una Seductora —

La fiesta de Mia transcurrió sin problemas, ya que la Estrella Esmeralda se desplazó por el agua a gran velocidad. Los mástiles del yate se diseñaron para optimizar el rendimiento, permitiendo que sus velas aprovecharan eficazmente el impulso del viento. En la parte inferior, las mejoras en la sentina redujeron en gran medida el balanceo y el cabeceo. En definitiva, sus pasajeros disfrutaron de una experiencia bastante lujosa mientras navegaban rápida y uniformemente por el mar.

“¡Ah, ya lo veo! ¡Mira! Esa es la isla en la que veraneo todos los años. ¡Está deshabitada, así que somos libres de ir a donde queramos!”

Mia, que había estado dormitando sobre una manta extendida en la cubierta, se despertó ante el anuncio de Esmeralda. Abrió un ojo somnolienta, lo cerró inmediatamente por el resplandor del sol del mediodía y se puso lentamente de rodillas.

“Oh… Así que hemos llegado…”

Mirando a lo lejos, la silueta de una isla apareció en su vista borrosa. Parecía mucho más pequeña que Saint-Noel, pero lo suficientemente grande como para que no le sorprendiera encontrar residentes. Una montaña se alzaba en el centro de la isla, mientras que el resto estaba cubierto de una exuberante vegetación verde. También se veía una playa blanca, aunque el acceso desde el mar estaba vedado por una serie de grandes rocas que sobresalían del agua, lo que obligó a la Estrella Esmeralda a detenerse a cierta distancia de tierra. La distancia a la isla era de unos 300 m — es decir, trescientos moontales, para los no iniciados. Obviamente, no se podía nadar, así que bajaron unas pequeñas balsas para llevarlos a la orilla.

“Estamos… todavía bastante lejos…”, dijo Mia mientras se aferraba ansiosamente a la borda de su barco.

La Estrella Esmeralda llevaba tres botes en total. Mia y Esmeralda subieron al primero, junto con Nina, Anne, uno de los guardias de Esmeralda y un remero. El segundo transportaba a Sion, Abel, Keithwood y los guardias de Mia con otro remero, mientras que el tercero, un poco más grande, servía para transportar el equipaje que necesitaban para su estancia en la isla. De este modo, el grupo se dirigió a tierra… ¡y fue precisamente entonces cuando Esmeralda decidió atacar!

Operación revancha, primera etapa: ¡Humillar a Mia aprovechando que no sabe nadar!

“¡Mire, señorita Mia, allí!” exclamó Esmeralda mientras se inclinaba sobre la borda del barco y señalaba.

“¿Eh? ¿Qué se supone que estoy mirando?”, preguntó Mia, arrastrando los pies con el ceño fruncido.

“¡Eso! ¿No lo ves? Mira, allí…”

Una sonrisa malvada se dibujó en los labios de Esmeralda.

Ojojo, es terriblemente difícil mantener equilibradas las embarcaciones pequeñas como éstas, ¿sabes?

Mia se acercó, el barco se balanceaba de un lado a otro bajo sus pies. Entonces, de repente, el mundo se puso de cabeza.

“…¿Eh?”

Eso fue todo lo que consiguió decir antes de ser arrojada por la borda, cayendo de cabeza al mar con un chapoteo.

“¡Eeeek! ¡Ayuda! Me estoy ahogando. Me estoy ahogando… Blub, blub, blub…”

“¡Mi lady!”

Anne gritó consternada al ver a Mia golpear frenéticamente el agua en un intento inútil de mantenerse a flote. A pesar de que corría el mismo peligro de ahogarse, la doncella estaba preocupada por su maestra. Esmeralda, por su parte, contemplaba la escena con la mayor despreocupación mientras se balanceaba junto a la embarcación volcada.

La isla tiene un largo cardumen, y ya estamos bastante cerca. Si se calma y comprueba, se dará cuenta de que el agua es lo suficientemente poco profunda como para estar de pie… ¡pero no lo hará! ¡Y no se lo voy a decir! ¡Así que seguirá entrando en pánico y se avergonzará delante de todos! ¡Ojojo!

La primera etapa de su plan estaba yendo notablemente bien. No se atrevería a hacer una maniobra como ésta con los príncipes a bordo, pero se había encargado de que, aparte de Mia y Anne, los ocupantes de su barco fueran exclusivamente su propia gente. En otras palabras, había decidido condenar a todos sus asistentes — y de hecho, incluso a ella misma — a un destino acuático en aras de este plan. Estaba literalmente dispuesta a hundirse con el barco, con tal de arrastrar a Mia con ella. Y había funcionado a las mil maravillas. Ahora, la tonta princesa se agitaba inútilmente en el agua y hacía el ridículo…

Pero eso fue lo más lejos que llegó con su plan antes de probar el Especial Mia que, cuando se empleó anteriormente contra Keithwood, le había valido a su usuaria el título de “Seductora”.

“A-Alguien… ayúdeme… blub, blub…”

“¡Mia! ¡Ya voy!”

“¡Mantén la calma! ¡Llegaremos pronto!”

Dos voces, iguales en volumen y urgencia, sonaron mientras la pareja de príncipes se zambullía gallardamente en su barco al unísono. Ambos resultaron ser nadadores competentes, y la alcanzaron en poco tiempo.

“¡Mia, relájate! No me quites los ojos de encima.”

Abel estaba frente a ella, instando a la calma mientras se acercaba. Por desgracia para él, Mia se abalanzó sobre él, aferrándose a todo lo que podía agarrar con la fuerza desesperada y primaria de una criatura que lucha por sobrevivir. Esto perjudicó inmediatamente su capacidad de nadar, enviando a ambos hacia abajo.

Como cualquier buen socorrista sabe, uno no se acerca a una persona que se está ahogando de frente. Por eso.

Sion, mientras tanto, había dado vueltas por detrás, hablando con voz apaciguadora mientras intentaba rodearla con sus brazos.

“Tranquila, Mia. Relájate. La gente puede flotar de forma natural — ¿Hm?”

Se congeló de inmediato cuando notó algo. Mejor dicho, cuando sintió algo. Entonces, suspiró y sacudió la cabeza.

“Bien, los dos pueden dejar de luchar por su vida ahora. Es lo suficientemente poco profunda como para estar de pie.”

“…¿Eh?”

Eso hizo que ella se detuviera. Ella extendió con cautela una pierna hacia abajo. La punta de su zapato tocó tierra firme.

“M-Mi… Parece que tienes razón… O-Ojojo, qué tonta soy…”

Dejó escapar una risa nerviosa, tratando de salvar alguna pizca de dignidad inyectando algo de humor a la situación, sólo para levantar la vista y encontrarse mirando directamente a los ojos de Abel. Estaban muy serios, muy preocupados, y muy muy cercanos. Fue entonces cuando se dio cuenta de que estaban prácticamente encerrados en un abrazo. Se aferraba a él. Con las cuatro extremidades, nada menos. Además, Sion estaba presionado contra ella por detrás. En pocas palabras, se encontraba entre dos apuestos príncipes, con la ropa empapada y la piel en contacto.

¡Era el material de los sueños! Y ella lo estaba viviendo ahora mismo. Nunca antes había experimentado una excitación tan profunda. Tan profundo que le hacía girar la cabeza. Se balanceó y los príncipes se apresuraron a evitar que se cayera. Sion miró a Abel.

“Creo que… será mejor que nos quedemos así por ahora. Haré que Keithwood se encargue de nuestro bote. Mientras tanto, podemos ayudarla a llegar a la orilla.”

“Bien. Hagámoslo”, aceptó Abel antes de volverse hacia ella. “Pero Mia, de verdad que tienes que dejar de darnos infartos.”

“Sí, lo sé. Me disculpo…”

Enterró su rostro enrojecido entre las manos, ostensiblemente avergonzada por su comportamiento.

Dulces lunas, esos dos… Cada día están más varoniles… Mmm…

En realidad, era una emoción ligeramente diferente, con su enfoque dirigido más hacia afuera que hacia adentro.

Una desconcertada y empapada Esmeralda observaba la escena desde la distancia.

“¿Eh? Ella es la que acaba de humillarse… ¿Y cómo es que se queda con los chicos? ¿Qué demonios es…? Hey, Ni— Ahem. Tú, explícame esta situación”, exigió a la sirvienta que estaba a su lado.

“Si se me permite hablar claro, mi lady”, respondió Nina en tono impasible, “he oído decir que los hombres son criaturas de gusto peculiar, encantados tanto por lo que una mujer no puede hacer como por lo que sí.”

“¿Y qué se supone que significa eso exactamente?”

“Tómese a usted misma, por ejemplo. Usted, mi lady, es una nadadora competente. Cuando su barco se hunde, como acaba de ocurrir, no entra en pánico. Incluso puede sumergir su cara bajo el agua sin vacilar. Todo esto está muy bien, son hazañas impresionantes por derecho propio. Pero…” Se detuvo un segundo para sacudir la cabeza. “También significa que no es necesario acudir en tu ayuda.”

“…Ah.”

Esmeralda se quedó boquiabierta, aturdida al darse cuenta. Nina continuó.

“Es importante presentar un cierto grado de vulnerabilidad cuando se trata de estos asuntos, mi lady. Le ruego que memorice mis consejos.”

A diferencia de Anne y su supuesta maestría en las maniobras románticas, esta sirvienta ofrecía un consejo legítimamente sólido. Esmeralda se quedó en silencio, contemplando las implicaciones de este nuevo conocimiento mientras volvía la mirada hacia Mia, que hacía pequeños ruidos de chapoteo mientras remaba hacia la orilla con los dos príncipes ayudándola a mantenerse a flote. La princesa estaba radiante, claramente disfrutando. Esmeralda estudió esa sonrisa y sintió… una sensación de respeto, como cuando un hábil oponente da un buen golpe en un duelo.

“…Entiendo. Así es como te has metido en sus corazones. Una verdadera seductora, ¿no? Touché, señorita Mia. Touché.”

En ese momento, Esmeralda sintió que veía a Mia de nuevo, habiendo obtenido una comprensión más clara (y completamente imaginaria) de la verdadera competencia de su rival.

Poco después, Keithwood llegó con el segundo bote para rescatar al resto de las víctimas empapadas.