Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Volumen 4

Capitulo 21: La Prefiguración A Través De La Elección Del Compañero…

 

 

“¿Te vas a un crucero de verano? ¿Con la hija del duque Greenmoon?”

Al enterarse de esto, el resto del consejo estudiantil intercambió miradas de preocupación.

“¿Estás segura de que estarás bien, Mia?”, preguntó Abel, con una arruga formándose en su frente. “No estaba uno de los Cuatro Duques en contacto con, ya sabes…”
Mia sonrió.

“Estoy al tanto, sí. Sin embargo, estoy segura de que estaré bien. Esmeralda no es una conspiradora. No es su forma de trabajar.”

“Pero el riesgo sigue en pie, Alteza. Esto es demasiado imprudente”, dijo Sapphias, uniéndose a la protesta. “¡La más inocente de las apariencias puede esconder la más diabólica de las intenciones, y Esmeralda no es una excepción! Puede que actúe amistosamente en tu cara, pero por las lunas, podría fácilmente estar conspirando contra ti todo el tiempo.”

La ironía inherente a su afirmación — que podía aplicarse a sí mismo, y de hecho se aplicaba — se le escapó. No se le escapó a Rafina, que lo favoreció con el tipo de sonrisa benigna que una madre podría mostrar a uno de sus hijos más lentos. Mia captó la expresión y, a pesar de su calidez, se estremeció de miedo. Era como si hubiera desarrollado una especie de reflejo espinal que le producía escalofríos en la espalda sin importar lo que hiciera Rafina.

“Si estás tan preocupado, Sapphias, ¿por qué no te unes a nosotros en el crucero?”, preguntó Mia, pensando que sería una buena manera de aliviar sus preocupaciones. Como compañero de Etoiler, estaba ciertamente cualificado para participar.

“¿Eh? ¿Acompañaros? Bueno… Me encantaría, Su Alteza. Quiero decir, como su leal vasallo, podría incluso argumentar que es mi deber acompañarle en tales viajes, pero mi prometida y yo necesitamos algo de cali — Erm, han hecho planes para estar en otro lugar.”

Se apresuró a rechazar su oferta. Para Sapphias, la seguridad de la princesa era un asunto grave. Pasar tiempo con su prometida era uno más grave.

Hm… Ya veo cuáles son sus prioridades. En cierto modo, me recuerda a mi padre…

Su encaprichamiento con la persona que amaba… La forma en que priorizaba a una sola mujer por encima de todo… Su inquebrantable fijación… Todas eran cualidades presentes en el Emperador.

Bueno, supongo que es bueno para su futura esposa saber que nunca será engañada… Pero si alguna vez tienen una hija… Oh, ella lo va a odiar tanto… Pobrecita…

Se imaginó a un futuro Sapphias, acurrucado abatido en un rincón después de que su hija le llamara viejo molesto, y sintió una profunda lástima por el hombre.

“¿Hm? ¿Qué? ¿Por qué me miras así?”

“No es nada. No te preocupes.”

Se le ocurrió que aunque él la acompañara, probablemente no sería de mucha utilidad de todos modos.

No es precisamente material de guardaespaldas… pensó, sintiendo un poco de pena por él mientras lo miraba.

Sapphias miró de Mia a Rafina, y luego de vuelta, arrastrando los pies incómodamente bajo la doble dosis de sus desconcertantes miradas. No pasó mucho tiempo antes de que afirmara haber recordado un asunto urgente que requería su atención y se escabullera de la habitación.

“Parece un tipo bastante ocupado, ese Sapphias. De todos modos, yo también llevaré a algunos de mis guardias. Creo que estará bien.”

A pesar de la insistencia de Mia, el ceño de Abel no disminuyó. Se inclinó hacia Sion y le susurró al oído.

“…Oye, ¿puedo preguntarte algo?”

“¿Hm? Claro.”

Conversaron en voz baja durante un rato antes de levantarse de sus asientos.

“¿Perdón? ¿Hay algo que queráis compartir con nosotros?” preguntó Mia, que cada vez sospechaba más del diálogo en voz baja de la pareja.

“Oh, no. No te preocupes por nosotros”, dijo Abel, extendiendo las palmas de las manos mientras se alejaba. “Tú sigue haciendo lo tuyo.”

“Está bien, pero…”

Antes de que pudiera interrogarlos más, los dos salieron de la habitación.

Cuando volvieron a entrar, Abel se acercó inmediatamente.

“Mia, tengo una petición para ti.”

“¿De qué se trata?”, preguntó ella, inclinando la cabeza con curiosidad ante la expresión solemne que él llevaba.

“Los reinos de Remno y Sunkland desean enviar cada uno una comitiva de guardias para esta ocasión.”

“¡Vaya! ¿Para acompañarme?”

Sion, con un aspecto tan serio como el de Abel, asintió como respuesta.

“Sé que insistes en que es seguro, pero ella es una Greenmoon. Después de sus recientes intromisiones, me resulta difícil confiar en ellos sin reservas. Seleccionaremos el personal exacto más tarde, pero nos gustaría tener su aprobación primero.”

Miró a los dos chicos, con los labios fruncidos por el pensamiento.

¿A quién podría enviar Sion? Tendría que confiar realmente en ellos para que me protegieran, así que probablemente gente como Keithwood. En cuanto a Abel… No estoy segura. Dudo que envíe a ese tipo con la lanza. ¿Quizás alguna gente de esa Legión Diamante de la que tanto he oído hablar? No me importaría eso, en realidad. Suena interesante. Se cruzó de brazos. Es cierto que el hecho de que Keithwood venga con nosotros nos daría cierta tranquilidad. Además, tiene una cara bonita, así que Esmeralda seguramente lo aprobará. Sin embargo, no sé si Remno…

Su larga deliberación no era gratuita; la cuestión de su escolta no era tan sencilla como parecía. Obviamente, no tenía intención de presentarse sola. Dicho esto, llevar un pequeño batallón de guardias para lo que debía ser una divertida diversión veraniega en alta mar sería más que incómodo. Entrometida o no, Esmeralda era una orgullosa Greenmoon y debía recibir el respeto que se merece una casa de los Cuatro Duques. Como organizadora, sin duda proporcionaría una escolta adecuada a sus invitados. Si Mia trajera un número excesivo de sus propios guardias, se tomaría como una afrenta — una desconfianza en la competencia o incluso en la lealtad de Greenmoon. Por lo tanto, no podía traer a más de una o dos personas.

Lo mejor sería que viniera alguien como Vanos, pero probablemente sea demasiado bruto para Esmeralda, por su aspecto. Lo que significa…

Sobre el papel, Dion era el candidato perfecto; tenía tanto la apariencia como las habilidades. Su único atributo descalificador era el veto personal de Mia.

¿Hacerlo venir conmigo? Prefiero no convertir el crucero en una pesadilla de vigilia, muchas gracias.

Si se cayera al mar, probablemente la vería ahogarse por diversión.

El problema es que, si descarto a esos dos, no estoy seguro de que haya nadie más en quien confíe lo suficiente cuando se trata de saber manejar una espada.

Una cara bonita no servía de mucho en una pelea. Bueno, a menos que se interpusiera entre ella y una espada que se acercaba, pero eso tampoco era el tipo de cosa que quería en su conciencia. Sería un mal sueño en el futuro.

Por eso, la sugerencia de los dos príncipes fue muy bien recibida. Habría tenido problemas para seleccionar el personal adecuado de su propia reserva de talento. Keithwood, en particular, era alguien a quien tenía muchas ganas de reclutar. A la hora de explicar la aparición de los viajeros adicionales, podría alegar simplemente que Sion y Abel estaban siendo considerados. Eso probablemente — no, definitivamente — sería suficiente. Después de todo, a Esmeralda le gustaban los chicos guapos.

Mia examinó pensativamente el rostro de Keithwood.

“Uh… ¿Puedo ayudarla, princesa Mia?”

“Oh, no. Todavía no, al menos. No te preocupes.”

Se dio la vuelta, y el movimiento ocultó una sonrisa de satisfacción.

¡De nada, Esmeralda!

Los dos príncipes se excusaron poco después, alegando que tenían algunos asuntos que atender. Keithwood, naturalmente, los siguió también, dejando sólo a las chicas en la sala. Fue entonces cuando Rafina dijo en tono mesurado: “Por cierto, Mia, estaba pensando…”

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