Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Uf… Eso estuvo cerca.

Después de rescatar con éxito los dulces con su presentación de pastel de verduras, Mia exhaló un aliento de satisfacción por el trabajo bien hecho. Luego cogió su taza y tomó un sorbo de su té negro. O lo habría hecho si Rafina no la hubiera interrumpido inmediatamente.

“Bueno, ahora que eso está resuelto… ¿Pasamos al tema principal, princesa Mia?”

¿Tema principal? ¿Hay más?

Miró fijamente a Rafina, con la copa sostenida torpemente ante ella. Su confusión se reflejó en Sion y Abel. Sapphias estaba igualmente desconcertado, aunque eso no era sorprendente. Tiona y Chloe, por alguna razón, no mostraron sorpresa. Sin embargo, todas las miradas se dirigieron a Rafina que, con un movimiento deliberado, les presentó un libro.

“Este es un manuscrito del Libro de los que se deslizan. Es la biblia de las Serpientes del Caos y su sociedad secreta de cultistas.”

“¿Qué —?”

Mia se quedó atónita. Sus ojos se dirigieron a Sapphias.

“Señorita Rafina”, dijo en voz baja, “¿está segura de que deberíamos hablar de eso aquí? Quiero decir…”

Dejó el resto sin decir, aunque no sin expresar. Utilizando su potente mirada, comunicó su advertencia a través del lenguaje universal de una mirada de pánico.

¡¿Has perdido la cabeza?! ¡Hay una Serpiente sentada literalmente ahí! ¿En qué demonios estás pensando?

Su frenética transmisión fue ostensiblemente descifrada por el receptor, que asintió.

“Está bien. Lo sé.”

Mia dejó escapar un suspiro de alivio ante esta respuesta, sólo para que la siguiente se atascara en su garganta.

“Creo”, continuó Rafina, “que ya es hora de pedirle a Sapphias que se una a nuestra causa.”

¡Ella no lo sabe! ¡Oh, dulces lunas, no lo sabe!

Sólo con un trago forzado, Mia logró reprimir un grito. Rafina siguió hablando.

“Ha sido muy útil mientras estabas fuera, ¿sabes? Por supuesto, aún le queda camino por recorrer, pero creo que en este momento es justo concederle nuestra confianza. A fin de cuentas, nunca hay garantías de que una persona en particular no sea una Serpiente, así que simplemente tendremos que trabajar con esa incertidumbre.”

“Bueno, supongo que eso es cierto, pero…”

“Señorita Rafina…” dijo Sapphias, con la voz inestable. “Usted… ¿Confiarás en mí?”

El comienzo de una lágrima se estaba formando en su ojo cuando se le ocurrió un pensamiento, y parpadeó.

“Espera… ¿Sociedad secreta de cultistas? Um, si me perdonas por entrometerme… ¿Tendría eso algo que ver con el, erm, número bastante voluminoso de extractos del Libro Sagrado que me has hecho transcribir últimamente después de clase? ¿Y las conferencias regulares que has estado dando cada mañana, mediodía y noche a ese extraño grupo de estudio al que me hiciste unir? El de todos esos hombres misteriosos.”

Rafina le miró en silencio durante un momento antes de sonreír. Su expresión era como la de una brisa primaveral, crujiente pero punzante.

“Confío en ti, Sapphias.”

“C-Cierto…”

Mia, que observaba su intercambio desde un lado, se estremeció ante la sonrisa.

¡Lunas, es realmente aterradora! Así que todo este tiempo ha estado probándolo en secreto. Apuesto a que ya le ha investigado a fondo.

Cuanto más pensaba en ello, más se parecía Rafina a una especie de mente maestra en la sombra.

“¿Y? ¿Qué hay en el libro?”, preguntó Sion, evidentemente deseoso de reconducir la conversación.

“Hm, en pocas palabras… Formas de llevar a una nación a la ruina. Una guía de cómo destruir un país, por así decirlo. Describe el proceso a emplear, paso a paso, y las técnicas para manipular la mente de la gente para amplificar el daño, entre otras cosas…”

“Qué libro tan espantoso…” Dijo Mia con voz temblorosa.

Habiendo sido víctima directa de las enseñanzas del libro, los métodos de los que hablaba le producían un horror visceral. Se estremeció al contemplar el objeto responsable de la desesperante devastación y ruina que una vez cayó sobre su imperio.

“Parece que hay más”, añadió Rafina. “Este es sólo un volumen, que contiene el capítulo titulado ‘Perdición del Reino’. Sabemos que debe haber otros volúmenes con material diferente en su interior, teniendo en cuenta que éste no es el mismo que la copia que Belluga había obtenido anteriormente.”

Le tendió el libro, que Sion tomó y hojeó, asintiendo para sí mismo mientras lo hacía.

“Y si conseguimos hacernos con todos ellos, puede que por fin seamos capaces de descorrer esta cortina de misterio que rodea a las Serpientes del Caos…”

Mientras tanto, Sapphias, que había estado recibiendo una rápida información de Abel y Tiona, miraba el libro con una pálida incredulidad.

“Serpientes del Caos… ¿Me estás diciendo que esta… gente ha estado escondida en el imperio todo este tiempo?”, dijo, pronunciando “gente” con un tono que suelen utilizar los niños cuando hablan de monstruos bajo la cama.

La metáfora era bastante acertada, ya que, en cualquier otra situación, los monstruos debajo de la cama provocarían diversión, si no burla. Al fin y al cabo, eran ficticios y debían ser tratados como tales, ya que había un peligro real en fijarse en una amenaza imaginaria. Pero, esto no era una taberna común; esto era la oficina del consejo estudiantil. No era un lugar para bromas frívolas. Los temas tratados en presencia del consejo estudiantil de Saint-Noel habían tenido a veces la suficiente importancia como para influir en las fortunas de pequeños países. Un asunto trivial no habría llegado a esta discusión. Aun así, Sapphias no se atrevía a tomárselo completamente en serio.

“Jaja… Vamos, no puedes hablar en serio”, dijo, riéndose como si buscara consuelo en la negación. “¿Qué, esto es una especie de iniciación? Estás tratando de engañarme, ¿no?”

El miedo era evidente en su voz. Mia lo miró y sintió… alivio.

¡¿Cierto?! Dulces lunas, por fin alguien reacciona como una persona normal. Todos los demás estaban tan tranquilos que empezaba a pensar que la loca era yo. Toda esta gente está como “Oh, ¿un libro que destruye reinos? Eso es interesante”. ¡No! ¡No lo es! ¡Es aterrador! ¡Y se supone que hay que tener miedo de las cosas aterradoras!

Mientras miraba su rostro blanqueado, sintió una creciente empatía por él. Era un fenómeno mejor descrito como… pollos de una pluma, probablemente. Como resultado, su actitud hacia él se suavizó un poco.

“Si realmente no te sientes con ganas, Sapphias, está bien que te retires. Yo ya no puedo, pero tú aún puedes huir de todo esto…”

Al fin y al cabo, ella lo había metido en el consejo estudiantil porque le parecía un poco serpentario. En otras palabras, nunca había contado con él para empezar. Si él quería huir, era libre de hacerlo. Ella no se lo impediría. Tampoco detendría a su príncipe azul, ni a su leal doncella, ni a su fiable pero demasiado predicador cuatro ojos… ¡No detendría a ninguno de ellos! De hecho, estaría allí con ellos, corriendo tan rápido como pudiera.

Ugh… Huir seguro que es una idea tentadora ahora mismo…

Su empatía por la cobardía de él terminó por agotar su propio coraje. Para su sorpresa, su respuesta no fue la que ella esperaba.

“¿Correr… lejos? Jaja… Jajaja… Parece que me han subestimado profundamente.”

Él le sonrió.

“¿Eh?”

Ella le dirigió una mirada inexpresiva mientras él se arrodillaba ante ella.

“Como orgulloso Bluemoon y vástago de los Cuatro Duques, no puedo permitirme huir mientras Su Alteza se lanza a la batalla. No, lucharé, Su Alteza. Mientras su estandarte ondee, yo también estaré a su lado. Por usted, y por mi querida, que seguramente no puede dormir tranquila sabiendo que tales villanos abundan. Por favor, Su Alteza, le imploro que me agregue a sus filas.”

Era, a todos los efectos, una promesa de lealtad, declarándose parte de su facción. Por fin, el heredero de Bluemoon, cuya familia representaba uno de los cuatro pilares de la nobleza de Tearmoon, se había aliado a la causa de Mia. Durante este momento de gran importancia histórica, Mia…

Ah… Así que eso es todo. Ahora estoy atrapado sosteniendo el estandarte y cargando hacia adelante. Me pregunto si esta vez moriré por una flecha en la cabeza… Ugh, eso suena tan doloroso…

…Simplemente se quedó allí mientras la esperanza se drenaba de sus ojos cada vez más vidriosos.