Fushi no Kami (NL)

Volumen 7

Extra 3: Una Deliciosa Bienvenida

Fue temprano en la mañana. Los pájaros piaban y el aire era fresco. Respiré hondo, haciendo circular el aire fresco de la mañana por mi pecho para despertarme. Estaba preparado mentalmente. “Está bien”, me dije mientras me ataba un pañuelo alrededor de la frente. Una vez princesa, yo, Alicia, ahora era aprendiz de chef.

Entré a la mansión y encontré al jefe de cocina esperándome con los brazos cruzados.

“Oh, estás aquí. Primero, lávese las manos y luego nos pondremos manos a la obra. La preparación de la comida debe ser rápida pero completa”, dijo el jefe de cocina.

“Sí, chef Yacoo”, respondí.

Qué nostalgia, pensé mientras miraba al jefe de cocina. Era un hombre fornido con una impresionante cicatriz sobre su ojo derecho. Cuando lo conocí por primera vez, me quedé sin palabras. Sabiendo lo bueno que era tanto en la cocina como en la hospitalidad, ahora me sentía más cómoda en su presencia. Ah, está mucho más arrugado de lo que solía ser.

“Primero, pica las cebollas. Quiero ver qué tan oxidada te has vuelto.”

“¡Si, chef!” Respondí. Tomé las cebollas que estaban envueltas en hojas y las puse en la tabla de cortar. Debía cocinarlos hasta que estuvieran dorados, como me había enseñado una vez el chef Yacoo. Tomé un cuchillo limpio y lo sostuve sobre la primera cebolla.

Coloca el cuchillo en tu mano dominante y el ingrediente en la otra. No lo sostenga en un puño; en su lugar, extienda su dedo índice hacia la parte posterior de la hoja. Haz cortes precisos con el cuchillo. Ash me enseñó todo eso.

El chef Yacoo se paró a mi lado en una pose bastante intimidante, pero me di cuenta de que estaba devolviendo una expresión bastante severa. Recordé cuando comencé a picar las cebollas. Cuando iba demasiado lento, podía escuchar a Ash diciéndome que acelerara el paso pero que no me apresurara.

Ten cuidado, dijo la voz. Con la voz de Ash guiándome, terminé de cortar mi primera cebolla. Me preguntaba cómo lo hice. Levanté la vista y el chef Yacoo me devolvió la mirada con una expresión áspera.

“Veo que te has oxidado bastante”, dijo el chef Yacoo.

Sí. Sonreí amargamente. A veces me dejaban trabajar en la cocina de la hacienda Sacula en la capital real, pero en realidad era solo a veces. Como resultado, de hecho me había vuelto mucho más oxidada.

“Pero manejaste bien el cuchillo. No olvidaste lo básico. Puedo ver qué has retenido algo, al menos”, continuó el Chef Yacoo.

“Por supuesto. Me enseñaste muchas cosas importantes, así que no las olvidé”, respondí. Quería que supiera lo agradecida que estaba.

Chef Yacoo asintió en respuesta antes de alzar la voz. “¡Muy bien, sigamos! Solo has cortado una cebolla. Corte los otros en dados, fríalos y luego hiérvalos en la sopa. ¡Tenemos que ver qué tan oxidado estás!”

“¡Si, chef! ¡Te mostrare!” Yo respondí.

“Estoy seguro de que lo harás, ¡pero ahora concéntrate! ¡Sé rápida, pero con cuidado!” A partir de entonces, no hubo más charlas ociosas. A pesar de no habernos visto por un tiempo, teníamos que preparar el desayuno, así que no teníamos tiempo para charlar. Habían llegado otros cocineros y la cocina se volvió mucho más animada.

“¡Tú, estás manejando el plato principal, ¿verdad?! ¡Anímate ya! ¡Corta la grasa de esa carne! Los entrantes necesitan más verduras. No querrás que los de arriba mueran porque no podrías molestarte en servirles algunas verduras más saludables, ¿verdad?” rugió el chef Yacoo. Estaba vigilando de cerca cada una de las estaciones, gritando órdenes a medida que detectaba problemas. No era que los cocineros dependieran de él, pero Yacoo sabía que sería responsabilidad del jefe de cocina si los clientes no disfrutaban de la comida. Por eso se estaba involucrando tanto.

“Estación de sopa! ¡Ten cuidado con la sal! ¡No creas que puedes usarlo para cubrir tus errores!”

“¡Sí, señor!” Yo estaba a cargo de la sopa. Fui tan lento que no tuvo tanto tiempo para hervir a fuego lento como necesitaba. Las arrugas aparecieron en la frente del chef Yacoo mientras tomaba un sorbo.

“Bueno, ha pasado un tiempo, así que atribuyámoslo a eso”. Probablemente tenía mucho más que quería decir. Sonreí con ironía cuando me entregó un pequeño plato de degustación. Inténtalo tú también, Alicia.

“Ah, sí. Gracias.” Esta fue la primera sopa que preparé bajo la supervisión del chef Yacoo: una sopa de leche. También lo había hecho justo antes de que me fuera de Sacula. Sin duda lo recordaba, y por eso me pidió que lo hiciera.

Desde que regresé a Sacula, mucha gente me había dado la bienvenida a casa, pero esta era la forma especial del chef Yacoo de transmitir el mismo mensaje. Tomé un sorbo de la sopa de leche. Como pensé, necesitaba más tiempo. No sabía tan bien. Sin embargo, fue una deliciosa “bienvenida a casa”.

-FIN DEL VOLUMEN 7-