Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Volumen 3

Extra 7: Libro De Juegos Otome II – [2-A] Vayamos Al Dormitorio De Los Chicos

“Ahora que lo pienso, creo que nunca he estado en el dormitorio de los chicos… Tal vez debería ir a visitarlos. Si tengo suerte, podría encontrarme con Abel. Oh, pero espera… Creo que las chicas no pueden entrar.”

Lo pensó durante un rato. Entonces, una sonrisa socarrona se dibujó en sus labios.

“Jeje, tengo una idea. Si digo que tengo que discutir asuntos del consejo estudiantil, probablemente me dejarán entrar.”

Inmediatamente se dirigió al dormitorio de los chicos, donde la astuta excusa que había preparado… ¡funcionó de maravilla! El vigilante que encontró en la entrada se dejó engañar por su pretexto y la hizo pasar sin problemas.

“Debe ser mucho trabajo dirigir el consejo estudiantil. Sigue así, princesa Mia”, añadió con una sonrisa, llegando incluso a indicarle la habitación de Abel.

“Vaya, qué considerado eres. Muchas gracias.”

Ella le devolvió la sonrisa, manteniéndola mientras se dirigía a la habitación de Abel, sólo para que se desvaneciera cuando llegó — un golpe sin respuesta demostraba su ausencia.

“Bueno, no es que esto estuviera planeado de antemano. Supongo que no tengo suerte… Pero ya que estoy aquí…”

Miró a su alrededor con curiosidad. No todos los días podía explorar el dormitorio de los chicos. Habiéndose infiltrado con éxito en él, parecía un desperdicio dejar que esta oportunidad se perdiera. Pensando que podría hacer una visita autoguiada del lugar, empezó a caminar por el pasillo. Al doblar la primera esquina, se encontró inmediatamente con una cara conocida.

“Huh. ¿Me engañan mis ojos, o es la princesa favorita de todos?”

“Vaya, Keithwood.”

Ante ella estaba el frío y sereno asistente de Sion, Keithwood. Excepto que ahora mismo, le faltaba algo de su habitual frialdad y compostura.

“¿Pasa algo? Perdóname si me equivoco, pero pareces un poco ansioso…”

“Yo… Bueno, admito que no estoy en el estado de ánimo más tranquilo en este momento. Su Alteza se ha resfriado, así que…”, dijo con una mueca.

“¡Caramba! ¿Sion se ha resfriado? Eso no es algo que se oiga todos los días.”

“En efecto. Creo que se ha esforzado demasiado últimamente. Le dije que se calmara un poco, pero… De todos modos, voy a hacerle una comida ligera. Algo que su estómago pueda soportar.”

“¿Es así? Hm… En ese caso, ¿por qué no te echo una mano? ¿Qué puedo hacer para ayudar?”

“¿Ayudar? Uh, pero… ¿Estás segura?”

“Por supuesto. Yo también estoy preocupada por él. Me encantaría llevarle algún tipo de regalo para animarle, pero por desgracia no tengo nada a mano…”

“La sola idea ya es suficiente”, dijo antes de sacudir la cabeza con ironía. “Si se tratara de cualquier otra muchacha noble que se ofreciera a ayudar, casi seguro que sospecharía que tiene segundas intenciones. Pero por alguna razón, cuando se trata de usted, princesa Mia, no puedo evitar tomarle la palabra.”

“Vaya, me das demasiado crédito. Yo también tengo segundas intenciones de vez en cuando, ¿sabes?”, respondió con una sonrisa pícara.

Para que conste, Mia estaba siendo completamente honesta — su motivo en este momento era tan ulterior como lo fue. En el momento en que escuchó que Sion estaba resfriado…

¡Cielos! ¿Sion, la personificación de la perfección, está enfermo? ¡Tengo que ver esto!

…Ella sabía que tenía que ir a disfrutar de la dulce schadenfreude en persona.

“¿Podrías adelantarte a la habitación de Su Alteza entonces? Yo iré a la cocina a prepararle algo de comida mientras tanto.”

Mia consideró esta petición.

① “No tiene sentido que vaya yo sola. Será mejor que te siga y te ayude.”

② “Claro, iré entonces.”