Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“¿Un… f-f-fantasma?” balbuceó Mia.

Dora asintió solemnemente.

“Me enteré por uno de mis amigos. Aparentemente, ella estaba caminando en el dormitorio de las chicas tarde en la noche, y lo vio…” Hizo una pausa antes de abrir bien los ojos y mirar a Mia. “¡El fantasma de una chica en harapos!”

¡¿P-Podrías dejar de hacer esas expresiones raras?!

Mia se las arregló para mantener la sonrisa en su cara mientras suprimía un grito. Un escrutinio más cercano habría revelado los temblores en sus mejillas, pero afortunadamente, ninguna de las chicas presentes fue particularmente observadora.

“Se rumorea que es el fantasma de una estudiante que perdió su amor y se quitó la vida, o de una pobre niña que se ahogó en el lago.”

Como si fuera una señal, las otras chicas siguieron con una ronda de chillidos y charlas.

“¡Vaya, qué miedo!”

“¡No estoy seguro de poder dormir esta noche!”

“¡Deberíamos empezar a caminar en grupos en el dormitorio!”

Una de las chicas se volvió hacia Mia.

“Qué historia tan espantosa… Princesa Mia, ¿crees que los fantasmas realmente existen?”

“Fantasmas, dices… Creo que son una gran historia…” Mia puso una sonrisa de confianza. “Un yo más joven podría haber estado asustada, pero desafortunadamente, parece que se me han pasado.”

Luego se metió el último bocado de su sándwich en la boca antes de levantarse y hacer una reverencia a sus compañeros.

“En cualquier caso, necesito hacer unos preparativos tempranos para mi próxima clase, así que tendrán que disculparme.”

Con eso, salió corriendo del patio.

Tan pronto como entró en el edificio de la escuela se puso a correr. Cuando llegó a las escaleras, estaba en una carrera a toda velocidad. Su falda se agitó salvajemente mientras subía, subiendo las escaleras dos pasos a la vez. Era todo un espectáculo para una chica de alta alcurnia, pero no le importaba en ese momento.

Llegó a una parada de derrape frente a un aula, abrió la puerta y gritó el nombre antes de ver a la persona.

“¡Chloe! ¡Chloe!”

Después de un frenético escaneo de la habitación, vio a Chloe mirándola fijamente en estado de shock.

“¿Eh? ¿Princesa Mia? ¿Qué pasa?”

Chloe se preparaba para la siguiente clase mientras Tiona se sentaba a su lado. Las dos chicas se habían conocido por primera vez a través de Mia, y para su sorpresa, se habían convertido en rápidas amigas. Aparentemente, el amplio conocimiento de Chloe sobre las plantas era muy útil para Tiona, que a menudo ayudaba con el trabajo de la granja en casa. Parecía que estaban en medio de una agradable conversación antes de que Mia lo parara todo. Tal vez fue un poco grosero, pero Mia no tenía tiempo para modales.

“¡Chloe, tengo una pregunta para ti!” exclamó. “¿Crees… que los fantasmas son reales?”

Como regla general, Mia no creía en fantasmas, y consideraba terriblemente infantil creer lo contrario. No creía que fueran reales… pero su cobarde interior, sin embargo, se aseguraba de que aún la asustaran. Por lo tanto, de vez en cuando, necesitaba que alguien le asegurara que los fantasmas no eran, de hecho, reales.

Su experiencia en la biblioteca el otro día la había dejado conmocionada, y sólo había logrado dejarla atrás convenciéndose de que sus ojos le habían estado jugando una mala pasada. Aún así, no se había recuperado del todo del modo de joven doncella angustiada, así que estaba particularmente desesperada por algo de tranquilidad.

Necesitaba que alguien le dijera que los fantasmas no son reales. El problema era que no cualquiera encajaría en la cuenta. Anne, por ejemplo, lo haría con gusto, pero no lo diría en serio; siempre existía la posibilidad de que lo dijera para calmar a Mia. Tampoco podía ir a Abel o a Sion. El primero probablemente se reiría y le diría que se asustaba con demasiada facilidad… lo cual, ahora que lo pensaba, podría ser una gran excusa para enterrar su cara en su pecho y —

¡No! ¡No, no, no! ¡Absolutamente no! ¡No puedo hacer algo tan indecente!

Al final, su sentido de la corrección le impidió pedir ayuda a Abel. Sion, mientras tanto, se burlaba de ella por ser un bebé grande, así que él estaba definitivamente fuera de la mesa.

Rafina era técnicamente una opción. Parecía una experta en esos asuntos… pero eso también tenía algunas implicaciones espeluznantes.

“Oh Dios, Mia, ¿no lo sabías? Los fantasmas son muy reales. Están a nuestro alrededor. De hecho, uno de ellos está justo detrás de ti…”

Mia se estremeció. Si Rafina le dijera algo así, quedaría traumatizada de por vida.

Eso dejó a Chloe, que era lo suficientemente confiable y probable para refutar la existencia de fantasmas para ella. Siendo una lectora mucho más voraz que la propia Mia, Chloe parecía el tipo de persona que le explicaría tranquila y racionalmente por qué los fantasmas no podían existir. Así que, con todas sus esperanzas puestas en su querido compañero de lectura, Mia había planteado la pregunta crítica.

Chloe… no dijo nada. Ni siquiera se rió. En vez de eso, miró al suelo, como si estuviera muy pensativa. La luz se reflejaba en sus gafas en un ángulo extraño, oscureciendo sus ojos. Su expresión era ilegible… y más que un poco espeluznante.

“Um, princesa Mia…” dijo finalmente después de un largo silencio. “No sé mucho sobre fantasmas, pero…”

“Pero puedo decirte que los demoníacos definitivamente existen. Aparecen todo el tiempo en nuestro dominio”, dijo Tiona, respondiendo en lugar de Chloe.

En general, se dijo que los demoníacos aparecían más frecuentemente en las zonas rurales que en las ciudades. El condado de Rudolvon donde vivía Tiona estaba situado lejos de la capital imperial, por lo que tenía sentido que tuviera más posibilidades de encontrarse con ese tipo de personas.

“¿Qué tienen que ver los demoníacos con los fantasmas?” preguntó Mia.

“Bueno, pensé que, si las cosas que no puedes ver como demonios existen, entonces no puede ser tan difícil asumir que los fantasmas existen también…”

La respuesta de Tiona sorprendió a Mia; ella no había considerado esa línea de razonamiento, y se hizo aún más convincente por el hecho de que tenía experiencia de primera mano de un fenómeno indudablemente sobrenatural. Desde su alucinante salto en el tiempo, había sido una creyente. No por ninguna razón profunda o filosófica, claro está. Sólo pensó que un milagro como ese sólo podía ser obra de Dios.

“El Dios todopoderoso me ha concedido algo terriblemente especial. Eso me convierte… en el elegido, en cierto modo…” reflexionó en un momento profundo de lo que es lo opuesto a la humildad.

A pesar de su inflado ego, la lógica que mostraba era sólida. Si Dios existía, entonces había una gran posibilidad de que todas las otras cosas escritas en la Biblia existieran también. Es decir, el Diablo… y los demonios… Entidades aterradoras como esas podrían ser ciertamente reales, en cuyo caso era totalmente posible que los fantasmas también lo fueran. Así concluyó el silogismo de Mia.

Lo que la asustó.

¡¿P-P-Por qué en las lunas dirías algo que hace que todo sea mucho más aterrador?! ¡Gah! ¡Esta chica! ¡La odio a muerte y retiro todo lo bueno que dije de ella!

Arregló a Tiona con una mirada hostil. Mientras tanto, Chloe procedió a echar sal en sus heridas diciendo: “Sabes, tengo un libro sobre mí al que quizá quieras echar un vistazo…”

Mia casi gritó ante el repentino sonido de la suave pero — dada la atmósfera — espeluznante voz de Chloe, sólo para ver horrorizada cómo producía un libro aún más espeluznante con un esqueleto dibujado en la portada.

“¿H-H-Hmm? ¿De qué trata ese libro?”

Chloe soltó una pequeña risa de entusiasmo mientras lo abría.

“Bueno, este, como ves, es un libro de una isla del lejano oriente. Su título significa aproximadamente un compendio ilustrado de criaturas sobrenaturales, y es básicamente una colección de obras de arte que representan monstruos aterradores”, explicó mientras le mostraba a Mia su contenido.

Desplegadas a lo largo de sus páginas había imágenes de… cosas. Una de ellas tenía un cuello inquietantemente largo. Otro tenía tres ojos. Y otro estaba devorando a una persona entera. Había más, pero ella no llegó tan lejos. Su visión nadó, y lentamente comenzó a volcarse.

“¡Su Alteza! ¡¿Qué sucede?!”

Tiona saltó en pánico y se las arregló para rodear a Mia con un brazo antes de que cayera.

“Estoy bien. Solo… me siento un poco mareada, eso es todo. Estaré bien pronto”, dijo con su cara pálida y fantasmal.

“Te ves horrible. Creo que será mejor que llamemos a Anne.”

Sintiéndose muy mal, Mia se excusó de sus clases de la tarde y tomó una larga siesta en su habitación. Cuando finalmente se recuperó, ya era hora de cenar. Como no había tomado el té de la tarde y los dulces que lo acompañaban, decidió darse un pequeño capricho, comiendo y bebiendo a gusto, sin darse cuenta de que su elección glotona pronto conduciría a otra tragedia.