Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“Por favor, voten por la princesa Mia.”

Unificados por su nuevo color, los miembros de la facción Mia hicieron campaña con renovado vigor. Cintas de rojo guillotina adornando sus pechos, sus voces enérgicas resonaban en los pasillos mientras recorrían la escuela. La propia Mia participó, leyendo sus promesas de campaña, a cualquiera que quisiera escuchar, con una sonrisa cordial. Pensando que su única oportunidad de victoria era hacer lo que Rafina no podía, sus esfuerzos de campaña se inclinaron hacia los aventureros. Cuando Abel le sugirió que intentara dar un discurso a caballo, ella comenzó a preguntarse si finalmente habían ido demasiado lejos… pero la actuación terminó siendo sorprendentemente bien recibida por los estudiantes de equitación, elevando significativamente su opinión sobre la destreza estratégica de Abel. Como resultado de sus esfuerzos poco convencionales, el apoyo a Mia comenzó a subir lentamente. A pesar de eso, estaba a eones de inclinar la balanza a su favor.

“De acuerdo con el análisis de Chloe… hemos logrado elevar nuestros números a poco menos del veinte por ciento”, dijo Mia antes de dar un suspiro de cansancio.

Sus compañeros de campaña presentes en el cuartel general siguieron el ejemplo. Habían hecho progresos, pero dijeron que los progresos se habían estancado. La victoria aún estaba lejos de su alcance.

Pero tampoco puedo dejarlo…

Había tratado de sacarle más detalles a Bel la noche anterior, pero todo lo que logró averiguar al final fue que Ludwig había estado sumamente confiado en su análisis de que Mia había necesitado convertirse en la presidenta del consejo estudiantil del mundo para evitar el desastre. Lo cual, dada su situación actual, era un conocimiento extremadamente inoportuno.

Estamos tan atrasados que no puedo ver cómo podríamos cambiar esto…

Lo que empeoró las cosas fue el hecho de que mucha gente — Bel, Anne, Tiona, y Chloe, por nombrar algunos — todavía estaban convencidos de que ella saldría adelante al final. Se estremeció al pensar en perder las elecciones y ver las miradas de pura decepción en sus rostros.

U-Uf… Sólo imaginarlo me hace sentir mal…

Su sombría contemplación fue interrumpida por Abel, que se acercó a ella con una grave expresión.

“Mia, ¿tienes un momento?”

“Mia, Abel. ¿Qué te pasa?”

“Yo… sólo quería disculparme. Por interferir con tus promesas de campaña. Esta situación es mi culpa…”

“¿Eh?”

Su desconcertante reacción sólo convirtió su ceño fruncido en una amarga mueca.

“Sé que basaste la mayor parte de tu plataforma oficial en la que yo redacté. Eso me hace responsable de estos funestos resultados que estamos viendo. Probablemente podrías haber tenido mejores ideas… Ideas maravillosas que nunca se me hubieran pasado por la cabeza… pero como aparecí con mi lista, decidiste ser amable conmigo y usarlas, ¿no?”

“¿De qué estás hablando? ¡Nada más lejos de la realidad!”

Ella también lo dijo en serio.

“¡Si no hubieras aparecido para ayudar, ni siquiera tendría una lista de promesas de campaña ahora mismo!”

Lo que dijo era ciento veinte por ciento cierto. No había ni una pizca de falsa modestia en su afirmación. Su veracidad fue validada por una voz en la puerta.

“Tiene razón, sabes”, dijo Sion cuando entró en la habitación. “La humildad sólo es una virtud cuando se muestra con moderación, Príncipe Abel. Tenga un poco de fe en usted mismo.”

“Pero…”

“Viste la plataforma de la Señorita Rafina, ¿verdad? Su política es impecable. ¿De verdad cree que podríamos haber producido algo que la superara en calidad? Y aunque lo hiciéramos, ¿cuánto mejor podría haber sido? ¿Lo suficiente para borrar la abrumadora ventaja de la Señorita Rafina sobre Mia? No lo creo.”

La gran diferencia de apoyo entre las dos candidatas podría atribuirse a la ventaja del titular. Rafina, que ya tenía un impresionante historial, podría simplemente jugar a lo seguro con sus promesas de campaña. Mia, por otro lado, no tenía ningún logro en su haber y su competencia política era aún desconocida. Para que ella ganara, tendría que salir con algunas ideas verdaderamente innovadoras para ganarse el corazón de los estudiantes.

“En esencia, no había posibilidad de que superáramos a la Señorita Rafina en promesas de campaña, siempre y cuando lo hiciéramos correctamente”, concluyó Sion.

“Qué cosa tan extraña de decir. Si no lo hacemos bien, ¿qué se supone que debemos hacer?”, preguntó Mia con una extraña inclinación de cabeza.

La miró con conocimiento de causa antes de sacudir la cabeza.

“¿En serio, Mia? Tú más que nadie deberías saber la respuesta a eso.”

“¿Qué quieres decir?”

“Le pregunté a Bel sobre las ideas de la campaña que vi en la biblioteca el otro día, y me dijo que fuiste tú quien las escribió.”

“…¿Eh?”

Le tomó unos momentos antes de darse cuenta de que hablaba de la lista no filtrada de deseos personales que había puesto por escrito.

¡B-Bel! ¡Pequeña traidora! ¡Me vendiste! ¡Iba a llevarme eso a la tumba!

Hablando objetivamente, nunca prohibió explícitamente a Bel revelar al autor original del Proyecto MSC, así que técnicamente no fue una traición. Eso no lo hizo más fácil de soportar, y tuvo que forzar un grito de consternación.

“…¿Qué es esto ahora?” preguntó Abel, con las cejas fruncidas por una cautelosa curiosidad.

“U-Uh, no es lo que piensas. Verás, yo…” balbuceó Mia.

Estaba a punto de inventar una excusa para su embarazosa creación cuando Sion respondió en su lugar.

“Esa lista de promesas era el camino a seguir. El contenido podría quizás usar un poco más de trabajo, pero en términos de enfoque, era definitivamente el correcto.”

“…¿Eh?”

“Veo que no tienes intención de dejar el acto. Me parece justo. Seguiré explicando entonces”, dijo, dirigiéndose a todos los demás en la sala. “Verá, lo que ella se dio cuenta fue que un acercamiento imparcial y de principios a su plataforma no tendría ninguna oportunidad contra la Señorita Rafina. Por lo tanto, como una especie de experimento de pensamiento, trató de anotar algunas promesas que eran… un poco menos nobles.”

“Ya veo lo que quiere decir.” Abel asintió con la cabeza, abriendo los ojos con comprensión.

Ambos príncipes miraron a Mia con más que un poco de admiración en sus miradas.

“U-Uh… Bueno, supongo que me has entendido. Eso es exactamente…”

Se subió al carro. Lo que fue definitivamente incómodo, considerando que los otros pasajeros tenían la impresión de que ella había estado conduciendo, pero tales inconsistencias no eran nada que una sonrisa petulante no pudiera resolver. Así que se puso uno y miró alrededor de la habitación como si les estuviera preguntando ¿Realmente les tomó tanto tiempo darse cuenta? Las gotas de sudor frío rodando por su espalda eran muy incómodas, pero una prevaricadora experimentada como Mia no iba a dejar que eso se interpusiera en su desempeño.

“Y ahí lo tienes. Como puede ver, Príncipe Abel, no hay necesidad de que se arrepienta. Mia ya había explorado formas de vencer a la Señorita Rafina, y las abandonó voluntariamente.”

“¿Qué quieres decir? Si hay una forma de ganar, ¿por qué renunciar a ella?”

“¿No lo ves? ¿Qué pasa si tomas ese tren de pensamiento y lo llevas a su conclusión lógica? Digamos que intentamos diferenciarnos maximizando la distinción ideológica. ¿Qué es una promesa que va más en contra de los ideales de la Señorita Rafina? ¿Instaurar un trato preferencial para los nobles prominentes, tal vez?”

“¿Qué? ¿Está usted loco, Príncipe Sion? No podemos hacer eso.”

Abel parpadeó con asombro, pero Sion sacudió la cabeza.

“Puede que no lo desees, pero la desafortunada verdad es que sería una estrategia muy efectiva. La Señorita Rafina es un individuo benevolente, pero es igualmente benevolente con los plebeyos y los nobles. En todo caso, ella juzga a los nobles más duramente, y no me sorprendería si a un buen número de ellos no les gusta mucho ese enfoque.”

“Entiendo. Proponer el mismo tipo de cosas que la Señorita Rafina no le daría a la gente ninguna razón para alejar su voto de ella. Si peleamos con ella en sus términos, sólo saldrá con una lista perfecta de promesas imparciales de principios y nos aplastará”.

Entre las capacidades financieras del consejo estudiantil y la mano de obra que podía reunir, había un límite a lo que la organización podía lograr de manera realista, especialmente cuando se tenían en cuenta las restricciones generales de la academia en su conjunto. Supongamos, por ejemplo, que Saint-Noel tenía un total de veinte problemas que resolver, y el consejo estudiantil tenía la capacidad de ocuparse de diez de ellos. Mientras que esto permitiría ostensiblemente numerosas permutaciones en la elección de los problemas a resolver, el número real de variaciones era mucho menor en la práctica. Aquellos con un conocimiento exacto de la condición de la academia y una comprensión profunda de las capacidades del consejo estudiantil llegarían naturalmente a las mismas conclusiones en cuanto a lo que se podría lograr de manera realista. La única diferencia, entonces, serían sus prioridades.

Por lo tanto, si Rafina se puso del lado del bien en sus promesas de campaña, Mia tendría que presentar las malvadas. Si Rafina promovía un trato justo e imparcial para todos los estudiantes, Mia tendría que ofrecer un trato injusto y preferencial para ciertos grupos. Esa era la única manera de que Mia se diferenciara. Mientras el consejo tuviera que operar dentro de los límites de su personal y de su presupuesto, las formas en las que podría ser dirigido convergerían hacia el mismo punto. Si Rafina ya estaba de pie en ese punto, no quedaría espacio para Mia.

Los dos príncipes continuaron discutiendo los principios de la estrategia electoral, prestando poca atención a Mia, cuyas mejillas se habían hinchado constantemente mientras escuchaba.

¡Qué injusto es que Rafina tome todas las buenas ideas y las use para ella misma! ¡Eso es hacer trampa!