Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“¿M-Mi nieta? ¿Quieres decir, como, la hija de mi, mi hija?”

Atónita, no podía hacer otra cosa que mirar mientras su cerebro luchaba por analizar la definición básica de la palabra. Las similitudes físicas de la chica con ella eran innegables, pero aún así…

Normalmente, tal afirmación sería absurda, pero Mia había visto demasiado como para considerarla una completa tontería. Después de todo, para que Bel fuera su nieta, tendría que haber logrado una hazaña inaudita incluso en el más fantástico de los cuentos de hadas — un salto atrás en el tiempo. Pero los saltos atrás en el tiempo fueron algo que Mia experimentó de primera mano. Esto tampoco podía ser una estratagema de las Serpientes del Caos; si Bel era uno de sus agentes, no intentaría engañarla con una afirmación tan descabellada.

Parecía impensable — una realidad más extraña que la ficción — pero el absurdo convenció a Mia de que Bel decía la verdad.

“Entonces eso significa… Miabel, ¿estás…?”

“Oh, por favor llámame Bel, abuela”, dijo tímidamente.

“De acuerdo entonces. En ese caso, puedes llamarme por mi nombre también.”

“De acuerdo, lo haré, abuela.”

Algo entre un gruñido y un gemido se escapó de la garganta de Mia. En la línea de tiempo anterior, ella había vivido durante veinte años. Ahora, después del salto de tiempo, tenía casi otros tres años bajo su cinturón. A pesar de su nivel de madurez, técnicamente era una mujer de veintidós o veintitrés años. Pero no era lo suficientemente mayor para soportar que alguien la llamara “Abuela!. Madre, puede que aceptara a regañadientes, pero la parte de “Abuela” era demasiado; le dolía por dentro. Se puso de pie y se pavoneó — más bien como un pato, debido a que estaba medio sumergida en agua — hacia Bel. Entonces, sin decir una palabra, se agarró sus delicados hombros y sonrió un poco amenazadoramente.

“Si alguien pregunta, Bel, soy tu hermana, y me llamarás Señorita Mia.”

“¿Eh? Pero, Abue —”

Se inclinó sobre Bel, acercando tanto su cara que sus narices casi se tocaron.

“Hermana. Hazlo. Tú. ¿Entiendes?”

“¿Eh? ¿Eh? Pero — ¡Ay! ¡Ay! ¡Duele! Tus dedos se están clavando en —”

“Practiquemos, ¿sí? Repite después de mí. Eres mi hermana, y me llamaras Señorita Mia.”

“T-Tu eres mi hermana y… Te llamaré Señorita Mia.”

La voz de Bel temblaba de miedo, pero se las arregló para terminar la frase. Solo entonces Mia la liberó.

“Bien. De todos modos, pasando a asuntos más significativos… Bel, ¿por casualidad te habrían cortado la cabeza con una guillotina?”

“…¿Eh?” Bel parpadeó unas cuantas veces ante la abrupta pregunta antes de reírse. “Ajajaja, esa es una pregunta muy rara. Lo dices como si te pudieran guillotinar y luego sigues caminando después.”

¡Claro que sí! pensó Mia, aunque era lo suficientemente lista para mantener su disidencia interna. Aún así, esto me dice que ser guillotinado no es una condición para saltar a través del tiempo… Por otra parte, ahora que lo pienso, ni siquiera es el mismo tipo de salto en el tiempo que ella experimentó. Tal vez esto es algo totalmente distinto…

Justo entonces, un recuerdo pasó por su mente.

Hace un tiempo, deseaba algo de orientación. Algo como el maldito diario…

Ella miró fijamente al techo de la biblioteca, esperando encontrar una estrella polar que la guiara.

¿Podría ser esto, podría ser ella?

Miró a Bel, cuya sonrisa se había vuelto triste.

“Pero… Tal vez no sea tan raro. Tal vez… tienes razón,” dijo con nostalgia.

“¿Hm? ¿Qué quieres decir?”

“La verdad es que estaba huyendo, y lo último que recuerdo es estar a segundos de ser capturada. Debo haber caído inconsciente justo antes de que ocurriera. Por eso puede que tengas razón. Cuando despertare de este sueño… probablemente me encuentre en la guillotina”. Bajó los ojos, y la crudeza de sus palabras pareció llenar el silencio que siguió. Entonces, levantó la cara y miró directamente a Mia. “Pero me alegro de que el último sueño que tengo sea éste. Es un sueño tan divertido y feliz… y siempre quise conocerte, abu— quiero decir, señorita Mia.”

Ella sonrió. No era una sonrisa particularmente bonita; demasiados labios y pocas mejillas — los primeros intentos torpes de un niño tratando de aprender una habilidad desconocida, entrañable en su encanto y desgarrador en su significado. Lo siguiente que supo fue que Mia tenía las manos bien atadas a las de Bel.

“Está bien, Bel”. Mia miró hacia atrás de la misma manera. “Está bien. Este sueño no terminará. Yo, Mia Luna Tearmoon — No…”

Se detuvo y sacudió suavemente la cabeza. Luego, con una suave sonrisa, dijo: “La abuela que siempre has respetado… no lo permitirá.”

Para tranquilizar a Bel, Mia levantó su barbilla ligeramente en un gesto de confianza.

“Así que dime”, continuó. “¿Qué ha pasado? ¿Por qué en las lunas había un miembro de la familia imperial huyendo?”

Bel se tomó un momento para recobrar la compostura. Entonces se puso de pie, decidida a contar su historia.

“Es porque…”

“¿Por qué?” Mia engulló mientras esperaba sus siguientes palabras, pero antes de que llegaran…

“Ah… Mi cabeza…”

De repente, el cuerpo de Bel se balanceó bruscamente hacia un lado. Desde allí, la gravedad se apoderó de ella y se hundió en el agua.

“¿Qué — Bel? Oh Dios, el calor debe haberte afectado.”

Mia se precipitó y la sacó del agua.

“Oh, pequeña tonta. ¿Qué voy a hacer contigo?”, dijo, sosteniendo a la chica en sus brazos como un bebé. “Vamos a sacarte de aquí.”

Mientras se levantaba, se le ocurrió que había estado en la bañera más tiempo que Bel. Teniendo en cuenta que Bel estaba actualmente incapacitada, eso parecía implicar…

“¿M-Mi dios?”

Su cabeza se sentía ligera, y la habitación parecía dar vueltas.

“Me siento un poco mareada…”

Lo siguiente que supo fue que estaba en el suelo con su cara presionada contra sus frías baldosas.

“Ah… El suelo… se siente tan bien…”

Unos minutos más tarde, Anne entraría en dos cuerpos separados por el suelo de la casa de baños, y se necesitó cada pizca de compostura en ella para no añadir un tercero a la escena. El único aspecto positivo de su desastroso viaje al baño fue, quizás, el hecho de que Bel — siendo la primera en caer — no había sido testigo de la vergonzosa visión de su abuela medio consciente frotando su mejilla caliente contra el suelo de la casa de baños. Su respeto por Mia, por lo tanto, permanecía intacto, y la fachada de la Gran Sabia del Imperio viviría para engañar otro día.

¡Todo está bien si termina bien!