Hazure Waku No Joutai (NL)

Volumen 6

Prologo: Así Que Este Es El Poder De Un Héroe De Clase S…

EL CAMPO DE BATALLA PODÍA RESUMIRSE en un solo mundo— espantoso. Cadáveres sobre cadáveres— yacían en montones demasiado altos para ser contados. Aproximadamente el 90% de los muertos pertenecían al ejército del Imperio Demoníaco, el resto al ejército oriental.

“Así que este es el poder de un héroe de clase S…”

Un caballero de los Jinetes del Lobo Blanco levantó el brazo de su espada, sintiéndose débil y agotado. Sus ojos estaban paralizados por la escena que se extendía ante él, los soldados ogros brutalmente cortados y masacrados a lo largo del campo. Aquí y allá sus carnes estaban chamuscadas, y finas volutas de humo se elevaban de sus restos. Otros fueron empalados por fragmentos de hielo.

Toda esta carnicería era obra de Takao Hijiri, y de la habilidad única que había despertado en ella. Ahora era capaz de aprovechar dos aspectos elementales diferentes del viento… y los utilizaba en el campo de batalla para arrasar al enemigo con la destrucción a larga distancia.

“Viento de Fuego”.

“Viento Tormentoso”.

Takao Hijiri recuperó rápidamente el control de su respiración con un suspiro indiferente. Takao Itsuki, su hermana pequeña, la miraba con gran admiración. Itsuki sabía que Hijiri debía de haber gastado increíbles reservas de energía durante la batalla. Pero aunque Hijiri estaba cansada, no dejó que el agotamiento se reflejara en su rostro.

Cuando los demás la miran, deben pensar que ni siquiera ha sudado. Siempre he estado a su lado— soy la única que puede notar estas cosas— la única que puede ver que está cansada.

“¡No esperaba menos de ti, Aneki!” dijo Itsuki con una sonrisa, sintiendo más respeto por su hermana mayor que antes.

***

Las hermanas Takao y su ejército oriental habían sido empujados constantemente hacia atrás, retirándose hacia el sur hasta las Llanuras del Norte. Fue allí donde los refuerzos de la Alianza Sagrada se unieron a las fuerzas de Ulza del sur y del oeste que se habían mantenido en reserva. Dirigido por los Caballeros Asesinos de Monstruos, el ejército de Ulza ayudó a hacer retroceder al frente oriental… hasta que el propio Rey Demonio apareció en el frente. La marea de la batalla cambió en un instante.

El colosal armazón de su cuerpo púrpura y dorado estaba construido como una fortaleza viviente. Tenía una presencia horrenda, vulgar y vívida como una flor carnívora de las profundidades del infierno, magnífica y obscena a la vez. De la superficie de su piel sobresalían manchas bulbosas como repugnantes caramelos de goma que brillaban con una luz pálida. Su cuerpo estaba cubierto de extremidades y apéndices deformes— cuernos, brazos, patas en forma de cangrejo que se retorcían furiosamente y alas. En el centro de todo ello había una inquietante sombra humanoide, fusionada con el resto del cuerpo, pero que desafiaba cualquier intento de mirar directamente al Rey Demonio.

La monstruosidad no habló ni una sola palabra, sólo engendró monstruos cada vez más rápido para reforzar su ejército en el campo. Las bestias nacían de las pústulas brillantes de todo su cuerpo. Se hincharon y reventaron, derramando grupos de monstruos como peces en la cubierta de un barco de arrastre. Entonces, los monstruos recién nacidos se pusieron en pie, cubiertos de pies a cabeza de mucosidad pegajosa, y tomaron las armaduras y las armas de sus camaradas caídos antes de cargar en la lucha. No importa cuántos derrotaron los humanos— el número de monstruos no disminuía.

Las Hermanas Takao y los Jinetes del Lobo Blanco lucharon valientemente, pero no pudieron hacer nada para hacer retroceder a las olas de monstruos. La implacable marea los fue desgastando poco a poco, aunque la presencia de Takao Hijiri les dio un motivo de esperanza. El recuento de muertes de su habilidad única era inigualable, pero su ejército sólo necesitaba un empujón más.

Con el ejército de humanos cada vez más agotado a medida que pasaba el tiempo, se preguntaban qué pasaría si el Rey Demonio en persona decidía aventurarse a la primera línea, y la mayoría de los soldados de la Alianza Sagrada rezaban fervientemente para que eso nunca sucediera. Aunque permanecía en la retaguardia, su inmensa forma era identificable incluso para los que estaban al otro lado del campo de batalla. A esa distancia, su abrumadora esencia no tenía casi ningún efecto sobre las tropas humanas en batalla, por lo que podían luchar con todas sus fuerzas. Todo esto podría cambiar en un instante si él decidiera entrar en la batalla. Si eso ocurriera, sólo quedarían las hermanas Takao para frenar la marea.

Entonces aparecieron dos caballos mágicos— la diosa Vicius, con un héroe de clase S a su lado.

***

En el fragor de la batalla, Hijiri utilizó su habilidad única como muro, extendida para proteger a sus aliados. Los cuerpos de los monstruos muertos se apilaban ante ella en una escena infernal.

Mientras tanto, Kirihara Takuto se encontraba en primera línea y miraba al cielo. Ante él se extendía un enorme montículo de cadáveres, y detrás de él los soldados restantes del ejército oriental. Se encontraba en la frontera, una línea que dividía a los vivos de los muertos.

El jinete en jefe de los Jinetes del Lobo Blanco, Sogude Sigmus se acercó al lado de la Diosa, y miró a la espalda de Kirihara.

“Entonces… ¿Qué piensas, Vicius?”, preguntó.

“Maravillosos resultados, tengo que decir”, respondió con una amplia sonrisa, agarrando ligeramente las riendas de su fresco caballo blanco. Nyantan cabalgaba a su lado, seguido por las hermanas Takao.

“El Rey Demonio se ha retirado, y no hemos perdido ni un solo héroe de clase S”, dijo Sogude, estrechando la mirada y observando el campo. “Todavía no. Una parte de mí piensa que esto podría ser demasiado bueno para ser verdad”.

“Han visto las habilidades únicas de dos de nuestros héroes de clase S en la batalla y han decidido una retirada precipitada, creo”. La Diosa se mantuvo firme en su convicción de que esto era una victoria para el ejército del este.

“…Pero esto no te parece bien, ¿verdad?”

Itsuki les escuchó hablar y volvió a mirar a su hermana.

Sospechan del momento de esta retirada. Aneki dijo exactamente lo mismo…

Itsuki recordó la conversación que habían tenido, una vez que quedó claro que el Rey Demonio se retiraba de la batalla.

“¡Simplemente huyó!” le dijo a su hermana. “Como, ¡qué decepción!”

“No parece que se haya retirado por miedo a nuestras habilidades únicas”.

“¿Tú crees? Me imaginé que se asustó y se fue corriendo…”

“No mostró ningún signo de acercarse a nuestras filas de ninguna manera durante la batalla”, había observado Hijiri. “Pero hubo un momento— en que sentí cierta vacilación por su parte. Sí, como si hubiera ocurrido algo bastante irregular”.

“¿De verdad? No sentí nada en absoluto”, dijo Itsuki.

“Más bien es una corazonada, en realidad… Tal vez el Rey Demonio tenía realmente la intención de aplastar a este ejército oriental nuestro. Pero también podría haber querido alejar a los héroes de clase S y a la Diosa del frente sur revelándose aquí”.

“¡Vaya, Aneki! Eres como un estratega!”

“Es sólo un presentimiento— del que no tengo pruebas, por supuesto”.

Itsuki recordó la forma en que su hermana le había hablado entonces mientras miraba ahora a Kirihara, de espaldas a ella, de pie y solo en el campo de batalla.

“…Aneki, dijiste que al Rey Demonio no le gustó, se asustó y huyó porque vio tus habilidades únicas, ¿verdad?”

“De hecho, lo hice”.

“Pero, como, me pregunto… Cuando lo miro allí, me refiero a ti también, Aneki, pero… ¿No son los héroes de clase S como una amenaza real para el Rey Demonio?”

Kirihara estaba solo bajo un cielo azul mientras incontables dragones dorados hechos de energía pura se cruzaban en el aire por encima de él, arrastrando brillantes chorros de luz tras ellos. A la mitad de los cadáveres de monstruos que yacían ante él les faltaban partes del cuerpo, como si hubieran sido simplemente afeitados.

Los dragones rodaron mientras volaban, dueños del cielo, esparciendo chispas a su paso. Durante la batalla rugieron, se enfurecieron y masacraron a los monstruos de abajo. Fue una masacre, con soldados ogros completamente devorados por el fuego despiadado de los dragones dorados desatados por el héroe dorado. Ahora permanecían arriba.

“El Rey Demonio huyó, ¿verdad?” Kirihara chasqueó la lengua y volvió a mirar por encima del hombro a sus aliados, sin más que una confianza suprema en su rostro. “Bueno, al menos ya estamos aquí. ¿Me han visto todos en acción?

“Es inconcebible que no hayas podido. Quedará grabado en tu memoria. Hoy es el día en que tu rey comienza, Kirihara comienza, yo comienzo. Ahora…” Levantó su mano derecha, señalando con la palma a los que estaban detrás de él, como haciendo alarde de su fuerza. “¡Este es Kirihara!”